Título original: Chop Chop
Año de publicación: 2014
Traducción: Sonia Tapia
Valoración: entre recomendable y está bien
Quien esto escribe ha tenido la fortuna de no vivir ninguna guerra (y, en realidad, ni siquiera hacer la mili); eso sí, he leído unos cuantos libros ambientados en tales circunstancias y, sobre todo, he visto "hondonadas" de películas bélicas, así que creo encontrarme en condiciones para identificar unos cuantos elementos característicos del género: honor, sacrificio, compañerismo entre individuos de orígenes diversos, solidaridad ante el enemigo común, despotismo e incompetencia de los mandos, humor cuartelero, testosterona a borbotones... y violencia, claro, el elemento que aglutina y da sentido (o sinsentido) a todo lo demás.
Teniendo en cuenta estas premisas, no dudo en adscribir a tal género la novela que nos ocupa hoy. De acuerdo, no se desarrolla en la selva de Vietnam o un lugar parecido, sino en un restaurante del londinense barrio de Candem. Y sus protagonistas no son un grupo de marines ni de lanceros bengalíes, sino unos cocineros, pero todos los demás elementos están presentes, incluyendo el estrés post-traumático o "fatiga de combate"... incluso el narrador resulta ser, como en tantas historias de guerra un tipo con menos cualidades marciales que sus compañeros pero que recoge lo sucedido debido a su formación y cualidades literarias: es decir, ejercería el mismo papel que Isaak Bábel en Caballería Roja (o, para entendernos mejor, el de Bufón en La chaqueta metálica o incluso ese otro pollo que Spielberg consigue hacernos despreciar en Salvar al soldado Ryan por su conocimiento de otras lenguas y su reticencia a asesinar soldados enemigos). En este caso el protagonista -narrador es Monóculo, un licenciado en literatura que entra a trabajar como pinche en el pub-restaurante Swan y es apodado así por sus inefables compañeros: Dave el racista, el impredecible Ramilov, el dubitativo Dibden o la hermosa y distante Harmony. Todos ellos comandados por el chef Bob, un auténtico virtuoso en humillar con imaginativo sadismo a sus subordinados, acostumbrados, por otra parte, a una relación profesional basada en los insultos y las burlas crueles (algo habitual en esos ambientes, al parecer).
Hasta este punto, la historia avanza sin demasiados problemas, como una novela de humor británico más o menos costumbrista y con un toque de negrura. pero he aquí que el señor Wroe decide añadir más ingredientes a su plato: faltas, remordimientos, redención, relaciones paterno-filiales, conflictos familiares, autoindulgencia, etc... hasta elaborar una "gloriana" (habrá que leer el libro para saber qué es eso... bueno, vale: se trata de un asado compuesto por diversas aves, embutidas unas en otras como una muñeca rusa) que amenaza con reventar por las costuras. Dicho de otro modo, y por seguir con las analogías culinarias: hay demasiadas frutas diferentes en esta macedonia o demasiados tipos de pescado en la bullabesa, para poder apreciar bien los distintos sabores. Y eso que la construcción de la novela es impecable, el estilo ágil y atractivo y los personajes, incluso los más secundarios, acaban por resultar entrañables. pero, de vez en cuando, también hay que dejar esponjarse al lector, como a los bizcochos. ¡Ah, porque la novela también habla bastante de cocina, claro! ; )
2 comentarios:
Probablemente una de las cubiertas más feas de la Historia, por cierto
Uf, no te creas... hay algunas por ahí que dan urticaria. Sin ir más lejos, yo ahora estoy leyendo una novela de esta misma editorial que no le va a la zaga...
En realidad, la portada va en consonancia con el cambio de título, que en el original es "Chop Chop", algo así como "Deprisa, deprisa", aludiendo al ritmo extenuante de trabajo en un restaurante, a lo que se hace referencia muchas veces en el libro.
Un saludo y gracias por el comentario.
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