A falta de una buena imagen de la portada, una foto del autor... |
Título original: Utrpení starého Werthera
Fecha de publicación: 1949
Valoración: recomendable
Bohumil Hrabal es ya un veterano de ULAD. Es la cuarta vez que aparece por este blog (como se puede ver más abajo) y yo no me canso de recomendarlo. Así que aprovecho para pedir perdón, si resulta que me estoy poniendo pesada con este autor.
En esta ocasión, nos encontramos con una novela corta, muy corta, en la que el escritor checo rinde homenaje a su tío, un fanfarrón al que le gusta beber, huir de las responsabilidades y, sobre todo, las mujeres. Tras una introducción en la que Hrabal nos explica quién fue Werther y la influencia que tuvo en su vida (y en la que queda claro que sí, era todo un personaje), se inicia una historia en primera persona en la que el autor usa la voz de su tío para contar las aventuras y desventuras (amorosas, sobre todo) que éste vivió bajo el poder de los Habsburgo.
Utiliza Hrabal en este libro una prosa más rápida y directa que lo acostumbrado en sus otras obras, así como un lenguaje más crudo, para que se adapte a la forma de hablar de su curioso pariente, consiguiendo un discurso cargado de realismo, humorístico y trágico a partes iguales.
Puede que no sea uno de sus mejores libros (lo cual tampoco es de extrañar, si tenemos en cuenta que fue uno de los primeros que escribió), pero sin duda es un buen punto de partida para empezar a conocer la obra de este autor.
También de Bohumil Hrabal: Anuncio una casa donde ya no quiero vivir, Yo que he servido al rey de Inglaterra, Una soledad demasiado ruidosa, Clases de baile para mayores, Bodas en casa, La pequeña ciudad donde se detuvo el tiempo
1 comentario:
En el caso de este autor bohemio sucede algo singular. Al menos (si no recuerdo mal) dos de sus obras traducidas al castellano lo fueron por la insigne escritora checa residente en Barcelona desde hace varios años, Monika Zgustova; es decir, hemos de tener en cuenta que el traductor, a su vez, es escritor, y aunque no estemos versados en las singularidades del idioma checo, podemos sentir la calidad impoluta de la traducción.
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