- El que NO tiene el menor interés por el autor o su obra y que, por tanto, no va a invertir su tiempo en leer ni una sola entrevista por mucho que alguien —en este caso, yo— se enteste en recomendarla.
- El que SÍ tiene interés o curiosidad por el autor o su obra y que el único modo de que la lectura le decepcione es que las entrevistas sean previsibles, que el autor no se implique o que el editor no haya seleccionado el material adecuadamente.
«(…) si algo hemos aprendido acerca de la literatura contemporánea es que no hay normas; no hay normas de gusto común. En una misma habitación puedes encontrarte con dos personas perfectamente inteligentes y cultas que hayan leído el mismo libro, y uno pensará que es un desastre de principio a fin, mientras que el otro opinará que es una obra maestra. ¿Cómo es posible que ni siquiera tengamos una opinión común de cómo ha de ser una frase bien hecha? No hay nada, no tenemos nada en que apoyarnos, y no sirve de nada intentar solucionarlo votando ese tipo de listas que sale en los periódicos.»
«Pienso que la insistencia de los hombres por mantenerse en el poder, tanto en el ámbito de las relaciones sentimentales como en el social, está basada en el miedo, en un miedo a ser fagocitados, en un miedo que tal vez hunda sus raíces en haber dependido de una mujer cuando eran niños. No me explico qué otra cosa puede producir tantas violaciones, tanta violencia, si no es que hay algo en las mujeres que los hombres identifican como una amenaza a su existencia (…)»
Pero a pesar de todo lo dicho, hay una serie de aspectos en Conversaciones con Ian McEwan que me han resultado más flojos:
- Las entrevistas (incluso las más recientes) hacen en general más hincapié en las obras de los primeros años porque eran las, aparentemente, más controvertidas. En mi caso, por ejemplo, estoy más interesada en las obras más recientes que se mencionan mucho menos.
- Algunos entrevistadores —escritores— plantean la entrevista como un tú a tú en el que ellos y sus experiencias tienen casi tanto protagonismo como el entrevistado.
- Las disertaciones alrededor de los grandes temas (como la ciencia o la religión, por poner algunos ejemplos) están muy bien pero me ha faltado un poco más de concreción a la hora de vincularlos a la obra del autor.
- Me hubiera gustado que alguien le preguntara a Ian McEwan a qué atribuía él las malas críticas recibidas por Cáscara de nuez, por ejemplo. Creo que las entrevistas cordiales también tienen que poder tratar las cuestiones menos cómodas y tengo que decir que eso no se produce en ningún pasaje de este libro.