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domingo, 10 de agosto de 2025

Caroline Blackwood: Ni una palabra

Idioma original: Inglés
Título original: Never Breathe a Word: The Collected Stories of Caroline Blackwood
Traducción: Damian Tullio
Año de publicación: 2010
Valoración: Recomendable

Ni una palabra, antología en la que Chai Editora compila los mejores cuentos de Caroline Blackwood, me ha fascinado. Y es que los cuentos aquí reunidos son de mi tipo: resultan perturbadores, abordan temáticas oscuras, presentan personajes con claroscuros e interacciones oblicuas, se benefician de una satisfactoria ambigüedad, se cierran con catarsis de lo más dudosas y están excelentemente escritos.

Los tres cuentos que inauguran el volumen, agrupados bajo el rótulo "Hechos" y titulados "Ni una palabra", "Cochino" y "Unidad de quemados", tienen una gran carga autobiográfica. Si bien prefiero aquellos que los siguen, exhiben un nivel muy alto, sobre todo los dos primeros.

A continuación tenemos ocho cuentos encabezados por la palabra "Ficción": "La entrevista”, "La niñera del bebé", "Mi amor, por favor, no llores", "La esposa de Taft", "Addy", "La Navidad de Marigold", "Compra compulsiva" y "El contestador automático". Aunque todos ellos funcionan muy bien, mi favorito es "La entrevista", pues además de rozar la genialidad recuerda vagamente, por su premisa, personajes y perversidad, al magistral "Ravissante" de Robert Aickman.

Llegados a este punto, abordemos los cuentos de Ni una palabra uno a uno, aunque sabed que mi pequeño resumen no les hace justicia:

  • "Ni una palabra". Un antiguo jockey profesional, que acompaña a dos niñas ricas cuando van a montar, pide a una que se reúna con él por la noche en medio del bosque.
  • "Cochino". La escuela de alumnos masculinos en la que, por los avatares de la guerra, termina yendo la protagonista, deviene un lugar violento por culpa de un matón que impone su ley.
  • "Unidad de quemados". Una mujer espera, en la asepsia de un hospital de quemados, un milagro para su hija.
  • "La entrevista". Un periodista invita a la viuda de un pintor famoso a tomar algo tras la proyección de un documental sobre la vida del difunto artista, para preguntarle qué le ha parecido. La anciana, aparentemente patética, se revela capaz de perturbar y avergonzar a su joven interlocutor con sus opiniones, proposiciones y sarcasmo.
  • "La niñera del bebé". Una joven cae en depresión tras parir y su marido contrata a una niñera, que poco a poco va adueñándose de su hogar.
  • "Mi amor, no llores, por favor". Una mujer se somete a una operación estética en contra de la voluntad de su marido, quien aún así deberá tratar de calmarla mientras aguarda que le den el alta en el hospital.
  • "La esposa de Taft". Un atractivo asistente social, muy entregado en sus casos pero solitario y celoso de su vida privada, encuentra a la madre de un niño abandonado, ahora casada con un hombre rico, y concierta una comida entre los tres.
  • "Addy". Una mujer asimila la muerte de una perrita por la que no sentía especial cariño.
  • "La Navidad de Marigold". Una madre soltera se prepara para pasar la Navidad sin su ex marido por primera vez, pues éste, incluso después del divorcio, siempre las acompañaba a ella y a su hija.
  • "Compra compulsiva". Una cuarentona que se quiere gastar el dinero de su marido experimenta todo tipo de sentimientos con la solícita empleada que se ofrece para atenderla.
  • "El contestador automático". Una viuda trata de superar el luto con un excéntrico ritual, que consiste en llamarse a sí misma desde un pub sórdido y dejarse mensajes en el contestador automático.

Ya digo que si tuviera  que elegir entre alguno de los cuentos que componen Ni una palabra, me quedaría con "La entrevista", por su protagonista tan frágil y senil como perversa y lúcida, y quizá también con "La niñera del bebé", por las turbias dinámicas familiares que plasma. 

Asimismo, resaltaría el impacto que producen "Ni una palabra" y "Mi amor, no llores, por favor", la tensión creciente que erige "Cochino", el retrato psicológico del protagonista de "La esposa de Taft" y las catarsis malrolleras de "Addy", "La Navidad de Marigold", "Compra compulsiva" o "El contestador automático". 

Habréis notado que sólo me ha quedado por citar uno de los once cuentos de Ni una palabra en los dos párrafos anteriores. Y es que, si bien "Unidad de quemados" es un cuento más que solvente, engalanado con metáforas y reflexiones muy sugerentes, a mi juicio le falta algo de cuerpo a su argumento y protagonista.

Resumiendo: Ni una palabra es una antología harto recomendable. Al fin y al cabo, nos permite adentrarnos en el universo literario de Blackwood, oscuro, cruel y hasta retorcido, pero no exento de cierta ternura y humor, y conocer a los personajes, que oscilan entre lo grotesco y lo vulnerable, que recorren las páginas de la autora.

jueves, 6 de febrero de 2025

Reseña + Entrevista: The Machine Stories, de Jared Roberts

Idioma original: Inglés
Año de publicación: 2024
Valoración: Recomendable (aunque no para todo el mundo)

Jared Roberts es uno de mis escritores de creepypastas favoritos. Su prosa no es la más cuidada, ni sus personajes los más complejos. Pero su obra, publicada originalmente en su mayoría en el foro nosleep de Reddit, es creativa y personal (pues mezcla elementos weird con terror y ciencia ficción), además de desconcertante y desasosegante de un modo único e inimitable. Ah, y tiene algunos planteamientos, ideas y giros extremadamente alocados. 

Así que, cuando supe que Roberts había publicado The Machine Stories, la compré sin pensarlo un segundo. Quería apoyar a tan talentoso autor, e incluso estaba dispuesto a hacerlo a pesar de que su antología la imprimiera y distribuyera Amazon, adoleciera de una cubierta horrenda hecha con IA y compilara algunos relatos que yo ya conocía, pues los había escuchado locutados en YouTube.

¡Y cuánto me alegro de haber adquirido The Machine Stories! Al fin y al cabo, es un festín para los incondicionales de Roberts; también es una toma de contacto inmejorable para todo aquel que quiera adentrarse en su universo surreal y enigmático, o una buena adquisición para los amantes de la literatura extraña que no le teman a la complejidad y la ambigüedad. 

Los doce textos compilados en The Machine Stories tienen una calidad bastante homogénea. El único que no me ha gustado, pues me ha parecido muy pobre en su simpleza y linealidad, ha sido "More Channels". "Push the Blue Botton", por su parte, tiene un planteamiento interesante, pero no lo desarrolla de forma convincente y recuerda vagamente a una parte de La ciudad de Mario Levrero mucho más lograda. "The Arkansas Sleep Experiments", la interpretación de Roberts de uno de los subgéneros fundacionales de los creepypastas, resulta efectivo, pero se queda corto en impronta autoral e intensidad argumental cuando lo comparamos con otras obras del escritor.

De los demás textos, insisto en que todos ellos muy dignos, destacaría si acaso, por su absoluta genialidad, la novela corta "The Hidden Webpage", por su protagonista, "The Trees Are Not What They Seem" y, por su atractivo formato (se concibió para ser narrado en un podcast) y sus giros, "Sunburn".

Los textos de The Machine Stories parten de la misma premisa: personas corrientes con vidas anodinas se ven súbitamente envueltas en una serie de eventos bizarros. En ellos hay también una serie de elementos recurrentes: memorias de las que no te puedes fiar o directamente alteradas, angustia existencial y universos paralelos. Además, todos desdibujan la realidad con tanto éxito (o quizá es que la percepción de los protagonistas es errónea) que, al terminarlos, resulta imposible saber qué ha sucedido realmente. 

Teniendo este contenido y estética unificadores en cuenta, uno podría pensar que, leídos de corrido, los textos de The Machine Stories se antojarían reiterativos. Sin embargo, la inagotable inventiva de su autor convierte a cada uno de ellos en una experiencia distinta.

Dejad que os hable un poco de mis favoritos: 

"The Hidden Webpage" inaugura el volumen. Es, sin duda, un clásico de los creepypastas. Uno extremadamente original, capaz de apilar detalles extraños (aparentemente interconectados pero cuya lógica interna somos incapaces de establecer) con suma facilidad, erigir una atmósfera muy lograda e incrementar la tensión paulatinamente. Uno que se apropia de una imagen tan ridícula como lo son dos hombres disfrazados de abeja y hace que ésta te provoque un escalofrío. 

"The Trees Are Not What They Seem" es creativo, intenso y atmosférico. Ciertamente, resulta menos original que "The Hidden Webpage", y su manera de amontonar detalles extraños sin dar tregua al lector o a los personajes no fluye tan orgánicamente como en esa genialidad inspirada. Aun así, me parece un relato muy recomendable, y tiene la particularidad de que su protagonista es más proactivo y tiene una personalidad más marcada de lo habitual en la obra de Roberts.

"Sunburn" cierra la antología. Y lo hace por todo lo alto, con una historia redactada a modo de guion que sabe llevar su premisa hasta límites insospechados. Roberts en estado puro, señores.

Ahora permitid que liste algunos pasajes del libro:

«If you've been on the internet long enough you learn that. There's evil out there. Not the child porn or torture videos. Something deeper. Something hidden in all the code and connections.» ("The Hidden Webpage", página 10)

«When something dies, (...) there’s just this emptiness there. I think sometimes that emptiness can get filled with something else. Maybe that might look to us like a ghost. It’s nothing we should have anything to do with.» ("An Old-Fashioned Ghost Story?", página 128)

«(...) natural selection has nothing to do with with truth and everything to do with survival. It’s as reasonable to think we survive by being constantly deceived as to belive we survive by knowing reality as it is. Maybe we were naturally selected to detect the world all wrong.» ("We Built a Machine that Told Us Everything We Wanted", página 137)

Poco más que añadir. The Machine Stories no gustará a todo el mundo. Al fin y al cabo, los textos que compila son, al igual que la mayoría de Roberts, sumamente desconcertantes (incluso diría que herméticos), y suelen cerrarse con finales abiertos que pueden frustrar a cierto tipo de lectores. 

Aun así, esta antología autopublicada hará las delicias a los amantes de la literatura de lo extraño. Porque Roberts es uno de sus mejores cultivadores, y no sabéis lo afortunados que somos de que mucha de su obra se pueda leer o escuchar en internet de manera totalmente gratuita. Ojalá saque otro libro pronto para poder seguir apoyando su carrera; evidentemente, lo compraré sin pensarlo dos veces, aunque me gustaría que en esta ocasión el autor cuidara la edición (¡si hace falta hago yo la ilustración de cubierta!), no se decantara tanto por los elementos de ciencia ficción e incluyera más textos inéditos.


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A continuación adjuntamos un pequeño cuestionario que Roberts ha respondido con suma amabilidad:

ULAD: ¡Hola, Jared! ¿Cómo estás? Soy un gran admirador de tu obra y me hace mucha ilusión poder entrevistarte. En primer lugar querría preguntarte cómo te definirías en tanto que autor. ¿A qué género te adscribes y a qué público quieres llegar?

J.R.: Definir mi obra me provoca ansiedad, pues al hacerlo corro el riesgo de gafarla. Como cuando notas que las cosas están yendo bien y luego dejan de hacerlo. O cuando descubres que eres un escritor de terror e inmediatamente no puedes escribir nada que dé miedo. Así que intento no darle muchas vueltas. 

Escribo situaciones que nacen de sentimientos, fantasías y percepeciones de experiencias propias. Quiero captar sentimientos para que podamos hablar sobre ellos. Creo que a todos nos interesa la vida interior, especialmente la oscura. Supongo que el éxito de A24 prueba que mi público no es tan de nicho como en un inicio llegué a pensar. La gente busca complejidad, honestidad y sombras.

ULAD: ¿Qué obras te inspiran? 

J.R.: Miro muchas películas. Sobre todo de terror. Y dramas lentos y sombríos, como Paterson y Manchester by the Sea. También me gusta la TV. Twin Peaks. Y esa serie de los 90 llamada Millennium.

En cuanto a literatura. Thomas Bernhard supuso una revelación la primera vez que lo leí. También me gusta mucho John Updike. Y esa novela extraña titulada A Voyage to Arcturus es una gran influencia.

El misticismo católico también me inspira. Estuve a punto de convertirme en un monje benedictino. Cuando tenía 18, leí a Teresa de Ávila, Teresa de Lisieux, Juan de la Cruz, Pseudo-Dionysus, Augustine, Evagrius Ponticus, Ángela de Foligno, etc... Ahora soy ateo, pero católico al mismo tiempo.

ULAD: ¿Cuál es tu trayectoria como escritor?

J.R.: No tengo mucho bagaje como escritor. Estudié filosofía. Dirijo una PMO (Oficina de Gestión de Proyectos). Escribo porque lo necesito, porque es una pasión, un propósito.

ULAD: ¿Qué ha supuesto autopublicar The Machine Stories, tu primer libro? ¿Tienes algún otro proyecto en mente, literario o de otra índole?

J.R.: No me ha gustado publicar The Machine Stories. Supuso una capitulación, porque nunca quise autopublicar. Sin embargo, suspendieron mi cuenta de Reddit por un tiempo (ya la he recuperado) y pensé que debía preservar de alguna manera las historias que subí ahí por si acaso. 

Estoy trabjando en múltiples proyectos. Es uno de mis defectos. Estoy enfangado con tres guiones. Uno de ellos, sobre "The Hidden Webpage". Un talent manager de Hollywood me lo pidió hace ocho años, pero la cagué. Por entonces no estaba preparado. También estoy escribiendo una novela, que ya tengo a medias. Y otra antología. ¡Eres el primero en saberlo, sin contar a mi mujer! Asimismo, querría montar un podcast con las últimas historias que he escrito. Y tengo listo un ensayo monstruoso basado la historia y cultura de una de mis pasiones, los estudios de internet.

ULAD: He visto que, entre tus referentes, citas a Robert Aickman, John Carpenter y David Lynch. ¿Puede que, en tu literatura, también haya algo de Philip K. Dick, y de escritores de terror contemporáneo (ya sea de otros cultivadores de nosleep y creepypastas o de autores como Thomas Ligotti o Michael Wehunt)?

J.R.: Realmente sólo he leído una novela de Philip K. Dick, Valis. Fue hace años, y me gustó mucho. En esa novela, Dick retrata eventos e ideas cósmicos al hacer que afecten la vida de un tipo corriente. Eso me impresionó sobremanera, aunque no lo consideraría una influencia. Pero corrígeme si me equivoco, ¡no dejes que me autoengañe! 

Sobre los otros autores. No he leído a Thomas Ligotti, y no conocía a Michael Wehunt. ¿Te suena el concepto alemán del zeitgeist? Quizá nuestras similitudes se deban a ello. Distintas personas llegarán a los mismos sentimientos e ideas, y acabarán reflejándolos en obras similares, pues la época y el contexto geográfico lo propician.

ULAD: Tus ficciones dejan entrever una visión del mundo y del hombre muy específicas. Hablan de universos incognoscibles y hostiles, llenos de eventos y conexiones que tus protagonistas apenas pueden asimilar o comprender, en los que gobiernan fuerzas aterradoramente poderosas. ¿Esta aproximación existencial es meramente literaria o, al igual que la de H. P. Lovecraft se nutría del materialismo y miedo a lo desconocido del autor, la tuya tiene raíces en creencias personales?

J.R.: Bueno, en la mayoría de mis historias abordo la memoria. A grandes rasgos, la memoria construye nuestro mundo. Si recuerdas a tus padres como abusivos, incluso si no lo eran, esto tendrá consecuencias en tu vida. Yo mismo he tenido memorias de cosas raras que otra gente niega que hayan sucedido. No sé. Todo esto se coló en mis historias. Algunas están más interesadas en plasmar la extrañeza y la liminalidad. Nada de lo que he escrito es puramente litetario.

ULAD: Ya que he mencionado a Lovecraft, me gustaría saber si te sientes influenciado por él de algún modo. Superficialmente, creo que vuestra obra no tiene nada que ver la una con la otra. Sin embargo, al menos en mi opinión, compartís temas y recursos narrativos. Uno de dichos temas sería la representación de un universo hostil hacia el ser humano repleto de fuerzas que escapan a nuestra comprensión. Y un recurso narrativo, el usar protagonistas con poca personalidad y proactividad para acentuar su universalidad e indefensión.

J.R.: Hmm, bueno, ciertamente disfruto sus historias. Me gusta bastante, por ejemplo, Dreams in the Witch House, donde los ángulos de la habitación no tienen sentido matemáticamente. ¿Qué es más inherente al orden del universo que las matemáticas? El protagonista atraviesa un mal ángulo o algo así, y luego se concatenan una serie de imágenes delirantes que te obligan a forcejear para darles sentido. Así que supongo que Lovecraft me influye en cierto modo. 

Me gusta cómo rompe las reglas. No le importa la narrativa convencional. Exploraba, ante todo, sus sentimientos. Antes de él, la gente ya sentía el horror cósmico. Más inmigrantes de lo habitual llegaban a ciudades históricamente insulares. Einstein nos descubría cosas nuevas sobre el universo. El universo devino enorme y complicado y abrumador. Las historias de Lovecraft transmutan los sentimientos de su mundo provinciano y de sus intereses siendo opacados por la inmensidad del universo. 

A pesar de que mucha gente a día de hoy la disfruta superficialmente, su obra nos permitió crear un vocabulario para un sentimiento concreto, el del horror cósmico. Y estoy seguro de que muchos de sus lectores identificarán sus propios sentimientos gracias a su obra. Esto es lo que pretendo lograr yo. Querría enriquecer el entendimiento de nuestra vida interior al imbuirlo en mis historias.

Y es cierto que mis protagonistas son poco proactivos (exceptuando el de "The Trees Are Not What They Seem", que tiene mucha personalidad). Quizá esto es algo en lo que emulo a Lovecraft. 

ULAD: He notado que muchas de tus historias están contextualizadas por una mitología propia y comparten elementos, aunque de una manera tan críptica que al lector le cuesta hacerse una visión panorámica nítida. ¿Tienes muy trabajado ese universo englobador, o te limitas a interconectar superficialmente tus ficciones?

J.R.: En la mayoría de casos, establezco esas conexiones según me parece. A veces tengo una noción más clara de cómo conectan las cosas, como en "The Trees Are Not What They Seem". Pero, al contrario que J. R. R. Tolkien, no dibujo mapas ni establezco genealogías antes de empezar a escribir. ¡Eso me volvería loco!

ULAD: Se puede extraer una lectura simbólica a tus textos. A "The Hidden Webpage", por ejemplo, el cómo internet puede absorver nuestra vida por completo; a "Remember that David Lynch movie, Dune? About that", "How to Lose Friends and Terrify People" o "Three Visits to a Hidden Tribe", el cómo familiares o amigos devienen irreconocibles. ¿Sueles tener en cuenta un núcleo temático alrededor del cual desarrollar tus historias?

J.R.: Yo forcejeo más bien con impresiones y sentimientos, que supongo que son similares a un tema. Pero señalar ese tema, o mejor dicho, buscar la palabra que lo defina, es trabajo de los críticos literarios. A ellos se les da bien. 

Mis temas provienen de la sección de mi paisaje interior que en ese momento quiera explorar. Me gusta pensar que otras personas tienen pensamientos y sentimientos similares a los míos, porque si no, todo es en vano. Todos tenemos pensamos y sentimos cosas que no sabemos cómo definir o expresar. 

O sea, ¿sabes lo que es el ASMR? Yo sentí eso toda mi vida, pero hasta que se popularizó en YouTube no fui capaz de ponerle un nombre. Durante dos décadas estuve intentando transmitir a otros ese cosquilleo placentero sin éxito alguno.

ULAD: Me ha parecido que tu antología The Machine Stories, aunque adscrita como la mayoría de tu obra dentro del género de terror, se decanta bastante hacia la ciencia ficción. En ella no hay solamente otras dimensiones y entidades cósmicas, sino que también tecnología futuristas y experimentos imposibles. ¿Fue el toque de ciencia ficción un criterio a la hora de seleccionar varios de los relatos que la compondrían? ¿Cómo decidiste qué historias la conformarían y en qué orden las situarías?

J.R.: No me gusta recurrir a lo sobrenatural en mis historias, quizá porque no creo en ello. Pero sí que creo que el mundo natural es inmensamente más complejo de lo que suponemos, y que el poder de la tecnología será cada vez más aterrador. Así que la tecnología misteriosa sustituye a demonios y fantasmas para mí. The Machine Stories agrupa historias con máquinas que distorsionan la realidad, nunca para bien. A veces de forma maliciosa, y otras no tanto, aunque siempre como las entidades amorales del Gran Colisionador de Hadrones de Lovecraft.

ULAD: Hay personas a las que tu literatura no les atrae. La consideran demasiado hermética. Tampoco les gusta que les obligue a estar atentos a múltiples pistas y detalles, ni que tenga finales abiertos y ambiguos.¿Por qué decidiste abanderar ese tipo de ficción? ¿Cómo la reivindicarías ante gente reticente?

J.R.: ¡Hermética! Me encanta esta palabra. 

A ver, ninguna obra de arte gustará a todo el mundo. Scorsese odia el cine de Marvel. A mí me encanta Deadpool y en cambio jamás miraré The Irishman. Mi película favorita del año pasado fue Hundreds of Beavers, pero poca gente se tragará  una comedia de dos horas grabada como una película muda.

Por mucho que disfruto las historias bien atadas y con un desenlace definido, no me siento cómodo escribiéndolas, porque al hacerlo siento como si estuviera jugando con figuras de acción. Movamos este juguete de plástico aquí y este otro allá y hagamos que peleen y fin. Cuando yo escribo historias misteriosas y ambiguas, me siento confiado en lo que hago. Estoy hablando de la realidad en toda su escurridiza gloria. No de plástico. Aunque entiendo que, a veces, demasiada vaguedad puede ser frustrante y pretenciosa. Yo mismo fui incapaz de terminar Skinamarink.

viernes, 24 de enero de 2025

Michael Wehunt: Los inconsolables

Idioma original: Inglés
Título original: The Inconsolables
Traducción: José Ángel De Dios
Año de publicación: 2023
Valoración: Recomendable

Los inconsolables es una antología terrorífica de corte oscuro, extraño y psicológico. Michael Wehunt, su autor, destaca por la plasticidad de su prosa (en serio, algunas de sus descripciones son extraordinarias), la originalidad de sus premisas, la carga emotiva que imprime a sus historias, la ambigüedad de sus subtextos y su capacidad para crear monstruos únicos y memorables.

Abordemos uno a uno los diez relatos compilados en este volumen:

En "Una ficción vampírica", un hombre desentierra su antigua obsesión por los vampiros cuando su mujer lo deja, llevándose con ella a su hija. Meditación rica en ideas estimulantes y matices reflexivos sobre el paso de la infancia a la madurez, sobre cómo la cotidianidad merma la fantasía y sobre cuán fácil resulta llenar el hueco dejado por nuestra felicidad con algo terrible. Me ha recordado poderosamente, por la calidad de su factura y la melancolía del tono, a los geniales cuentos de lo extraño de Robert Aickman.

En "Fatuo", una anciana viuda cuyas manos artríticas le impiden tocar el piano, su única pasión en la vida, descubre también que su carácter alejó a la gente de su alrededor. Conmovedor y efectivo, gana puntos gracias a la textura weird que le confieren los trabajadores del callejón que la protagonista ve desde su ventana.

En "Cuidar de un perro callejero (metáforas)", un padre devastado por la muerte de su hija lo deja todo y huye hacia el norte. Por el camino se encuentra a una perra, a la que acoge, cuida y protege durante un año con tal de sanar su vida. Ejercicio catártico de los que ayudan incluso a los más pesimistas a reconciliarnos, aunque sea sólo un poquito, con esta miserable existencia a la que estamos condenados.

En "La recopilación de Pine Arch", una cadena de mails lleva a la gente a participar en una película de terror colectiva. Aunque su formato es atractivo, parte de un concepto muy interesante y tiene alguna que otra escena impactante, no he acabado de conectar con él. Aun así, debería darle otra oportunidad, porque parece el favorito de muchos lectores, y sirve de eje central para el universo literario de Wehunt.

En "Sonidos manidos. El velatorio", un matrimonio agonizante acosado por unos mimos espeluznantes decide si debería celebrar veinticinco años juntos o divorciarse. Novela corta que se alarga más de la cuenta para mi gusto, pero que se lee con fluidez, desarrolla adecuadamente su historia y explora temas enjundiosos. Además, se articula en torno a un simbolismo genial, que es muy intuitivo (casi diría que obvio), pero que, sin embargo, no recuerdo haber visto a nadie usar antes.

En "Una arritmia cardíaca se filtra por una sala oscura", un alter ego de Wehunt debe superar un bloqueo creativo para enviar un relato a su editor. Propuesta metaliteraria bien expuesta, con un toque poético y moderadamente original que, por lo demás, me ha parecido poco destacable.

En "Dentelladas de Norteamérica", una masa de supremacistas blancos se gesta (literalmente) en los bosques de Georgia. Retrato audaz que utiliza los códigos de la literatura fantástica para reflexionar en torno a la situación política de Estados Unidos y el perfil de las personas radicalizadas por ésta. De formato muy logrado, intercala extractos de varias publicaciones con descripciones de vídeos tipo found footage.

En "A sorbos", un hombre obsesionado con una antigua cita la acosa a través de terceros, pero pronto descubrirá que éstos no son trigo limpio. Propuesta sencilla elevada gracias al pulso narrativo de Wehunt y a sus ideas siniestras.

En "¿Sigue habiendo bondad humana en el mundo?" asistimos a los cambios que sufre una mujer al perder al amor de su vida. Un relato redondo que me ha cautivado por su creatividad, su ritmo, su tono y su imaginería. 

En "Un final (ascensión)" nos traslada a un mundo donde la inmortalidad es posible sólo para los humanos que tengan dinero y pertenenzcan a ciertas generaciones. Aunque su premisa es harto interesante y aborda acertadamente los conflictos que de ella derivan, es innegable que su registro de ciencia ficción no pega con el conjunto.

Resumiendo: Los inconsolables es una antología que  gustará a los amantes del terror (ya sea oscuro, weird o psicológico) con factura estilística. También hará las delicias a quienes busquen que el género sea puesto al servicio de algún subtexto resonante.

De los diez relatos que compila destacaría sobre todo, por efectivos, "Fatuo", "Dentelladas de Norteamérica" y "A sorbos", y por sobresalientes "Una ficción vampírica", "Cuidar de un perro callejero (metáforas)" o "¿Sigue habiendo bondad humana en el mundo?". Y es que unos evocan la extrañeza del genial Aickman, y otros son capaces de sorprender incluso a fatalistas como yo con una tímida pero esperanzadora catarsis.

La edición al español de Los inconsolables se la debemos a Dilatando Mentes. Los libros de dicha editorial suelen tener un apartado gráfico muy completo, y la antología de Wehunt no es una excepción, pues la engalanan múltiples fotografías e ilustraciones en blanco y negro. Lástima que no incluya los dibujos que Trevor Henderson hizo para la versión norteamericana.

En cuanto a la traducción al español de José Ángel De Dios, debo decir que funciona en general aunque presenta un par de erratas que, si bien son insignificantes, no he podido dejar de notar: en "Sonidos manidos. El velatorio" se habla siempre de la novela escrita por Lorne como Vendían Árboles, salvo en un capítulo, en el que se prescinde de la mayúscula de la segunda palabra; asimismo, en las "Notas de autor" del final del libro se le cambia ligeramente el título al tercer relato de la antología. 

viernes, 25 de octubre de 2024

Attila Veres: Negro tal vez

Idioma original: Húngaro
Título original: Éjféli iskolák A valóság helyreállítása
Traducción: Judit Faller / Andrés Cienfuegos
Año de publicación: 2008 / 2022
Valoración: Recomendable

Attila Veres publicó, en 2008 y 2022 respectivamente, dos antologías de corte oscuro. De éstas se nutre Negro tal vez, volumen editado en Estados Unidos en 2022 con cuya traducción al español del 2024 Sexto Piso da a conocer al autor húngaro en nuestra lengua.

Mariana Enríquez firma el prólogo de Negro tal vez. En él, la escritora argentina se declara admiradora de Veres, e incluso relaciona alguno de sus relatos con el incomparable Robert Aickman.

A mí, Negro tal vez me ha gustado bastante. A fin de cuentas, la calidad de los doce relatos que compila es, en general, notable, y la antología tiene cierta cohesión gracias a las similitudes de género, estilo y temática, así como por su inclinación hacia el humor negro. 

Analicemos uno a uno dichos relatos:

En "Morder a un perro", un joven descubre que su novia se dedica a asaltar a perros y que, si quiere conservarla, deberá hacer lo mismo. Es sencillo pero potente, y aborda la oblicuidad de las relaciones de pareja, y la mentalidad contemporánea de que o eres un cazador o eres una presa, desde ángulos moderadamente originales.

"Ciudad de niebla"  nos pone a leer una minuciosa entrada de blog que persigue dos misterios inefables: un libro que jamás llegó a cristalizar y una elusiva banda underground cuya existencia resulta imposible de probar al cien por cien. Sorprende por la solvencia de su factura (sobre todo teniendo en cuenta la ambición de su formato) y por la creatividad de su premisa.

"El tiempo que le queda" trata de unos niños que quieren impedir que sus muñecos de peluche mueran o sufran, pero sólo complican las cosas. Tiene una premisa ingeniosa y aborda la incapacidad infantil por comprender la muerte y sobrellevar el luto a través de un prisma curioso. Aun así, podría haber exprimido mucho más su ambigüedad y su narrador no fiable.

"No es mamífero" va de un hombre y la relación que establece con su vecina. Está lejos de ser redondo; de hecho, presenta muchos ingredientes que no sabe integrar orgánicamente en el conjunto. Sin embargo, su desacomplejado desarrollo y sus extravagantes ideas contribuyen a que funcione en tanto que entretenimiento weird sin grandes pretensiones.

"Retorno a la escuela de medianoche" sobrevuela un pequeño pueblo que se dedica a cultivar una planta extraña, y a un joven de ciudad que intenta integrarse en él y superar la muerte de sus padres. Derrocha imaginación y tiene una sugerente vocación abstracta; sin embargo, para mi gusto se alarga un pelín más de lo necesario.

"Dormiremos en la nieve" nos hace acompañar a una pareja cuyas vacaciones en un spa devienen una auténtica pesadilla, probablemente porque la protagonista ha visto un anillo de compromiso y no quiere recibirlo. Tiene unas logradas atmósfera delirante e imaginería perturbadora.

"Multiplicado por cero" nos enfrenta al viaje de un oficinista a un país regido por entidades primigenias y las religiones que les rinden culto, donde los sacrificios de sangre, desapariciones y fenómenos paranormales son habituales. Tiene momentos brillantes y redobla en el humor negro que permea al volumen. Sin embargo, se me hizo innecesariamente largo, no logra dar el mismo nivel de creatividad y verosimilitud a su formato que "Ciudad de niebla" y se aleja de la crítica al turismo de masas o a lo lovecraftiano que en un inicio tanto prometía.

En "El complejo Ámbar", un excéntrico enólogo invita a unas cuantas personas a una degustación de bebidas que provocan efectos alucinantes a quienes las consumen. Empieza eficazmente como una imitación del mejor realismo sucio y poco a poco va introduciendo conceptos extraños. Asimismo, me han hecho sonreír sus tangenciales referencias a "Ciudad de niebla" y "No es mamífero". 

"La máquina de color sangre" nos presenta un mundo consumido por el absurdo, y un narrador innominado que venera (a la par que teme) a un siniestro y cruel «engranaje protector» que aísla la que antes fue su ciudad de los horrores imperantes. Reflexiona en torno al aciago futuro que nos espera mezclando elementos de la ficción distópica con el imaginario de los creepypastas.

"El cielo lleno de cuervos, y luego nada en absoluto" narra cómo un músico de heavy metal en decadencia se niega a ceder ante el demonio que le insta a «ocupar el lugar que le estaba destinado en el Trono de la Medianoche y desde allí liderar el ejército de los muertos contra el mundo». Es una auténtica delicia que me ha cautivado con su empaque, lirismo y voz narrativa. Su tierna indagación en torno a los perdedores y a los fracasaos vitales están ilustradas a través de un argumento harto original.

En "Está entre vosotros", los adoradores de una religión de corte lovecraftiano tienen que hacer concesiones para que su fe sea aceptada por el resto de húngaros. El desorden cronológico y el abultado elenco no impiden que la historia se lea con fluidez.

"Negro tal vez" narra cómo una familia de urbanitas se instala unos días en un pueblo rural para ayudar a los agricultores que los hospedan, imitar su estilo de vida y revivir las tradiciones. Es satisfactoriamente compacto. Aunque abunda en descripciones de bizarras cosechas y extraños rituales, al igual que "Retorno a la escuela de medianoche", no se recrea tanto en ellos, convirtiéndolos en más sugerentes y dejando espacio a otros apartados.

Resumiendo: Negro tal vez es una antología que hará las delicias de los amantes del terror (ya sea psicológico, rural o cósmico), lo fantástico, lo weird, lo oscuro y lo cáustico. Todos los relatos que compila son, cuanto menos, efectivos; algunos son notables, y otros rozan incluso la genialidad. Sólo por joyas como "Ciudad de niebla", para mí un clásico instantáneo, o el cuento que da nombre al volumen, ya vale la pena descubrir el universo de Veres.

martes, 1 de octubre de 2024

Giorgio de Maria: Los veinte días de Turín

Idioma original: Italiano
Título original: Le venti giornate di Torino: Inchiesta di fine secolo 
Traducción: Óscar Mariscal
Año de publicación: 1977
Valoración: Recomendable (con matices)

Los veinte días de Turín estaba destinada a gustarme. En primer lugar, porque contiene muchos de los ingredientes que me atraen de una ficción: toques fantásticos y terroríficos, sucesos extraños, una atmósfera misteriosa y un tono angustioso, entre otros. También porque su factura, deliberadamente etérea, recuerda a la de algunos de mis autores predilectos: Robert Aickman, Algernon Blackwood o Walter de la Mare, por ejemplo.

Narra la investigación emprendida por un protagonista anónimo para esclarecer qué fue lo que sucedió diez años atrás en Turín. Y es que del 2 al 22 de julio, los conocidos como «veinte días», hubo una epidemia de insomnio que impulsaba a la gente a deambular abstraídamente por calles y plazas, ocurrieron sangrientas matanzas, se escucharon ruidos escalofriantes, el aire olía a vinagre, etc...

El protagonista pronto comprende que su empresa será harto difícil. Al parecer, los testigos de los «veinte días» no quieren hablar del tema, o no retuvieron gran cosa; las autoridades, por su parte, están empeñadas en ocultar información y enterrar lo sucedido; y unos sombríos antagonistas acosan y amenazan a quienes persiguen la verdad.

Así pues, en Los veinte días de Turín hay fuerzas oscuras de magnitudes desconocidas, conspiraciones y mucha paranoia (tanto individual como colectiva). También hay interesantísimos aromas kafkianos (los guardias del sótano, el clímax) y borgianos (la biblioteca que recopilaba diarios con confesiones íntimas de turineses).

Recomiendo la novela por la sutil aproximación al horror que esgrime (emparentada con la de Los sauces del anteriormente mencionado Blackwood o la de El Gran Miedo en la montaña de Charles-Ferdinand Ramuz), el desasosiego que provoca, su aterrador clímax (que me recordó vagamente al de El proceso de Franz Kafka) y la plasticidad de su imaginería siniestra.

Admito, eso sí, que no todos sus enigmas presentan el mismo nivel de sofisticación. Algunos, además, se antojan forzadamente interconectados o tramposos en su planteamiento. Sea como sea, balancea correctamente el dar explicaciones al lector sin pecar de obvio o sacrificar parte del misterio. La prueba es el críptico diálogo que mantienen el narrador y el abogado Segre hacia el final de la historia.
 
Resumiendo: Los veinte días de Turín es una joyita tan breve como intensa. Aunque inferior a propuestas similares, seguro que os seduce si, como yo, gustáis de la literatura de terror condimentada con misterios inexplicables, elementos extraños y mucha sutileza. 

La edición de Hermida es la primera que se hace de la obra en español. Tiene una ilustración de cubierta (creo que la misma que la publicación en italiano del 1977) extremadamente pertinente, no sólo por lo ominosa y perturbadora que resulta. 

Ah, la traducción de Oscar Mariscal hace justicia al texto original, aunque para mi gusto abusa demasiado de la palabra «verbigracia», la cual se me antoja forzada incluso para el registro culto y solemne por el que opta la novela.

domingo, 19 de mayo de 2024

Re-reseña: El regreso, de Walter de la Mare

Idioma original: Inglés
Título original: The Return
Traducción: Jorge Salvetti
Año de publicación: 1910
Valoración: Recomendable

Arthur Lawford, un «ser más bien aburrido y sin gracia» (página 10), «alguien medio muerto, apenas consciente, sin un solo pensamiento o deseo realmente vivo en su cabeza o en su corazón» (página 175), de «vida monótona y angustiosa» (página 13), se duerme sobre una lápida. Al despertar tiene un rostro ajeno, «delgado y aventurero» (página 28).

Así empieza El regreso, exquisita novela de horror psicológico del escritor británico Walter de la Mare. La obra narra cómo un hombre propicio a la enfermedad experimenta una metamorfosis. Su cara es sustituida por la de un desconocido; asimismo, su cuerpo, voz y letra se parecen a los de una persona distinta. Incluso sus pensamientos y forma de actuar cambian, sutilmente al principio y acentuadamente después. 

Dicho cambio afecta a Lawford de distintas maneras; según transcurre la historia, le produce un pavor indescriptible, aflicción existencial, vergüenza resignada o cierto encanto seductor. También otros personajes se ven salpicados, en mayor o menor medida, por el extraño fenómeno: Sheila, la esposa del protagonista; Alice, su hija; Bethany, su amigo el párroco; Herbert y Grisel, unos hermanos excéntricos que viven junto al río, etc...

La premisa de El regreso es, pues, harto interesante. Además, hay que remarcar que Walter de la Mare dota a su fórmula terrorífica de un trasfondo extremadamente sugerente. Y es que el autor emplea una posible posesión como excusa para reflexionar sobre cómo nuestra identidad, aparentemente estable, puede variar súbitamente, y cómo aquéllos que nos rodean pueden reaccionar ante ello. Otro tema explorado subrepticiamente en la novela sería la imposibilidad de comunicarse eficazmente con los demás. 

Asimismo,Walter de la Mare cavila en torno a las diferencias culturales y sociales. No en balde el protagonista, un británico acomodado, parece haber sido invadido por el espíritu de un tal Sabathier, un francés libertino que se suicidó siglos atrás.  

El primer aspecto formal a resaltar de El regreso es su prosa. Aunque algo recargado para los estándares actuales, la elegancia, precisición y minuciosidad del estilo de Walter de la Mare resultan extremadamente agradables para los sibaritas de las letras.

Por su parte, los diálogos de la obra están muy bien escritos, pues varían en función del personaje o estado de ánimo al que representan y saben mimetizarse adecuadamente con el tono oral. Sin embargo, acusan cierta afectación y redundan en demasía sobre los mismos asuntos, por lo que pueden llegar a hacerse pesados.

Otro apartado sumamente conseguido de El regreso es su potente atmósfera. Como sucede en otras ficciones de Walter de la Mare, ésta envuelve a la historia con una neblina vagamente asfixiante y tenuemente espectral. 

Por último destacaría la ambigüedad del conjunto. Walter de la Mare desdibuja lo narrado (contra todo pronóstico, la precisión y minuciosidad de la prosa del autor no desentonan en absoluto con la mentada narración desdibujada), sugiere un elemento sobrenatural y cierra con un final abierto; todos estos detalles se confabulan para que las certezas del lector se desmoronen. ¿Los sucesos tienen una base psicosomática o sobrenatural? ¿Cuál de las muchas teorías contradictorias de Herbert es cierta? ¿Cuando el libro termina, es Lawford realmente el mismo que en un inicio? 

Veo a mucha gente comparando El regreso, por obvias razones, con La metamorfosis de Franz Kafka. Aunque, personalmente, creo que la obra de Walter de la Mare tiene muchas más similitudes con El Castillo del esritor checo. Y es que en ambas aparecen, por ejemplo, una atmósfera onírica, interminables diálogos plagados de redundancias y un personaje femenino en el que el protagonista deposita vanamente todas sus esperanzas.

El regreso es, en suma, una novela recomendable, sobre todo para amantes de la literatura extraña y ambigua; una que evidencia el talento de un escritor único que deslumbró a autores de la talla de H.P. LovecraftDylan Thomas o Robert Aickman. Inédita hasta ahora en español, la editorial Adriana Hidalgo la trae a nuestro idioma con una impecable traducción de Jorge Salvetti.


Reseña original: Aquí

jueves, 2 de mayo de 2024

Elizabeth Bowen: L’amant del diable

Idioma original: Inglés
Traducción (al catalán): Carme Geronés
Año de publicación de este volumen: 2023
Valoración: Recomendable

L’amant del diable es una antología editada por Laertes. Recoge diez relatos de la escritora irlandesa Elizabeth Bowen, escritos entre 1929 y 1952.

Todos ellos se podrían definir como sutilmente inquietantes. Priorizan la atmósfera y psicología a la imaginería; asimismo, abordan sus temas y mensajes oblicuamente, en vez de explicitarlos. No en balde, recuerdan poderosamente a algunas ficciones de autores como Walter De la MareRobert Aickman, Algernon BlackwoodShirley Jackson o Amparo Dávila.

En "Mabelle morta" ("Dead Mabelle", 1929), un hombre solitario e introspectivo se obsesiona con una actriz de cine mudo. El pulso narrativo de Bowen, la forma en que la autora insufla vida al protagonista o el final redondo con que cierra la historia elevan una premisa simple al estatus de relato sobresaliente.

En "Ja hi tenim un peu" ("Foothold", 1929), una pareja invita a un amigo que acaba de llegar de España a su nueva casa. Este es un relato sumamente ambicioso, en el que el lector debe leer entre líneas o interpretar silencios para descifrar las relaciones que mantienen los personajes.

En "El gat salta" ("The Cat Jumps", 1929), una pareja de «agnósticos devotos» compra Rose Hill, casa donde un hombre asesinó brutalmente a su mujer, para pasar los fines de semana y los veranos. Este relato tiene un desarrollo poco convencional y un desenlace deliciosamente cruel; asimismo, lo permea una ironía tan fina como incisiva.

En "La pomera" ("The Apple Tree", 1931), el trauma de la infancia de una joven recién casada drena su vida e incluso la de su propio marido. El final de este relato tiene unas connotaciones bastante interesantes.

En "Un esperit animat" ("The Cherry Soul", 1941), una joven llega a la casa donde una familia la ha invitado a pasar la Navidad, pero no encuentra más que a la tía junto a la chimenea. Su estructura circular y sus implicaciones se antojan tremendamente audaces.

En "L'amant del diable" ("The Demon Lover", 1944), una señora casada se reencuentra con un amante de juventud. El uso que Bowen hace del escenario medio derruido por los bombardeos, su capacidad para señalar detalles sin pecar de obvia y la tensión que imprime al segundo tramo de la historia contribuyen a que este relato sea sumamente efectivo.

"Els feliços camps de la tardor" ("The Happy Autum Fields", 1944) me resulta imposible de resumir. Es, quizá, el relato en el que me ha costado más entrar, y que menos he entendido. Aun así, de él me han fascinado las oblicuas interacciones de los personajes, los diálogos repletos de dobles sentidos y su inquietante desenlace.

En "L'arç rosat" ("Pink May", 1944), una mujer explica a una amiga cómo un fantasma al que nunca llegó a ver, pero que siempre presintió mientras se cambiaba de ropa, arruinó su matrimonio. Curioso retrato psicológico de alguien incapaz de asimilar que, en efecto, una persona puede destrozarse a sí misma su propia vida.

En "Grèvol verd" ("Green Holly", 1944), el fantasma de una joven se entromete entre dos hombres y una mujer que conviven en una mansión. Excelente retrato de la abulia, la insatisfacción, pero también de la negación a aceptarlas del todo.

En "Com un guant" ("Hand in Glove", 1952), dos hermanas huérfanas que viven con su tía buscan casarse. La ambigüedad de su final y la caracterización de cierto personaje perturbarán a más de un lector.

En resumen: me ha sorprendido gratamente el nivel de refinamiento de los relatos de Bowen, pues son capaces de llevar con destreza tanto premisas algo formulaicas como propuestas más atrevidas. También querría destacar que las historias de fantasmas de la autora me han recordado mucho a las de, por ejemplo, Violet Hunt o Edith Wharton. Y es que las tres escritoras eluden los tropos del subgénero para entregar ficciones simbólicas donde el espectro pocas veces llega a aparecer como tal.

lunes, 15 de mayo de 2023

RESEÑA + ENTREVISTA: Una canción para deshacer el mundo, de Brian Evenson

Idioma original:
Inglés
Título original: Song for the Unraveling of the World
Traducción: José Ángel De Dios
Año de publicación: 2019
Valoración: Recomendable

Una canción para deshacer el mundo, antología de Brian Evenson, compila historias de distinta extensión; historias con premisas o planteamientos creativos e interesantes; historias que comparten atmósferas, temas e intenciones, pero que al mismo tiempo son gratamente diversas.

Es verdad que algunas evocan a otros escritores; incluso las hay que homenajean de forma explícita a, por ejemplo, H. P. Lovecraft. Sin embargo, Evenson tiene por lo general una voz y un estilo marcadamente personales. 

La mayoría de sus textos me han gustado, pues suelen ser originales y eficaces. Mis favoritos son, empero, esos en los que lo cotidiano se tiñe de extrañeza e inquietud: un padre que busca infructuosamente a su hija en el cuento que da nombre al conjunto; el perfeccionismo malsano de un director de cine en "Sonido ambiente"; la experiencia de estar en una relación que no te llena en "Camisas y pieles"; la búsqueda de respuestas en "La espuma de las moscas"...

Evenson despunta en la creación de protagonistas no fiables. No es sólo muy bueno a la hora de retarar a esa clase de personajes, su caótica psicología y sus atormentadoras obsesiones; también sobresale al emplear diversos recursos expositivos o dar pequeñas pistas argumentales para que el lector les cuestione.

Asimismo, sorprende la facilidad de Evenson para la imaginería terrorífica. El autor es capaz de diseñar a seres espeluznantes (el terapeuta nocturno de "Nacido Mortinato"; el hombre del traje dorado de "Un mundo resplandeciente"; la entidad parasitaria de "El agujero"...). Con idéntica maestría es capaz de urdir escenas cuyas implicaciones le ponen a uno la piel de gallina. 

Quizá el texto menos convencional del conjunto es "Advertencia de contenido sensible", una hilarante gamberrada que se mofa de los trigger warnings. No le van a la zaga en lo que a rareza respecta otras piezas, que a pesar de catalogarse con holgura dentro de lo que conocemos como narrativa, siguen partiendo de ideas muy locas, como "La segunda puerta".

En resumen: Una canción para deshacer el mundo es una colección de género tan ecléctica como satisfactoria. Aunque debo advertir que su aproximación al terror suele ser más sutil de lo habitual, en la línea de Thomas Ligotti. Además, aviso que muchas de sus ficciones son bastante abiertas, de modo que pueden decepcionar a los lectores que prefieren que se les dé todo masticado. Sea como fuere, Evenson es, a mi juicio, un gran escritor, a quien me alegro de haber conocido.



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A continuación adjuntamos un pequeño cuestionario que Brian Evenson ha respondido con suma amabilidad:

ULAD: ¿Cuál es tu relación, en tanto que autor, con H. P. Lovecraft? Me ha parecido que lo referencias varias veces.

B.E.: Ciertamente, he escrito unas cuantas historias que dialogan con su obra (normalmente para revistas y antologías relacionadas con él). No leí nada suyo hasta que cumplí los 30. Sabía de su existencia, por supuesto, y muchísima gente me lo recomendaba, pero entonces me consideraba un escritor más literario que de género (pese a que mi obra tenía un fuerte componente horrorífico). Me impactaron especialmente El que susurra en la oscuridad y En las montañas de la locura

ULAD: Además de Lovecraft, ¿qué otros escritores te inspiran? ¿Edgar Allan Poe, Richard Matheson, Shirley Jackson, Stephen King, Clive Barker o Thomas Ligotti, quizá?

B.E.: Sin duda, Poe. Mi madre me leía sus historias cuando era pequeño, antes de irme a dormir, así que me han quedado grabadas. También Jackson y Ligotti han sido bastante importantes para mi carrera.

Al igual que Lovecraft, no leí a Matheson, King o Barker hasta ser mayor. Aunque los admiro, no considero que me hayan influenciado. Peter Straub, en cambio, sí. Y Robert Aickman; de él es de quien he aprendido más cosas. 

Otros autores que me gustan son Guy de Maupassant, M. R. James, Algernon Blackwood, Arthur Machen, Lucius Shepard, Paul Bowles, Franz Kafka y Samuel Beckett

ULAD: ¿Crees que los escritores de terror moderno han introducido novedades en el género? 

B.E.: Sí, pienso que los escritores contemporáneos de terror están logrando expandir el género. Sobre todo los jóvenes, pues arriesgan más. Además, cuando el horror se globaliza,  tiene a representantes cada vez más diversos: autores como Victor LaValle o N. K. Jemisin se adueñan de lo lovecraftiano y lo desplazan en direcciones inéditas, la filipina Kristine Ong Muslim narra desde la perspectiva de vivir en un sitio amenazado por un cambio climático que Occidente decide ignorar, Stephen Graham Jones entrega una perspectiva indígena y Attila Veres mezcla su experiencia en Hungría con sus lecturas americanas.

ULAD: Me encanta cómo presentas personajes totalmente enajenados al lector. A la hora de crearlos, ¿te basas en enfermedades mentales existentes?

B.E.: He investigado mucho en los campos de la psiquiatría y el psicoanálisis, y he sido cercano a gente con enfermedades mentales. También me he documentado sobre la psicopatía (incluso he conocido, lamentablemente, a un par de psicópatas). Además, imparto una clase sobre las representaciones de la locura en la literatura, así que le he dado muchas vueltas al asunto.

Personalmente, creo que las enfermedades mentales, en general, no son tan inequívocas y definidas como la teoría dice, y que muchas de ellas se ignoran completamente. Es por esto que, en mi ficción, intento representarlas con toda su complejidad y confusión.

ULAD: ¿Qué opinas de la implementación de trigger warnings en la ficción? Tu relato titulado "Advertencia de contenido sensible" parece una crítica gamberra y políticamente incorrecta a la gente que los demanda.

B.E.: En realidad no me opongo a los trigger warnings, pero pienso que deberían situarse al final del texto, en vez de al inicio. De este modo, la gente que los quiera conocer puede localizarlos fácilmente, y los que no, no se topan con ellos involuntariamente.

El motivo por el que los rechazo al inicio del texto es porque modifican la manera en que el lector aborda una historia: éste se prepara. Aunque entiendo que mi nivel de tolerancia es altísimo, pues jamás he leído nada y pensado luego: ¡ojalá un trigger warning me hubiera advertido de esto!

Cuando enseñaba en la Brown University teníamos una política: en las clases de escritura creativa se leerían cosas incómodas, pero, en si era necesario, uno podía parar en cualquier momento. Un colega del trabajo opinaba que si te resulta problemático leer sobre algo, probablemente estés reprimiendo un trauma que debes tratar con un profesional y que, por tanto, ignorar en la ficción temas de ese tipo es contraproducente. Más o menos concurdo con él: la ficción tiene que provocar.  

"Advertencia de contenido sensible" es una especie de crítica juguetona con la idea de los trigger warnings. Se me ocurrió porque uno de mis estudiantes insistía en usarlos hasta límites absurdos; ¡los suyos eran innecesariamente específicos! 

ULAD: Has ganado varios premios a lo largo de tu carrera. ¿Hay alguno del que te sientas particularmente orgulloso?

B.E.: Me hizo muy feliz el Premio Shirley Jackson por "Una canción para deshacer el mundo", ya que había sido nominado hasta en seis o siete ocasiones en ese certamen pero nunca lo había ganado.

domingo, 14 de febrero de 2021

Charles-Ferdinand Ramuz: El Gran Miedo en la montaña

Idioma original: Francés
Título original: La grande peur dans la montagne
Año de publicación: 1925
Traducción: ¿?
Valoración: Recomendable (con matices)



El Gran Miedo en la montaña, de Charles-Ferdinand Ramuz, es una novela repleta de escenas inquietantes, empañada por una lograda atmósfera y relatada con una prosa formidable. No en balde, recuerda sobremanera a las ficciones de Algernon Blackwood o Robert Aickman. 

Su premisa es la siguiente: en una aldea suiza de alta montaña, el nuevo alcalde decide que durante el verano se lleve el ganado a los pastos de arriba, tras veinte años de no hacerlo a causa de algo que los viejos del lugar recuerdan con temor pero no nombran.

Debo decir que, aunque esta obra me ha gustado, le pondría algunas pegas. A saber: 


  • Su extensión. Ni siquiera llega a las doscientas páginas, pero a ratos da la impresión de ser un cuento estirado. 
  • Sus personajes. Entiendo que son bastante planos adrede, pero me hubiera sido más fácil empatizar con ellos en determinados pasajes si se le hubiera dado un mayor grado de complejidad a su caracterización.  
  • Su opacidad. El libro es tan inescrutable que uno lo termina con la certeza de que no lo ha entendido del todo.  

Tampoco quiero dejar de señalar las múltiples virtudes de este texto: 


  • Emplea acertadamente la primera persona del plural para configurar a su voz narradora.
  • Su prosa es simple (por momentos, incluso "naif") y reiterativa, pero su cadencia atrapa al lector, y estoy convencido de que una de tipo más convencional no hubiera tenido la misma efectividad expresiva. 
  • Su estructura se caracteriza por un angustioso crescendo argumental cuyo clímax deja sin aliento. 
  • Su fascinante ambientación nos cautiva a base de descripciones paisajísticas de una plasticidad increíble.  
  • Sus poderosas imágenes. Unas pocas irradian una belleza triste o melancólica, aunque la mayoría (las mejores) lograron darme escalofríos, transcurran de día y al aire libre o en el oscuro y claustrofóbico interior de una cabaña. 
  • Su desafiante ambigüedad. Gracias a la forma en que se exponen los acontecimientos, uno nunca puede afirmar si su naturaleza es sobrenatural o no. Ramuz retiene información, emborrona algún suceso o insinúa cosas que han quedado relegadas a la periferia del relato.  


En definitiva, El Gran Miedo en la montaña es una historia que me encantaría ver adaptada al cine por un director como Robert Eggers. Ya os digo yo que de este material puede salir una película de terror psicológico excelente.

Por cierto, la edición al español se la debemos a Montesinos. Tiene una cubierta espectacular, pero adolece de una traducción llena de erratas.

sábado, 26 de diciembre de 2020

VV.AA.: Reinas del abismo

Idioma original: Inglés
Traducción: Alicia Frieyro, Olalla García, Sara Lekanda, Alba Montes, Consuelo Rubio
Año de publicación: 2020
Valoración: Está bien

Reinas del abismo es una antología primorosamente editada por Impedimenta. Compila dieciséis relatos escritos por mujeres anglosajonas que fueron publicados a finales del siglo XIX o a inicios del XX. Resulta prácticamente imposible encontrar a la mayoría en la actualidad, y muchos ni siquiera habían sido traducidos al español. 

Permitidme que los analice someramente: 

  • "Una revelación", de Mary E. Braddon: Thriller decimonónico predecible plagado de personajes acartonados, cuyas conveniencias obligan a suspender la incredulidad en demasía y que desaprovecha su toque gótico. 
  • "El ángel escultor", de Marie Corelli: Aunque tiene poco o nada de inquietante (al menos en el sentido tradicional de la palabra), entrega un curioso enfoque de género. Sólo por esto, vale la pena. 
  • "De entre los muertos", de Edith Nesbith: Joyita que genera con eficacia su atmósfera.
  • "Una Navidad en la niebla", de Frances Hodgson Burnett: Premisa diferente que, pese a extenderse más de la cuenta, permite reflexionar sobre cuestiones de enjundia. Me ha sorprendido positivamente. 
  • "El piso encantado", de Marie Belloc Lowndes: Cuento romántico disfrazado en un inicio de historia de terror. Su estilo está bastante cuidado y construye una ambientación muy lograda, pero la forma tramposa que tiene su autora de entregar la información no ayuda a redondear el conjunto. Para colmo, recurre al tropo del fantasma bondadoso de manera inverosímil.
  • "Una circe moderna", de Alicia Ramsey: Se lee con fluidez y tiene alguna imagen interesante. Sin embargo, no llega a fascinar en ningún momento. Eso sí, aprueba por los pelos por presentar a una antagonista, la Virgen Loca, que nada tiene que ver con el resto de villanos que encontramos en estas páginas. 
  • "La naturaleza de las pruebas", de Mary Sinclair: De factura y subtexto modernos, adereza el horror sobrenatural con el sexo. Por desgracia, lo hace sin abrazar los excesos desacomplejados que insinúa. 
  • "El obispo del infierno", de Marjorie Bowen: Culebrón adictivo rematado con un desenlace algo endeble. Sea como fuere, deja un buen sabor de boca. 
  • "El tapete", de Greye La Spina: Muy convencional. Entre otras cosas, no logra crear el misterio y la tensión que se propone. 
  • "Dama Blanca", de Sophie Wenzel Ellis: Se podría pulir, aunque cumple como pasatiempo. Quizás debería haberse lanzado de cabeza a su esencia de serie B, en vez de decantarse por derroteros edulcorados. 
  • "La risa", de G. G. Pendarves: No esconde ninguna novedad, pero su clímax destaca por amargo.
  • "A la luz de las velas", de Lady Eleanor Smith: Alejado de las fórmulas fáciles. Sin duda alguna, un trabajo notable. 
  • "La melodía maravillosa", de Jessie Douglas Kerruish: Logra mantener un suspense excelente y no tiene grandes pretensiones (lo cual juega a su favor). 
  • "La Isla de las Manos", de Margaret St. Clair: Su extensión no le permite desplegar con holgura todas sus cartas. El cualquier caso, es creativo y engancha.
  • "Los indeseados", de Mary Elisabeth Counselman: Explica demasiado sus trucos, restándoles capacidad de sorpresa, volviendo obvio al mensaje y despojando al lector de su labor proactiva. Pese a todo, me ha gustado.
  • "El séptimo caballo", de Leonora Carrington: Exquisita muestra del potencial literario que tiene el surrealismo. 

A estas alturas de la reseña os preguntaréis qué opino de Reinas del abismo. Habréis intuido que el libro me ha parecido un tanto irregular, y que solamente algunas de las ficciones que alberga han llegado a emocionarme. Pues bien, también quiero deciros que la principal causa de mi decepción no ha sido la fluctuante calidad de las piezas en sí, sino el marketing.

Me explico. Reinas del abismo se ha promocionado como una antología de cuentos «de lo extraño». Esto me hizo salivar. No en balde, la narrativa breve de Algernon Blackwood, Walter de la Mare o Robert Aickman, auténticos cultivadores «de lo extraño», me encanta. Pero lamentablemente, lo más «extraño» que encontraréis por aquí es "El séptimo caballo", y lo es dentro de parámetros puramente surrealistas. Personalmente, no entiendo el porqué. Será que no hay escritoras que aborden «lo extraño» (Shirley Jackson o Daphne du Maurier, por ejemplo).

Asimismo, el subtítulo de Reinas del abismo es el siguiente: Cuentos fantasmales de las maestras de lo inquietante. Por lo tanto, uno espera que el volumen abunde en fantasmas y agrupe obras inquietantes. Pero, salvo excepciones, no es el caso. Es verdad que no mantenerse fiel a un subgénero específico lo dota de una cierta variedad, pero, de nuevo, esta decisión traiciona lo que se nos había prometido.  

Para concluir remarcaré que, independientemente de las cualidades que pueda tener Reinas del abismo (la edición, el rescate de textos olvidados o algunos relatos genuinamente buenos), a esta antología la han saboteado las expectativas creadas por su propia campaña de publicidad. Una lástima.

lunes, 17 de junio de 2019

Robert Aickman: Las casas de los rusos

Idioma original de los relatos: Inglés
Título original de los relatos: The Unsettled Dust (1968) / The Houses of the Russians (1968) / No stronger than a flower (1968) / Growing Boys (1977) / Ravissante (1968) / The Stains (1985)
Traductores: Arturo Peral Santamaría
                             Irene Maseda Martín
Año de publicación de la antología: 2016
Valoración: Recomendable

Las casas de los rusos es una antología compuesta por seis historias extrañas colindantes con el horror y el misterio. En ellas hay un elemento sobrenatural desdibujado, atmósferas angustiosas, tensión que se acumula, pero que no estalla catárticamente, temas y mensajes sugeridos, nunca explicitados, y finales abiertos. Están escritas con oficio y, sobre todo, son originales. No en balde, Aickman incorpora en los relatos de este libro su inequívoco sello, incluso en aquellos con un regusto más clásico.

"La tolvanera" es un cuento de aparecidos regado con interesantes reflexiones sobre la propiedad. Gira en torno a Clamber Court, casa que pertenecía a dos hermanas aristócratas venidas a menos y que ha sido adquirida recientemente por la Fundación. Un empleado de este organismo convivirá una temporada con las dos hermanas y descubrirá en el proceso los atroces secretos que el polvo y los años no han conseguido borrar.

También hay fantasmas en "Las casas de los rusos". Un agente inmobiliario se encuentra de viaje de negocios en Finlandia. Durante uno de sus paseos, se topa con las residencias de unos cristianos ortodoxos rusos, que en su momento albergaron escenas terribles. Relato bastante convencional, aunque su atmósfera está muy conseguida y es curioso leerlo como una fábula anticomunista, como se nos propone en esta reseña.

En "No más resistente que una flor", una mujer casada se somete a un tratamiento de belleza. El cambio que experimenta es tal que incluso su marido, en parte incitador del mismo, la empieza a percibir con extrañeza. La idea que sustenta este cuento es muy buena, aunque su ejecución flaquee en algunos puntos. Veinte páginas que se podrían haber reducido a dieciocho, porque algunas situaciones se repiten excesivamente, pero que en ningún momento pierden intensidad. Encuentro particularmente enriquecedor el subtexto de liberación femenina de que hace gala esta historia.

"En edad de crecimiento" es una parodia sobre la paternidad que difícilmente puedo asociar con la pluma de Aickman. Cuesta imaginar a un escritor tan refinado pariendo una ficción como esta, a todas luces pretendidamente ridícula. Pero bueno, como no se toma en serio a sí misma en ningún momento, es altamente disfrutable. Personajes, escenarios y descripciones caricaturescas, un tono entre absurdo y onírico. Dentro de su planteamiento y sus intenciones cumple con lo que promete, pero insisto en que se me hizo raro ver este desparpajo en una pieza de Aickman.

"Ravissante" es, para mí, el mejor cuento de todo el volumen. Dividido en dos partes, podríamos decir que la primera, aunque complementaria a su manera, tampoco aporta mucho. Sin embargo, la segunda es excelente. La ambigüedad de Aickman brilla en su máximo esplendor en esas páginas. Un joven visita a la viuda de un pintor belga. Allí sucede de todo, pero, al mismo tiempo, es complicado dilucidar qué ha ocurrido. ¿Una posesión fantasmal, un aquelarre, un mero despliegue de fetichismos varios? Otros autores habrían resuelto este argumento con fórmulas más efectistas, pero Aickman no necesita echar mano a esa clase de artimañas para estremecer al lector.  

"Las manchas" fue premiado en 1981 con el British Fantasy Award. Narra la historia de Stephen, un funcionario de mediana edad que ha enviudado recientemente. Durante su estancia en la campiña inglesa conoce a Nell, una enigmática joven de la que cae perdidamente enamorado. Relato que, a mi gusto, ha sido alargado más de la cuenta, pero que alberga momentos brillantes.

Se nos dice en "Las manchas" que «En estos tiempos, la gente siempre espera respuestas claras, ya sean correctas o incorrectas.» Aviso: a aquellos lectores que le exijan respuestas claras a un texto, Las casas de los rusos les va a decepcionar. Los que sean capaces de disfrutar de la literatura hermética, en cambio, van a gozar mucho con el trabajo de Aickman.

Por último, querría detenerme en la edición de esta antología. La labor de traducción es impecable (recuerdo que puntualmente había un exceso de locuciones conjuntivas, pero poco más) y la selección de relatos, aunque carece de unidad, se va sucediendo con cierta armonía escalonada. Además, no es complicado entrever temáticas comunes a lo largo y ancho de Las casas de los rusos: el conflicto entre la modernidad y la tradición, lo urbano y lo rural, el materialismo y lo espiritual... En fin: no me queda otra, pues, que dar las gracias a Atalanta por estar recuperando a un autor casi virgen en nuestro idioma.


También de Robert Aickman en Unlibroaldía: Cuentos de lo extraño 

lunes, 17 de diciembre de 2018

LO MEJOR DEL 2018, SEGÚN ULAD, MODESTIA APARTE

Juan G. B. dice: 

Oriol Vigil dice:

Koldo CF dice:
Ha sido, para mi, el año de los autores latinoamericanos. Aquí la lista:

Francesc Bon opina:
No ha sido un buen año. Mis preferencias siguen inamovibles y nadie les hace sombra y alguno ya debería. Y un desastre solo recordar leer autores españoles o estadounidenses. 
  • Mi mejor lectura del año: El viaje vertical, de Vila-Matas 
  • Novedades que salvo, y mucho: Las posesiones, de Llucia Ramis 
  • Te gustará si votaste o piensas votar a Vox: Ordesa de Manuel Vilas. (Esto es una broma muy del momento, ni siquiera comprendería que le gustara a alguien, y los que votan a Vox ni leen libros ni leen blogs literarios, seguro) 
  • Hartito de darles más oportunidades: Trueba, Amat, y otros involucrados en el socavón que se abre bajo lo que fue antes Anagrama. 
  • Propósitos de año nuevo que caerán seguro: Barth, Gaddis, Vollmann. Y ya que otros toman gustosos el relevo de la actualidad, re-lecturas a manta. 

Carlos Andia sentencia:
  • Lo mejor del año: las relecturas de Lorca (Bodas de Sangre / Yerma) y Carpentier (El siglo de las luces)
  • Narrativa: quizá Lectura insólita de 'El capital', de Raúl Guerra Garrido, porque el nivel, la verdad, no ha sido muy espectacular 
  • Descubrimientos: Antonio Di Benedetto (Zama), y la faceta literaria de Henri Michaux (Un bárbaro en Asia)
  • Reconciliación con, y por lo tanto reapertura de puertas a: Michel Houellebecq (gracias a El mapa y el territorio)
  • Ensayo: entre bastante igualdad, finalmente me decanto por Jean-Yves Jouannais (El uso de las ruinas, reseña dentro de poco) 
  • Clásico: Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, de Laurence Sterne 
  • Experimento: Me acuerdo, de Georges Perec (reseña también en unos días) 
  • Decepciones: varias, moderadas, quizá la más fastidiosa, por los elogios que arrastraba, Velocidad de los jardines, de Eloy Tizón 
  • Intenciones: un hipertocho que llegará pronto, volver a Di Benedetto, quizá a Sabato, cosas interesantes... y, sí Koldo, Cartarescu también. 

Montuenga contribuye: 

Marc Peig opina:

Carlos Ciprés añade:
Y que en los próximos meses Ustedes gocen de sus lecturas. 

Beatriz Garza estima:
  • Autor descubrimiento del año: Margaret Atwood 
  • Novela(ZA) descubrimiento del año injustamente olvidada: Primera sangre de David Morrell 
  • Clásico del año: Marianela de Benito Pérez Galdós 
  • Novela (que como no podía ser de otra manera, supera a la película) del año: Tomates Verdes Fritos de Fannie Flagg 
  • Relectura provechosa del año: Las hermanas Grimes de Richard Yates 
  • Lectura LGTBI del año: La chica danesa de David Eberhoff 
  • Objetivos cumplidos del año: Lectura y reseña de novela gráfica 
  • Conceptos aprendidos del año: La diferencia entre "literatura" y "producto literario". El género del ciclo cuentístico
  • Objetivos para el año que viene: me abstengo, que luego me siento fatal. 

Santi concluye: