martes, 13 de febrero de 2018

3 x 1 Herman Melville: Novelas cortas

Idioma original: inglés
Título original: Benito Cereno / Billy Budd / Bartleby the Scribener
Traductor: Julián del Río/Jorge Luis Borges (Bartleby)
Año de publicación: 1855/1891/1853
Valoración: Recomendable


Un tipo raro este Melville -tranquilos, que no voy a hablar de su aspecto físico, por lo demás nada llamativo para un individuo de mediados del XIX. Empieza Herman escribiendo relatos sobre sus aventuras en el Pacífico, fracasa con una novela de grandes dimensiones como 'Moby Dick', que no he leído pero que se ha instalado en nuestra cultura como un icono que todos creemos conocer más o menos. Y tras este gran chasco parece cambiar de rumbo, para ir dando forma durante unos cuantos años a sucesivos relatos o novelas cortas, unos relacionados también con sus viejas experiencias navales, otros absolutamente ajenos.

En general, me parece un escritor irregular, con bastantes carencias y que abusa de ese entorno marinero, pero que presenta también algunas cualidades relevantes, una espontaneidad muy apetecible, alejada de academicismos, y ciertos raptos de genialidad que no siempre adquieren el debido desarrollo, como vamos a ver ahora.

‘Benito Cereno’ (también ‘Cerreño’, 1855) se inscribe dentro de las aventuras oceánicas de Melville. Un buque norteamericano fondeado en una isla se encuentra a otro navío que parece llevar una trayectoria errática. Suponiendo que pueden tener problemas, el capitán Danosa aborda el barco con intención de ayudar, y se encuentra una tripulación diezmada, la nave en estado de abandono y un capitán español (el tal Cereno) que parece gravemente perturbado, en su aspecto físico, psicológico, o ambos. Asistido por un esclavo negro, Cereno muestra signos contradictorios, de exquisita cortesía a veces, de extraña brusquedad otras, siempre equívoco, tal vez amenazante. Danosa cree advertir también señales desconcertantes en pequeños detalles de otros miembros de la tripulación, un gesto, una mirada, que no sabe interpretar.

Asistimos durante muchas páginas a una situación estacionaria, con Danosa debatiéndose entre la sospecha de que ocurre algo que no alcanza a entender, y que incluso puede hacer peligrar su vida, y momentos de confianza cuando consigue alejar los fantasmas. El lector sabe también que ocurre algo extraño pero tampoco sabe qué es, a veces detecta esos indicios pero, al no existir evolución, el desconcierto y la inquietud quedan instalados sin que se vislumbre una salida. Me parece genial esta capacidad para mantener la tensión durante tanto tiempo, tener al lector viendo cosas sólo ligeramente inusuales, desesperado por llegar a un desenlace. El relato merecería un Imprescindible si Melville hubiera sido capaz de resolverlo con la misma pericia. Pero lamentablemente no puedo decir nada más, sólo que hay un condicionante que modula la culpa del autor (Madre mía, qué trabajo este de evitar el spoiler)

El segundo relato de mi volumen es ‘Billy Budd’ (1891), un texto publicado de manera póstuma y que ha llegado a ser adaptado, no solo al cine como el anterior, sino también a la ópera, nada menos. Es igualmente una narración bastante extraña, en la que poco más o menos la primera mitad se consume en divagaciones sobre cuestiones dispersas, de nuevo sobre asuntos navales: por ejemplo, la secuencia de graves motines registrados a finales del XVIII, las levas desde mercantes a la Armada, o la insólita figura del ‘marinero bonito’, tripulante que goza de especial popularidad a bordo, en cuyo perfil Melville encajará a su protagonista. Con no mucha destreza, toda esta hojarasca nos deja ante el nudo del asunto, un breve episodio de difamación y violencia que desencadenará toda una tesis en torno a la culpabilidad y la justicia.

Le veo al relato poco interés y algunas imperfecciones técnicas, como ciertas repeticiones que claramente no son intencionadas, aunque pueden también encontrarse cosas interesantes, que sorprenden en un texto en principio tan convencional desde el punto de vista formal. Por ejemplo, los cambios de posición del narrador, que pasa de ser omniscente a salirse por completo de la narración para preguntarse ingenuamente si no sería más lógico que la historia continuara por determinado rumbo. Y lo hace además con naturalidad, dando frescura a una narración por lo demás bastante desenfocada.

El volumen lo cierra el que, aparte de ‘Moby Dick’, es el texto más famoso de Melville: el breve relato ‘Bartleby, el escribiente’ (1853). Como ya hay una reseña publicada en ULAD (véase abajo), no me extenderé más sobre él, aunque no comparto del todo la lectura digamos simbólica sobre el peculiar personaje. Bartleby, el personaje, se ha convertido en todo un clásico, es una figura original y desconcertante que tiene además la virtud de ser por completo ajena al recurrente escenario marinero de las novelas antes descritas. En lo que sí se asemeja un poco al ‘Benito Cereno’ es en la capacidad de Melville para mantener esa meseta argumental, ese nivel de estupor e incertidumbre que hace anhelar el desenlace. En el caso de Bartleby sí existe un cierto crescendo, pero el paralelismo entre los dos relatos es más patente si atendemos a la resolución de la trama: aunque la de Cereno es incluso más floja, lastrada por aquel condicionante que decía antes, y que en este último no existe, en los dos casos el autor no consigue coronar la tensión que mantiene durante la mayor parte del relato.

De manera que si atendemos a valoraciones globales, diría que Recomendable + Se deja leer + Muy recomendable = Recomendable. Más o menos.

Otras reseñas sobre Melville en ULAD: Moby DickBartleby, el escribiente

5 comentarios:

Anna dijo...

Recuerdo Billy Budd. En la universidad, en clase de crítica literaria, tuvo una posición privilegiada: es uno de los pocos textos (por no decir el único) que se presta a una crítica deconstructivista.
El sinsentido del puñetazo fatal, que es el auténtico protagonista del relato, resulta mil veces más poderoso que cualquier moraleja.

Bartleby es, por supuesto, el clásico indiscutible, entre muchas razones porque el personaje y su historia admiten múltiples lecturas; la simbolista puede ser una de ellas, por qué no?

Me quedo con muchas ganas de leer Benito Cereno. Gracias por la reseña.

Carvajal dijo...

Señores de ULAD,
expreso mi queja.
Ustedes me hacen gastar mucho dinero!!
Ya estoy casi yendo a comprar Bartebly!!
Ahora en serio, ya casi no puedo comprar un libro sin ver si fué reseñado aquí.
Mis mas sinceras felicitaciones por el sitio, y también a los comentantes que siempre elevan la discución con mucha altura de miras.
Saludos!

Carlos Andia dijo...

Dicúlpame Anna, tal vez por mis carencias como lector no soy capaz de ver demasiadas virtudes en 'Billy Budd', me parece un relato muy desequilibrado en el que más de la mitad estaría de sobra, y donde la gestación de ese momento clave (ahí coincido contigo) era realmente el nudo sobre el que debía girar el resto. Con todo, si te ha gustado este relato, verás que el 'Benito Cereno' es bastante mejor. Ya nos dirás si coincides con mi opinión... o volvemos a discrepar.

Amigo Carvajal, con el Bartleby no vas a tener mucho problema, lo he visto por ahí de segunda mano y, como es muy cortito, también es muy barato. Pero sí, claro, esto es un vicio que sale bastante caro aunque, como decía un colega el otro día, siempre tenemos las bibliotecas, afortunadamente.

Un saludo a los dos y gracias por vuestras opiniones.

El Puma dijo...

Como casi todo el mundo, conocí a Herman Melville a través de Moby Dick. En mi caso, en un ejemplar de la colección Robin Hood, una maravila que en Argentina acercó literatura de la buena a varias generaciones de niños y adolescentes. Emilio Salgari, Julio Verne y decenas de otros autores me acompañaron con sus maravillosos relatos durante muchos años.

Cómo no temer a la ballena blanca? Cómo no simpatizar con el Capitán Ahab?

Muchos años después hallé a Bartleby en la biblioteca de mi abuela. Un libro pequeño y ajado, que me interesó por su autor. Tendría 20 años y debo confesar que me dejó muy desconcertado. Lo releí al tiempo, y pude apreciar mejor su sencilla profundidad.

En fin, en tiempos en que el gran Melville es recordado por ser antepasado del músico Moby, se agradece este rescate, Carlos!

Carlos Andia dijo...

El Bartleby es un librito muy curioso, y reconozco que tiene varias lecturas, también la simbólica que decía antes Anna. Pero a mí me interesa sobre todo la capacidad de Melville para sostener la intriga. Me quedo con eso aunque en los desenlaces creo que está un poco por debajo de ese nivel.

Como siempre, encantados de tener tus aportaciones, Puma. Saludos.