¡Qué divertida me ha parecido Yongüein’s Massacre, de Myke Babylon! A fin de cuentas, recuerda a una de esas películas de terror de serie B que tanto me gustan, pues tiene un asesino gigantesco, una pandilla de jóvenes que devendrán sus víctimas, muertes hilarantes (pienso, por ejemplo, en la del cazador del tercer capítulo), sangre a raudales, sexo gratuito y un final abierto que anticipa una secuela.
Trata sobre unos chavales que van de gangstas y deben enfrentarse a una leyenda urbana de la Sierra de Gredos, un monstruo enorme que sorbe los sesos de sus presas y está dispuesto a usar su falo descomunal todo el tiempo.
Además de a una película de terror barato, Yongüein’s Massacre también recuerda (y mucho) a Bighead de Edward Lee, clásico de la literatura "splatterpunk" donde los haya. No sólo en su planteamiento argumental y estilístico, en su humor negro, en su ambientación rural o en su villano, sino que incluso en la estética de ciertas escenas o en ideas muy concretas. Y aunque normalmente no hay que comparar dos obras de arte, por más que una haya podido influenciar a la otra, creo que en este caso está justificado, porque el homenaje de Babylon es tan evidente como desacomplejado.
Así pues, diría que Yongüein’s Massacre es un calco de Bighead que no llega al nivel de salvajismo, "gore", escatología y desmadre del original (si bien quiero aclarar que no escatima en ninguno de estos apartados). Pero, en cambio, es, aún dentro de lo excesivo y trasnochado, una ficción mucho más centrada y focalizada que la desgraciadamente improvisada novela de Lee, cosa a mi juicio muy positiva. Sea como fuere, recomiendo a los amantes de la literatura gamberra, el terror depravado y el mal gusto experimentar ambas obras, pues resultan perfectamente complementarias y cada una tiene méritos particulares.
Poco más puedo añadir. Sólo insistir en que Yongüein’s Massacre es (si te gustan estas cosas, por supuesto) una gozada. Una que, si bien no tiene un argumento complejo o un elenco memorable (tampoco es que lo pretenda), sabe hacernos pasar un rato endiabladamente entretenido y sacarnos unas cuantas sonrisas retorcidas. Además, nos obsequia con un interesante diseño y origen para su villano (que conserva un sugerente halo de misterio hasta el final), y muertes exquisitamente grotescas. ¿Qué más puede pedir uno cuando ya se ha tragado casi todo el terror de serie B que tiene que ofrecer el cine, y busca más de lo mismo pero en un libro?
Ah, no puedo terminar esta reseña sin alabar la edición de Yongüein’s Massacre. Como viene siendo habitual, Colectivo Juan de Madre Presenta nos regala una cubierta extraordinaria y un prólogo estupendo. A dicho prólogo, por cierto, no le quitaría ni una coma. Y es que en él, Valero #01 destaca los paralelismos que hay entre Bighead y Yongüein’s Massacre, a la par que reivindica el acto creativo de homenajear a terceros (incluso cuando se hace rozando el plagio) con una retórica simpatiquísima.
También de Myke Babylon en ULAD: Aquí
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