Idioma original: español
Año de publicación: 2018
Valoración: está bien
Año de publicación: 2018
Valoración: está bien
Difícil primera frase, pero vamos con ella.
Clara Usón es una muy buena escritora, pero este es un libro fallido. Insisto: estilo depurado, todo en su sitio, cuidado en las formas, apuntes eruditos en su justa medida. Todo perfecto, pero (y os recuerdo que odio los símiles gastronómicos) los buenos ingredientes no garantizan un buen plato si algo en su combinación no acaba de ajustarse. Es lo que pasa aquí: donde Usón daba de firme (la formidable La hija del Este, la arriesgada para bien Valor), El asesino tímido es una novela que no acaba de ahondar en ninguna de las líneas que plantea. No es una novela policíaca al uso aunque su pretexto sea la evocación de la figura de Sandra Mozarovski, actriz de la época del destape que falleció a los dieciocho años y sobre cuya muerte corren teorías varias.
De hecho, Usón empieza el libro basándose en esa figura, la de una actriz desde la infancia a la que el aperturismo del post franquismo condenó al cine cutre, al cine en que los tirantes se bajaban y las blusas se desgarraban para que la gente, oh, viera un pezón aquí, un culo allí. Qué lejos estaba Pornhub. Y las teorías Usón las amaga, las lanza como hipótesis o realidades basándose en todas esas especulaciones pero sin llegar a pergeñar un auténtico conato de investigación, ni tan siquiera (cosa que hubiera aportado cierta chicha al libro) acercándose a Cercas y asumiendo una guisa de escritora que busca las cosquillas al poder. Primer intento: en vez de eso toma el camino del reportaje de suplemento dominical de periódico neo-progre y se enzarza en una veintena de páginas de explicaciones sobre el proceso por el que un dictador entrega el trono a un monarca y se salta todo el rollo ése de la sucesión dinástica para montar eso que algunos llaman transición y otros llamamos prórroga. En ese relato Usón avanza con el freno de mano puesto y uno tiene que acudir a la contratapa para ver si eso es una novela o se le han colado páginas de la Wikipedia como a Houellebecq en El mapa y el territorio.
Y no. Entonces, por debajo, Clara Usón ya ha empezado a colar los detalles autobiográficos (que anegarán la última parte) y a entregar las riendas de la novela a una nueva línea. Porque el asesino tímido que menciona el libro es el fantasma del suicidio, otro tema recurrente en la obra de la escritora barcelonesa, y ese tema se hace omnipresente a través de las menciones a Pavese y, sobre todo, a Wittgenstein, cuya semblanza vital acaba tomando un protagonismo casi absoluto, con su carácter huraño y depresivo, con sus evidentes conatos de genialidad, con su familia repleta de suicidios y muertes trágicas, semblanza que Usón se apaña para combinar de forma irregular, a veces forzada, esas situaciones que se empeña en hacer confluir: la de Mozarovski y las especulaciones sobre si su muerte obedeció a cierta situación incómoda con la corona española, la de Wittgenstein y el avance de su genio y cómo superaba y humillaba a quienes se suponía iban a ser sus maestros, y la de Usón, empeñada en entregarnos su experiencia vital previa a su firme decisión de hacerse escritora. Tramo final del libro que se me ha hecho largo y algo incomprensible en su engarce: sin llegar a la lágrima ni al auto-fustigamiento tan propios de hoy en día (ejem) me ha parecido ver a la autora muy apremiada por insertar esos episodios: que si fumaba porros, que si iba a la disco, que si se bajaba de Pedralbes al Barrio Chino a pillar costo, que si las benzodiacepinas, que si se zambulló en la lectura mientras renunciaba a su trabajo de abogada.
Y no. Entonces, por debajo, Clara Usón ya ha empezado a colar los detalles autobiográficos (que anegarán la última parte) y a entregar las riendas de la novela a una nueva línea. Porque el asesino tímido que menciona el libro es el fantasma del suicidio, otro tema recurrente en la obra de la escritora barcelonesa, y ese tema se hace omnipresente a través de las menciones a Pavese y, sobre todo, a Wittgenstein, cuya semblanza vital acaba tomando un protagonismo casi absoluto, con su carácter huraño y depresivo, con sus evidentes conatos de genialidad, con su familia repleta de suicidios y muertes trágicas, semblanza que Usón se apaña para combinar de forma irregular, a veces forzada, esas situaciones que se empeña en hacer confluir: la de Mozarovski y las especulaciones sobre si su muerte obedeció a cierta situación incómoda con la corona española, la de Wittgenstein y el avance de su genio y cómo superaba y humillaba a quienes se suponía iban a ser sus maestros, y la de Usón, empeñada en entregarnos su experiencia vital previa a su firme decisión de hacerse escritora. Tramo final del libro que se me ha hecho largo y algo incomprensible en su engarce: sin llegar a la lágrima ni al auto-fustigamiento tan propios de hoy en día (ejem) me ha parecido ver a la autora muy apremiada por insertar esos episodios: que si fumaba porros, que si iba a la disco, que si se bajaba de Pedralbes al Barrio Chino a pillar costo, que si las benzodiacepinas, que si se zambulló en la lectura mientras renunciaba a su trabajo de abogada.
En fin, las piezas no se ensamblan del todo, Usón no baja su buen nivel literario (aunque es curioso que las frases memorables de este libro sean las que toma prestadas de otros autores), pero la sensación de obra precipitada, de experimento inconcluso, persiste.
5 comentarios:
También tuve esa misma impresión conforme lo iba leyendo, que picaba de mucho pero sin profundizar en nada. Todavía a día de hoy me sigo preguntando si realmente el libro me gustó de verdad
A mí también me decepcionó... Reconozco que había puesto el listón muy alto después de la estupenda La hija del Este.
Que quede claro que no dejaré de leer a Clara Usón, pero ha tenido mucha suerte que haya empezado por sus buenas novelas y luego me encontré esta que, lo siento, no dejó mucha huella.
Acabo de leer esta novela y es cierto que el caso de Sandra (del que se podía haber sacado más jugo) se desvanece a medida que avanza la lectura. La autora no realiza una investigación como quizá el lector espera (de hecho, rescata datos que están ya dispersos por internet y al alcance de cualquiera). Y que luego hay como dos líneas narrativas más, la de Wittgenstein y la de la propia Clara. Pero creo que en la reseña te olvidas de hacer mención a la "pata" fundamental del relato, que es la madre. El personaje, secundario en principio pero no, más interesante de la novela, aunque también nos quedemos con ganas de una mayor profundización en ella.
Puri
El asesino tímido ha sido mi primer acercamiento a Clara Usón y me ha fascinado, la verdad. Este post y sus comentarios me confirman que debe ser una de las mejores autoras del momento, porque si esto es de lo peor que ha escrito... Estoy deseando coger Las hijas del este.
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