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sábado, 16 de octubre de 2021

Manuel Vázquez Montalbán: O César o nada

Idioma: español
Año de publicación: 1998
Valoración: recomendable

Amén de pergeñador de los libros del detective Pepe Carvalho, que le reportaron justa fama (y además de ser también otras cosas, como miembro del PCE, gourmet, periodista o redactor de la enciclopedia Larousse), Manuel Vázquez Montalbán escribió varios libros, tanto novelas y poemarios como de no ficción (aunque habría que ver hasta qué punto no lo era la Autobiografía del general Franco) basándose en diversos personajes históricos. Es el caso de este O César o nada, novela articulada en torno a la figura del casi mítico César Borja o Borgia, aunque en realidad la narración atañe a toda su no menos célebre familia, desde su tío abuelo Calixto II o, claro está, su padre y también Papa Alejandro VI, hasta el descendiente que más lejos llegó, al menos ante los ojos de la Iglesia Católica, su sobrino-nieto Francesc de Borja, duque de Gandía, general de la Compañía de Jesús y que fue proclamado santo.

De hecho, el lema que da título a la novela, "Aut Caesar aut nihil", a pesar de ser, en principio, la divisa del protagonista, se puede considerar pues, aplicable a toda la familia, poco proclive a andarse con medias tintas desde que salieran de su Xátiva de origen. La ambición de Alejandro VI era forjar una posición para todos ellos semejante a la que ostentaban otras familias italianas: los Colonna, Orsini, Farnesio, Sforza.. (con la oposición de todas éstas, que veían a los catalani como arribistas extranjeros) y convertir así a los Borja en una dinastía de poder en Italia y España. La ambición de César posiblemente era más personal y pasaba también por demostrar sus habilidades como caudillo militar; por eso se rebeló contra el destino dentro de la Iglesia que le había reservado su padre al nombrarle cardenal. Al mismo tiempo, también era irónicamente consciente, o al menos dentro de la novela de MVM, de que su lema "O César o nada" no sólo hacía referencia a sus propias intenciones, sino también a a resignación de su padre tras el asesinato -del que César siempre fue sospechoso- de su hermano mayor, el duque de Gandía. 

De todos modos, ya digo que, aunque parezca en principio el protagonista de la novela, MVM no se centra en César y en ocasiones éste representa más una figura de referencia -aunque sea oscura- o en la que se miran los demás personajes, que el protagonista central de la novela. Es lo que ocurre por ejemplo, respecto a Maquiavelo, figura que también adquiere gran relevancia en la trama como testigo e incluso urdidor teórico de lo ocurrido -César le llega a decir si no será él mismo una invención suya-; también hay que mencionar como testigo de todas las intimidades e intrigas de la familia Borja al cardenal Bucardo -Burkhard- encargado del protocolo papal y figura en contrapuesto, pues su aparente rectitud sirve de referencia para la iniquidad ajena. Iniquidad brutal pero no exenta de sensibilidad, como en el caso de uno de los personajes más interesantes, Miquel o Micheletto Corella, asesino, poeta y enamorado de Lucrecia...

En fin, una novela escrita con la prestancia habitual en este escritor que fue tan emblemático en una época en España, tal vez más basada en lo literario que en hechos históricos comprobados (incluso algunos distorsionados seguramente adrede)... pero qué más da: si hay unos personajes, una familia, que se han convertido en leyenda, ésos son los Borja, símbolos de la ambición y el orgullo, pero también de la perdición, desde hace más de quinientos años.


Otros títulos de Manuel Vázquez Montalbán reseñados en Un Libro Al Día: Autobiografía del general Franco, Galíndez

lunes, 16 de septiembre de 2024

Zoom: Conversaciones sobre la escritura por Andrea Camilleri Y Manuel Vázquez Montalbán

Idioma: italiano

Título original: Dialoghi

Año de publicación: 2021

Traducción: Ernesto C. Gardiner

Valoración: recomendable, sobre todo para fans

Existe un particular género de libros que creo tiene más predicamento en Italia que en otros países (al menos, son italianos los ejemplo que yo conozco) que es el de los diálogos con o entre escritores. En algunos casos, se trata de periodistas u otros autores hacen ua se vuelve na larga entrevista a un colega con el objetivo declarado de publicarla como libro; en otros, como es el caso, se trata de la transcripción de conversaciones, más o menos públicas, entre escritores, como las que se producen en un festival literario, para solaz de sus asistentes o auspiciadas por algún medio de comunicación. Lo ideal, claro está,  es que los participantes en la conversación tengas cosas interesantes y si además se conocen de antes y se llevan bien, se vuelve mucho más fluida.

Eso es lo que pasaba con Manuel Vázquez Montalbán y Andrea Camilleri, que eran amiguetes, lectores mutuos y admiradores recíprocos de la obra del otro - de hecho, es bien sabido y además lo cuenta en este libro, Camilleri le puso Montalbano a su personaje más conspicuo en honor del escritor catalán-; no sólo eso: ambos compartían ciertas circunstancias biográficas, como si origen "periférico" dentro de sus respectivos estados, haber crecido bajo una dictadura fascista y una militancia comunista común. Y, sobre todo, una concepción de la novela negra "mediterránea", diferente en algunos aspectos de la tradición anglosajona o la escandinava 

En las cuatro conversaciones recogidas en este libro -quizá tres, en realidad, pues las dos últimas tuvieron lugar el mismo día y podemos considerarlas como continuación una de la otra- , llevadas a cabo entre 1998 y 2000, disertan sobre todos estos temas y otros más-; desde su formación literaria, su identidad cultural o, cómo no, su afición a la gastronomía, que ha trascendido a sus personajes. He de señalar aquí, por querencia personal, las menciones que hacen a un referente común, también cultivador de la novela policíaca "mediterránea", aunque con un sentido más político: el maestro Leonardo Sciascia. La primera de las conversaciones,  por otro lado, tuvo lugar durante un festival literario en Mantua y por ello cuenta con el interés añadido de algunas preguntas por arte del público (como la inevitable de por qué Carvalho quemaba libros... De hecho, un libro al día ; )

En fin, que se trata de un librito rápido de leer y muy interesante, sobre todo para los muchos seguidores/ as de la obra de estos dos grandes escritores,  ya desaparecidos, y, en los tiempos que corren, a menudo recordados. 

Otros muchos títulos de Andrea Camilleri reseñados en Un Libro Al Día: aquí

Y también unos cuantos (no tantos) de Vázquez Montalbán: acá

domingo, 9 de septiembre de 2018

Manuel Vázquez Montalbán: Autobiografía del general Franco

Idioma original: español                                                     
Resultado de imagen de autobiografia del general franco amazonAño de publicación: 1992
Valoración: Esclarecedor




Pasar un mes entero escuchando a Franco –aunque sea a través de la reconstrucción de uno de sus adversarios ideológicos– resulta agotador, al menos para mí. Aunque, desde luego, ha merecido la pena, y la otra alternativa (hacer pausas estratégicas y rellenarlas con lecturas menos enojosas), teniendo en cuenta que hablamos de 700 páginas largas, suponía no librarme de él en medio año. Y tampoco es cuestión. Ahora pienso que opté por lo mejor: indigestarme durante un tiempo y a otra cosa.
Hablo de desacuerdo con el Régimen refiriéndome a un escritor que en su día fue militante de izquierdas. Pero en aquellos tiempos –los que van desde el comienzo de la guerra civil española (1936) hasta su muerte (1975)- el único franquista auténtico era el propio Franco, porque el franquismo no era más que lo que le pasaba a él por la cabeza, su santa voluntad, tan voluble y arbitraria como la de cualquiera. Nunca existió un auténtico corpus ideológico, solo una sarta de prejuicios enlazados por religión y militarismo, que él solía presentar como certezas, y la firme e inquebrantable voluntad de ejercer el poder absoluto y mantenerse en él lo que le quedara de vida y mil años más a ser posible. Todos los demás, lo que no eran Franco quiero decir, incluso sus más incondicionales adeptos –al margen de afinidades ideológicas que, en mayor o menor medida, las había, sobre todo al principio– intentaban adaptarse, y hasta adelantarse a sus pensamientos, movidos por una combinación de miedo, ambición, comodidad y sentido del deber. No podía ser de otra manera, pues si acatando sus órdenes los de su camarilla –que nunca fue homogénea– alcanzaban sosiego, prosperidad y prestigio, pobre del que osase llevarle la contraria. El general –apelativo escogido por el autor para interpelarle en el inacabable diálogo que mantiene con él– no se andaba con chiquitas. El que disentía, dependiendo de su relevancia social, la previsible peligrosidad de su conducta y el grado de adhesión a su persona estaba condenado al ostracismo, la miseria, el exilio, la cárcel, la tortura y/o la muerte. De ahí la desconfianza y sospecha constantes junto al firme y nunca extinto propósito de eliminar cualquier conato de contestación. Vázquez Montalbán pinta con trazos firmes un régimen fuertemente personalista –como todas las dictaduras– y esto implica que en todo un país, es más, en el mundo entero, solo una persona está en posesión de la verdad pasada, presente y futura. En este caso, un tal Francisco Franco, denominado generalísimo en vida en un alarde de adulación sin límites.
Ya a punto de cerrar el libro, me tropiezo con un párrafo que me ha parecido la introducción perfecta a lo que sigue y toda una declaración de intenciones:

“Sin prisas pero sin pausas le estamos olvidando general y olvidar el franquismo significa olvidar el antifranquismo, el esfuerzo cultural ético más generoso, melancólico y heroico en el que se resistieron puñados de mujeres y hombres de la raza de (…) No quiero hacer un inventario de mártires, ni de laceraciones, ni de tiempo perdido. Me temo que dentro de cincuenta años los diccionarios enciclopédicos audiovisuales irán reduciendo el capítulo dedicado a usted: cuatro imágenes, cuatro gestos, cuatro situaciones y una voz en off obligada al resumen y a la objetividad histórica”.

No han pasado cincuenta años desde que se publicó Autobiografía del general Franco, estamos aún a mitad de camino y los hechos, así como la figura del dictador, se han difuminado por completo en casi todas las memorias. Es lo que suele ocurrir con esas predicciones cuyo autor considera catastrofistas, que acaban pecando de candoroso optimismo.
Mediante un exhaustivo trabajo de documentación y elaboración de datos se nos introduce en la vida pública y privada del dictador desde los primeros años hasta su muerte. De ahí que la obra no se pueda adscribir a un solo género y se considere un híbrido de ensayo histórico y novela. Quizá les sorprenda saber que la faceta propiamente novelesca no está a cargo de Franco sino de un alter ego del propio novelista, un tal Marcial Pombo (nada que ver con el escritor del mismo apellido) cuya vida y milagros no se corresponden con los de Vázquez Montalbán, su relevancia literaria es sensiblemente menor, pero su postura política y opiniones sobre personaje y hechos que protagonizó coinciden punto por punto con las suyas. La narración se desarrolla, pues, a dos niveles. Uno utiliza la cursiva para reproducir unas supuestas memorias de Franco, el otro, con grafía convencional, muestra los comentarios al margen del tal Pombo, que puntualiza y corrige la versión principal, la completa con las aportaciones (orales o escritas) de familiares y testigos, que le sirven de contrapunto, y no contento con eso se permite narrar sus propio periplo vital de joven disidente. Este recurso, además de aportar amenidad y verosimilitud al texto, muestra claramente las consecuencias que tuvo para la gente común lo que se iba perpetrando en las altas esferas del Régimen. Un régimen que, según Pombo/Montalbán, embarcó a los españoles nacidos y por nacer en una mentira de carácter eminentemente visual, una fantochada que, de no haber tenido consecuencias tan dramáticas, hubiese resultado cómica. Y sucedió así simplemente porque un temperamento –y hasta un aspecto– tan mediocres como el que se retrata en la novela, por una serie de carambolas –como los ascensos tramposos en la guerra de África y la muerte de quienes podían hacerle sombra–, asciende al poder y, a partir de ahí, se considera a sí mismo el elegido por la historia para conducir los destinos de un país entero, no solo hasta el final de su vida sino por toda la eternidad.
Este trabajo recibió dos años después de su publicación el Premio Internacional de Literatura Ennio Flaviano. A pesar de su brillantez, presenta a mi modo de ver un factor de distorsión, me refiero a la calidad de la prosa y a la capacidad analítica de su verdadero autor. Y es que Vázquez Montalbán pone sobre el papel los que, a su juicio, fueron los pensamientos y modo de ver la vida de Franco, y lo hace con total honestidad, imparcialidad y respeto, pero con sus propias palabras, con su impecable estilo, con una lógica, una formación cultural y una larga experiencia periodística y literaria que en absoluto se corresponden con las del biografiado. Eso podría crear una imagen falsamente favorable en quienes carezcan de un contexto donde situar los hechos que se narran.

Del mismo autor: Galíndez

sábado, 6 de marzo de 2010

Manuel Vázquez Montalbán: Galíndez

Idioma original: español
Fecha de publicación:
1991
Valoración: Está bien

Tras leer La fiesta del chivo, completamente inmerso en el contexto histórico de la dictadura de Trujillo, una novela me esperaba en mi mesilla de noche desde hace tiempo: Galíndez. Recuerdo que, durante la carrera, esta novela formaba parte de uno de esos temas últimos del programa de un curso, típico tema al que nunca se llega, de modo que la novela se quedó en mi biblioteca sin leer y sin explicar. Sin embargo, desde entonces tenía ganas de hincarle el diente y ver por qué estaba en aquel programa del curso de literatura española del siglo XX. Sin lugar a dudas, estaba era el momento idóneo.

No obstante, muy pronto me di cuenta de que leerla justo después de la increíble novela de Vargas Llosa probablemente no fuera la mejor idea. La verdad es que terminé encantado con aquélla y comencé Galíndez esperando encontrar la misma prosa, la misma intensidad, el mismo ritmo narrativo. Pero no fue así. Vaya por delante que esta reseña está excesivamente mediatizada por mi lectura anterior pero, en cualquier caso, qué lectura de un libro no es más que la comparación con los anteriormente leídos. Así que centrémonos en Galíndez.

La novela está basada en un hecho histórico y es una mezcla muy interesante entre la escritura novelística y el documental. Vázquez Montalbán nos relata fragmentos de la vida de Jesús de Galíndez, afiliado al PNV, político activo durante la Guerra Civil y posteriormente una de las figuras más activas del Gobierno Vasco en el exilio. Su exilio pasó primero por París de donde marchó a la República Dominicana. Allí vivió varios años hasta que finalmente se instaló en EEUU donde ocupó plaza como profesor en la Universidad de Columbia. Su actividad desde entonces se centró en evitar que el gobierno franquista ingresara en la ONU, fortalecer las relaciones del Gobierno Vasco con los EEUU y realizar una tesis sobre la dictadura de Trujillo, tesis que le costó la muerte. El 12 de marzo de 1956 desapareció de su apartamento en Nueva York y nunca más se volvió a saber de él.

Vázquez Montalbán se centra en la investigación de su desaparición y le da voz a un personaje femenino: una doctoranda estadounidense convencida de la participación de su país en la desaparición de Galíndez y con la intención de rastrear qué hizo el régimen de Trujillo con el político vasco. Partiendo de esta premisa, la novela da continuos saltos entre la realidad de la investigadora y la vida -y ante todo, los últimos momentos- de Galíndez. Sin lugar a dudas, la novela es muy interesante como documento histórico, más o menos fiable. No obstante, si como documental está bien, como novela flojea. Le falta ritmo, le falta evolución en determinados momentos. Algunos pasajes son tediosos, demasiado recargados, especialmente en los monólogos interiores de los personajes, aunque también es cierto que en estos monólogos se encuentran algunos de los momentos más sobrecogedores de la novela.

En definitiva, una novela que está bien, vale la pena leer, especialmente por las circunstancias históricas que relata, pero a la que le falta ritmo.

viernes, 15 de abril de 2016

Alfonso Asensio: The Cipango Punch

Idioma: español
Año de publicación: 2016
Valoración: recomendable

Es curioso que, a pesar de la enorme  cantidad de títulos publicados por la industria editorial española y también que algunos de sus escritores más exitosos (en número de ventas, al menos) alcanzaron el éxito gracias a libros adscribibles a este género (me refiero a Pérez-Reverte o Vázquez-Figueroa)., la literatura que podríamos llamar "de acción" no abunda en España. No estoy hablando del género negro o policíaco, que últimamente está viviendo una época quizás de sobreabundancia, ni a lo que se suelen denominar "best-sellers", cajón de sastre donde entra desde El tiempo entre costuras a La catedral del mar, sino a novelas más emparentadas con el thriller, por una parte, pero también con los relatos clásicos de aventuras y hasta con la literatura pulp.

Pero lo que resultan aún más insólitas, hasta donde yo conozco, son las novelas de Alfonso Asensio. la anterior, Kakutogi Barrio, y esta segunda parte -aunque se puede leer sin problemas de forma independiente- The Cipango Punch. Insólitas primero por su ambientación, principalmente en el japón actual, pero también en otros lugares de Asia. Después, por la visión que da de estos sitios, a medio camino entre la erudición y el costumbrismo nada idealizante, y luego, por el tipo de novelas de que se trata: un noir -o como se llame en japonés- lúcido pero estilizado, protagonizado por un personaje no menos insólito que la propuesta literaria en sí: un luchador español, M., veterano de los circuitos de peleas clandestina controlados por la mafia japonesa en los distritos de diversión de Tokio. Superviviente al desmembramiento del grupo para el que trabajaba, M. se refugia en China junto con su novia, Carly. pero un par de años después, acuciado por la necesidad económica y quizás también el aburrimiento, ambos deciden seguir el rastro del dinero de una antigua cuenta del grupo, en una "búsqueda del tesoro" que se desarrolla no sólo en Japón, sino también en otros escenarios como las emergentes ciudades chinas o Bangkok (inevitable el recuerdo de una de las mejores novelas de la serie Carvalho, y de su autor, Manuel Vázquez Montalbán) y darnos a conocer ambientes tan, en principio, ajenos al lector occidental como el de la industria pornográfica japonesa o los grupos nacionalistas de ultraderecha de ese país.

Hay que decir que las cualidades como narrador que Asensio ya demostraba en Kakutogi Barrio se ven refrendadas y hasta superadas en este nuevo libro; más allá de la trama, la cuidada ambientación o la acción -que, aunque suene a tópico, por momentos resulta trepidante-, de la novela destaca la excelencia de su estilo y la clara fluidez de la narración. Es cierto que a ello contribuye, tal vez, que en esta segunda parte el relato no está entreverado con capítulos retrospectivos sobre la infancia del protagonista y las circunstancias que le llevaron hasta ser un luchador clandestino en Tokio. Pero también creo que se debe a un mayor oficio del autor (sin que eso signifique que Kakutogi... tuviese alguna carencia literaria, ni mucho menos), a una evolución suave pero evidente que esperemos continúe y le lleve a conseguir aún muchos logros en este buen camino que ha iniciado. Aconsejo que estemos atentos a ello.


Otros títulos de este autor en Un Libro Al Día: Kakutogi Barrio

lunes, 17 de diciembre de 2018

LO MEJOR DEL 2018, SEGÚN ULAD, MODESTIA APARTE

Juan G. B. dice: 

Oriol Vigil dice:

Koldo CF dice:
Ha sido, para mi, el año de los autores latinoamericanos. Aquí la lista:

Francesc Bon opina:
No ha sido un buen año. Mis preferencias siguen inamovibles y nadie les hace sombra y alguno ya debería. Y un desastre solo recordar leer autores españoles o estadounidenses. 
  • Mi mejor lectura del año: El viaje vertical, de Vila-Matas 
  • Novedades que salvo, y mucho: Las posesiones, de Llucia Ramis 
  • Te gustará si votaste o piensas votar a Vox: Ordesa de Manuel Vilas. (Esto es una broma muy del momento, ni siquiera comprendería que le gustara a alguien, y los que votan a Vox ni leen libros ni leen blogs literarios, seguro) 
  • Hartito de darles más oportunidades: Trueba, Amat, y otros involucrados en el socavón que se abre bajo lo que fue antes Anagrama. 
  • Propósitos de año nuevo que caerán seguro: Barth, Gaddis, Vollmann. Y ya que otros toman gustosos el relevo de la actualidad, re-lecturas a manta. 

Carlos Andia sentencia:
  • Lo mejor del año: las relecturas de Lorca (Bodas de Sangre / Yerma) y Carpentier (El siglo de las luces)
  • Narrativa: quizá Lectura insólita de 'El capital', de Raúl Guerra Garrido, porque el nivel, la verdad, no ha sido muy espectacular 
  • Descubrimientos: Antonio Di Benedetto (Zama), y la faceta literaria de Henri Michaux (Un bárbaro en Asia)
  • Reconciliación con, y por lo tanto reapertura de puertas a: Michel Houellebecq (gracias a El mapa y el territorio)
  • Ensayo: entre bastante igualdad, finalmente me decanto por Jean-Yves Jouannais (El uso de las ruinas, reseña dentro de poco) 
  • Clásico: Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, de Laurence Sterne 
  • Experimento: Me acuerdo, de Georges Perec (reseña también en unos días) 
  • Decepciones: varias, moderadas, quizá la más fastidiosa, por los elogios que arrastraba, Velocidad de los jardines, de Eloy Tizón 
  • Intenciones: un hipertocho que llegará pronto, volver a Di Benedetto, quizá a Sabato, cosas interesantes... y, sí Koldo, Cartarescu también. 

Montuenga contribuye: 

Marc Peig opina:

Carlos Ciprés añade:
Y que en los próximos meses Ustedes gocen de sus lecturas. 

Beatriz Garza estima:
  • Autor descubrimiento del año: Margaret Atwood 
  • Novela(ZA) descubrimiento del año injustamente olvidada: Primera sangre de David Morrell 
  • Clásico del año: Marianela de Benito Pérez Galdós 
  • Novela (que como no podía ser de otra manera, supera a la película) del año: Tomates Verdes Fritos de Fannie Flagg 
  • Relectura provechosa del año: Las hermanas Grimes de Richard Yates 
  • Lectura LGTBI del año: La chica danesa de David Eberhoff 
  • Objetivos cumplidos del año: Lectura y reseña de novela gráfica 
  • Conceptos aprendidos del año: La diferencia entre "literatura" y "producto literario". El género del ciclo cuentístico
  • Objetivos para el año que viene: me abstengo, que luego me siento fatal. 

Santi concluye:

martes, 17 de octubre de 2017

Rubem Fonseca: Bufo y Spallanzani

Idioma original: portugués
Título original: Bufo & Spallanzani
Año de publicación: 1985
Valoración: Muy recomendable

Gracias a dios que hace tiempo que la novela policiaca no se considera como un género menor, sin importancia o interés; ya casi nadie se atrave a despreciar un género que nos ha dado las novelas de Camilleri, Petros Markaris, Manuel Vázquez Montalbán o Leonardo Padura, por mencionar a unos cuantos. Y es en esa digna tradición de la novela policiaca bien escrita y bien pensada donde se sitúa Rubem Fonseca, escritor brasileño de justa merecida fama internacional.

Hace ya algún tiempo que reseñé por aquí El seminarista, una novela que clasifiqué como "divertida"; sin embargo, después de leer Bufo y Spallanzani, aquella otra empalidece y parece claramente una obra inferior, por su menor complejidad y ambición. En Bufo y Spallanzani, el enredo policiaco existe (de hecho adopta la clásica forma del whodunit, del crimen violento que el detective debe resolver), pero este enredo es secundario en una obra que juega a crear distintos niveles narrativos y textuales superpuestos, casi como Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino aunque con más humor.

En realidad, crímenes hay tres, sucedidos en tres momentos y lugares diferentes: el asesinato de la millonaria Delfina Delamare; el supuesto fraude de un hombre que se finge muerto para cobrar el seguro; y el asesinato de una mujer en una villa de retiro en medio de la selva. Lo que los tres crímenes tienen en común es la coincidencia de dos personajes: el escritor (y narrador encubierto de la novela), Gustavo Flavio, antes conocido como Ivan Canabrava, y el policía Guedes, que se encargará de investigar los tres crímenes en distintos momentos de su carrera.

Pero como digo, lo de menos es al final descubrir quién cometió los tres crímenes; lo mejor es el juego de historias dentro de historias; de voces que se suplantan unas a otras, con distintos nombres y distintas personalidades; las autoreferencias metaliterarias (el escritor Gustavo Flavio está obsesionado con escribir una novela titulada Bufo & Spallanzani) o el sentido del humor propio de Rubem Fonseca, que se manifiesta en su estilo desenfadado (que, una vez más, no sé cómo habrán conseguido mantener en la traducicón española), y en la galería de personajes alocados que rodean a los protagonistas y que crean un mundo tan irreal como creíble.

Tengo entendido que esta es la obra maestra de Rubem Fonseca, y como decía al principio, comparándola con El Seminarista se ve claramente que existe en esta una mayor ambición, una complejidad mucho mayor y un deseo consciente de experimentar con la forma y con el género. En todo caso, si la calidad de las obras (y el placer de lectura que proporcionan) se mantiene en el nivel de estas dos, no cabe duda de que vale la pena seguir leyendo al escritor brasileño. Sobre todo, si eres amante de la buena literatura policial.


Del mismo autor: Vastas emociones y pensamientos imperfectos, El seminarista, El gran arte,

sábado, 16 de noviembre de 2024

Andrea Camilleri: La ópera de Vigàta

Idioma original: italiano

Título original: Il birraio di Preston

Año de publicación: 1995

Traducción: Juan Carlos Gentile Vitale

Valoración: recomendable, como poco

Ya lo dice el adagio popular: "Un Camilleri al año no hace daño". Dos, en verdad, porque hace poco reseñé en este sacrosanto blog las conversaciones del escritor siciliano con su colega y amigo Manuel Vázquez Montalbán (aquí). Que, de hecho, es el libro que me ha llevado a la relectura de este otro, pues en el primero Camilleri reconocía la influencia que había tenido sobre él la novela El pianista, de MVM, o, mejor dicho, su estructura, ya que le había dado la solución para componer esta La ópera de Vigàta y evitar la planitud que le hubiera otorgado un tipo de narración más convencional. En concreto, la historia no sigue el orden cronológico y los diferentes episodios están alternados en el tiempo (como la película Pulp Fiction, para entendernos). No es la primera novela en y utilizar esa técnica ni será la última, pero, en cualquier caso, Camilleri tuvo un acierto al adoptarla, pues, ciertamente, es lo que le aporta un mayor interés a una historia ya de por sí sugestiva. cada capítulo, además, se inicia con una frase sacadad de una obra literaria o incluso una ópera célebre, o que acentúa el tono de sorna que le ha pretendido dar el autor a esta novela.

Pero, a todo esto ¿de qué trata concretqamernte La ópera de Vigàta? Pues de una ópera, claro está; en concreto, Il birraio di Preston (La cervecería de Preston) de Luigi Rizzi, cuya representación el prefecto de Montelusa, el un tanto obtuso caballero doctor Bortuzzi, impone en 1874 a los habitantes de la vecina Vigàta -que, como todo lector de Camilleri sabrá, vendría a ser el Macondo de este escritor; una traslación de su Porto Empedocle natal-, en contra de la voluntad general, para la inauguración de su teatro. Como cabe suponer, debido a esa resistencia por parte de los vigatenses, acaba todo como el rosario de la aurora (ya digo que el orden cronológico de la historia está trastocado, así que develarel final no puede considerarse aquí como un spoiler). El argumento, aunque nos pueda parecer exagerado, está inspirado en hechos reales ocurridos en la también siciliana localidad de Caltanissetta, debido a la imposición de esa misma ópera.

Como también cabe suponer por cualquiera que haya leído antes a este escritor, Camilleri aprovecha para, además de hacernos pasar un rate divertidísimo, gracias a su dominio de los recursos humorísticos y sobre todo, a esa característica capacidad suya de alternar el trazo fino con el grueso, con hilarantes resultados, ofrecernos toda una panoplia de personajes de lo más variopinto, que cabe suponer como característicos tanto de la Sicilia decimonónica como, incluso (y quizás sobre todo), de la de fines del siglo XX; encontramos tanto a gente del pueblo llano como aristócratas, profesionales liberales, sacerdotes, mafiosos -no podían faltar-, autoridades de diferente rango... de hecho, Camilleri aprovecha para hacer una disección -muy entretenida, eso siempre- del poder y cómo se ejerce, en la que el poder político, representante, por aquel entonces de un aún jovencísimo estado italiano, no sale demasiado bien parado (tampoco sé si saldría mejor hoy en día y no únicamente en Italia, porque la incompetencia e incluso negligencia de las autoridades responsables es algo demasiado frecuente en todas partes, me temo, como se puede comprobar en la gestión de los desastres naturales, por ejemplo). 

De esta forma, conocemos al médico Gammacurta, a la señora Concetta, viuda de Lo Russo y su amante, el joven Gaspàno,  el estibador Turiddru Macca, el ingeniero Hoffer, el delegado Puglisi, el temible comendador Restuccia, el canónigo Bonmartino... y muchos otros personajes que harán las delicias del lector o lectora que se decida a leer este libro. Que, ya digo, puede tener una ligera dificultad inicial debido al desorden cronológico (orden alternativo, sería más correcto decir), pero que al cabo de pocas páginas es algo que le da un plus a la novela y lo convierte, aún más, en memorable.


Muchos más libros de Andrea Camilleri reseñados aquí

sábado, 3 de agosto de 2019

Santo Piazzese: Asesinato en el Jardín Botánico


Idioma original: italiano
Título original: I delitti di Via Medina-Sidonia
Año de publicación: 1996
Traducción: Pepa Linares
Valoración: Se deja leer

Si, en principio, de algo podemos estar seguros con respecto a esta novela es que su título no miente: comienza, en efecto, con un asesinato en un jardín botánico, el de Palermo. pero vaya, ya digo que eso, en principio, puesto que su título en italiano hace referencia a varios delitos y al nombre de la calle donde se encuentra dicho jardín; además, el asesinato parece ser un suicidio. Descubierto, por cierto durante un siroco -que es algo que siempre da color local- colgando de un ficus centenario, el finado resulta ser Raffaellle Montalbani (nada que ver con el policía de Camilleri, aunque tal vez sí con Manuel Vázquez Montalbán, de quien se hace alguna referencia en la novela, al igual que de Malaussène, el personaje de Daniel Pennac), hijo de Ruggero Montalbani, el anterior director y de hecho, fundador del departamento universitario anexo al jardín botánico y donde trabaja quien descubre el cadáver: Lorenzo la Marca, biólogo amigo del fiamb... fallecido y además, de Vittorio Spotorno, el comisario encargado de la investigación. Es más, ¡oh, bendita casualidad! La marca es también un antiguo novio de Michelle Laurent, la forense que se ocupa de la autopsia.

Pero, aunque este Lorenzo La Marca se erija, además del nodo central de todos los personajes, como peculiar "detective" del caso y el narrador de la historia, no penséis por un instante que es el protagonista de la historia; ¡de eso nada! De hecho, lo dice él mismo al comienzo de la novela... Total, qué importancia tiene que el 80%, tirando por lo bajo, del libro esté ocupado por sus pensamientos, circunstancias, rutinas, gustos sobre todo tipo de cosas: comida, bebida, ropa, música, libros, películas... No es el protagonista, en absoluto, pero sabemos que es un cuarentón, soltero "sesentayochista", según dice él -la novela está escrita y ambientada en los años 90 del siglo XX, así que haced cálculos-, miope, en apariencia bastante atractivo para las mujeres, al que le gusta el jazz, la novela negra y las películas clásicas de Hollywood -y además no duda en hacernos partícipe de sus conocimientos al respecto, lo que unido a la jerga científica que utiliza con frecuencia, consigue un cóctel de pedantería casi insoportable-; vaya, que el tipo parece ser un alter ego (supongo que mejorado) del propio autor, que comparte con él, ¡oh, nueva casualidad!, al menos edad, procedencia y profesión.

Ciertamente, cuarentones guayotas como éste los había a patadas, en aquellos antidiluvianos tiempos predigitales (y como los habrá ahora, supongo) apalancados en los departamentos universitarios. Porque, aunque la trama de la novela se desarrolle en la capital de la muy noble y pintoresca isla de Sicilia -y al parecer está muy bien reflejada, aunque yo no la conozco, por desgracia-, en realidad podría trascurrir en cualquier universidad de cualquier país del mundo; olvidaos de la Mafia , en este caso (de la que pega tiros y esas cosa, me refiero...).

En fin, el crimen que se pone a investigar este inefable personaje tiene cierto intríngulis, sin que tampoco resulte tener una intriga apasionante... pero, caramba, a alguien le puede llegar a interesar, siempre que consiga superar al insufrible Lorenzo La Marca. personaje que, también hay que decirlo, en algunos momentos se hace perdonar e incluso cae simpático gracias a ciertos golpes de humor autoirónico que, para alivio del lector, nos suministra el señor Piazzese. Ahora que lo pienso... ¿a ver si va a ser todo una parodia, en plan Gran Lebobsky, de la típica novela de detectives, urdida con intenciones satíricas por este autor? Claro, que me temo que aún hay al menosotra novela, que yo sepa, protagonizada por el biólogo-detective la Marca, así que no, me temo que va a ser que no...

jueves, 9 de abril de 2020

Andrea Camilleri: Km 123

Idioma original: italiano
Título original: KM 123
Año de publicación: 2019
Valoración: Está muy bien



Miren, esta vez voy a empezar explicando las dudas que pueden surgirle al sufrido reseñista en la valoración de una obra cualquiera. Y es que esta me parece un buen ejemplo ya que es la madre de todas las indecisiones. Por un lado, Andrea Camilleri ha sido un maestro del género y habría que pedirle más que a un autor medio cualquiera. Por otro, este señor tenía una edad cuando escribió la novela, tenía grandes limitaciones físicas y ha fallecido poco después, así que deberíamos ser comprensivos. Pero tengamos en cuenta que la novela negra es un género menor, no se puede valorar con el mismo criterio que las consideradas propiamente literarias, y para acabar de rematarlo, Camilleri se facilita el trabajo construyendo un argumento a base de diálogos, cartas y recortes de prensa. Claro que el uso que hace de un material tan simple es sencillamente magistral. 
Resumiendo, según los gustos de cada uno, su afición a la novela negra, aprecio por Camilleri y valoración que haga de las circunstancias concretas de su escritura, Km 123 puede moverse en un arco que, según las pautas de este blog, iría desde el Está bien hasta el Recomendable, incluso hasta el Muy recomendable para los incondicionales absolutos. Mi término medio es lo que considero más justo, pero supongo que no todo el mundo estará de acuerdo.
No desvelo nada si digo que la novela comienza con un accidente, pero no necesariamente con un muerto como es lo habitual. Aunque luego, como verán, la cosa se complica. Y ya tiene mérito hacer avanzar una trama como es debido sin narración propiamente dicha y, por tanto, sin un punto de vista único. No es que estos recursos supongan una novedad, recordemos Pantaleón y las visitadoras. Pero una novela de misterio –y más una novela corta como esta que se lee en media hora más o menos– camina por un hilo muy endeble y hace falta mucho aplomo para que no se vaya de las manos.
Naturalmente, los grandes maestros siempre guardan trucos en la chistera, y en este caso, nuestro recordado autor se vale de titulares, cartas y documentos judiciales para dotar a la trama de la objetividad que no pueden darle los mensajes por whatsapp o las conversaciones telefónicas. Conversaciones, cuya eficiencia, por otra parte, es absoluta, pero, al carecer de un mediador que nos guíe, se tiene que valer de piruetas más propias de un guion teatral; por nuestra parte, esa ausencia de apoyo nos fuerza a estar mucho más atentos. Pero el hecho de contar con los mínimos recursos –un procedimiento similar al que usó en una novela bastante más profunda: La muerte de Amalia Sacerdote– no le impide mantener un ritmo perfecto de principio a fin, y eso nos facilita la comprensión, incluso la empatía, a pesar de que los personajes, por todo lo expuesto, no pueden estar muy bien dibujados: tan solo presentan unos cuantos rasgos prototípicos. Digamos que, dentro de su sencillez y parquedad, es un relato redondo.
Esto en cuanto a la forma, hablemos ahora del contenido porque es lo más flojo de todo. Km 123 es sobre todo una trama de enredo, muy entretenida, un laberinto bastante bien construido, que trata de adulterios, venganzas y ambición, en la que la policía no sale muy bien parada, que nos mantiene en vilo hasta el final y acaba en relativa sorpresa (aunque a algunos nos parezca previsible). Y ya está. Es cierto que ridiculiza instituciones, y costumbres pero sin alcanzar la acidez y el sarcasmo con los que durante tantos años practicó la crítica social.
Como añadido final y por expreso deseo de Camilleri, se incluye Defensa de un color, conferencia impartida en 2003 en la que expone sus puntos de vista acerca del género policíaco (denominado en Italia giallo por identificarse con el color amarillo). Me ha sorprendido que una de sus reglas sea que el lector vaya a la par en las pesquisas e incluso por delante. ¿Será esa la razón de que yo haya adivinado el desenlace o es una simple excusa para justificar los cabos sueltos? En cualquier caso, las limitaciones que le impuso el fascismo en su época –el asesino ha de ser extranjero, los adulterios ni nombrarlos etc., hasta llegar a prohibirlo totalmente– no pueden sorprendernos. Y es agradable comprobar que, tal como intuimos sus lectores, Camilleri anteponía el análisis de un entorno y el diseño de personajes a la mera resolución del misterio. Con todo, es evidente que:
“Para saber hoy cuál es la situación socioeconómica de Suecia o para conocer los problemas de España, los gialli de Henning Mankell y de Manuel Vázquez Montalbán sirven mejor que un dogmático ensayo reservado a especialistas.”

Esto vale para cualquier época y país y da a entender que el género -negro, policíaco de misterio o como quiera llamarse- no es significativo porque los gialli, desde hace mucho, se pueden considerar literatura.
Traducción: Juan Carlos Gentile Vitale


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