Título original: Stultitiae Laus o Μωρίας Εγκώμιον (Morias Enkomion)
Idioma original: latín
Año de publicación: 1511 (escrito en 1509)
Valoración: imprescindible
Entrar en la biblioteca siempre es una experiencia agradable. Oler el papel acumulado, ver la sonrisa de las bibliotecarias cuando les devuelves un libro, observar a los chavales que preparan muy concentrados exámenes y a los jubilados que leen aplicadamente el periódico, regodear la vista con los lomos de cientos de tomos ordenados con celo.
Y en este regodeo cayeron mis ojos sobre este otro regodeo, el del maestro de Rotterdam, don Erasmo, sobre la necedad. Compuesto a modo de broma hacia su amigo Tomás Moro, como explica en el prologo en el que se lo dedica, su fama supero incluso a su propio autor, quien confesaba a sus íntimos estar un poco cansado de ella. Debía mortificar algo a nuestro sesudo humanista que su fama procediera principalmente de este divertimento. Sobre todo porqué la inmensa erudición de la que hacía gala y su posición de referente entre la comunidad intelectual de la época, le habían llevado a la publicación de gran número de libros y a la redacción de varios centenares de cartas a diversos líderes políticos y religiosos del momento, que acudían a él en busca de guía y consejo.
Pero este divertido ensayo ganó inmediata aceptación. En él, la Necedad, personificada en forma de diosa griega y a la que acompañan otros varios del enorme panteón disponible, nos va relatando la ventajas de su culto, hasta el punto de juzgarse indispensable para el mantenimiento de la sociedad y para su felicidad, la que declara ser imposible sin su concurso. En breves capítulos, que son fruto de una división posterior a la de su primera publicación, nos va desgranando las diversas situaciones en las que reina, los distintos individuos a los que afecta y las númerosas instituciones que de ella están impregnadas. No deja títere con cabeza y uno comprende porqué la inquisición lo censuró tanto. Se recomienda a las integrantes del sector femenino de la humanidad (¿he sido lo bastante políticamente correcto?) que se salten el capítulo XVII, si, ese que se titula La mujer, encarnación de la Necedad.
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