viernes, 9 de abril de 2010
Luis Landero: Retrato de un hombre inmaduro
Idioma original: español
Valoración: Se deja leer
Fecha de publicación: 2009
En algún lugar de este blog he escrito que las enumeraciones son para mí un placer. Y añado, mucho mejor cuanto más largas y caóticas. Eso me ocurría hasta que cayó en mis manos este libro y no pude resistirme a leerlo. Había ido siguiendo, casi paso a paso, la trayectoria del autor desde su primera y sorprendente novela y no quería perder la ocasión de completarla. Por desgracia para mí, tenía demasiado reciente la anterior, Hoy, Júpiter, que terminé por el mismo motivo a pesar de habérseme hecho tan larga como tediosa y, sobre todo, haberme parecido innecesaria.
Retrato de un hombre inmaduro continúa la inagotable retahíla de enumeraciones de relleno de aquella, en un relato sin ninguna trabazón argumental, con un protagonista que carece de entidad psíquica, cuyo motivo para desgranar esos recuerdos no entendemos, y cuyo interlocutor y circunstancia en que tiene lugar la larga sucesión de confidencias no se nos revela nunca.
Recuerdos, personajes y anécdotas van apareciendo sin ninguna justificación y sin que, por lo demás, contribuyan lo más mínimo al desarrollo natural de la trama. Es difícil que, en estas condiciones, surja la necesaria corriente de empatía o cualquier emoción, la que sea, ni siquiera hacia su personaje principal. Aquí, las peripecias más anodinas se presentan de forma totalmente arbitraria mientras van desfilando muchos de los personajes menos creíbles que he encontrado nunca en una obra de ficción. Aunque es cierto que libros malos, rematadamente malos, he leído pocos.
Ignoro si los autores actuales se ven obligados o no a publicar con cierta frecuencia y reconozco que esta vez Landero ha tenido el buen gusto de no abrumar al lector con un número excesivo de páginas. Pero no es suficiente: en mi opinión, cuando alguien no tiene nada más que decir, lo mejor que puede hacer es callarse.
También de Luis Landero: Juegos de la edad tardía
Etiquetas:
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9 comentarios:
Un final digno del punto 7 del Tractatus de Wittgenstein;).
Jajajaja.
Ya has visto que cuando algo me parece una tomadura me enfado un poco.
Y al Tractatus lo recuerdo vagamente, supongo que por higiene mental. Creo que fue en filosofía del lenguaje donde lo di y lo teníamos hasta en la sopa. Me encanta la filo pero... ¡puuuf!
Bien que haces en olvidar. Nadie puede acabar bien tomándose eso demasiado en serio.. Ni el propio Wittgenstein, que no en vano acabó reventándole el oído a un alumno suyo, de un tortazo, después de escribirlo. Qué cosas tienen los lógicos..
Lo malo era leer referencias sin conocer el libro de verdad. Si surte ese efecto a lo mejor me lo leo y todo. A veces no viene mal un poco de furia.
Lo cierto es que me apetecía leerlo, te agradezco la información para no hacerlo. Un beso
Pues coincido en casi todo con la reseña. Lo cierto es que Landero escribe muy muy bien, el libro tiene momentos brillantes, esos análisis tan íntimos donde elabora disecciones certeras muy propias del autor. Pero da la sensación de que al relato le falta estructura, una razón de ser, parece una colección de imágenes a la que no encontramos el hilo, como un ejercicio de diván de psicólogo.
Y también que el recuerdo de 'Juegos de la edad tardía' pesa demasiado: el listón se puso tan alto que ya es difícil aproximarse a él.
Enhorabuena por la reseña y un saludo. Carlos Andia.
Muchas gracias, Carlos.
Juegos de la edad tardía fue un acontecimiento literario. Sí, literario, enfatizo la palabra. El fenómeno editorial, si es que llegó a producirse, vendría más tarde.
Sus tres novelas siguientes no tienen nada que envidiar a esta, aunque me parece que se han quedado en la sombra. No lo merecen, pero es cierto que llevan un lastre: jamás ha sido tan cierto eso de que "un escritor escribe siempre la misma novela" como en el caso de Juegos..., Caballeros de fortuna, El mágico aprendiz y El guitarrista. Y no es que se parezcan en el argumento, ni en los personajes, ni en nada evidente, pero da la sensación -y para nada me parece un demérito- que nos está contando la misma historia, no literalmente, sino mostrando la misma faceta de la vida que tiene obsesionado al autor.
Las que le siguen intentan despegarse, no lo hacen del todo pero su calidad está por debajo de las otras.
Pues no comparto la reseña. Hay presuposiciones sobre qué es una novela (estructura, personajes...) que restringen un género muy heterogéneo y camaleónico. En mi opinión, Landero es uno de los novelistas que mejor escribe, que mejor comunica por encima de cánones genéricos. Sus novelas son pura miel, puro lenguaje elaborado: una maravilla... Pero es normal que a muchos les guste un líquido meramente azucarado, pero más fácil de digerir (pongamos, Pérez Reverte): de todo tiene que haber en la viña del Señor...
En cualquier caso, me parece estupendo que sigamos hablando de estos menesteres en este país tan corrupto y surrealista.
Hola José Luis. Me interesa tu comentario porque se puede desglosar en varios puntos.
1) Aunque exista un criterio de calidad más o menos objetivos, es evidente que a cada lector le influyen sus gustos personales. Supongo que la gran mayoría de las reseñas de esta novela son elogiosas, sobre todo las promocionales y las que imitan a estas como al oráculo. Es hasta saludable que alguien discrepe de la opinión general.
2) No presupongo cómo tiene que ser una novela. He reseñado obras maravillosas que se saltan los cánones y, como podrás ver, son las que considero más meritorias.
3) En cambio tú presupones que me gusta lo dulzón. No tengo nada que decir, si quieres comprobar si es así o no, en este blog hay opiniones mías de sobra.
4) Admiras a Landero. Bien. En eso coincidimos. Supongo que habrás leído esta novela en concreto, pero busco en tus palabras algún argumento que rebata las mías y no lo encuentro, tu opinión se refiere al conjunto de su obra. Me he leído todo lo suyo hasta llegar a esta y admiro cualquier novela anterior a Hoy Júpiter. Pero considero que esa y la que nos ocupa no están a la altura de las anteriores. Explica por qué defiendes Retrato de un hombre inmaduro y debatimos pacíficamente.
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