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viernes, 10 de julio de 2015

Javier Reverte: El sueño de África

Idioma: español
Año de publicación: 1996
Valoración: Muy recomendable

Javier Reverte  es el más conocido -y quizá el mejor, no sé- escritor español de libros de viajes. en concreto, le ha dedicado unos cuantos al continente africano e incluso tres de ellos han sido agrupados en una llamada Trilogía de África: Vagabundo en África, Los caminos perdidos de África y éste que reseñamos hoy -y, en mi opinión, el mejor de los tres-, El sueño de África, que lleva el subtítulo En busca de los mitos blancos del continente negro. Porque, aunque lo que se cuenta en este libro es un viaje -o una serie de ellos-que el autor realizó en 1992, entre la costa de Kenia y Tanzania (incluyendo la isla de Zanzíbar) y la zona de los grandes lagos-Victoria, Alberto y Eduardo- en Uganda, Reverte no se limita a narrarnos el viaje en sí y las anécdotas que se sucedieron en el camino, sino también, o sobre todo, a seguir las huellas de diversos personajes históricos que padecieron la "fiebre africana y cuyas vidas, de una forma u otra, se vieron vinculadas, hasta de forma indisoluble, al continente negro.

Reverte, pues, nos va desgranando con maestría y amenidad las vidas de, por supuesto, insignes exploradores como Vasco de Gama, el inclemente Henry Stanley, Speke o su compañero, el "Diablo", Richard Burton (al que sin duda ya conocerán los lectores más acérrimos de Borges), descubridor de las Montañas de la Luna y traductor de La Mil y Una Noches. También misioneros como el celebérrimo -supongo- doctor Livingstone; también los  mucho menos conocidos Krapf y Rebmann, descubridores de los montes Kenia y Kilimanjaro. Legendarios cazadores como Phil Percival o Frederik Selous... junto a célebres escritores que, en buena medida, se llevaron la fama de sus "hazañas": ahí tenemos a Hemingway o  Ridder Haggard. No faltan, claro, administradores de la larga etapa colonial: desde la dignidad de John Kirk, que consiguió la abolición de la esclavitud en Zanzíbar,  a la inhumanidad del racista Carl Peters, un tipo admirado por el propio Hitler, no digo más...  Pero junto a elementos de esta calaña, también militares que se comportaron con honor incluso en guerras que tenían muy poco de honorables: el coronel Von Lettow, que se rindió sin haber sido nunca derrotado en la I G.M. y su oponente afrikaner, Jan Smuts. U otro tipo de guerreros, que quizá merezcan aún más ser recordados, como Dedan Kemathi, líder de la rebelión anticolonial Mau-Mau, en Kenia...

Entre medias, nos encontraremos historias fascinantes y a veces no demasiado conocidas: la del orgulloso pueblo masai o la del gobierno de los Mazrui en Mombasa (que se convirtió en el primer protectorado británico en África Oriental...sin que lo supieran en Londres). Otras, en cambio, son bien conocidas e incluso han merecido ser llevadas a la gran pantalla: la accidentada construcción del tren de Uganda, el llamado "Tren Lunático", asediada por as fieras -supongo que más de uno habrá visto  Los demonios de la noche- o el recuerdo del mito del llamado "país del Hombre Blanco", en las Tierras Altas de África, peculiar sociedad inmortalizada en las letras  por Isak Dinesen -Karen Blixen- y luego por el cine.

Aunque, sobre todo, Javier Reverte nos habla de las personas que viven ahora mismo (bueno, hace 20 años, pero ya me entienden...) en esas tierras africanas, padeciendo en la mayoría de los casos la injusticia de ser los pobres entre los pobres, los explotados y los olvidados. Y Reverte, que ama ese continente y a sus habitantes, no deja de recordarnos que el "sueño de África" no sólo consiste en las ansias de aventura o de riqueza, sino, sobre todo, de disfrutar de la belleza y la libertad del mundo. Pero que debe ser así para todos.


Otros libros de Javier Reverte en Un Libro al DíaEn mares salvajes

domingo, 7 de diciembre de 2014

Colaboración: En mares salvajes de Javier Reverte

Idioma original: español
Año de publicación: 2011
Valoración: Recomendable

En mares salvajes es un título engañoso, como muchas veces ocurre. Parece que nos van a contar alguna gran travesía, que nos adentraremos en esa literatura oceánica que siempre aporta emociones al límite. Pero el libro se subtitula Un viaje al Ártico, que resulta mucho más descriptivo. Y lo sería más aún si rezase Un viaje al Ártico canadiense, que es realmente el objeto del libro. Aunque, claro, con ese título vendería bastante menos.

Javier Reverte, reconocido autor de libros de viajes, inicia su recorrido visitando algunas pequeñas localidades del levante ártico canadiense, y nos introduce así en ese mundo peculiar de las regiones boreales: sus núcleos urbanos, definidos por la meteorología hostil, su población, donde se mezclan funcionarios blancos e inmigrantes de todo el mundo con los nativos inuit (esquimales), la idiosincrasia y agitada historia de estos últimos en su encuentro con la civilización occidental.

Parece quedar claro que lo que busca Reverte no es la erudición, ni desde el punto de vista sociológico ni tampoco literario. Aporta información digamos general, claro está, pero su experiencia personal la transmite como lo haría un amigo, contaándonos cómo son los bares (acabamos conociendo unos cuantos), lo áspero del paisaje o las peculiaridades de un hotel; pero todo ello desprovisto de adornos o aspiraciones estéticas.

Pasamos después a embarcar, ahora sí, en un buque oceanográfico ruso reconvertido para el turismo (una cosa muy post-soviética, desde luego), para navegar el llamado Paso del Noroeste, es decir, la conexión marítima entre el Atlántico y el Pacífico por el norte de Canadá. A causa del calentamiento global, estos mares resultan ahora navegables durante la mayor parte del año, algo insólito en la historia conocida.

La singladura marítima propiamente dicha es en realidad parcial, porque recorre la parte central del Paso, aunque sin llegar a completarlo entre ambos océanos. Según nos la va contando Javier, nos queda la sensación de un viaje bastante menos intenso de lo esperado, la cosa queda un poco en el típico viaje turístico ‘de aventura’ para ricos, y tampoco parece que al autor le impresionase demasiado.

Pero aprovecha Reverte para ir relatando la extenuante búsqueda del Paso durante varios siglos, a través de sucesivas expediciones, patrocinadas casi todas el Almirantazgo del Imperio británico, entonces dominador casi absoluto de los mares. Vamos conociendo historias, a veces apasionantes, de intrépidos marinos que con medios rudimentarios desafían las terribles condiciones del entorno (temperaturas extremas, violentas tempestades, el hambre y la soledad de los parajes árticos) para ir descubriendo, palmo a palmo, los entresijos de ese inmenso laberinto blanco, la mayor parte de las veces a costa de su propia vida. Se nos presentan algunos nombres famosos, como Hudson, Parry, Franklin y por supuesto, Amundsen (sí, el del Polo Sur), junto a otros muchos que van jalonando la epopeya.

De forma que, si el relato del viaje en sí no nos transmite una emoción especial, es en la vertiente histórico-didáctica donde el autor se luce realmente. No sólo va desgranando las diferentes aventuras con buen sentido y de forma amena y clara, sino que tiene la habilidad de ir incrustando las sucesivas historias en los momentos adecuados de su propio viaje.  Como además dosifica con acierto los dos itinerarios narrativos, sin que nos cueste trabajo pasar de uno a otro, se puede decir que la composición le sale perfecta.

Por lo demás, se diría que al propio Reverte la travesía también le supo a poco, como le ocurre al lector. De forma que, una vez finalizada y ya en el continente, decide continuar, explorando por su cuenta parte de los vastos territorios que rodean el curso del río Mackenzie, en los Territorios del Noroeste. Aquí recuperamos al viajero independiente, que se busca sus propios puntos de interés y nos habla de lo que va viendo: remotas y minúsculas poblaciones, minas abandonadas, carreteras que cuadrarían bien al concepto de lost highway, ríos que hay que atravesar en transbordadores… y, sobre todo, hoteles y bares donde charlar con la gente.

Así que la prometedora travesía por mares salvajes se nos queda un poco mustia, no disfrutaremos de descripciones épicas o grandes aventuras. Pero tenemos a cambio un relato, más bien sencillo, bien construido y sin pretensiones, de un tipo que simplemente se gana la vida así: viajando y contando lo que ha visto.

Firmado: Carlos Andia

Otros libros de Javier Reverte en Un Libro al DíaEl sueño de África

jueves, 18 de agosto de 2016

Kate Griffin: Kitty Peck y los asesinos del Music-Hall

Idioma: inglés
Título original: Kitty Peck and the Music hall Murders
Año de publicación: 2014
Traductor: Alejandro Palomas
Valoración: está bien

La época victoriana y la ciudad de Londres durante la misma siempre han dado mucho juego literario, quizás por el recuerdo de los grandes escritores británicos de aquellos años. pero, sobre todo, resulta una ambientación especialmente estimulante en lo que se refiere a las novelas de misterio, sin duda por los ecos que nos traen del personaje de Sherlock Holmes, pero también de los casos reales como los célebres crímenes de Jack el Destripador. Supongo que más o menos inspirada en este último personaje, que aterrorizó el East End londinense, la autora de la novela la ha ambientado en ese mismo ámbito geográfico, aunque centrando la trama en los music-halls de la zona de Limehouse, y en concreto, en los que conformaban el llamado "Paraíso", sobre el que reinaba la siniestra, opiómana y orientalizante Lady Ginger. Como han desaparecido varias chicas de sus teatros -coristas, camareras, fulanas-, esta señora del submundo de las variedades, pero también de los bajos fondos de la ciudad, decide colocar como cebo a una joven costurera y limpiadora de uno de sus teatros, Kitty Peck; también para que pague una supuesta deuda moral contraída por su desaparecido hermano Joey. Con la ayuda de su amigo, el pintor y tramoyista Lucca Fratelli, Kitty hará bastante más que servir de señuelo para atrapar al secuestrador -y tal vez asesino- de las chicas, además de descubrir un montón de secretos incómodos... alguno de los cuales también le atañe a ella.

Creo que se puede afirmar que lo mejor de esta novela es la ambientación, en una época y lugar ya digo que de lo más estimulante para estos menesteres (que se lo pregunten a Anne Perry), porque, por lo  demás, la trama detectivesca no tiene demasiado recorrido, la verdad... Sí que resulta atractivo cierto aire de folletín que adopta la historia en algún momento, aunque también bordea -por suerte, sólo eso-, la novela romántica. Y no me refiero a Victor Hugo, claro, sino a algo más parecido a aquellos entrañables dibujos de Candy Candy... (que, por supuesto, yo no vi nunca... ejem). Los personajes, por otra parte, están bien trazados y delineados, pero quizás resultan un poco excesivos cuando se desvanece ese aire folletinesco al que me he referido. El melodrama, con el que también coquetea la narración, no acaba de sentarles bien, me parece. En suma, resulta una novela entretenida, adecuada para pasar las largas tardes estivales pero poco más. Sospecho que no se fijará en la memoria de nadie.

Una última aclaración, creo que pertinente: Kate Griffin también ha publicado libros como Claire North... pero ambos nombres son seudónimos (o heterónimos, incluso) de la escritora Catherine Webb, que además firma otros títulos con este su verdadero nombre. ¿Un poco confuso? Pues sepan que además existe otra escritora, diferente de la anterior, que se llama Katherine Webb... ¡Para que luego se quejen, por ejemplo,  Pérez-Reverte, Martínez Reverte y Javier Reverte!

Nota post-reseña: Al parecer, y según un comentario de la propia autora del libro, he cometido un error y resulta que la Kate Griffin que ha escrito esta novela no es la misma Kate Griffin que en realidad se llama Catherine Webb (que, como ya he mencionado, es distinta de Katherine Webb). Para entendernos: podemos encontrar libros firmados por dos Kate Griffin y por dos Catherine /Katherine Webb, siendo  tres personas diferentes... Mea culpa por lo que al error de atribución de autoría se refiere, por supuesto, pero... ejem, como sin duda alguna vez dijo el inmortal bardo de Stratford-Upon-Avon: ¡Ché, qué quilombo! ; )

martes, 22 de diciembre de 2015

ULAD: Nuestros libros del 2015

Montuenga

Mejor novela del s. XX: Los reconocimientos, de William Gaddis
Mejor novela del s. XXI: Abril rojo, de Santiago Rocangliolo
Mejor thriller: Vestido de novia, de Pierre Lemaitre
Mejor novela iniciática: Las tribulaciones del estudiante Törless, de Robert Musil
Mi gran descubrimiento: La escritura peligrosa de Tom Spanbauer en El hombre que se enamoró de la luna 
Mejor ensayo: La insensatez de los necios, de Robert Trivers
Mejor volumen de relatos: Extinción, de David Foster Wallace
Peor novela: 1914. El asesinato de Sarajevo, de Eladi Romero García
No he pasado de la cuarta página en: El día en que Nietzsche lloróde Irvin D. Yalom

Juan G. B. 

Novelón del año (en todos los sentidos): Los reconocimientos, de William Gaddis.
Sorpresa (se entiende que agradable): Londres después de medianoche, de Augusto Cruz.
Novela negra para-disfrutar-más-que-un-cochino-en-un-lodazal: Lennox, de Craig Russell.
Libros que me removieron las entretelas (y algo más): Poeta muerta, de Patricia Heras y La captura de Macalé, de Andrea Camilleri.
Mejor carta de navegación por los procelosos piélagos de nuestra época: La piel de la frontera, de Francesc Serés
Escollos evitados a tiempo: Lección de anatomía, de Marta Sanz y Un mal año para Miki, de José Ovejero.
Libros más preciosamente ilustrados: La vida de las paredes de Sara Morante e Ilustre Ruritania ilustrada de Ainize Santos y Santi Pérez Isasi (lástima de texto, en este caso).
Novela gráfica del año: Yo, asesino de Antonio Altarriba y Keko.
Publicación y recopilación del año (y obra maestra): Torpedo 1936 (integral), de Enrique Sánchez Abulí y Jordi Bernet.

Santi
Novela española del año: Cicatriz de Sara Mesa
Novelón del año: El museo de la inocencia de Ohran Pamuk
Clásico del año: Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell
Descubrimiento del año: Anna Starobinets, en particular sus relatos.
Autor al que ya no daré más oportunidades: Patrick Modiano
Fenómeno literario del año: Elena Ferrante y su serie de novelas sobre Dos Amigas
Fenómeno literario que no entiendo: la seride de novelas Mi lucha Karl Öve Náusea 
Curiosidades literarias: En Nadar-dos-pájaros de Flann O'Brien y Viaje alrededor de mi cuarto de Xavier de Mestre 
Literatura y/o periodismo, a quién le importa: La agonía de Francia de Chaves Nogales y El fin del 'homo sovieticus' de Svetlana Aleksievich

Carlos Andia
Libro de viajes del año: En mares salvajes, de Javier Reverte
Novela apetecible 2015: Siete casas en Francia, de Bernardo Atxaga
Decepciones de mayor o menor rango: En la orillade Rafael Chirbes, y Retrato de un hombre inmaduro, de Luis Landero
Para sumergirse en la Historia: Los Austriasde John Lynch
Clásico recuperado (y con mucho gusto): Tirano Banderas, de Ramón del Valle-Inclán
Tocho superlativo del año: Las mil y una noches (la reseña, antes de fin de año)

Francesc Bon 

Un año en que publican dos de mis autores favoritos no debería ser malo. Aunque lo hagan con obras que quizás, no sean sus mejores. Pero si bien a Houellebecq todos los acontecimientos ajenos han contribuido a que Sumisión gane en relevancia, crezca en trascendencia y rabie de actualidad y, por lo tanto, sea indiscutiblemente la novela más importante del año y su lectura obligatoria. A su lado, y no por deméritos, Pureza palidece, aunque crece en el recuerdo, lo cual no está nada mal. No suelo ponerme al lado de los vilipendiados por el mero hecho de serlo, pero ¿Franzen? El mejor de los que lo despedazan, que escriba un párrafo como el peor de los incluidos en Las correcciones y entonces hablamos.
Un autor con el que repetiré: aparte de decenas de clásicos, creo que volveré a probar a DeLillo para ver si el brutal desequilibrio entre Ruido de fondo y Cosmópolis tiene algún matiz. Y caerá algún Faulkner más, supongo. 
De este año no pasa: que encuentre unas semanas para apartarme del mundo y lea El día del Watusi de Francisco Casavella.
El libro que marcó mi añoSumisión, y aún podría exponer una docena de nuevos motivos por los que seguiré defendiendo esta novela.
El accésitaunque plantee dudas sobre si son puntos de partida de una carrera o no, libros como Nuevo destino son auténticos ganchos en la quijada.
Una apuesta personalSantiago Lorenzo cambiando de registro o Jenn Díaz poniendo su brillante prosa al servicio de asuntos más carnales. Peligro de que estilo, por brillante y solvente que este sea, devenga encasillamiento, amigos.
Frustrado: por no poder aportar mucho nuevo aquí ya que prácticamente todo lo que he leído ha caído en ULAD. Sí que he reconocer que este año ha sido para mí más un año de editoriales que de autores. Cualquier cosa de Sajalín, muchísimas cosas de Malpaso y bastantes de Blackie Books y Asteroide,
Incomprensible: Anagrama convirtiendo en emblemas de su producción dos naderías como Blitz y También esto pasará.

Y, como siempre, emplazar a nuestros lectores a que aprovechen los comentarios para dejarnos sus listas, sus sugerencias, preferencias, filias y fobias. Que ya tardabais.

miércoles, 3 de octubre de 2018

Miquel Barceló: Cuadernos de África


Idioma original: francés, catalán y castellano
Traducción: Nicole d´Amonville Alegría
Año de publicación: 2003
Valoración: Se deja leer

Suelen gustarme este tipo de textos, es decir, cuadernos de campo, libretas con apuntes de gente que se encuentra en distintos lugares haciendo algo. Y en general, me interesan más cuantas menos pretensiones literarias haya en su origen. Hay libros de viajes o ensayos muy estimables en torno a países o culturas sobre las que el autor pretende instruirnos: en tonos muy diferentes, todos los de Kapuscinski, el maravilloso de Michaux reseñado hace poco, o los más ligeros y comerciales de Javier Reverte, por ejemplo. Pero esto es otra cosa, hablamos ahora de anotaciones sueltas, sin intención inicial de ser publicadas, reflexiones de alguien que se encuentra fuera de su zona de confort geográfica, y simplemente apunta cosas. En tales casos lo atrayente es en principio la espontaneidad de lo escrito.

No sabemos cómo demonios se le ocurrió a Miquel Barceló viajar por primera vez a Gao (Mali), ‘el pueblo más pobre de uno de los países más pobres de la Tierra’, pero el caso es que repitió continente una y otra vez, casi siempre en el mismo país, donde parece encontrar algo de lo que carece en Europa. En los últimos apuntes se pregunta el pintor el por qué de sus regresos, puede que sea el ‘mal de África’ que cantaba Battiato, pero tampoco nos importa mucho el motivo, lo que nos interesa es que está allí y qué siente o qué ve, qué sensaciones suscitan esos lugares. Buscamos en sus notas indicios de cómo puede todo esto influir en su obra, en sus conceptos sobre el arte o sobre cualquier otra cosa.

Las experiencias iniciales en Gao, allá por 1988, son las más interesantes, tal vez por lo insólito. Habla Barceló sobre asuntos más o menos esperables, como los paisajes, las gentes y sus peculiaridades, los insectos o los problemas con las aduanas. Pero también –y esto me interesa más- sobre su trabajo: las termitas se comen los dibujos y el viento es tan caliente e intenso que la pintura se seca antes de llegar al lienzo. No lo dice Miquel, pero tiene uno intuiciones sobre obstáculos para la creación artística, la futilidad de las obras o la necesidad de buscar allí mismo la forma de hacerlas perdurables. Compra el artista en los mercados objetos insólitos que acompañan sus creaciones, a veces quizá las inspiran. Charla con los viejos de las aldeas y, en definitiva, no obstante las naturales dificultades, parece perfectamente adaptado al medio.

¿Cuál es el problema entonces? Pues que pasan los años, se repiten las estancias de uno o dos meses, y esto empieza a parecer un poco escaso. Sí, bueno, deja caer el autor lo que parece alguna reflexión de calado (las cosas en África parece más reales y pintables que cualquier calle de París, viene a decir), imágenes curiosas (se instala Barceló en una cueva al borde del gran acantilado que limita el país de los dogones) o breves referencias al descubrimiento de nuevos materiales (un tejido vegetal llamado tapa, fibras de coco, asfalto de Adjamé). Pero entre listas de libros, aventuras con coches averiados y dolencias intestinales cada vez cuesta más encontrar cosas interesantes que no se hayan dicho antes. Por esta razón acaban haciéndose más visibles algunos comentarios y actitudes que, como lector, empiezan a fastidiar un poco: una frase muy desafortunada sobre la muerte de un piloto del Paris-Dakar, algunas estupideces sobre las ONGs, un tonillo de desprecio/superioridad hacia los tubabs (turistas), y una afición hacia lo escatológico que en algún momento puede tener su gracia, pero si se reitera mucho termina resultando pesada.

Dirá Barceló que qué le importa si sus opiniones o sus notas parecen vacías o poco interesantes. Pero la mala noticia es que aquí estamos precisamente para opinar sobre un texto publicado, y la sensación que me trasmite es de que una parte demasiado importante del libro se queda en nada, y que las reflexiones realmente interesantes acaban siendo muy pocas. Es más, creo que Barceló no le saca partido a lo que podían haber sido algunas buenas historias. Seguramente no siente la escritura como su medio de expresión (él mismo reconoce sus limitaciones literarias), y sencillamente no se le ocurrió dejar constancia de otras cosas. Así, el libro cuenta lo que cuenta, es lo que hay.

Puede que todo derive de la propia naturaleza del texto, quizá es que deberíamos limitarnos a verlo como un documento, como podrían serlo unas fotografías hechas al azar, sin pretensiones artísticas. No le podemos pedir casi nada más allá de la espontaneidad, pero bueno, es una curiosidad en torno a un pintor famoso y sus estancias en un lugar exótico. Y, eso sí, viene acompañado de unos cuantos dibujos y bocetos que harán las delicias de sus fans.

Y no sé si me ahorro el 'decepcionante' porque en el fondo le acabo encontrando algún interés, o solamente porque sé que me está mirando Oriol.

miércoles, 16 de febrero de 2022

Lo mejor de 2021: Lo que opinan nuestros lectores

Con cierto retraso y tal como avisamos, estas son las listas que nuestros lectores han enviado indicando sus lecturas favoritas del 2021.

En riguroso orden de llegada.

Os agradecemos vuestra colaboración y, ya que estamos, nos encanta la enorme diversidad de vuestras elecciones.

Salud y cultura, amigos.

Anónimo

Ficción

Libros que merecen mejor valoración en el blog

Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino

Tres tristes tigres de Cabrera infante


Libro que me gustaría que reseñaran nada más que para ver qué valoración le dan

La mano junto al muro/El falso cuaderno de Narciso Espejo de Guillermo Meneses


Libro que llevaba años buscando y finalmente conseguí una copia

El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz de Bryce Echenique


Nada que decir, apuestas seguras

Pedro Páramo y el llano en llamas de Rulfo

Ficciones de Borges

Pantaleón y las visitadoras de Vargas Llosas


Imprescindibles en el blog pero no en mi corazón

Bajo el volcán de Lowry

La insoportable levedad del ser de Kundera


No ficción

Libro que llevaba años buscando y finalmente conseguí una copia

Sociología y pragmatismo de Wright Mills

La distinción de Bourdieu

La selva de los símbolos de Turner


Relectura necesaria

La imaginación sociológica de Wright Mills

Outsiders de Howard Becker

La zona gris de Auyero


Libro de método que parece un fastidio pero que puede ser grato para gente de otras áreas

Los trucos del oficio de Becker

Describir el escribir de Cassany

Decir casi lo mismo de Eco


Clásicos que faltaban

La rebelión de las masas de Ortega y Gasset

Técnica y civilización de Mumford


Libros de mi país o sobre mi país que me gusta releer

Adiós al socialismo de Del Búfalo

La renta y el reclamo de Bautista Urbaneja

El Estado mágico de Coronil


Conseguidos por sorpresa

Orientalismo de Said

La invención de Irlanda de Kiberd

Comunidades imaginadas de Anderson


Gabriel Diz

Les dejo una selección de lo que he leído en 2021. Son 13 libros en total, algo más de uno por mes. Estuve un rato largo intentando dejar la lista en 12 para que fuera un libro por mes pero no lo logré:


1)Jane Eyre (Charlotte Bronte)

2)El corazón del daño (María Negroni)

3)Años luz (James Salter)

4)2666 (Roberto Bolaño)

5)Las tres vanguardias (Ricardo Piglia)

6)La virgen cabeza (Gabriela Cabezón Cámara)

7)Nuestra parte de noche (Mariana Enriquez)

8)La hermana menor (Mariana Enriquez)

9)El sueño de los héroes (Adolfo Bioy Casares)

10)Prins (Cesar Aira)

11)La sangre manda (Stephen King)

12)La llamada del Cthulhu (H.P. Lovecraft)

13)Persecución (J.C. Oates)

Carlos Ávila:

El descubrimiento del año: la escritora mexicana Fernanda Melchor. De

todas formas ha sido un año prolífico en esto con Alejandro Zambra, Óscar

Martínez, Kent Haruf o Andrea Abreu entre otros.

Relectura de clásicos: Memorias de un europeo de Stefan Zweig.

Decepciones: Serge de Yasmina Reza y No tengo tiempo. Geografías de la

precariedad de Jorge Moruno.

Autores que no me fallan: Marín Caparrós y su Ñamérica, Leila Guerriero

con Frutos extraños y Carrère con Yoga.

Buenas investigaciones y muy bien contadas: No digas nada de Patrick

Radden Keefe y Laëtitia o el fin de los hombres de Ivan Jablonka.

Una autobiografía muy potente: Trilogía de Copenhague de Tove

Ditlevsen.

Libros para reírse con ganas y desconectar: Cualquiera de los tres de relatos

de Kenneth Cook.

Lecturas que dejan mal cuerpo pero que es necesario hacer: Antisocial de

Andrew Marantz y Extrema derecha 2.0 de Steven Forti.

Propósito para 2022: Seguir y seguir leyendo cada día y atreverme con

Guerra y paz.

Pablo GP

Libros Preferidos:

- Donal Ryan: Corazón giratorio.

- Fiódor Dostoyevski: Los hermanos Karamazov.

- Donald Ray Pollock: El diablo a todas horas.

- Albert Cohen: Bella del señor.

- Elizabeth Kolbert: La sexta extinción.

- Mario Levrero: La ciudad y El lugar, de la Trilogía involuntaria (París me pareció más flojo).

Libros Destacables:

- Marlon James: Breve historia de siete asesinatos.

- Alan Parks: Enero sangriento.

- Juan Marsé: Últimas tardes con Teresa.

- Jeffrey Eugenides: Middlesex.

- Bruce Chatwin: Colina negra.

- Peter Kaldheim: El viento idiota.

Mención honrosa:

- Alan Parks: Hijos de Febrero.

- Natalia Ginzburg: El camino que va a la ciudad y otros relatos.

- D.H. Lawrence: El arco iris.

- Chriss Offutt: Kentucky seco.

- Emmanuel Carrère: Yoga

Decepciones:

- George Saunders: Lincoln en el bardo.

- Johnny Marr: ¿Cuándo es ahora? Memorias.

- William Gaddis: La carrera por el segundo lugar.

- Hubert Selby Jr: Última salida para Brooklyn.

Maqroll El Gaviero

Mis mejores lecturas del año (las dejo en 9):

- Los siete locos (Roberto Arlt)

- Limónov (Carrère)

- La mano izquierda de la oscuridad (UK LeGuin)

- Glosa (JJ Saer)

- Me llamo Rojo (Pamuk)

- Martin Eden (Jack London)

- Kokoro (Soseki)

- El idiota (Dostoievsky)

- La suerte de Omensetter (W Gass)


Si se pudiera meter poesía: mención especial a Basilio Sánchez (“He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes”) y a Alejandra Pizarnik (cualquier cosa suya).

Ángel Muñoz

El mejor,

No digas nada, Patrick Radden Keefe, minucioso, objetivo (hasta donde uno puede serlo) y muy esclarecedor, el conflicto del IRA explicado casi como si fuera un novela de acción, espectacular.

Me daba perezón pero mira…

Línea de fuego, Arturo Pérez-Reverte, guerra civil y el más famoso de los miembros de la RAE… de entrada lo último que pensaba coger, pero me parece que Arturo sabe dar ritmo a las novelas, sabe transmitir un escenario con verosimilitud, y se intenta alejar de maniqueísmos. Lo fulminé en un plis-plas (¿estará esta expresión reconocida por la RAE?)

Me arriesgué y no me decepcionó

64, Hideo Yokoyama, citando a los inmortales No me pises que llevo chanclas, “Japón, mía que está lejos Japón” Lejos física y culturalmente, y este libro me situó en una sociedad a la que me costaba entender, con una forma de narrar que se aleja de mi zona de confort, pero mereció la pena, novela redonda.

Qué necesidad tenía yo…

A ver, que es que uno es masoca, empezar una serie de libros y dejarlos… me cuesta, y pasa lo que pasa. Entre las sagas en los que mil veces pensé para qué te metes… destaco como horrorosas, Balada de serpientes y pájaros cantores, Suzanne Collins;  La sexta trampa, J.D. Baker y La hora de los hipócritas, Petros Markaris.

Decepción especial para La era de la supernova, Cixin Liu (absurda es decir poco).

Y en el apartado me importa cero lo que me cuentas, Boston. Sonata para violín sin cuerdas, Todd McEwen (recomendación de ULAD, pero yo es que no le veo la gracia) y Contemplaciones, Zadie Smith (¿dónde está la Zadie de Dientes blancos?)

Sorpresas inesperadas

Esos libros que te llegan de algún modo raro y me han dejado impactado, La verdadera vida, Adeline Dieudonne (la violencia hacia la mujer contada de una forma distinta, sin guardar nada pero sin crudezas, obra de arte); El evangelio de la anguila, Patrick Svenson (un libro sobre anguilas, y que se queda corto… no hay mas que decir), Al final siempre ganan los monstruos, Juarma (miedo me daba la expectación creada, y merece la fama que tiene).

Me hicieron reír, mucho

Antes todo esto era campo atrás, Pablo Lolaso (solo para amantes del baloncesto), Subidón, Joaquín Reyes (solo para amantes… pues eso de la muchachada)

Para pasar un buen rato, con ciencia-ficción

Proyecto Hail Mary, Andy Weir (este autor tiene un don cuando habla del espacio) El largo viaje a un pequeño planeta iracundo, Becky Chambers (exquisito, no es el qué les pasa, son los personajes los que hacen esta novela)

Zoila Blanco

ATRAPA LA LLEBRE (L.Bastasic)

Y LLOVIERON PAJAROS (J.Saucier)

VERA (E. von Armin)

ELS DICS (I.Solá)

LA DRECERA (M.Martin Serra)

LAS LEALTADES (De Vigan)

LA AVERIA (F.Dürrenmatt)

ELS PROSCRITS DE SANTA FE (J, Masanès)

EL RETORN DEL CATO (M. Asensi)

TSUNAMI (A. Pijuan)

LLUM DE FEBRER (E.Strout)

L'ANY QUE VA CAURE LA ROCA (P. Coll)

LA KLARA I EL SOL (I. Kazuo)

AMARILLO (F. Romero)

EL IMPERIO DE YEGOROV (M. Moyano)

LAS GRATITUDES (De Vigan)

Sergio Borao Llop

Ante todo, gracias por las reseñas diarias.

En segundo lugar, os paso la relación de lecturas destacadas de este año que termina (tal vez -mi memoria no es tan precisa- vaya también alguna del 2020). El orden es alfabético por apellido de autor

Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie

La parábola del sembrador, de Octavia E. Butler

Noir, de Robert Coover

Todo lo que muere, de John Connolly

La casa de hojas, Mark Z. Danielewski

Solo el silencio, de R. J. Ellory

X, de Percival Everett

Vivir abajo, de Gustavo Faverón Patriau

Breve historia de siete asesinatos, de Marlon James

El gran cuaderno, de Agota Kristof

El intérprete del dolor, de Jhumpa Lahiri

Cuentos completos, de Mario Levrero

Ánima, de Wajdi Mouawad

Plop, de Rafael Pinedo

Las primas, de Aurora Venturini

Michi:

Mejor novela hispanoamericana: El día del Watusi - Francisco Casavella y Basilisco - Jon Bilbao

Mejor novela de lengua extranjera: Un mapa para un crimen - Collin Harrison y El club de los

mentirosos - Mary Karr

Mejor novela en galego: O paraíso dos inocentes - Antón Riveiro Coello 

Mejor libro de viajes: La frontera - Erika Fatland; Los sótanos del mundo - Ander Izagirre; El río de la luz - Javier Reverte 

Mejor ensayo sobre música: The Stooges: Combustión Espontánea - Jaime Gonzalo y Hotel California - Barney Hoskyns 

Mejor ensayo medioambiente: Sueños Árticos - Barry Lopez 

Mejor ensayo sobre cine: El otro Hollywood - Legs McNeil y Jennifer Osborne 

Mejor novela negra: La playa de los ahogados - Domingo Villar 

Mayor decepción: Desierto Sonoro - Valeria Luiselli y Temporada de Huracanes - Fernanda Melchor 



lunes, 18 de diciembre de 2023

2023 en libros. El único veredicto que vale

¡Pues sí, amigos! Llega el día en que todas las listas de "lo mejor de 2023" palidecen, pese al título de la entrada, ante la proverbial independencia, modestia y buen gusto de los reseñistas de ULAD. Porque no estamos ante la lista de los invitados a la boda del crítico de turno (no, Babelia y El Cultural, no estamos diciendo que vosotros hagáis eso) y porque no pretendemos sentar cátedra diciendo qué es lo mejor que se ha publicado en 2023 (¡coño, que hay tropecientas mil novedades y habremos leído un 0,0001%!). Esto solamente es, nada más y nada menos, lo mejor que hemos leído en 2023.

No podemos dar paso a la lista sin antes recordar lo que para nosotros ha sido la peor noticia que nos ha podido dejar este 2023: el fallecimiento, en el mes de agosto, de nuestro compañero Emilio. Las reseñas que dejó programadas y que hemos ido publicando estos últimos meses dan idea de lo que para Emilio fueron sus mejores lecturas del año.

Sin más, aquí tenéis nuestro dictamen

El veredicto de Koldo (por ahora):


La sentencia de Juan:

Palabra de Oriol:

La sentencia de Francesc:
 
      No muy bien habrá ido la cosa cuando he tenido que revisitar mis reseñas para poder componer esta lista. Así que
  • Recuerdos que prevalecen sin excesivo esfuerzo, o sea, MUY BIEN: Material de construcción de Eider Rodríguez, o cómo lidiar bien, literariamente, con la pérdida, y Les voltes del món de Tuli Márquez, a ver si el mundo editorial se entera del talento de este hombre y se le traduce al español.
  • Demasiados ensayos que se han quedado a medias o que me ha dado la impresión de que no conectan profundamente con la realidad, así que no los mencionaré. La realidad no lo pone fácil, cambiando cada dos por tres.
  • Alguna biografía musical que tiene más pulsación narrativa que mucha narrativa, como Bobby Gillespie en Un chaval del barrio o Jarvis Cocker en Buen Pop Mal Pop
  • Extraño reencuentro por partida doble con Houellebecq, del cual Unos meses de mi vida me ha mostrado una sorprendente actitud frágil y victimista. Curioso que su acercamiento a sí mismo le haya hecho desenfocar su aguda visión de la sociedad.
  • Y a ver si las cosas mejoran. O sea, que los tótems atinen o que las eternas promesas se consoliden. Ya, por favor.

El panegírico de Santi

En un año de bastantes pocas lecturas (una vez más), afortunadamente ha habido algunas buenas o muy buenas:

Resolución (recurrible) de Carlos

El dictamen de Marc:
  • Libro del año: «Un caballero en Moscú», de Amor Towles
  • Ensayo del año: «La supervivencia de los más ricos», de Douglas Rushkoff
  • Grandes consolidaciones en narrativa: Xavier Mas Craviotto, por «La pell del món»
  • Descubrimientos del año (autores): Byung-Chul Han con «La expulsión de lo distinto»
  • Caerán más libros de: Clarice Lispector, Siri Hustvedt, Amor Towles, Paul Auster
  • Propósitos para el 2024: más poesía, continuar con más ensayo y reencontrarme con la narrativa tras un año sin grandes lecturas

miércoles, 21 de febrero de 2018

2x1: Los peligros de internet (El desengaño de internet y Arden las redes)

Evgeny Morozov: El desengaño de internet. Los mitos de la libertad en la red

Idioma original: inglés

Título original: The net delusion
Traductor: Eduardo G. Murillo
Año de publicación: 2011
Valoración: recomendable

Quien no conozca a Evgeny Morozov por sus artículos en innumerables medios (entre ellos El País), puede empezar a hacerse una idea siguiéndole a través de su cuenta de twitter; no son necesarios muchos twits para darse cuenta de cuál es su tema favorito, por no decir su único tema: la tecnología, y más concretamente la interpretación ideológica del uso de la tecnología. Sus blancos favoritos son los "gurús" de Silicon Valley, que prometen que si les damos todos nuestros datos, nuestras contraseñas, nuestra localización exacta y nuestras fotografías y vídeos, crearán con ellas un mundo maravilloso, democrático y vegano (en vez de, por ejemplo, vender todos esos datos a otras empresas, usarlos para fines de marketing o, dios no lo quiera, entregarlos al gobierno de turno cuando este lo pida).


Estas obsesiones están muy presentes en su primer libro, The net delusion, cuyo título traducido al español, El desengaño de internet, es algo equívoco; quizás debería haberse traducido como The God delusion, de Richard Dawkins, como El espejismo de internet. Porque la palabra delusion, y esta es una de las claves del libro, hace referencia a un autoengaño, a una ilusión o fantasía que hace ver cosas maravillosas donde no existen. En este caso, el engaño del que habla Morozov es el "ciberutopismo": la idea de que más internet equivale a más democracia; de que implantar banda ancha equivale a implantar libertad (como en el siglo XIX construir ferrocarriles significaba difundir civilización), o que cualquier problema político, social o económico puede tener una solución meramente tecnológica, independientemente del contexto (lo que Morozov llama "internetcentrismo").


Pero ojo, Morozov no es el típico "ludita" que piensa que internet es malo, que los móviles nos esclavizan o que estábamos mejor sin televisión. Su crítica se enfoca muy concretamente en el ciberutopismo, que lleva por una parte a exagerar la importancia relativa de las tecnologías en revoluciones como la Primavera Árabe o las revueltas en Irán; y por otra parte produce políticas simplistas o mal direccionadas, que obvian el hecho de que "los malos" (por decirlo así) también pueden usar una mayor implantación de internet y de las redes sociales para controlar más y mejor a sus ciudadanos.


El libro de Morozov ofrece multitud de ejemplos concretos, tanto de citas que muestran que el ciberutopismo alcanza a las más altas esferas (por ejemplo, Hillary Clinton aparece en multitud de ocasiones defendiendo que más internet equivale a más libertad), como de eventos políticos reales o posibles que cuestionan esta opinión, desde Irán a China o a los propios Estados Unidos. El mayor problema que tiene el libro es que es excesivamente prolijo, y a veces hasta repetitivo; la idea central es necesaria y está magníficamente apoyada en datos; pero el lector se cansa de leer una y otra vez la misma idea (en voz de Morozov o en voces ajenas) y de encontrar decenas de ejemplos para demostrar lo mismo, o incluso el mismo ejemplo varias veces a lo largo del libro.


En todo caso, como antídoto contra los discursos eLibertarios (que a veces esconden, consciente o inconscientemente, un capitalismo neoliberal) y frente a la idea de internet como panacea, este sigue siendo un libro necesario.


Juan Soto Ivars: Arden las redes. La postcensura y el nuevo mundo virtual

Idioma original: español
Año de publicación: 2017
Valoración: recomendable como diagnóstico, decepcionante como análisis


Si Morozov puede ser un autor menos conocido para quien no se mueva en ámbitos tecnológicos, Juan Soto Ivars en cambio es probable que no necesite presentación para casi nadie que tenga Twitter en España: novelista, articulista, ensayista y twitero amado y odiado por igual, Soto Ivars se ha hecho un hueco (también en la Fundeu) como opinador ácido e irreverente, que levanta tantas pasiones como ampollas. Y también Soto Ivars, como Morozov, tiene un tema obsesivo en el último año (además de Cataluña); en este caso, se trata de los linchamientos digitales.


Arden las redes trata precisamente de estos momentos, que suelen terminar por aparecer en los periódicos con esa expresión tan manida, en que una persona privada o pública hace un comentario desafortunado en las redes sociales, y el resto de internet, como jauría justiciera, se le lanza encima exigiendo justicia, o más que justicia, venganza. Soto Ivars recolecta una buena colección de casos nacionales e internacionales, algunos de ellos bastante conocidos (el caso Zapata, Vigalondo, la escritora de libros infantiles María Frisa...), algunos de los cuales tuvieron consecuencias perdurables para sus protagonistas: pérdida de empleo, ostracismo digital, multas, juicios...


Como diagnóstico, Arden las redes me parece un libro recomendable: cada vez que veamos que un "tuitstar" republica un twit con una opinión estúpida o con un insulto despreciable, deberíamos esperar primero a conocer toda la información relevante, y no solo el titular, y después recordar que detrás de esos twits hay una persona que ha cometido un error, claro, pero que seguramente no merece (ni posiblemente está preparado para asumir) el odio, el desprecio y la humillación de miles de personas gritándole con una @ junto a su nombre. Si la opinión traspasa el ámbito de lo despreciable para entrar en lo delictivo, debe ser sin duda castigado, pero no condenado a arrastrar el oprobio de por vida (e internet tiene una memoria muy cruel). También conviene recordar que la libertad de expresión es una vía de dos sentidos: si no nos gusta que censuren a los que piensan como nosotros, no debemos querer censurar a quien piensa diferente (siempre que esa opinión no se transforme en injuria, agresión o exaltación del odio).


En cambio, el libro me parece mucho más flojo si lo tomamos no como advertencia, sino como análisis. Soto Ivars basa todo su argumento en dos conceptos: "poscensura" y "guerra cultural". La "poscensura" es la coerción para no expresar opiniones, no por miedo a una censura organizada y oficial, sino a la reprobación social de tus contactos digitales; la "guerra cultural" (y el término no es de Soto Ivars sino de James Davison Hunter) se refiere a una lucha por el control del discurso cultural/político, entre, básicamente, conservadores y progresistas (o "liberales", en el sentido anglosajón, que es distinto del español).


Aunque el término "poscensura" es el que más discusión ha provocado y el que ha sido peor recibido (probablemente porque estamos ya hartos de tanto "post"), mi mayor problema se sitúa en el segundo término, que me parece tan problemático como el "choque de civilizaciones" de Huntington. En primer lugar, porque crea dos polos monolíticos donde no los hay (sobre todo en el espectro político de la izquierda, tan aficionado a luchas fratricidas); y sobre todo porque parece situar en un estatuto de igualdad al poder y al contrapoder, a la cultura y la contracultura, a la lucha por determinados derechos, y al rechazo a estos derechos; al feminismo y al antifeminismo (por ejemplo), o a quien defiende los derechos de los homosexuales y a quien los ataca.

También, y este es otro problema importande del libro de Soto Ivars, porque no diferencia de forma suficientemente clara las explosiones espontáneas de indignación (que no por espontáneas son más justificables), de aquellas que responden claramente a intereses partidistas, como en el caso de Guillermo Zapata y de los titiriteros. Tampoco distingue claramente entre quienes hablan desde una posición de hegemonía cultural (Javier Marías o Pérez Reverte, por ejemplo) y quienes lo hacen desde una posición más periférica y por lo tanto más vulnerable; dicho con otras palabras, el libro parece decir que son igual de graves y peligrosos los insultos que pueda recibir Pérez Reverte por escribir una columna machista, que los insultos machistas o racistas que pueda recibir una activista de los derechos de las mujeres negras por parte del ejército de trolls de forocoches. Ambos insultos existen, y en grandes cantidades, pero ni todos reciben el mismo trato ni todos tienen la misma visibilidad (como tampoco se paga igual, por ejemplo, insultar a una víctima de ETA que a una víctima del Franquismo o del 11-M).


Lo mejor que podría pasar es que Arden las redes nos hiciera más conscientes de que a veces en internet nos comportamos como una masa enfurecida con antorchas y tridentes, un comportamiento gregario y cobarde que fuera de internet (no digo "en la vida real", porque internet también es real) nos resultaría repugnante. Lo peor que podría pasar es que se creyese que, efectivamente, la guerra cultural lo explica todo, que todo es "poscensura" (¡caca!), y que por lo tanto no hace falta ni analizar nada más; porque en esa línea, Arden las redes se queda claramente corto.

lunes, 29 de julio de 2019

Contrarreseña: Buenos días, tristeza, de Francoise Sagan

Idioma original: Francés
Título original: Bonjour, tristesse
Año de publicación:1954
Traducción: Javier Albiñana
Valoración: Muy (muy) recomendable

Hace ya unos cuantos años que leí por primera vez "Buenos días, tristeza". Recuerdo que me gustó mucho. Ahora bien, al ver que lo teníamos reseñado en el blog con un rácano "está bien" surgieron las preguntas: ¿qué ocurrirá si vuelvo a leer "Buenos días, tristeza" en 2019?, ¿cómo nos habrá afectado el paso del tiempo a la novela y a mí?, ¿se confirmará aquella primera y lejana impresión o habrá una decepción? Había que despejar las dudas.

Pues bien, "Buenos días, tristeza" me sigue pareciendo un muy buen libro, hasta el punto de quedarse cerca del "imprescindible". Y me parece muy buen libro por varios motivos:
  • Su tratamiento del final de la juventud o cómo pasar del puro hedonismo, la indolencia y la apatía a la responsabilidad en solo 120 páginas. Apenas unas semanas, un escenario "cerrado" y cuatro o cinco escenas claves bastan para dar empaque a los personajes y a la historia. Economía de recursos al servicio de la novela, sí.
  • La evolución del personaje de Cecile (la principal protagonista de "Buenos días, tristeza") de joven egoísta y malcriada a Raskolnikov de la Costa Azul, de ser absolutamente incapaz de introspección alguna a ser alguien hasta cierto punto atormentado por sus actos. Para ello, Sagan nos conduce por los pensamientos de Cecile a través de un buen manejo. sobre todo si tenemos en cuenta el cuarto punto, del monólogo interior. 
  • El uso de los personajes secundarios. Todos ellos poseen unas características muy concretas que les llevan a cumplir un rol muy determinado Todos ellos aportan algo a una historia en la que nada sobra y en la que los pasos de los protagonistas están muy medidos y dirigidos a un determinado fin. 
  • Es una primera novela escrita con apenas 19 años. Está claro que está basada en elementos autobiográficos (o eso parece), pero es innegable la capacidad de Sagan para psicoanalizar y "desenmascarar" a una clase social y a una generación muy concretas. Los miedos e inseguridades de jóvenes y adultos aparecen aquí, bajo la apariencia de una historia "ligera", en toda su crudeza. 
  • Su estilo, casi cinematográfico, que hace que la novela pase en un santiamén. Esto puede parecer una perogrullada en una novelita de apenas 120 páginas, pero ¡cuántas veces habremos leído novelas breves que se hacen largas! 
  • Contexto cultural: La novela se publica en un momento en el que Sartre, el existencialismo, o la cultura "seria" en general son dominantes. Sagan presenta a una protagonista en la que prima el hedonismo, el egoísmo y la búsqueda del placer, con lo que ello supone de ruptura con los cánones "oficiales".
  • Contexto político: Han pasado 9 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial y los conflictos de Indochina y Argelia están muy presentes en la sociedad francesa. Pues bien, los protagonistas de "Buenos días, tristeza" viven en una especie de burbuja en la que estos acontecimientos no pueden penetrar. Tanto este punto como el anterior tienen más que ver con la función de la literatura como elemento "incómodo" que con el libro en sí, pero creo que es algo a tener en cuenta a la hora de valorar un libro.
Vale, ya lo dejo. Queda clara mi opinión, ¿verdad? Abiertos quedan los comentarios para que dejéis la vuestra. Eso sí, andaos con ojo que soy capaz de retar a duelo a quien sea (¡y llevaré de padrino a Arturo Pérez-Reverte!)

La reseña original de "Buenos días, tristeza" AQUÍ

martes, 8 de octubre de 2019

ULAD inaugura el premio ¡NOOOO! BEL

Estimados señores de la Academia. Dejen ya de jugar. Que si el año pasado no dan su premio por unos asuntillos de tema sexual. Que somos muy coherentes y no hay premios que dar, castigados todos a la cama sin postre.

Respuesta contundente: ULAD crea el NOVEL

Y ahora, este año, todo olvidado, pero el palmarés no puede quedar vacío. El tiempo, que todo lo borra y, como si hubiéramos saltado una casilla, y ahora DOS Nobel. Para recuperar la media. 
Oigan: esto es trampa. Y les va perfecto: pueden premiar a pares, contentando y compensando, a equidistantes no les va a ganar nadie: un hombre y una mujer, un novelista y un poeta, un representante de la literatura occidental y otro de las periféricas, uno blanco y uno de color, un escritor consolidado y uno casi debutante. O pueden premiar a un pianista y a un guitarrista. Ejem. O mejor, a ciertos dos escritores españoles muy machotes y muy amigos. Qué comodona les ha quedado la jugada. Pueden optar por un escritor comercial y otro artístico. 
La de escritorzuelos que estarán ilusionados porque este año hay dos premios y eso dobla sus posibilidades. Cuánta ilusión en cuántos despachos llenos de papelotes o presididos inmaculadamente por una máquina de escribir, por un PC, esperando pacientes a la prensa dispuesta a fotografiar el RINCÓN DONDE CREA EL GENIO. 
POR DOS.

Respuesta aún más contundente: ULAD crea el ¡NOOOO!BEL

Porque ULAD es un blog cohesionado e integrado por 10 personas de conducta recta e intachable, 10 seres humanos a los que poco hay que reprochar salvo el tamaño de las baldas de sus estantes. Olvidemos la pequeña escisión de la rama catalana y el asunto que acabo con la fusión entre MAS ULAD y MENOS ULAD. Estamos unidos, estamos fuertes, miramos adelante.

Y este es nuestro premio: nuestros colaboradores explican quién NO debería ganar el Nobel, quién ni de coña debe alzarse con el honor, con el prestigio, CON LA PASTA, porque no nos gusta nada lo que hace, porque no aguantamos lo que escribe, por pura envidia. Motivos no nos faltan. Adelante.


AMÉLIE NOTHOMB, por Francesc Bon


Lo mío con la escritora belga es para llorar. Para reverdecer, o quizás rectificar sensaciones, leo Barba Azul, novela de hace unos años (pone la sinopsis, vigésimoprimera, desde entonces ha publicado 7 más, incluyendo una titulada Riquete el del Copete), y casi sollozo (habrá reseña, qué diantres). Pero con tamaña producción, su condición de escritora de pequeño país, los precedentes de Modiano, de Jelinek... tengo algo de miedo de que los señores de la Academia la tengan en cuenta. Una autora que emplea las portadas de sus libros para enseñar sus poses-con-sombrero acompañadas de expresión vivaracha, casi siempre la misma. Que pinta a sus personajes con trazos gruesos de simplicidad o fragilidad casi paródicos. Que suelta puntualmente sus cien pagínitas de volatilidad tiznada de trascendencia de suplemento dominicial. Que ensucia el catálogo de Anagrama de manera incomprensible, año tras otro. La palabra es REPUGNANCIA. Ni se les ocurra.


PAULO COELHO, por Carlos Andia

La gente es idiota. O no, peor, se ha quedado sin referentes. Ya no cuela la recompensa de la vida eterna, ni los ideales de justicia o de una sociedad nueva. Nos han convencido de que no hay más que sálvese quien pueda, de que el sistema no se va a mover por mucho que gritemos o recemos. Y aquí aparece él, Coelho, irrigando el planeta con sus frases redondas, sugiriendo que hay una Dimensión Diferente donde un Espíritu Recto conecta con el Alma de las Cosas y finalmente la Armonía Universal se instala en nuestras vidas. Igual no hay Cielo para los justos ni paraíso socialista, pero si tu hijo está enfermo, o te echan del trabajo, o piensas que tu vida es una mierda, Coelho tiene la frase perfecta para reconducirte al Equilibrio.
En su día tuve la mala sombra de reseñar aquí el único libro de este individuo que ha disfrutado del honor (inmerecido, sin duda) de una entrada en el blog. Me arrepiento. Ya sé que vende mucho, que grupos editoriales le pagan bien por escribir en suplementos, pero me da pena. Siento que haya gente que se deje embelesar por tantas sandeces. Y solo me queda un consuelo: en el fondo, este tipo es inofensivo, es una droga cutre, no muy cara, que a él le hace rico y a los demás, a lo sumo, nos provoca un sarpullido.


J. K. ROWLING, por Oriol Vigil

Esta autora es mundialmente conocida por haber escrito la heptalogía protagonizada por Harry Potter. Y sí, sé que J. K. Rowling ha publicado otras cosas. Sin ir más lejos, ha hecho sus pinitos en novela negra o ficción adulta. Pero mucho me temo que en eso no la reivindica ni Dios.
Ya puestos, tampoco entiendo que se reivindique a Harry Potter como si de una obra maestra de literatura juvenil se tratara. Claramente, esta exitosa saga va de mal en peor (aunque hay que reconocer que sus dos primeras entregas funcionan a su manera): un worldbuiling y un sistema de magia inverosímiles, mensajes poco intuitivos, continuidad cada vez más contradictoria...
Pero claro, piensa Rowling, a la gente le gusta Harry Potter, y todo lo demás es un fracaso, así que hay que exprimirle, a él y a su universo. Sacarle el dinero a los potterheads a base de libros "complementarios" más próximos al merchandising que a genuinos productos literarios. Aprobar como canon una pieza teatral que parece más bien un vulgar fanfiction.
Por si lo dicho no fuera suficiente para cuestionar la calidad como narradora de Rowling, la tía va y desempeña un flagrante ejercicio de intrusismo al escribir, sin tener ni p*ta idea de cómo hacerlo, varios guiones cinematográficos (relacionados con el mundo de Harry Potter, of course).
Y una última cosa: ¿esta mujer no ha oído hablar de la muerte del autor? En Twitter no deja de ampliar innecesariamente el universo de Harry Potter (también suelta rancias diatribas políticas, pero eso dejamos que lo critiquen otros blogs). ¡LO QUE NO HAS ESCRITO EN LAS NOVELAS, PELÍCULAS, ETC, LO DEJAS A LA IMAGINACIÓN DE TUS LECTORES, PESADA!


KARL OVE KNAUSGARD, por Koldo CF

Porque estoy hasta las narices de esa literatura del yo que no es otra cosa que un continuo mirarse al ombligo, porque el interés que puede tener (para mí) este tipo de literatura procede bien de una "nueva estética narrativa". bien de una vida "excepcional" o bien de una proyección de lo individual hacia lo colectivo y creo que no se da ninguno de los tres casos, porque me aburre soberanamente, porque la potencia ambición sin control no sirve de nada, porque tienes los santos cojones de ponerle el título de "Mi lucha" a las 21222851 páginas de la historia de tu vida (¿"Mi lucha" llevar a tu hija a un cumpleaños, "Mi lucha" hacerte pajas, "Mi lucha" emborracharte en la adolescencia?), porque no te hacen falta ni el premio ni la pasta (joder, que eres KOK, un noruego de dos metros, con pinta de estrella del rock y más atractivo que un plato de jamón ibérico acompañado de una botella de Dom Perignon) y porque si no le dieron el Nobel a Thomas Berhard... ¿cómo te lo van a dar a ti, alma de cántaro?

P.S.: También un poco por tocarle las narices a Marc, la verdad.


CUALQUIER MIEMBRO O MIEMBRA DE LA RAE, por Juan G. B.


Es obvio que candidatos/as para no merecer jamás de los jamases este premio sobran; mis compañeros han nombrado a varios (yo añadiría al franchute ése con pinta de clochard), pero, ante la imposibilidad de decidirme por nadie, me vais a permitir que haga un disparo por elevación: no se lo daría a ningún o ninguna baranda de los que calientan el sillón en la Real Academia Española de la Lengua. Mis razones (tengo más):

  1. Porque aún me dura la vergüenza ajena de cuando se lo dieron a Cela. Además del espectáculo de él y su mujer bailando el vals, por la caterva de lameculos que salieron hasta de debajo de las piedras.
  2. Porque todos sabemos que los literatos (incluyo en esto a periodistos) que entran en tan venerable institución lo hacen por puro postureo, para figurar y disimular su mediocridad como autores. No me refiero a filólogos y lingüistas: fijo que José Antonio Pascual, director del Nuevo Diccionario Histórico del Español, curra más en un solo día que todos los CebrianesGoytisolosGimferreresMolinasAnsones en los muchos años que lleven allí.
  3. Que todos los escritores miembros de la Academia son un poco peñazo, para que nos vamos a engañar (sí, incluso PérezZzz-Reverte, que se supone escribe novelas de aventuras y acción): Soledad PuértolazZzz, Javier MaríazZzz, Felix de AzZzúa, Luis Mateo DíezZzz... El único con un poco de chispilla era Álvaro Pombo, pero desde que ya no da mítines de UPyD ha decaído bastante (a ver si le dejan en esta ¿nueva? campaña).
  4. Que mola pensar en la envidia que corroerá a todos éstos cuando se crucen en los pasillos con Vargas Llosa (quien, y dolerá más o menos, pero hay que reconocerlo, sí había hecho méritos para que le concedieran el Nobel). Y encima tendrán que ofrecerle la mejor de sus sonrisas, pues no sólo es uno de los suyos: es el puto macho alfa de la manada.

E.L. JAMES, por Beatriz Garza


Alfred Nobel dejó por escrito en su testamento que el Premio Nobel de Literatura se le entregara «a quien hubiera producido en el campo de la literatura la obra más destacada, en la dirección ideal». Y se fue al otro mundo convencido de que tales directrices eran suficientes para diferenciar la LITERATURA del resto de mierdas varias que se publican a diario, se venden como rosquillas, se adaptan al cine y conducen a autores hasta los primeros puestos de la lista Forbes; como sucede con E.L. James. Pero no voy a argumentar por qué E.L. James no se merece el Nobel, si no por qué sí se merece el NOOO-Bel y es que, señoras y señores, lo que ha conseguido esta mujer es digno de llevarse un premio:
  • Ha conseguido que sus Cincuenta sombras III y III se convierta en la obra erótica de referencia. ¡Qué importa que D.H. Lawrence escribiera El amante de Lady Chatterley hace casi cien años! Ella ha sabido empezar de cero para buscar la esencia del erotismo y he aquí los resultados: cero esencia, cero erotismo y cero literatura.
  • Ha logrado rellenar (y rentabilizar) centenares de páginas con personajes absolutamente planos e inverosímiles, conflictos facilones y poco desarrollados y una voz narrativa menos convincente que las audiodescripciones de las películas para personas invidentes.
  • Ha situado la, hasta hace no mucho relegada, literatura erótica en la primera línea de los estantes de las grandes librerías, junto a las memorias de Belén Esteban y el libro de recetas del chef de moda. Oh, pues en tal caso muchas gracias, señora E.L. James.
Y es que para que E.L. James mereciera el Nobel de Literatura tendría que vivir más de cien vidas y en todas ellas dedicarse a cualquier cosa menos a escribir.


JAVIER MARÍAS, por Santi

Sí, sé que me arriesgo más que muchos de mis compañeros, porque mi candidato al ¡Nooooo! Bel tiene opciones de ganar el Nobel, el de verdad. Por lo menos, eso dicen todos los años todas las encuestas. Y la verdad, creo que sería un error y una oportunidad desaprovechada. Mi opinión sobre Marías ya la expliqué en esta otra entrada, así que no me voy a repetir. Solo añadiré que darle el Nobel a Marías ahora, que se ha convertido en un representante de lo antiguo y lo establecido (tanto en literatura como en varios ámbitos sociales y políticos, en particular en relación con el feminismo) sería darle en el siglo XXI un premio a un escritor que sigue anclado en el siglo XX. Si en su momento Marías pudo ser innovador y rompedor en el contexto de la literatura española, ahora en cambio es un peso muerto: más de lo mismo, sin riesgo ni ruptura. El Nobel no puede premiar eso.


JOHN BANVILLE, por Montuenga

Al paso que va, no me extrañaría que el escritor irlandés John Banville –desdoblado en Benjamín Black cuando escribe novela negra– aparezca cualquier año de estos en la lista de candidatos. Por ello, y sin negar sus evidentes méritos –reconocidos  con importantes galardones, entre ellos el Príncipe de Asturias 2014– he creído oportuno incluirlo en la lista uladiana de No-Candidatos al premio.
Comienzo por su prosa que, a juzgar por la traducción al castellano, es correcta, agradable, cuidada y lo primero que suele destacarse. Se reconoce además su sobriedad. Sin embargo, sus personajes suelen estar desdibujados, abusa de las coincidencias y sus descripciones tienen una extensión desproporcionada. Intuyo un carácter laborioso que construye sus tramas con dedicación y pule incansablemente sus escritos, pero ese afán perfeccionista acartona un poco (o un mucho) sus historias, de tal manera que a algunos nos resulta imposible conectar emocionalmente con ellas. Sospecho que su autor, absorto en los aspectos técnicos, evita implicarse a fondo. Pero, como bien saben, el primer requisito de un relato, de cualquier relato que se precie, es interesar al lector, y somos unos cuantos los que nos quedamos más bien fríos leyéndole, tanto en su faceta de novelista serio como en la otra, más lúdica a priori. Yo, la verdad, tampoco encuentro tanta diferencia entre las dos.

Hablando claro, Banville no solo me aburre: ni siquiera soy capaz de recordar ni uno solo de sus argumentos; a mi entender les falta consistencia, por eso al poco tiempo se desvanecen en el aire. Sin embargo, admiradores tiene, eso no se puede negar. Sus motivos tendrán, digo yo.