Título original: La ricreazione è finita
Año de publicación: 2023
Traducción: Carlos Gumpert
Valoración: bastante recomendable
Si hay algo más entretenido en la experiencia universitaria que dejar pasar las horas dulcemente en los bares o cafeterías de la facultad de turno, en vez de ir a clase (bueno, eso me han contado...) es enterarse de la gran cantidad de chismorreos, maledicencias y habladurías variadas (y centradas básicamente en el profesorado y sus alumnos/as más dilectos) que produce cualquiera de esos sagrados centros de conocimiento, ya se trate de la Universidad de Harvard o del último campus de provincias de alguna universidad autonómica de reciente creación. El cotilleo, el arribismo y, sobre todo, las luchas intestinas (o interuniversitarias, también) están servidas. Más aún quizás en Italia, que no sólo es la patria de la más antigua universidad del mundo, sino que en lo de la sutileza en los juegos de poder, el disimulo en el apuñalamiento por la espalda y el manejo del lenguaje (no sólo verbal) para decir lo contrario de lo que parece nos llevan siglos de ventaja a todos los demás. Que quizá sea un tópico, es cierto, ma è ben trovato.
A Marcello Gori, protagonista de la novela, sin embargo, parece que el rol de estudiante universitario le ha gustado tanto que ha procurado alargarlo todo lo posible, llevándole casi diez años sacar una licenciatura en Letras y aun por los pelos. Procrastinador casi profesional, devoto de la ley del mínimo esfuerzo y de la triquiñuela (resulta imposible no empatizar con este tipo), él mismo reconoce que su vida a los treinta no difiere mucho de la que llevaba a los dieciséis, en una perpetua huida hacia delante a lomos del síndrome de Peter Pan. Pero claro, todo tiene un límite y llega un momento que la cosa ya no puede alargarse más... es entonces cuando Marcello, gracias a un rebote inesperado, consigue una de las preciadas becas de doctorado en el departamento de Italianística Comparada (sic) de la Universidad de Pisa, bajo la dirección del venerado y casi omnisciente profesor Sacrosanti. La contrapartida a tan asombrosa chiripa es que éste le impone como tema de investigación la figura y obra de un escritor de segunda fila originario, como nuestro protagonista, de la cercana Viareggio, Tito Sella, muerto en la cárcel debido a su militancia -finalizada en un baño de sangre- en una suerte de Brigada Roja local, durante los célebres "años de plomo" en Italia. Y a ello que se pone, sin tener demasiada idea de cómo, nuestro amigo Marcello...
No quiero llamar a engaño: en realidad, tampoco es que ésta sea una novela de campus a la italiana o al menos no lo es tanto como puede sugerir la premisa (y mi arranque de esta reseña); es cierto que podemos encontrar salseo académico, rivalidades, y pasteleos... De hecho, podemos aprender mucho de como funcionan tan doctas instituciones gracias a los consejos que sus compañeros de doctorado, mucho más versados en el secreto funcionamiento del mundo académico, le dan al bisoño, pese a llevar media vida como estudiante, Marcello -impepinablemente divertidas o viceversa, las lecciones que le da el sabelotodo Pier Paolo sobre el adecuado uso de las notas a pie de página o las sutilezas del arte del elogio a los artículos y ponencias de los colegas/rivales de especialidad-, así como otros conocimientos más o menos útiles para quien quiera dedicarse a la más fútil labor investigadora u organizar un simposio de literatura. Esta narración de los entresijos del mundo universitario, en principio en un tono jocoso -si bien en algún momento se vuelve serio o incluso trágico- es además el marco para otras dos narraciones que podemos encontrar dentro de ella, dos "novelas dentro de la novela": la primera, muy clara y que ocupa un tercio del libro, es la biografía de Tito Sella conjeturada por Marcello -y que titula La Estantigua, como la supuesta autobiografía inédita del sujeto de su tesis-, centrada sobre todo en su proceso de radicalización política y su toma de compromiso con la lucha armada (o, en otras palabras, el proceso de enajenación que podía llevar a un joven vasco a ingresar en ETA, a un joven musulmán a dedicarse a la yihad o a un joven blanco norteamericano a elegir un rifle de su colección de armas y cargarse al líder de una facción nazi rival) y con darle un sentido a su propia vida. El tercer nivel narrativo que veo en la novela, menos evidente que el segundo, pero que transcurre en paralelo con éste o, al menos como contrapunto, es el que cuenta el proceso de maduración, de entrada en la edad adulta de nuestro protagonista-narrador -aunque yo no me atrevería a calificarla, exactamente, como "novela de crecimiento", porque recordemos que el tipo tiene ya treinta añazos-; lo irónico es que este trayecto irreversible hacia la adultez se produce mientras Marcello lleva a cabo su doctorado, que él empezó, justamente, para tratar de prolongar su condición estudiantil y, en su caso, irresponsable. Su maduración se debe, pues, al estudio de la vida y obra de Sella, pero también por una estancia en París que resulta bastante tópica (por suerte, no tanto como en Actos obscenos en lugar privado de Missiroli), amén de una serie de circunstancias luctuosas que, quieras que no, te hacen poner los pies sobre la tierra.
Por lo demás, los personajes resultan creíbles y sólidos, sin que tampoco el autor necesite dedicarles páginas y más páginas de introspección psicológica -un poco más, en todo caso, sobre Marcello y Tito Sella-; lo ambientes, perfectamente reconocibles (es decir, para quien conozca, por ejemplo, el laberinto mitterrandiano de la Biblioteca Nacional de Francia) y las peripecias del protagonista, verosímiles en su avance lógico. En cuanto a la prosa de la novela, resulta cuidada pero sin perder su fluidez, denotando esa capacidad que tienen muchos escritores italianos -de hecho, el estilo de Ferrari me recuerda mucho al de Marco Malvaldi, que es de la misma zona, aunque quizás sus novelas sean menos ambiciosas-para resultar ágiles y livianos sin perder un ápice de densidad literaria ni de profundidad en el retrato psicológico, sociológico o histórico, en un análisis en el que lo divertido no está reñido con lo certero. En este caso, más allá de la novela de formación que he comentado -o de maduración, más bien-, la indagación sobre el compromiso y sus consecuencias, que pueden ser trágicas pero también, en la mayoría de los casos, consiste en cerrar puertas que en nuestra juventud aún permanecen abiertas, en elegir un camino en el "jardín de los senderos que se bifurcan", que diría ya sabéis quién. Pues madurar y comprometerse es dejar morir el resto de posibilidades que se abrían ante nosotros, para poder vivir en una de ellas. Para saber si Marcello es capaz o no de aprenderlo, leed la novela. Otra cosa no, pero os prometo que no os arrepentiréis...
Nota final: Por lo visto, la ganadora del último premio Tusquets de novela, fallado recientemente (de hecho, mientras yo leía ésta otra), El corazón revolucionario del mundo de Francisco Serrano, también trata de un grupo armado ficticio de los años setenta. Asimismo, la película Una batalla tras otra de Paul Thomas Anderson (basada en la novela Vineland de Thomas Pynchon), también trata de un grupo armado revolucionario... Tal vez nos encontremos ante una nueva tendencia en alza... ¡Temblad, autores/as de romantasy!
No hay comentarios:
Publicar un comentario