Idioma original: Turco
Título original: Daha
Título original: Daha
Año de publicación: 2013
Valoración: muy recomendable
Momentos preocupantes y desoladores en lo tocante a la «gestión» (eufemismo de otros calificativos menos políticamente correctos) de los refugiados en Europa. Las autoridades de los países miembros siguen discutiendo sobre porcentajes de acogida, sobre repartos, sobre recursos destinados a tal efecto mientras cada día hay personas que huyen de sus países en conflicto a manos de traficantes para acabar siendo retenidas en zonas de control en condiciones lamentables. Ocurre en Turquía, ocurre en Grecia, y en tantos otros sitios. Y mientras, poco podemos hacer los ciudadanos «de a pie» más que protestar, exigir una solución y, en el caso de personas más influyentes, escribir libros. Y en este punto nos encontramos, con esta reivindicativa novela de Hakan Günday.
Así, el libro narra la vida de Gazâ, hijo de un traficante de personas en Turquía. En una pequeña localidad, ve como su padre se dedica a mercadear con inmigrantes, enviados en camiones desde Irán para que él los mantenga en sus instalaciones (un almacén destartalado sin condiciones humanitarias ni higiénicas) hasta su posterior traslado a la costa turca donde serán embarcados a Grecia. Así, con la tierna edad de nueve años, para asistir a su padre (y porque de hecho, tampoco tiene más remedio que hacerlo) se ve implicado en el comercio ilegal de personas. Sus tareas son fáciles (si obviamos el aspecto ético): ayudar a su padre en las tareas básicas de soporte, limpieza y alimentación (siendo generoso) de las personas inmigrantes. De esta manera, su vida, desde una temprana edad, se ve plenamente afectada por el negocio llevado a cabo por su padre. La lucha interna a causa de las aspectos éticos de tales tareas afecta a Gazâ en un primer momento, y juntamente con una relación difícil con su padre de quién busca el afecto pero a quién a la vez odia, le ocasiona dilemas y contradicciones emocionales que se repiten a lo largo de la novela. Pero las dudas que puede albergar, las cuestiones que le surgen acerca de lo que realiza, van ocultándose bajo un manto de practicidad y obedecimiento de las órdenes de su padre mientras pierde a la vez el sentimiento de culpabilidad. La empatía con los refugiados es algo que no puede permitirse y, al poco tiempo, deja de lado su humanidad para ejecutar aquellas tareas que se esperan de él. El espacio que deja la ética lo llena la maldad y, a pesar del odio que siente por su padre, el monstruo que alberga dentro de él asoma por las rendijas surgidas al resquebrajarse su moral, tal y como el autor narra perfectamente en un párrafo del libro:
«Cuando transportábamos gente, debíamos velar por una sola cosa: el número de personas vivas que entregábamos debía ser el mismo que el número que habíamos recibido. Saber si esa gente huía del infierno para alcanzar el paraíso no nos concernía lo más mínimo. Transportábamos carne. Solo carne. Los sueños, el pensamiento o los sentimientos no estaban incluidos en el precio».
Éste es el tema tratado hábilmente en este libro, con valentía, con osadía, sin tapujos ni eufemismos. La prosa de Günday permite una lectura ágil, no se anda por las ramas ni la nutre de excesos ni adornos. Deja que las palabras corran, entren directamente sin anestesia, con momentos cercanos a Mouawad por su crudeza (incluso aparece un personaje llamado «Motherfucker»... ¿quizá será un guiño a «Ánima»?) pero acercándose a esa zona oscura ya en la infancia (como si Gazâ fuera un hermano de «Claus y Lucas» de Agota Kristoff). Episodios desgarradores, escatológicos y crueles se entremezclan en una historia que retrata la crudeza de la humanidad y el desamparo y penurias que sufren aquellos que están obligados a escapar de su propio país por la situación bélica en la que se encuentran. El impacto es buscado y logrado con creces, la denuncia existe y es evidente. En este aspecto la novela cumple su cometido y el autor muestra su valentía al no suavizar las acciones de los ejecutores. Sí encuentro cierta falta de redondez en el relato cuando, a mediados del libro, la historia cambia de forma notoria y pierde algo de interés, recreándose en algunos desvaríos recurrentes y algo monótonos; la historia inicial se deja parcialmente de lado (no en lo que afecta a los dilemas éticos pero sí en la acción) para dar lugar a unas (demasiadas) páginas donde Gazâ se encuentra a su merced y sufre muchos episodios de análisis introspectivo y momentos algo fantasiosos. Para mí éste es su punto débil, ya que tengo la sensación que el autor sabe como empezar y como acabar pero el proceso entre inicio y final es algo forzado al dedicarse a preparar un escenario final que no acaba de convencerme en su evolución, en como se llega a allí. Aún así, las ultimas setenta páginas de análisis sociológico puede que sean las mejores al aumentar la carga de denuncia social, retomando el ritmo e interés suscitado en la parte inicial del libro con el experimento que lleva a cabo el protagonista con los refugiados y que ejemplariza como utilizar el miedo de las personas para conseguir lo propuesto.
En esta obra necesaria para comprender qué hay detrás del tráfico de personas, el autor nos hace partícipes de la crueldad del ser humano y el sufrimiento que padecen aquellos que se sienten obligados a abandonar su tierra a cualquier precio. El transporte ilegal consistente inicialmente en pagar dinero para que les transportaran mutó de forma rápida en sufragar los gastos del transporte a cambio de trabajo por parte de los propios transportados. En este momento se pasó de un tráfico ilegal de personas a algo aún más terrible: la esclavitud. Y si ya el primer concepto era lamentable, llegados a este punto sí que urge ponerle remedio. Y no podemos tardar cuando tantas vidas humanas están en riesgo.
Así, el libro narra la vida de Gazâ, hijo de un traficante de personas en Turquía. En una pequeña localidad, ve como su padre se dedica a mercadear con inmigrantes, enviados en camiones desde Irán para que él los mantenga en sus instalaciones (un almacén destartalado sin condiciones humanitarias ni higiénicas) hasta su posterior traslado a la costa turca donde serán embarcados a Grecia. Así, con la tierna edad de nueve años, para asistir a su padre (y porque de hecho, tampoco tiene más remedio que hacerlo) se ve implicado en el comercio ilegal de personas. Sus tareas son fáciles (si obviamos el aspecto ético): ayudar a su padre en las tareas básicas de soporte, limpieza y alimentación (siendo generoso) de las personas inmigrantes. De esta manera, su vida, desde una temprana edad, se ve plenamente afectada por el negocio llevado a cabo por su padre. La lucha interna a causa de las aspectos éticos de tales tareas afecta a Gazâ en un primer momento, y juntamente con una relación difícil con su padre de quién busca el afecto pero a quién a la vez odia, le ocasiona dilemas y contradicciones emocionales que se repiten a lo largo de la novela. Pero las dudas que puede albergar, las cuestiones que le surgen acerca de lo que realiza, van ocultándose bajo un manto de practicidad y obedecimiento de las órdenes de su padre mientras pierde a la vez el sentimiento de culpabilidad. La empatía con los refugiados es algo que no puede permitirse y, al poco tiempo, deja de lado su humanidad para ejecutar aquellas tareas que se esperan de él. El espacio que deja la ética lo llena la maldad y, a pesar del odio que siente por su padre, el monstruo que alberga dentro de él asoma por las rendijas surgidas al resquebrajarse su moral, tal y como el autor narra perfectamente en un párrafo del libro:
«Cuando transportábamos gente, debíamos velar por una sola cosa: el número de personas vivas que entregábamos debía ser el mismo que el número que habíamos recibido. Saber si esa gente huía del infierno para alcanzar el paraíso no nos concernía lo más mínimo. Transportábamos carne. Solo carne. Los sueños, el pensamiento o los sentimientos no estaban incluidos en el precio».
Éste es el tema tratado hábilmente en este libro, con valentía, con osadía, sin tapujos ni eufemismos. La prosa de Günday permite una lectura ágil, no se anda por las ramas ni la nutre de excesos ni adornos. Deja que las palabras corran, entren directamente sin anestesia, con momentos cercanos a Mouawad por su crudeza (incluso aparece un personaje llamado «Motherfucker»... ¿quizá será un guiño a «Ánima»?) pero acercándose a esa zona oscura ya en la infancia (como si Gazâ fuera un hermano de «Claus y Lucas» de Agota Kristoff). Episodios desgarradores, escatológicos y crueles se entremezclan en una historia que retrata la crudeza de la humanidad y el desamparo y penurias que sufren aquellos que están obligados a escapar de su propio país por la situación bélica en la que se encuentran. El impacto es buscado y logrado con creces, la denuncia existe y es evidente. En este aspecto la novela cumple su cometido y el autor muestra su valentía al no suavizar las acciones de los ejecutores. Sí encuentro cierta falta de redondez en el relato cuando, a mediados del libro, la historia cambia de forma notoria y pierde algo de interés, recreándose en algunos desvaríos recurrentes y algo monótonos; la historia inicial se deja parcialmente de lado (no en lo que afecta a los dilemas éticos pero sí en la acción) para dar lugar a unas (demasiadas) páginas donde Gazâ se encuentra a su merced y sufre muchos episodios de análisis introspectivo y momentos algo fantasiosos. Para mí éste es su punto débil, ya que tengo la sensación que el autor sabe como empezar y como acabar pero el proceso entre inicio y final es algo forzado al dedicarse a preparar un escenario final que no acaba de convencerme en su evolución, en como se llega a allí. Aún así, las ultimas setenta páginas de análisis sociológico puede que sean las mejores al aumentar la carga de denuncia social, retomando el ritmo e interés suscitado en la parte inicial del libro con el experimento que lleva a cabo el protagonista con los refugiados y que ejemplariza como utilizar el miedo de las personas para conseguir lo propuesto.
En esta obra necesaria para comprender qué hay detrás del tráfico de personas, el autor nos hace partícipes de la crueldad del ser humano y el sufrimiento que padecen aquellos que se sienten obligados a abandonar su tierra a cualquier precio. El transporte ilegal consistente inicialmente en pagar dinero para que les transportaran mutó de forma rápida en sufragar los gastos del transporte a cambio de trabajo por parte de los propios transportados. En este momento se pasó de un tráfico ilegal de personas a algo aún más terrible: la esclavitud. Y si ya el primer concepto era lamentable, llegados a este punto sí que urge ponerle remedio. Y no podemos tardar cuando tantas vidas humanas están en riesgo.
8 comentarios:
De la teva crítica extrec la duressa de la novela, no només pel tema en sí, sino també perquè entec que realment darrera del relat hi ha un critica social, que més que limitarse a descriure el que està ocorrent amb l'assumpte dels refugiats (així com de la immigració en general) el mon necessita un canvi, per part de tots.
Només basant-me en la teva resenya considero que es tracta d'una novel·la que a part d'informar per compendre bé el que hi ha darrera del trafic de persones, també fa obrir els ulls.
Ma semblat molt interessant com pel que expliques el protagonista va deixant enrere una possible "empatia" cap a la gent que transporta, arribant a tractarlos simplement com "troços de carn". Un paràgraf molt ben triat.
Com he començat dient, tot molt dur.
Muchas gracias, SoniaPS! Sin duda es un libro que impacta por su crudeza y aunque se publicó en 2013 sigue manteniendo (lamentablemente) su vigencia a día de hoy. El párrafo incluido en la reseña, tal y como bien dices, retrata perfectamente la falta de empatía de los traficantes, y es un ejemplo de lo que el libro denuncia.
Gracias por leernos y comentar la reseña.
Marc
Parece un libro duro aunque muy necesario, muy buena reseña, besotes
Muchas gracias, Susana. Me alegro que te haya gustado la reseña. Efectivamente, es un libro muy duro pero necesario para descubrir la situación de los refugiados y de lo que deben vivir para poder salir de su país. Un libro impactante y que da mucho que pensar acerca de la Europa actual.
Saludos
Marc
Gracias Marc, de nuevo. No es el libro de la crisis global, pero toca uno de los aspectos más sangrantes.Seguramente conseguir que una novela lo englobe "todo",tipo Guerra y Paz, va a ser casi imposible. Me ocurre lo mismo cuando leo sobre el declive de los hidrocarburos, el cambio climático, el casino financiero, el retorno de la ultraderecha, las migraciones masivas, el gran hermano de Internet, las nuevas epidemias, la inteligencia artificial,la neurociencia, la mecánica cuántica, el descubrimiento de nuevas galaxias...todo pertenece a la misma época y todo, siente una, está muy relacionado, es de la misma malla . Quizá sean tantos los hilos del ovillo de nuestro mundo y estén tan enrevesados que dar cuenta de ello en una sola obra no esté al alcance de nadie.
Hola de nuevo, Ardilla Squirrel. Leyendo tu comentario me ha dado cierto vértigo porque, tal como apuntas, hay muchos elementos en la sociedad actual que parecen que no nos encaminan a un gran futuro ni nos dejan en un buen lugar. Parece difícil encajar todo ello en un único libro que trate sobre tantos temas y, lamentablemente apuntaría más a una distopia que a otra cosa. Pero sí, sería más que interesante si alguien se atreviera y, a juzgar por la variedad de temas, daría casi para una de nuestras Tochoweeks dedicada exclusivamente a ello.
Saludos y gracias por enriquecer la entrada con tu comentario.
Marc
Uno de los libros más impactantes que leí en los últimos tiempos, se transformó en un libro de consulta para mi. Si bien narra el hecho aberrante que deben sufrir los refugiados, también muestra a la sociedad con todas sus bajezas, al ser humano como consecuencia de su contexto. El capítulo donde el Niño practica una seudo democracia dentro del refugio es impresionante. Lo leería una y otra vez. El comportamiento de todos en un contexto de desesperación, la manipulación externa aprovechando la misma, las decisiones internas, crisis, peleas escondiendo otros intereses, intereses sujetos a necesidades básicas. Es una excelente pintura de lo que realmente pasa en el mundo hoy.
Hola, Anónimo.
Tienes razón en tu comentario, a pesar de que se centra en el proceso e infortunios que sufren los refugiados para conseguir salir del infierno de sus países, el comportamiento de todos los implicados es muy extrapolable a lo que ocurre en diferentes áreas de la sociedad, en los diferentes niveles y situaciones.
Saludos, y gracias por el comentario.
Marc
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