Ayer murió Francisco Ayala, testigo del último siglo de nuestra historia y nuestras letras, y cronista crítico de la Europa de entreguerras, el exilio o la transición. Queremos recordarlo con un fragmento de su "Diálogo de los muertos", seguros de que ocupará el lugar que merece en esa compañía de amigos, muda y añorada, a la que hoy se une.
Sin descanso, hora tras hora durante muchos días, había estado lloviendo sobre la tierra. Y ahora, el viento se llevaba a toda prisa los últimos jirones de nubes, dejando limpio el cielo, de un azul inverosímil, al mismo tiempo que arrancaba alaridos sordos, y todavía lágrimas, de los árboles sin hojas, negros, mutilados, crispados, desesperados, amenazantes. No había nada por ninguna parte. Nada, sino silencio; un silencio húmedo que rezumaba, calaba hasta lo más hondo; un silencio que era la ausencia y el vacío de la atronadora refriega, ya pasada.
No había nada, nada sobre la tierra... Bajo ella, muertos infinitos yacían en confusión, ahora casi tierra ya también ellos, y todavía lastimada humanidad, sin embargo; muertos preñados con el plomo de su muerte, muertos retorcidos en el horror de su martirio; muertos consumidos en la perfección absoluta de su hambre; muertos. Sepultados de cualquier modo, entre las raíces de los vegetales —entregados a esas garras ávidas, insaciables, vivificadas por la lluvia que había escurrido tan largamente por entre piedras y huesos.
Y los muertos, bajo la mudez angustiosa y como definitiva del mundo, entablaron un diálogo soterrado, sin comienzo ni final, ni acentos ni pausas; o quizá, mejor, tejieron una red de monólogos dichos en voz apagada y blanda como ruido de pasos sobre las hojas caídas en un sendero, sucias de barro y de invierno.
4 comentarios:
Qué precioso y qué desolador. Gracias.
Increible párrafo.
No he leído nada suyo, no conocía su forma de escribir pero a raíz de este post me apetece muchísimo leer "Los usurpadores". Será mi siguiente libro a encontrar.
Muchas gracias.
Acabo de terminar de leer Muertes de perro, que sería algo así como una "meta-novela de dictador" (Jaime, la puedes añadir a tus entradas sobre el tema, jejeje), y me ha parecido buenísima, y sobre todo muy moderna -una impresión muy distinta de la que me produjo La cabeza del cordero, que por el estilo y por el tratamiento del tema me pareció un poco demasiado decimonónica.
Muertes de perro es un ejercicio de perspectivismo, polifonía, animalización y técnica narrativa de lo más interesante que he leído últimamente.
Entre la comunidad académica y crítica, Ayala está considerado sin duda como uno de los grandes maestros de la narrativa hispánica del XX, una consideración que en cambio no ha alcanzado entre el gran público, que en cambio ha encumbrado a Cela o Delibes (a los que Ayala no tiene nada que envidiar). Sospecho que el haber pasado una parte de su vida y publicado una parte importante de su obra en el exilio no le ha ayudado a hacerse un hueco en el imaginario colectivo español.
Además de que, realmente, es un escritor que está al margen de modas y tendencias...
Hola Ana:
Yo sólo he leído "Los usurpadores" pero me pareció un libro increíble. Muy recomendable.
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