lunes, 1 de diciembre de 2025

Semana de la poesía: Amor y pan de Paula Melchor

Idioma original: 
español
Año de publicación: 2022
Valoración: Muy recomendable
 
Antes de hablar del (precioso) libro de Paula Melchor, dejadme contaros una historia.
 
En ULAD no reseñamos mucha poesía; eso es algo obvio para cualquiera que nos acompañe con alguna regularidad. Así que hace un par de años nos dijimos: ¿y si hacemos una "semana de la poesía"? Quien más se involucró con la idea fue nuestro añorado colega Emilio; enviamos unos cuantos emails a poetas españoles, para sugerirles que colaborasen con una reseña de un libro de poesía, recibimos unas cuantas respuestas simpáticas... y luego, infelizmente, pasó lo que pasó: Emilio nos dejó y la idea de la Semana de la Poesía quedó aparcada... 
 
La historia tiene aún una segunda parte. Entre las respuestas que recebimos, la más simpática y generosa fue sin duda la de Juan F. Rivero, autor entre otras obras como Canícula, Las hogueras azules Raiz Dulce. Él no se animó a enviar una reseña pero, en cambio, me envió una docena (o más) de recomendaciones de poemarios españoles recientes; me los compré (casi) todos, y poco a poco los he ido leyendo desde entonces, conectando más con unos que con otros, pero reconociendo en ellos poéticas muy diversas e interesantes.
 
Uno de los libros de aquella lista era Amor y pan de Paula Melchor, que por aquel entonces acababa de ganar el Premio de Poesía Letraversal, y que fue, sin duda, de entre los poemarios que leí, el que más me impactó y me conmovió. Porque es un poemario lleno de sensibilidad, de ternura, de inteligencia, de belleza, a través de un lenguaje claro, transparente, casi conversacional en ciertos momentos, con un espíritu narrativo que huye de artificios innecesarios pero que tampoco cae en el prosaísmo de cierta poesía instagrammer
 
El título del libro (Amor y pan. Notas sobre el hambre) no engaña en absoluto; porque esos son los dos temas que dominan todo el libro: el amor, entendido fundamentalmente como una relación sentimental con un innominado "novio" (o quizás sean varios a lo largo del libro, poco importa), aunque también con el amor familiar, fundamentalmente a la madre; y el pan, el hambre, la comida, los lazos afectivos, culturales y físicos que se trenzan alrededor del acto de compartir el pan y la sal. (El libro incluye de hecho una receta manuscrita de "papas a lo pobre" para amigos y amantes...). También se construye en estas páginas un espacio, un pueblo (también innominado) que contrasta con una ciudad lejana, grande, "moderna", pero en la que también se es más proclive a la soledad y a la nostalgia.
 
Siguiendo esta combinación de temas, el libro se estructura en cuatro partes, correspondientes al "Desayuno", "Almuerzo", "Merienda" y "Cena", que a su vez vienen a corresponder, aproximadamente (aunque no de una forma que resulte excesivamente obvia o programática) a las fases de una relación amorosa. El tercer vértice de este triángulo, junto con el amor y el pan, es, claro, la poesía, el lenguaje, como expresa el primer poema del propio libro: Es importante el pan. // Las palabras están hechas / 

de pan y jengibre. 

El pan, metáfora omnipresente en esta primera sección, simboliza también los cuerpos, metáfora tal vez de origen religioso, aunque no solo (Ahora mi cuerpo / tiene que ser el pan). Por otra parte, las "conversaciones después del desayuno" parecen introducir ya una cierta disonancia, dentro de aquella tradición poética de la "albada" o "alborada" en la que la llegada del nuevo día significa la separación de los amantes: Me gustaría darle la oportunidad a nuestro / amor de acabarse por cansancio, pero te tienes que marchar.

La sección del almuerzo parece continuar esta idea de fracaso o ruptura, con un retorno a casa que es al mismo tiempo un espacio físico y simbólico (el pueblo, la familia, la infancia). 
Volver a casa sola volver

a casa arrastrando los pies

como una gata arrastrando

el lomo por el sol.

En esta sección gana peso, de hecho, la figura protectora y primordial de la madre, que parece surgir para lamer las heridas de la voz poética (también las que le inflige ese "topo interior" qua la consume, sobre todo en los momentos de soledad); una madre que es interlocutora y consejera, refugio y sustento, pero que también aparece, en algunos momentos del poemario, se siente lejana y ausente, una lejanía próxima (o idéntica quizás) a la muerte: El ombligo por el que una vez chupé la comida del cuerpo de mi madre es ahora la fosa en la que se pudre mi madre. Dos poemas consecutivos ("Le explicas a tu madre la relación con tu nuevo novio" y "Le explicas a tu madre la ruptura con tu nuevo novio") parecen condensar los temas y las dinámicas de esta sección, y del libro: esperanza, distancia, ternura, separación.
 
La sección titulada "Merienda" parece ser, como su título podría sugerir, un interludio reflexivo, en que la poeta habla alternativamente consigo misma, con su madre, con su novio, a veces quizás con varios interlocutores a la vez. En esta sección se encuentran algunos poemas más largos y abstractos del libro, aquellos que más huyen de las referencias concretas y materiales, como "Los fantasmas", aunque la recurrencia de metáforas naturales y físicas (el fruto, el cuerpo, la boca) parece introducirse incluso en los poemas más filosóficos, aunque sea a través de un muy carnal dolor de pies. Así se dice, en las "Instrucciones del hambre":
Sobre el fruto: la boca lo reconoce en el latir. Puede estar tras el pulmón o podría esconderse debajo de la piel de las manos y la boca lo buscaría siguiendo su latido. La boca se arrastraría recorrería el cuerpo todas las pieles y mordería la carne entera escarbando en busca de su fruto oculto. 
La sección final, "La cena", cierra y al mismo tiempo abre el ciclo: podría leerse como la antesala del desayuno inicial, como el momento de encuentro de los amantes y de la abertura de lo nuevo (de hecho el último verso del libro, antes de un poema "Para F.", es "¿Qué desayunaremos mañana?"). Y en otro de los poemas de la sección se lee:
Ahora que está oscuro y,
enredados en el sofá,
yo podría ser cualquier otra mi mano
podría ser otra mano
puedo cambiar la respiración
a una respiración cualquiera y el ruido de mi estómago es
        [lo único que me da nombre

quédate esta noche y prepararemos la cena 
Por otra parte, en esta última sección del libro es donde más explícita se hace la identificación de lenguaje (poesía) y alimento: empleando el lenguaje y las fórmulas de las recetas de cocina, el texto nos guía hacia la construcción de un poema que, a su vez, y como contrapunto, está íntimamente relacionado con la formulación del hambre, con su disección; un hambre que (creo que ya es evidente a estas alturas) no se refiere solo a las ganas de comer.
 
Voy acabando.
 
Hace poco leí una entrevista a un poeta (no importa quién, no se trata de eso) que decía que "la sentimentalidad es el porno de la literatura". Probablemente hace años hubiera estado de acuerdo con él; ahora mismo, no podría estar más en desacuerdo. Como dije en la reseña de El viaje de Estíbaliz Madrazo hay de hecho una equiparación de lo sentimental, de lo emotivo, de la ternura, con lo cursi, con lo ingenuo - y por supuesto, con lo femenino. Muchos (y aquí el masculino no es necesariamente genérico) hemos sido educados para adoptar una actitud distanciada, elevada, cool. Paula Melchor opta por lo opuesto: por la vulnerabilidad, la claridad, sensible; con un toque algo ingenuo y hasta infantil en determinados momentos, no como pequeños deslices o fallos que haya que perdonar, sino como una parte integrante y consciente de su poética. El resultado es un libro precioso, delicado, conmovedor, y muy inteligente en su construcción y en sus temas.
 
Paula Melchor acaba de publicar un nuevo libro recientemente, Conjuro. Valdrá la pena, sin duda, hacerse con él...