Título original: Herland
Año de publicación: 1915
Traducción: Celia Merino Redondo
Valoración: Decepcionante
Tres jóvenes estadounidenses descubren, casi por casualidad,
un país habitado exclusivamente por mujeres. Aislado durante casi dos mil años
y organizado de forma autogestionaria / asamblearia, Matriarcadia es un mundo
ideal, autosuficiente, una sociedad armónica de seres que rozan la perfección física y moral, centrados
en la maternidad (no como experiencia individual, sino social), que no padecen enfermedades
ni hambre ni delincuencia ni ninguno de los males que aquejan al mundo “civilizado”.
La llegada de los tres alegres muchachotes yankees hace surgir el previsible
conflicto. El choque cultural entre los jóvenes y las habitantes de
Matriarcadia y las comparaciones entre la sociedad estadounidense (cabría decir
de la clase media-alta del “primer mundo) y la sociedad de Matriarcadia son inevitables.
Parece un punto de partida más que interesante, ¿verdad? Ya.
Desgraciadamente, en mi opinión, es una novela fallida, al menos en lo
literario. Por varios motivos. Allá vamos.
Por un lado, los tres personajes masculinos principales (el típico “seductor”,
el romántico inocentón y el “término medio”, que es quien narra la historia en
primera persona) son meros estereotipos sin desarrollo. Los personajes no
evolucionan, son absolutamente planos. Y eso es algo que chirría, sobre todo
si tenemos en cuenta que permanecen aislados en territorio “hostil” durante un
buen tiempo. En cuanto a los personajes femeninos, más de lo mismo.
Por otra parte, las formas de organización de la sociedad de
Matriarcadia aparecen, en su mayor parte, solo esbozadas. El ejemplo más claro es el de la economía; cuatro pinceladas no son suficientes para un tema con muchas posibilidades como sería la organización de los medios de producción en una sociedad autárquica por obligación. Solo el aspecto educativo es tratado con algo más de profundidad,
aunque creo que también podría dar más de sí.
Por último, algunos aspectos clave de la novela se resuelven
en apenas unas pocas líneas. Un ejemplo: el cómo pasa Matriarcadia de ser una
sociedad “al uso” a ser un lugar habitado solo por mujeres y cómo llegan estas
a reproducirse es algo que Gilman se ventila ¡en un par de líneas! La primera
mujer de la nueva sociedad se reproduce por partenogénesis. Y las siguientes,
igual. Nada más. Un poco escaso, ¿no?. Otro ejemplo: el final, que no
desvelaré, resulta demasiado simple, demasiado poco trabajado y precipitado.
Añadiré, también, un par de aspectos extraliterarios. El
primero es algo que me ocurre con cierta frecuencia en novelas de este tipo. Me
parece ver en ellas una cierta idealización de la eugenesia y ya sabemos a lo
que eso recuerda. El segundo es que la novela se olvida, a la hora de exponer
la situación de la mujer en la sociedad de principios del siglo XX, de las
mujeres de clases trabajadora ("media-baja", populares... Llamadlo como queráis). Es, por tanto, una visión parcial, producto supongo del
propio origen social de la autora.
Pese a lo anterior, hay que reconocer que la novela cuenta
con un punto de partida más que interesante, que en el momento de su
publicación seguro que generó gran controversia y puso sobre la mesa la
situación de la mujer de la época y que algunos de los aspectos que denuncia
siguen, desgraciadamente, vigentes en cierta forma. Eso sí, literariamente me
parece bastante flojita. Sinceramente, esperaba más.
3 comentarios:
Hola, Koldo:
Hace muy poco he leído un breve libro de Mary Beard, llamado "Mujeres y poder", que es una extensión de un primer discurso o manifiesto, que podéis leer en este enlace.
https://elpais.com/cultura/2018/02/09/actualidad/1518198528_044052.
Lo traigo a colación porque en él se habla precisamente de este libro, más por su curiosidad que por su calidad literaria. Para Mary Beard este libro (que aparece titulado como "Dellas" )recoge una tradición de textos en los que las mujeres son malvadas y traen el mal a la humanidad, manejada por hombres. Pero el propio libro cae en todo lo que tú comentas: eugenesia, moralidad de la época y pesimismo sobre un mundo manejado exclusivamente por hombres. Y, por supuesto, toda sexualidad femenina es deslavazada y resuelta de un plumazo.
Si, además, literariamente no merece la pena, yo os aconsejo que lo anotéis como dato curioso y os vayáis a leer el libro de Mary Beard que he comentado. O, al menos el discurso. Es una lectura fácil y amena.
Saludos
Hola, Lupita. Hace demás que tengo el libro de Beard en casa, pendiente para ser leído y reseñado. Pero el tiempo libre no abunda, desgraciadamente. Ahora que has aconsejado su lectura, lo adelantaré en la lista de próximas lecturas. A ver cuando encuentro un hueco.
Saludos, y gracias por comentar.
Marc
¡Hola, Lupita!
Seguro que es mucho más interesante el libro que comentas de Mary Beard que el que reseño, que poco valor literario tiene, la verdad.
Muchas gracias, como siempre, por tus comentarios
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