lunes, 12 de febrero de 2018

Contra reseña: Las hermanas Grimes, de Richard Yates

Idioma original: Inglés
Título original: The Easter Parade
Traducción: Rolando Costa Picazo
Año de publicación: 1976
Valoración: Muy recomendable


Las hermanas Grimes fue reseñada en ULAD hará cosa de seis años y obtuvo la calificación global de: se deja leer. Me sorprendió puesto que esta novela suscita, por lo general, opiniones bastante más efusivas y es considerada por muchos lectores como un valor seguro. Tal vez por esto último también suele ser objeto de los comentarios recurrentes en relación a su atmósfera pesimista o al desencanto del sueño americano o al concluyente arranque de la narración: «Ninguna de las hermanas Grimes estaba destinada a ser feliz». Para no redundar ni aburriros con los lugares comunes y por dar el contrapunto adecuado a la reseña tan franca y personal que en su momento hizo Yemila, voy a centrar esta contra reseña en aquellos elementos que me han llamado particularmente la atención como lectora y como ferviente admiradora de los buenos artefactos narrativos. 

Resumen resumido: Nueva York, años 30; Sarah y Emily son dos niñas que se enfrentan a la separación de sus padres; ambas bien parecidas e inteligentes aunque Sarah, la mayor, tiene una belleza y un talante que desprenden naturalidad mientras que Emily es flaquita, introvertida y sensible. Veremos cómo se convierten en mujeres adultas y cómo toman caminos totalmente dispares para acabar siendo infelices ambas, cada cual a su modo.

Esta historia es una mirada certera sobre la desorientación y la vulnerabilidad de esas mujeres que no pueden escapar de la mentira que se cierne tras conceptos como familia o libertad sexual o tradición o emancipación; da igual lo mucho que lo intenten. No es una obra reivindicativa puesto que no hay culpables, mujeres y hombres son igualmente víctimas de sí mismos y del «sistema» (y del alcohol). La cuestión es que como lector ya sabes que la historia acaba mal y que es algo inevitable (recordemos el arranque de la novela), y solo te queda contemplar sin esperanza el declive y caída al fango de Sarah y Emily, con la sensación de que la historia se te escapa entre los dedos como hace la vida y la felicidad con estas dos mujeres.

¿Por qué me sedujo Las hermanas Grimes la primera vez que la leí (una lectura rápida y apasionada) y logró enamorarme después, tras una re lectura pausada y consciente? Estos fueron algunos motivos:
  • El tema de la infructuosa búsqueda del encanto de una clase media que alberga sueños de grandeza pero le basta con que se cumplan solo en apariencia. Esther Grimes, la madre, ansía dicho encanto, Sarah proyecta su futuro en esa dirección y Emily lo hace en sentido opuesto, o eso cree; en realidad huye de la idea tradicional del encanto y cae en las garras de la versión «para la mujer moderna». Ese elemento impregna con sutileza las decisiones, las reacciones y el mundo en general de las tres mujeres. También le da sentido al título original de la obra, tal como explico al final.
  • La prosa de Yates, sencilla, hábil y medida, donde lo que se omite pesa tanto como lo que se muestra, crea unos personajes complejos y vulnerables pero también coherentes en sus conflictos particulares. La primera vez que leí la descripción que hace de Esther Grimes, tuve la sensación en apenas un párrafo de que podía verla y de que su sobrenombre, Pookie (ni idea de qué significa ni de dónde proviene) resultaba concluyente. Es un párrafo que va de menos a más, creciendo en intensidad gracias a la cuidadosa elección y posición de cada palabra que lo compone:
«Esther Grimes, o Pookie, era una mujer pequeña y activa cuya vida parecía dedicada a la persecución y mantenimiento de una imprecisa cualidad que ella llamaba “encanto”. Devoraba las revistas de moda, se vestía con gusto y vivía cambiando de peinado, pero no lograba desterrar de sus ojos esa mirada de asombro ni aprendió nunca a circunscribir el lápiz labial a los límites de la boca, lo que le daba un aire de aturdida y vulnerable incertidumbre»
  • La triangulación de los tres personajes femeninos enriquece y aporta profundidad al conflicto en base a sus diferentes personalidades: la madre, soñadora medio enajenada a la que todo el mundo tolera con condescendencia; Sarah, la esposa americana tradicional (con todas sus miserias) y Emily, encarnación del ideal (frustrado) de mujer moderna. La cuota de protagonismo tampoco es equitativa: estamos casi todo el tiempo en el punto de vista de Emily y no es una decisión azarosa, ella es la única con capacidad crítica y sensibilidad suficiente para que los hechos la mortifiquen mucho más que a su madre o a su hermana (Yates pincha hasta el hueso); Sarah adopta un segundo plano como el reflejo necesario con el que Emily se compara de forma inconsciente y un poco enfermiza, y Pookie, en un tercer plano, es el molesto referente de una decadencia anunciada.
  • La psicología de Emily. Ella es la más realista, la más «progresista» y, curiosamente, la más desorientada. Ha crecido eclipsada por su hermana y aturdida por la idiosincrasia de su madre. Quiere una alternativa de vida que sea solo suya, centrándose más en lo que no quiere ser que en lo que ella realmente quiere y con ello solo logra convertirse en la peor enemiga de sí misma. No es capaz de gestionar la frustración que siente y eso hace que tenga algunos momentos what the fuck! aunque muy fugaces. El último, al final de la novela y, en mi opinión, de nuevo relacionado con el ansiado encanto. No digo más. Aquí una muestra de la psicología de Emily que corresponde al día que vuelven del entierro del padre:
«Emily no había derramado ni una sola lágrima. (…). Trató de musitar “Papá”, trató de cerrar los ojos e imaginar el rostro de su padre, pero fue inútil. Luego pensó en algo que hizo que se le cerrara la garganta: tal vez no había sido nunca el ojito derecho de su padre, pero él siempre le había dicho que era su “conejito”. Entonces empezó a llorar con facilidad. (…). Pero dejó de llorar de repente cuando se dio cuenta de que eso también era mentira: estas lágrimas, como las que había derramado en toda su vida, eran por ella, por la pobre, sensible Emily Grimes, a quien nadie entendía, y que no entendía nada»
  • La reflexión que se impone tras la lectura. Porque no todas las novelas te dejan así de impactado, con tantas inquietudes. En mi caso, después de la implacabilidad de Yates con esas dos pobres mujeres y la reafirmación, página tras página de la imposibilidad de que sean felices, sigo preguntándome si existía una mínima posibilidad para ellas que se me haya pasado por alto. Curioso. 
En relación al título original, The Easter Parade (Desfile de Pascua), de entrada resulta demasiado ajeno a la historia, mientras que el adoptado para la versión en castellano, Las hermanas Grimes es más neutro y fácil de asociar. Eso pensé en un primer momento, coincidiendo con lo que opinaba Yemila al respecto, pero la re lectura de la novela me dio otra clave: en el episodio del Desfile de Pascua que se describe en la novela como un hecho aparentemente anecdótico, Sarah se tiene que disfrazar de «dama» con un traje prestado para repartir unos panfletos y Tony, su futuro marido, se pone un viejo chaqué para acompañarla; un fotógrafo de un periódico inmortaliza la escena:
«La foto apareció el domingo siguiente en una página llena de otras instantáneas menos llamativas. La cámara había captado a Tony y Sarah en el momento en que se miraban sonrientes como la encarnación misma del amor bajo el sol de primavera. Detrás de ellos había árboles y, apenas visible, una esquina del Plaza»
Esa foto se convierte en la máxima culminación del encanto; la prueba documentada de que los Grimes tocaron puntual y fugazmente la gloria. 
Y me quedo con Desfile de Pascua.

16 comentarios:

Il Gatopando dijo...

En sus mejores novelas y relatos, Yates borda, sin estridencias, la épica del fracaso en seres sin grandes ambiciones.

Una gran reseña que hace justicia a un magnífico libro.

"Emily Grimes c'est moi", al parecer dijo Richard Yates parafraseando a su admirado Flaubert, según se narra en !A Tragic Honesty", su biogafía escrita por Blake Bailey.

El Puma dijo...

Extraordinaria reseña, Beatriz! Jamás había oído nada sobre Richard Yates, y me obligaste a investigar quién era!
Un autor más, una novela más, para una lista de pendientes que se está haciendo demasiado larga...

Beatriz Garza dijo...

Gatopando:
Me alegra que hayas disfrutado la reseña. Con estas obras tan buenas es una responsabilidad enorme... Y no sabía que Richard Yates había emulado a Flaubert de ese modo. Me parece muy interesante porque el personaje de Emily no tiene desperdicio alguno.
Un saludo!

Puma:
Gracias por tus palabras y por tomarte tu tiempo en leer la reseña. Espero que la obra no te decepcione. Y no te preocupes, todos tenemos una gran pila de libros a la espera!
Un saludo.

El Puma dijo...

Una brevisima PD. Leí ayer que Richard Ford, uno de mis autores norteamericanos contemporáneos favoritos, fue uno de los impulsores del resurgimiento de Yates tras su muerte y décadas de olvido. Motivo adicional para llerlo.

Pablo GP dijo...

Guardo un grato recuerdo de Vía Revolucionaria, la única novela que conozco de Yates, y que leí cuando fue editada en España, en 2003 (por cierto, con epílogo de Richard Ford).
Me gustó bastante, aunque al mismo tiempo me dejó un poso de desánimo y pesimismo.

Cuando busqué en ULAD a este autor, me encontré con una reseña no muy positiva de Las hermanas Grimes, que me echó para atrás.

Por suerte, esta contrareseña, que agradezco sinceramente, me ha dado el impulso necesario para ponerme con ella.

Saludos.

Beatriz Garza dijo...

Puma:
Ahora voy a tener que leer también a Richard Ford! Maldita sea! ;D

Pablo GP:
Qué bien que te haya animado a leer la novela. Soy respetuosa con otras opiniones pero quería que esta gran novela estuviera valorada como creo que merece.
Un saludo

El Puma dijo...

Beatriz, vale la pena conocer a Richard Ford! Su estupenda trilogía protagonizada por Frank Bascombe es imprescindible para mí (aún cuando me queda la tercer parte...)

irati dijo...

Hola, Beatriz. Qué bonita reseña. Hace un par de meses, creo, leí la que escribiste sobre Nada se opone a la noche. Me animé a leer la novela, la tengo entre mis mejores adquisiciones de este año. Me gustó muchísimo! Espero que con la de Richard Yates me ocurra lo mismo, ya la he puesto a la cola de mis muy próximas lecturas :)
Gracias!

Il Gatopando dijo...

Sí, Richard Ford es un valedor de la obra de Yates -no es el único, a Yates se le ha tildado con cierta frecuencia de escritor para escritores-.

Hay una novela poco conocida de Ford que parece muy inspirada en la obra de Yates -sobre todo en Cold Spring Harbor pero no solo-. Se titula Wild Life (aquí traducida como Incendios) y, entre su obra, es la favorita del propio Ford -así lo ha declarado en alguna entrevista reciente-, en parte por la incomprensión y las malas críticas con la que fue recibida. Lo que a su vez, entronca con el escaso éxito que Yates conoció en vida (ya puedes ser un escritor todo lo conocido y exitoso que quieras, que si te inspiras u homenajeas a un "maldito" como Yates hasta tu propio público te acabará dando la espalda). Adjunto el enlace a una reseña de Wild Life por si a alguien le interesa: http://queraroestodo.blogspot.com.es/2014/03/incendios-richard-ford.html

Beatriz Garza dijo...

Puma:
Tomo nota

Irati:
Me alegra mucho oír eso, significa que he logrado transmitir mi entusiasmo por esas obras y que además, funciona. Gracias a ti por tu tiempo.

Gatopando:
Muchas gracias.

El Puma dijo...

Qué buen dato pasas, Gatopardo.
Por un comentario así (escritor para escritores) me topé con James Salter hace algunos años y ha sido para mí el mejor descubrimiento en décadas. Ojalá me ocurra lo mismo con Yates!

Victoria Cos dijo...

Lamento discrepar, pero concuerdo más con la opinión anterior. Creo que "se deja leer" es justo la manera en que calificaría esta novela. Terminé de leerla y me pareció floja, poco interesante. No encontré gran profundidad en la historia y los personajes no terminaron de convencerme ni de causarme simpatía. Tampoco me enamoré de la escritura de Yates.
A mi juicio, se trata de un relato pasatista. Le pondría un 7.

Beatriz Garza dijo...

Victoria, gracias por comentar.
No deja de maravillarme como una misma obra puede causar sensaciones tan distintas. De todas formas, siempre hay un momento para cada novela, quién sabe, a lo mejor la lees de aquí a unos años y te llevas otra impresión.

Un saludo.

Pablo GP dijo...

Hoy mismo la terminé.

Me ha parecido una novela tremenda, me ha impactado de verdad.
Si bien al principio me llegó a parecer algo simplona, no sé si debido a una traducción un poco floja, el libro fue creciendo en intensidad y no paró hasta el final.

Yates no abusa de las palabras ni de la retórica, va al grano, sin contemplaciones. Pasa rápidamente de una desilusión a otra, sin tiempo para digerirlas.

Te doy la enhorabuena por tu excelente reseña, en la que coincido punto por punto.

Saludos.

Beatriz Garza dijo...

Pablo,tu determinación es implacable.Me alegra que te haya gustado tanto la novela. Y ahora que puedes comparar, cómo la ves en relación a Revolutionary Road?

Pablo GP dijo...

Bueno, creo que Vía Revolucionaria se merece una relectura, porque ya hace unos cuantos años y sólo me acuerdo vagamente.
Me imagino que debe de haber un común denominador en ambas, aunque no estoy en condiciones de opinar.
Esperaré por tu reseña y después la releeré.
Saludos.