sábado, 2 de agosto de 2025

Jesús Cañadas: Fundido a negro

Idioma: español
Año de publicación: 2025
Valoración: Muy, pero que muy recomendable

Apariciones de la Virgen; leyendas granaínas; gitanos del Sacromonte; parejas de la Guardia Civil; procesiones entre flores... Con todos estos elementos se podría componer un drama lorquiano. O un pastiche lorquiano, que tanto da... Pero lo que hace Jesús Cañadas en esta novela no es ni una cosa ni la otra, sino añadirle al cóctel un documental de true crime, la telebasura adicta al frikismo de los 90 (no me refiero a los fans de Star Wars, precisamente), los jipis de la Alpujarra, drogas y culpabilidad . Y a Juliette Binoche, qué ya me diréis como se la puede meter en una novela de terror,  pero Cañadas lo consigue... Porque sí, Fundido a negro es una novela de terror, pese a que su autor afirme que él lo que escribe son thrillers (y sí, está novela es un thriller, quizás antes que ninguna otra cosa, pero también da mucho miedito), ya desde su comienzo, con la transcripción de un video en que los guardias civiles se dirigen de noche a un cortijo donde, al parecer, ha habido un grave incidente... Pero avancemos la imagen para hacer el consabido resumen resumido: 
Benjamín Correa es un director de documentales andaluz en horas bajas -bajísimas- a pesar de haber ganado, años atrás, la Palma de Oro en Cannes -o precisamente, a raíz de haber ganado la Palma de Oro en Cannes-, así que decide aceptar, no muy convencido, el encargo de Canal Sur de realizar, deprisa y corriendo, un documenta sobre la secta mariano-milenarista de El Encuentro de María, que, dieciocho años atrás, acabó. por decirlo suavemente y emplear el término de la novela, en una marimorena de mucho cuidado... El equipo de grabación, compuesto por antiguos amigos de Benjamín, se pone a la tarea y comienza a entrevistar a personas que tuvieron que ver, de un modo en otro, con El Encuentro. Pero pronto empiezan a encontrarse elementos cada vez más inquietantes, según van indagando sobre las figuras de Elías, el líder de la secta y Micaela, su pérfida factótum, así como lo que ocurría en el seno del grupo. Y no sigo porque esta es una de esas novelas que hay que leer hasta el final para poder entender -o no-, sabiendo lo menos posible de la misma y así disfrutar (o pasarlo mal, según se mire) al máximo. Muchos son los elementos presentes en esta novela que propician que esto suceda; por citar algunos, al modo de Oriol:

  • Que nos encontremos, precisamente, ante un thriller, con los mecanismos y tropos propios (y típicos) del thriller, pero, al mismo tiempo, ante una novela de terror, con los mecanismos y tropos propios del terror, lo que nos hace olvidar las costuras que se le puedan ver al thriller.
  • Que el autor consiga crear momentos  inquietantes, cuando no terroríficas, no sólo por la presencia de personajes, entidades o situaciones aterradoras, sino, sobre todo, por el dominio e incremento de la tensión en casa capítulo y la gran habilidad de este escritor para crear ambientes perturbado(re)s, espacios liminares, equívocos o, directamente siniestros. Pero todo y siempre, sin embargo, al servicio de la trama y del devenir reservado a sus personajes.
  • Que la trama funcione con la precisión de un reloj suizo, con la minuciosidad de una maqueta ferroviaria, con el ingenio de un juego de palabras inesperado... pero todo sin que nos demos cuenta de ello hasta el final, ya sea debido a las circunstancias que antes he comentado, o, simplemente, para la facilidad de Cañadas para que todo fluya, sin forzar la máquina, sin obligar al lector a inclinarse a cada momento ante el talento del autor. 
  • Que nos hayamos, además, ante un escritor especialmente dotado para contarnos lo más terrible y mantenernos en vilo con el suspense y el ritmo que le imprime a la narración, sin por ello (quizá por su origen gaditano) perder la naturalidad y aun el gracejo de lo coloquial, el respiro de lo cotidiano, que nos permite una falsa relajación hasta que nos damos cuenta de que la temperatura narrativa ha subido y no tenemos ya escapatoria, como langostas cociéndose en un agua cada vez más caliente. Por no mencionar (o mejor sí), la extraordinaria capacidad de que hace gala Cañadas para el símil, la metáfora o la metonimia certera e ingeniosa, que posiblemente tenga también su raíz en Cádiz (y perdón por el tópico, si es que molesta a alguien). Unos pocos ejemplos extraídos de un mismo capitulo: "Se había levantado con los ojos convertidos en dos puñaladas en una Caja Roja de Nestlé"; "(...) era un polvorón empapado en bechamel seca"; "(...) asintió con lentitud de café de filtro que gotea en la cafetera"."Aparte de caminar a paso de lista de espera en correos, con una cojera imposible de disimular (...) no relajaba ni a tiros esa expresión que parecía ponerse por las mañanas, antes incluso que las pantuflas". "Echó la mandíbula hacia delante y se montó su propia final de Roland Garros con los ojos, que fueron de un lado a otro en busca de una excusa que, por supuesto, no encontró. Al cabo, soltó un un suspiro de cañería".
  • Que el autor hace un empleo loable e inteligente de diferentes aspectos de la cultura andaluza, en el seno de la cual se desarrolla la historia; desde el habla sevillana y granaína (he de señalar que yo no soy andaluz, pero, desde luego, parece bastante convincente) a otros elementos culturales o incluso subculturales .dado el tema y la ambientación de la novela- de la misma. Todo escrito con un aire desenvuelto, ya digo, pero que trasluce el respeto que le produce a Cañadas su propio pueblo, su idiosincrasia y forma de expresarla.                                                                                
No me quiero extender mucho más, que la reseña ya se está haciendo larga y leerla es tiempo que se podría utilizar mejor en leer la propia novela. Quien lo haga se encontrará no ya un thriller yo una historia de terror, sino una magnífica novela en la que convive un toque de folk horror con cierto costumbrismo crítico, un trasfondo de horror cósmico con la llamada "cultura de la cancelación"; el desvarío onírico con el gore; el juego tipográfico (tampoco es La casa de hojas, no os asustéis) con la influencia, inevitable, por otra parte, de lo audiovisual, tanto en el falso found footage como en la propia dinámica narrativa. Y además aparece Juliette Binoche, ya lo he dicho, y me quito el sombrero de cómo Jesús Cañadas ha conseguido introducirla aquí... Ojalá ella llegue a leer, algún día, está novela, porque seguro que estaría orgullosa de formar parte de ella, me apuesto lo que queráis... O, por lo menos, se lo iba a pasar de miedo (literalmente), que es de lo que se trata, ¿no?. Después de todo.

También de Jesús Cañadas y reseñado en Un Libro Al Día: Dientes rojos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya, la pido ahora mismo, imposible resistirse.