Idioma original: italiano e inglés
Título original: L'utilità dell'inutile
Año de publicación: 2013
Valoración: Muy recomendable
Título bastante paradójico, porque si lo inútil tiene alguna utilidad, tan inútil no será, digo yo. Tendríamos que empezar preguntándonos dónde están las fronteras de lo útil, y esa es una de las cuestiones que se plantea este ensayo (más bien tándem de ensayos) tan relevante ahora como en tiempos de la Grecia clásica y, como su autor demuestra, en otros muchos periodos de la historia. Lo preocupante es que esta inversión de prioridades ha ido aumentando con el tiempo hasta alcanzar proporciones alarmantes.
Título bastante paradójico, porque si lo inútil tiene alguna utilidad, tan inútil no será, digo yo. Tendríamos que empezar preguntándonos dónde están las fronteras de lo útil, y esa es una de las cuestiones que se plantea este ensayo (más bien tándem de ensayos) tan relevante ahora como en tiempos de la Grecia clásica y, como su autor demuestra, en otros muchos periodos de la historia. Lo preocupante es que esta inversión de prioridades ha ido aumentando con el tiempo hasta alcanzar proporciones alarmantes.
Como el propio autor indica
en el prólogo, el volumen no está conformado como un todo unitario: se trata de
un conjunto de fragmentos enlazados por la idea que le da título. Girando sobre
ella y auxiliado por firmas más que ilustres, Ordine reflexiona sobre el
servicio que presta la literatura, el tipo de formación que pedimos a las universidades,
los nefastos efectos de la posesión sobre la dignidad humana, la verdad y el
amor. Para acabar, y etiquetado como apéndice, se incluye un texto del pedagogo
norteamericano Abraham Flexner (1866-1959). Nada más que una veintena de
páginas cuyas reflexiones completan de alguna forma las del ensayista.
Precisamente del prólogo destaco
este párrafo porque es un perfecto resumen de lo que viene a continuación:
“El saber constituye por sí mismo un obstáculo contra el delirio de omnipotencia del dinero y el utilitarismo. Todo puede comprarse, es cierto. Desde los parlamentarios hasta los juicios, desde el poder hasta el éxito: todo tiene un precio. Pero no el conocimiento: el precio que debe pagarse por conocer es de una naturaleza muy distinta. Ni siquiera un cheque en blanco nos permitirá adquirir mecánicamente lo que sólo puede ser fruto de un esfuerzo individual y una inagotable pasión.”
Nos encontramos, pues, en una
sociedad utilitaria para la que la cultura, el arte y la investigación resultan
prescindibles si carecen de finalidad práctica. Y esto nos conduce a otra
paradoja: según ese criterio, el libro que comento es completamente inútil
porque solo encontrará lectores entre aquellos que estamos previamente convencidos
de lo que defiende. ¿Merece la pena entonces todo ese acopio de argumentos
emitidos por los autores más reputados de todas las épocas? ¿No sería más
práctico utilizar otro canal más fácilmente digerible, youtube, un hilo de
twitter, algo de ese tipo?
Rotundamente no. Atacar la
banalidad banalizando el discurso resulta cuanto menos incoherente. El
pensamiento profundo constituye una corriente invisible de la que se alimenta esa
multitud alocada que corre tras el dinero fácil y rápido. Guiados por un pensamiento
que constituye nuestro patrimonio, el de Séneca, Dante, Petrarca, Ionesco, Tomás
Moro, Oscar Wilde, Italo Calvino, Bataille, Vargas Llosa, Foster Wallace y
otros muchos, dudaremos de que esos dos calificativos estén correctamente
aplicados. Incluso –tal como afirma Flexner, que nos previene, además, de los
peligros del totalitarismo si el pensamiento crítico llegara a erradicarse– desde
el punto de vista práctico, las fronteras son bastante difusas: gran cantidad
de avances técnicos y verdades científicas han llegado a nosotros gracias a la
curiosidad de mentes nada utilitaristas. Pero los autores citados van mucho más
allá. Según Montaigne: “Es el gozar, no
el poseer, lo que nos hace felices”. Y Leopardi considera que lo placentero
en general y la literatura en particular es lo más útil de todo. Pero la
utilidad de la cultura no consiste solo en el placer que nos proporciona, pues ¿qué
haríamos sin esas facultades que amenazan con cerrarse en algunos sitios? Sin
paleografía ni filología, señala Ordine, “tendremos
una humanidad desmemoriada que perderá por completo el sentido de la propia
humanidad y la propia historia”. Solo la pedagogía vocacional, el amor por
el conocimiento garantiza nuestra continuidad como seres humanos.
En menos de doscientas
páginas, Ordine (y Flexner) nos presentan la eterna disyuntiva ocio/negocio y
trazan un sombrío panorama. Una sociedad que considere inútil cualquier
actividad no lucrativa eliminará las antiguas lenguas de los planes de estudio,
dejará de editar a los clásicos, retirará su apoyo a toda investigación que no
tenga utilidad práctica inmediata, los programas escolares y universitarios se
enfocarán exclusivamente en el empleo, se acabarán derribando bibliotecas,
museos y cualquier institución que conserve y propague la cultura, se anulará
todo rastro de creatividad, y con ello morirán literatura, filosofía y todo
pensamiento que no conlleve compensación económica.
Por terrible que parezca, no
estamos tan lejos como parece de ese estado de cosas. Y seguimos caminando en
esa dirección.
14 comentarios:
Sin duda, Montuenga, esa es la dirección. En el mundo actual hay demasiadas pruebas de que absolutamente todo se mide a niveles económicos. Y pocas cosas dan tanto miedo. Por poner un ejemplo actual y global, con el primer estudio que nuestros líderes mundiales y ciudadanos en general empezamos a "preocuparnos" o "atender" al cambio climático fue con el Informe Stern. Un trabajo de un economista que trata sobre las pérdidas económicas que el cambio traería y trae. Ningún trabajo anterior o contemporáneo que se basara en la garantía de la continuidad de la vida o la pérdida de ésta nos había calado tanto.
Da miedo deducir de esto que el concepto de vida sea ya para nosotros algo abstracto, a lo que somos incapaces de darle valor.
Parece que ya no valemos como mano de obra y ahora somos nuestros carros haciendo cola en los grandes almacenes . Ese es nuestro sentido práctico.
No sé si los autores lo mencionan, pero pareciera que el ensayo bebiera de las ideas de la escuela de Frankfurt, la teoría crítica social y todo aquello que los neomarxistas como Marcuse, Horkheimer, Adorno, etc. estudiaron.
Éstos iban un paso más allá de Marx y sostenían que la dominación del hombre por el hombre no se basaba tanto en la diferencia y el control de las posesiones materiales, como si en el acceso a la cultura y el conocimiento, entre otras cosas.
Entiendo que la obra que traes puede ser una rama de aquel tronco.
Queda el libro apuntado en buen lugar y te agradezco la reseña.
Un saludo y felicidades a todos por el cumpleaños.
Gracias por esta reseña tan inútil de un libro tan inútil. Me apunto este libro de una editorial tan inútil. Aquí, subido a un árbol, o a ras de suelo, resistiremos.
Molts d'anys!!
Barón Rampante.
Hola Montuenga, creo que la reseña abre un debate interesante. La fase actual del capitalismo no se puede dar el lujo de tolerar el pensamiento crítico en ninguna de sus variantes. Trump en EE.UU significa la expresión descarnada del modelo del éxito y el utilitarismo. Esa es una de las tantas malas noticias que hemos tenido en el último tiempo. Pero también hay de las buenas: dirigentes políticos, sociales, deportistas y ciudadanos comunes que enfrentan todos los días esa idea tan negativa de que sólo el dinero y el éxito nos hará felices. Para mí no hay que desalentarse: las luchas que se pierden son las que se abandonan.
Saludos
Muy preocupante panorama el que plantea la reseña y más que oportuna la advertencia de Ordine. Mediante la mercantilización de la educación es como si se intentara prescindir de lo que de humano hay en nosotros.
Aporto otra reseña sobre La utilidad de lo inútil por si fuera de interés https://queraroestodo.blogspot.com/search?q=la+utilidad+de+in%C3%BAtil
!Y felicidades a Un libro al día por su décimo aniversario!
Hola, compañera: me ha gustado mucho la reseña, de un libro que además, parece particularmente interesante. Y me ha recodado un programa que vi aniche en la 2, sobre los actores James Stewart y Robert Mitchum; éste último, cuando le preguntaban en una entrevista qué por qué se había hecho actor, respodía que le parecía "la mejor manera de no trabajar" . Evidentemente, Mitchum sí que trabajaba o al menos le pagaban un dineral por lo que hacía, pero creo que el espíritu de su respuesta es el mismo que el de este libro...
¿Qué sería de nosotr@s sin las cosas inútiles? Ahí va eso:
PÁJAROS EN LA CABEZA (Saiz de Marco)
Se dictó una norma, la Ley de Defensa de la Realidad, que dispuso que:
“Se prohíben las novelas y relatos.
Se prohíben las películas, las obras de teatro, las series de televisión, los cortometrajes, las radionovelas.
Se prohíben los poemas, los romances, las coplas.
Se prohíben los cuentos infantiles, los guiñoles, los títeres.
Se prohíben los comics, los tebeos, los dibujos animados.
Se prohíben las fábulas, las leyendas, los mitos.
Se prohíbe el humor gráfico, las viñetas, los chistes.
Se prohíben las canciones, los villancicos, las nanas.
Se prohíben metáforas, sugestiones, hipérboles.
Se prohíben evocaciones, ensoñaciones, premoniciones…
En cuestión de artes plásticas, se prohíbe todo lo que no sea copia de objetos y paisajes, sin distorsión ni abstracción. Las esculturas y pinturas (incluidas las rupestres) que no cumplan tales requisitos serán destruidas."
.....
Se prohibió, en fin, todo asomo de ficción o inventiva.
El objetivo de la ley estaba claro: que nada nos aparte, que nada nos despegue de la realidad.
Pero pronto empezó la avalancha de delirios y de alucinaciones. Se multiplicaron los desórdenes psíquicos. Mucha gente hablaba sola por las calles. Otros andaban cabizbajos, entristecidos y arrastrando los pies, como almas en pena. Como muertos en vida.
Se disparó, también, la cifra de suicidios.
Y es que no había más alternativas que el delirio y la muerte. No había más salidas ni escapatorias. No había otras zonas de refugio o descanso.
Y por el bien de la realidad y de su percepción, para no acabar todos muertos o demenciados, las pocas mentes lúcidas que aún quedaban decidieron derogar la Ley de Defensa de la Realidad.
(Sandra Suárez)
Buena!! Gracias Sandra.
tras lo inventado o fabulado
después de lo narrado
de lo representado
después del sueño o del ensueño
luego del trance
de la pasión
del clímax
terminado el delirio
tras la embriaguez
luego de la lectura justo al cerrar el libro
en cuanto acaba el cine y las luces se encienden
ido el breve respiro
tras la tregua o paréntesis
vuelve otra vez la terca
vuelve la agazapada
alerta y al acecho perseguidora
vuelve ella
la insistente
vuelve la infatigable
sitiadora
rodeante
siempre a lomos del suelo
en sus tres dimensiones vuelve
la cosa esta
(RAFAEL BALDAYA)
Bravo!!! Bravooooo!!!
Leyendo los poemas y hablando de lo "inútil", se me vino a la cabeza Pablo Neruda y su Oda a la tristeza:
TRISTEZA, escarabajo
de siete patas rotas,
huevo de telaraña,
rata descalabrada,
esqueleto de perra:
Aquí no entras.
No pasas.
Ándate.
Vuelve
al Sur con tu paraguas,
vuelve
al Norte con tus dientes de culebra.
Aquí vive un poeta.
La tristeza no puede
entrar por estas puertas.
Por las ventanas
entra el aire del mundo,
las rojas rosas nuevas,
las banderas bordadas
del pueblo y sus victorias.
No puedes.
Aquí no entras.
Sacude
tus alas de murciélago,
yo pisaré las plumas
que caen de tu manto,
yo barreré los trozos
de tu cadáver hacia
las cuatro puntas del viento,
yo te torceré el cuello,
te coseré los ojos,
cortaré tu mortaja
y enterraré tus huesos roedores
bajo la primavera de un manzano.
Gracias. Muy buena también.
Me pareció muy básico teniendo en cuenta lo que esperaba del autor, no es para convencidos, sí para el resto. Eso sí, los temas que toca son candentes, están bien escritos y la tesis es clarísima
Hola Diego. El libro no presenta un corpus teórico homogéneo ni profundiza en teorías económicas. Es una ojeada amplia y algo dispersa al mundo de la cultura en general, con argumentos a favor del saber, de la enseñanza no enfocada solo a la profesión etc. Tampoco menciona a esos autores, pero es interesante y, sobre todo, nos reafirma en lo que pensamos y eso siempre es agradable. Otra ventaja es que es bastante corto.
Hola Barón Rampante. Espero que te diviertas en las ciudades invisibles.
De acuerdo contigo en todo, Gabriel, afortunadamente, todavía quedan idealistas.
Gracias, Gatopando. He leído tu reseña y creo que tenemos una opinión muy parecida del libro.
Tienes razón, Juan. Trabajar en lo que te gusta es una suerte y a veces, no siempre, hasta te lo puedes tomar como un hobby.
Muchas gracias por vuestras aportaciones a Sandra, Isidoro y Antonieta. Son a cual más oportuna.
Hola Eduideas. Como digo en la reseña, los que se mueven exclusivamente por el beneficio no creo que se entretengan en leer un libro como este. Algunos ni siquiera leerán. Pero bueno, nunca se sabe, puede que tengas razón.
No menciona el concepto "escasez" en ningún momento. Si todo fuera abundante y disponible para todos no haría falta la economía (administración de recursos escasos) y, por ende, los conceptos útil e inútil dejarían de tener sentido. Pero no es así. Desgraciadamente, pero no es así.
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