jueves, 6 de junio de 2024

Charles Perrault: El gato con botas

Idioma original: Francés
Título original: Le Maître chat ou le Chat botté
Año de publicación: 1697
Traducción: Íñigo Jáuregui
Ilustraciones: Javier Zabala
Valoración: Se deja leer (está bien para niños)

Resulta curioso asomarse a la literatura infantil de antaño. Al contrario que la reciente (salvo alguna que otra excepción), su tono es mucho más oscuro, y ni sus personajes son íntegros, ni sus moralejas tan cristalinas como le gustaría a la corrección política imperante en la actualidad.

Un ejemplo de esto que digo sería El gato con botas, cuento de la tradición oral recopilado por Charles Perrault en 1697. Nórdica lo edita incólume, sin suavizar pasajes ni blanquear a su protagonista. Acompañan al texto materiales exquisitos (tapa dura, papel de 150 gramos...) y unas ilustraciones de Javier Zabala.

El archiconocido felino que protagoniza esta historia es menos heroico de lo que muchos recordarán. Ya desde las primeras páginas sabemos que es capaz de los más «sutiles ardides», y a lo largo del relato se servirá de su ingenio para lograr que su amo, un joven atractivo pero de procedencia humilde, se case con una princesa.

Personalmente, no he disfrutado demasiado de El gato con botas. La narración me ha parecido sumamente esquemática; las motivaciones de los protagonistas, excesivamente lineales. Sus escenas se concatenan atropelladamente y ninguna de las ideas introducidas (los hermanos del hijo pequeño del molinero, las botas del gato, el ogro...) se desarrollan mínimamente.

A todo eso súmale que hay multitud de incongruencias argumentales, que hubieran podido explicarse convincentemente añadiendo sólo uno o dos párrafos. A saber: ¿por qué el gato no había ayudado a la familia del molinero antes, si es tan espabilado? ¿Por qué no abandona a un dueño que ha amenazado con cómerselo? ¿Por qué no informar de sus planes a su amo? ¿Por qué no incitar él mismo el recorrido de la carroza, en vez de adaptarse a una ruta predeterminada? ¿Cómo pretende sostener el engaño del Marqués de Carabás en el tiempo?

Asimismo, no me acaba de convencer el mensaje que traslada esta obra. Me explico: se puede leer El gato con botas en clave inspiracional. A fin de cuentas, el protagonista logra sobreponerse a su clase social y su entorno. Ciertamente, los métodos que emplea para medrar (mentir, amenazar, asesinar y usurpar) no son muy éticos; incluso hay ocasiones en que podría haber procedido de distinta manera, pero toma el camino fácil (por ejemplo, extorsionar a unos pobres campesinos, en vez de tratar de persuadirles u ofrecerles algo a cambio de su complicidad). 

A ver, que El gato con botas sea poco edificante me es indiferente; no soy de los que opina que a los niños hay que enseñarles una visión del mundo maniquea. Lo que me molesta es que su mensaje se antoja tramposo, pues da a entender que uno saldrá adelante gracias a la inteligencia, pero en realidad muestra cómo se prospera gracias al esfuerzo de un tercero. Porque no nos engañemos: el amo del gato es el verdadero beneficiado de los tejemanejes de su mascota, y no el propio gato.

En conclusión: El gato con botas es un clásico bastante prescindible, opacado por múltiples adaptaciones y versiones posteriores mucho más resultonas. Aun así, tampoco desaconsejo tajantemente su lectura: te lo ventilas de un plumazo, las acciones de su protagonista dan pie a abrir un debate moral y la edición de Nórdica es preciosa.

No hay comentarios: