Idioma original: francés
Título original: Il y a quarante ans
Año de publicación: 1936
Valoración: imprescindible
No recuerdo cuándo valoré un libro con un "imprescindible" por última vez. Desde luego, esta será la primera que lo haga con una obra alejada del canon de textos clásicos habituales y de autores sobradamente reseñados en este mismo blog. Pero cuando una novela te cala de la manera en que estas apenas 70 páginas, escritas hace, buf, tantísimos años, lo han hecho conmigo, no puedo sino entregarme a la evidencia. No exagero un ápice si digo que lo he leído tres veces seguidas y que me está costando acercarme a otras lecturas. Tan bueno como para denunciar a Errata Naturae por daños.
Esta es la historia real de un amor inesperado, demoledor, imposible. "Es como morirse", dicen los protagonistas. Maria Van Rysselberghe, esposa del pintor Theo Van Rysselberghe y amiga íntima de André Gide, nos relata el mes que vivió con Émile Verhaeren, amigo de su marido y también casado. Es, por tanto, la historia de un infidelidad a dos bandas. Escrita en primera persona, los nombres de los protagonistas no son sus nombres verdaderos. El título encuentra su explicación en la nota final de la autora, terminado el texto:
Con esta belleza nos traduce Regina López Muñoz la voz de Maria, en esta edición. Maria y Hubert (el nombre ficticio con que ella se refiere a él) comparten apenas cuatro semanas en una casa cerca del mar, que es, también, protagonista indiscutible de esta historia. La casita de la duna. Aislados del mundo y separados de sus parejas por determinadas circunstancias, vivirán primero en tanto que amigos con la debida cortesía que se espera de ellos, hasta que la realidad va imponiéndose como las estaciones, sin medida, arrastrándolos a una pasión cegadora, contra la que nada pueden hacer salvo dejarse llevar.
Escribe Maria con una sensibilidad extraordinaria, pero también con una sobrada inteligencia que se revela en la combinación de los silencios, en las frases que deja colgando al final del párrafo, en las agudas reflexiones sobre el amor y el dolor que no puede callarse. Es intensa y es lírica, y aunque la distancia sea de cuarenta años su memoria nos evoca olores, sabores y sonidos, tal es su capacidad de conectar con aquellos acontecimientos, con aquel amor lejano. Uno sale de este libro con la sensación de no haber respirado durante la lectura. A mí todavía me falta el aire.
Título original: Il y a quarante ans
Año de publicación: 1936
Valoración: imprescindible
No recuerdo cuándo valoré un libro con un "imprescindible" por última vez. Desde luego, esta será la primera que lo haga con una obra alejada del canon de textos clásicos habituales y de autores sobradamente reseñados en este mismo blog. Pero cuando una novela te cala de la manera en que estas apenas 70 páginas, escritas hace, buf, tantísimos años, lo han hecho conmigo, no puedo sino entregarme a la evidencia. No exagero un ápice si digo que lo he leído tres veces seguidas y que me está costando acercarme a otras lecturas. Tan bueno como para denunciar a Errata Naturae por daños.
Esta es la historia real de un amor inesperado, demoledor, imposible. "Es como morirse", dicen los protagonistas. Maria Van Rysselberghe, esposa del pintor Theo Van Rysselberghe y amiga íntima de André Gide, nos relata el mes que vivió con Émile Verhaeren, amigo de su marido y también casado. Es, por tanto, la historia de un infidelidad a dos bandas. Escrita en primera persona, los nombres de los protagonistas no son sus nombres verdaderos. El título encuentra su explicación en la nota final de la autora, terminado el texto:
Puesto que solo yo sobrevivo; puesto que, después de tantos años, mis recuerdos pueden ver la luz sin herir ya a nadie a mi alrededor, te los regalo, querida sombra. Es lo más hermoso que he cosechado para regalarte, y la sed que me dejaste sigue siendo tuya.
Con esta belleza nos traduce Regina López Muñoz la voz de Maria, en esta edición. Maria y Hubert (el nombre ficticio con que ella se refiere a él) comparten apenas cuatro semanas en una casa cerca del mar, que es, también, protagonista indiscutible de esta historia. La casita de la duna. Aislados del mundo y separados de sus parejas por determinadas circunstancias, vivirán primero en tanto que amigos con la debida cortesía que se espera de ellos, hasta que la realidad va imponiéndose como las estaciones, sin medida, arrastrándolos a una pasión cegadora, contra la que nada pueden hacer salvo dejarse llevar.
Escribe Maria con una sensibilidad extraordinaria, pero también con una sobrada inteligencia que se revela en la combinación de los silencios, en las frases que deja colgando al final del párrafo, en las agudas reflexiones sobre el amor y el dolor que no puede callarse. Es intensa y es lírica, y aunque la distancia sea de cuarenta años su memoria nos evoca olores, sabores y sonidos, tal es su capacidad de conectar con aquellos acontecimientos, con aquel amor lejano. Uno sale de este libro con la sensación de no haber respirado durante la lectura. A mí todavía me falta el aire.
4 comentarios:
Le tengo muuuuuuuuchas ganas a este libro. Después de tu crítica... aún más.
¡Me lo pillo pero YA!
¿De quién es el imprescindible español del libro?
No estaría de más (ni muchísimo menos) mentarlo en la reseña (fantástica, por cierto) o, aún mejor, en los datos imprescindibles (año de publicación del original...)
Miguel
:-)
Miguel
Después de 6 años de haber leído esta reseña y estar buscando el libro, apenas por casualidad lo encontré. Gracias por tan maravillosa recomendación, valió la pena la espera. Ahora veo que hay otro texto de la autora editado por errata naturae, espero encontrarlo pronto.
Publicar un comentario