domingo, 26 de enero de 2025

Malditas cubiertas: lo peor y lo regulinchi de 2024 (Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate)

Ya estamos aquí de nuevo, dispuestos (espero) a visitar los no sé cuántos círculos del Infierno de mano de Virgilio o, en su ausencia, de Morgan Freeman en Se7en (vale, pido perdón). Pero antes, démonos una vuelta por el no tan popular pero sí apañado Purgatorio, donde las almas que han sido un poco traviesas en su paso por la Tierra deben aguardar a que sus pecados sean perdonados. Vaya, que viene a ser como una lavandería automática, pero sin máquinas de vending... En el caso de las cubiertas de libros, serían aquellas, según mi criterio personal aunque infalible,  que, o bien no soy capaz de sentenciar con un pulgar para arriba o para abajo, o bien me gustan pero no sé si cumplen su cometido de atraer a un posible lector a ese libro... 

-Tal es el caso de la primera cubierta, que, para ser sincero, he estado a punto de enviar al Cielo de los libros, pero algo me lo ha impedido. Se trata de la de Teoría del Gran Infierno -aunque no merece ir allí, en ningún caso- de Iván Humanes, una cubierta que ha merecido los elogios de todo el mundo, al menos entre los aficionados al género de terror. y que a mí también me gusta, a decir verdad, pero que encuentro un tanto excesiva y abigarrada para ponerla junto a las exquisiteces que componen el grupo de las mejores cubiertas del año pasado. De todas formas, aunque la haya enviado al Purgatorio, os prometo que por poco tiempo... (aunque no sé si el dueño o dueña de la pierna que se va a zampar el cocodrilo estaría de acuerdo con eso).

- Algo similar se puede decir de El amor edípico contra la lujuria sadomasona de... ejem, Oriol Vigil (aquí se demuestra que en Un Libro al Día somos tan íntegros que no nos casamos ni con nosotros mismos. Justos como la balanza del arcángel San Miguel que pesará las almas en el Juicio Final). He de decir que a mí la cubierta no me disgusta, pues representa bastante bien tanto la trama sadomasona de la novela, como la personalidad de su autor (también quizás, el carácter de los lectores de esta literatura bizarra... Sé bien de lo que hablo pues me encuentro entre ellos, siquiera de forma esporádica). Ahora bien, seamos honestos: bonita, lo que se dice bonita, no es... Incluso puede repeler un poco, según a quién; en todo caso, dudo que alguien se sintiera atraído por ella en la sección de libros de El Corte Inglés, que es donde suele acudir a comprarlos la gente de bien. Claro, que tampoco creo que vendan este libro en El Corte Inglés...


-Sin salir del mundo bizarro, en este caso de terror, encontramos La maldición del segador, a cuya cubierta le ocurre algo parecido: ciertamente, parece y es un despiporre ejecutado de manera un tanto cutre, pero que se corresponde con el delirante argumento de la novela. Además de poder considerarse, sin duda, un homenaje a las indescriptibles cubiertas de las novelas pulp y weird de mediados del siglo pasado, así como a las de bolsillo de los años 70 y 80 (sobre las que Grady Hendrix tiene un estupendo ensayo, que seguramente también merezca una reseña). De todos modos, recordemos que en el género de terror existe toda una tradición de colocar a los libros cubiertas no ya feas sino horripilantes (no sólo por lo que ilustran, sino también por mal hechas), algo que se está perdiendo, me parece en los últimos tiempos, en los que editoriales y aficionados nos hemos vuelto un poco pijipis... Aún hay ejemplos, sin embargo, de las viejas costumbres, como atestiguan las cubiertas de Un payaso en el maizal (1 y 2), de esta misma casa editorial, Dimensiones Ocultas:




-Cambiando de tercio, encontramos La estrella más hermosa de Yukio Mishima: sobre esta cubierta he tenido mis dudas porque cuando la vi, en un principio me resultó original e incluso me gustó bastante, hasta el punto de que estuve tentado a enviarla al Cielo de las cubiertas de libros. Ahora bien, pensando un poco en ello, me fue pareciendo cada vez más fruto de una idea algo infantil. Es verdad que corresponde con el argumento de la novela (no lo voy a contar aquí, por si algún día cae reseña), pero, teniendo en cuenta las muy maravillosas cubiertas, en mi opinión, que le ha puesto Alianza a otros libros de Mishima, me pareció que con quedarse en el Purgatorio ya estaba bien... Curiosamente (quiero pensar), el concepto de la cubierta es baastante similar a una novelette, asimismo publicada en España el año pasado por la editorial Satori, del también japonés Angō Sakaguchi.



-La central de Élizabeth Filhol: a decir verdad, esta cubierta me parece muy adecuada para el tema del libro (el trabajo en una central nuclear) y hasta me llama la atención, por esa forma de romper el marco fotográfico clásico de las cubiertas de Anagrama e incluso invertirlo, convirtiendo la imagen en el marco del fondo de color. Sin embargo (y este es un problema que arrastran muchos otros libros de Panorama de Narrativas, en esta editorial... sólo que aquí se nota más), la combinación o más bien contraste, entre los grises de la foto y el color crema amarillento -o amarillo cremoso, no sé-, característico de esta colección me causa bastante dentera. A ver si sale en los Compactos y le ponen otro fondo...

-A ver, señores y señoras de Impedimenta , ¿qué les ha hecho el pobre Eurípides? Porque de ese insigne dramaturgo griego es el cabezón escarlata que han plantado en mitad de la cubierta y, lo que es peor, le han puesto esos ojos saltones de broma, supongo que para representar lo picueto que se quedaría el buen hombre si conociera el argumento de esta novela (que en efecto, va sobre un montaje harto peculiar de algunas de sus obras). Vale, puedo entender la relación, pero quizás habría alguna manera gráfica más sutil para expresarlo, digo yo... Que el pobre parece el culo del un mandril, coño. aún así, como la cubierta tiene una relación evidente con el texto que ilustra (qué menos, por otra parte), dejémosla en el Purgatorio...

-Y por último en este apartado, esta cubierta que... bueno, sí, lo sé: es horrenda a varios niveles, tanto estéticos como éticos... ¿Por qué no la he enviado directamente al octavo círculo del Infierno, que es donde le correspondería? Porque fijaos en lo extraordinariamente bien que le queda el traje a este hombre. Sólo por eso, la he colocado en el Purgatorio, aunque ya os digo que ésta sí que por mucho tiempo. Muchísimo...

(Nota: si el de la foto fuera Mazón, la enviaba al Infierno de cabeza, sin dudarlo)





Ahora sí que sí, amigues i amics; lo que llevábais esperando, cuando poco, desde el día de ayer y, en muchos casos, desde hace un año: la lista de las cubiertas condenadas al fuego eterno, a los tormentos inacabables que les esperan en el Averno. Como siempre, repito que es mi criterio y sí vosotros/as no estáis de acuerdo, ¡Al Infierno también, a que Pedro Sánchez Botero os pinche con el tridente! Que oye, también puede tener su punto... En fin, aquí van, las cubiertas más feas que pegar a un padre con un calcetín sudao y, encima, de poliéster:

-Planeta solitario de Ana Flecha Marco... Yo supongo que con esta cubierta se siguió la misma idea que con la de, por ejemplo Chamanes eléctricos en la fiesta del sol:  poner colorinchis llamativos para que un posible lector o lectora (y, sobre todo, comprador) lo pudiese identificar el  libro desde lejos en una librería abarrotada de novedades o, si no lo conocía de antemano, sentirse atraído por él. Vale, me parece una estrategia inteligente, ¡pero, coño, curraoslo un poquito, no hagáis la cubierta con el Paint! Más aún cuando se trata de una pequeña editorial (Mr. Griffin o Menoslobos... no tengo muy claro cual es el nombre) que cuida mucho el diseño gráfico de sus libros... menos éste, por lo que sea. "No, es que se trata de una imagen irónicamente naïf para expresar el extrañamiento que podemos sentir al viajar y que..." Bueno, vale, me creo lo que me digáis, pero a mí, así, no me dan ganas de leerlo. Quizá poniéndole una funda, no sé...


-Si no recuerdo mal la geometría básica, el volumen de un cilindro se obtenía multiplicando la superficie de la base por la altura.  Y una cubierta como ésta se obtiene multiplicando las pocas ganas de trabajar del ilustrador o ilustradora por la desidia del o la responsable editorial que aprueba semejante dejadez. Que vale que El volumen del tiempo I parte de una idea bastante abstracta, si se quiere, pero como la prota es anticuaria especializada en libros del siglo XVIII, que pongan una foto de Bill Murray con una peluca empolvada, aunque sea...

-Me sabe mal enviar al Infierno la cubierta de un libro que he reseñado hace poco, pero es que la de esta novela no hay por dónde agarrarla, lo siento... Entiendo, tras haberla leído, el significado que pretende transmitir: ese sentimiento casi amoroso -y sin casi, en algún caso- que experimenta la asesina protagonista hacia sus víctimas y los ambientes domésticos en los que transcurre la acción, simbolizados en un vaso de Cola-Cao con galletas. Muy bien, pero me temo que esos tonos color ca... amarronados, quiero decir, en constraste con el alicatado en azulejo blanco, que los hace resaltar aún más, no son los más apropiados para atraer a los posibles lectores que no sepan nada del libro. El fucsia de las letras del título parece elegido para, precisamente, paliar un poco el escaso atractivo del cromatismo de la foto, pero casi es peor, creo yo...
En fin, para quien quiera leer la reseña de Un momento de ternura y de piedad, aquí está el enlace.

- Nacido para el miedo. Entrevistas a Thomas Ligotti: Que Thomas Ligotti no es la alegría de la huerta ni tampoco Jude Law cuando era joven y tenía más pelo lo tenemos todos claro, ¿no? Pero tampoco hacía falta retratarlo con esa pinta de jubilado en viaje del IMSERSO que lleva una semana sin hacer de vientre... No dejes que te hagan esto, Thomas, que así no vas a conseguir convertirte en el Dan Brown o el John Grisham de los escritores de terror... ni siquiera en Brandon Sanderson (no digo en el Stephen King porque sería un pleonasmo y, además, tampoco es que el Rey sea un adonis). La imagen se corresponde bien con el título, no obstante, porque parece que el pobre Ligotti está muy agobiado por la posibilidad de que el laxante no le haga efecto. O le haga demasiado...




-Si ya no apetece mucho llevarse el anterior libro a casa y ver todos los días la jeta de Ligotti, no digamos ya el de esta antología de relatos, también publicada por Valdemar (ya siento que tengan dos cubiertas en el Infierno... aunque igual no les desagrada tanto estar aquí). Es verdad que, como he comentado antes, el género de terror admite e incluso pide imágenes horrísonas, pero en este caso ya no es sólo eso, sino que el personaje de la cubierta recuerda a alguna de esas amigas de tu abuela que se empeñaban en que les dieras un beso cuando eras pequeño (y, pero aún, te lo daban ellas a ti) o a la portera del edificio donde estabas de estudiante y que controlaba todos tus movimientos. ¡Ah, que igual es un tío! Pues el yonqui del barrio, que tras sobrevivir al caballo y a innumerables lonchas de speed, se ha regenarado gracias a la Iglesia Evangélica y ahora ejerce de vigía moral de la juventú...

-Como sin duda os habréis dado cuenta a lo largo de esta entrada -y la de ayer- yo no tengo ni idea de diseño gráfico, así que es absolutamente imposible que acabe impartiendo clases de esta materia. Pero en el hipotético caso de que lo hiciera, os puedo decir que mi primera clase empezaría dictando la siguiente regla al alumnado: "NUNCA, JAMÁS, BAJO NINGÚN CONCEPTO coloquéis la imagen de un INODORO en la cubierta de un libro". Creo que no es una norma absurda y hasta diría que resulta de sentido común... algo con lo que no están de acuerdo los responsables de la edición de Que tenga una casa de Florencia del Campo. No he leído esta novela, así que a lo mejor resulta que toda la acción se desarrolla dentro de ese pequeño aseo y por eso resulta pertinente su imagen, pero aún así... Yo veo un libro con un puto váter en la cubierta y ya os digo que no me gasto ni un solo lerele en comprarlo. Es más, ni siquiera se me pasaría por la cabeza mangarlo...

En fin, lo dejo ya, que de lo que se trata es de dar sólo una muestra de lo que se puede encontrar por esas librerías y bibliotecas de Dios. Aún así, me quedo con ganas de poner alguna más (por ejemplo, la de Minimosca, de Gustavo Faverón , más fea aún en comparación con la cubierta que le puso Candaya a Vivir abajo, con una prisión de Piraniesi, nada menos), pero no vamos a hacer eterna esta agonía. Quedaría por hacer,  además, porque sería interminable o, cuando menos, merecería (es un decir) otra entrada exclusiva, un repaso a tres de los géneros que más cubiertas horrorosas y kitsch proporcionan al sufrido público lector: el llamado romántico (ponedle comillas, si queréis), el conocido como "histórico" (a este se las pongo yo) y el de fantasía (sin comillas). Y no digamos ya la combinación de dos de ellos o de todos... Como fin de fiesta, os dejo aquí un surtido  de estas clases de libros, para que soñéis esta noche (si son pesadillas o sueños húmedos depende de vosotros/as). Arrivederci!

      

                 




2 comentarios:

Alicia dijo...

Hola de nuevo Juan...y siga la joda!!!!!!!!!!!!!!! Buenisimo!!!!!!!!!!!!! Gracias genio!!!!!!!!!

Juan G. B. dijo...

Gracias por tus elogiosas palabras, Alicia, pero me temo que he de cancelar todo lo que escrito en esta reseña, porque me consta que hay personas que se han sentido ofendidas por lo que digo en ella.
Como señoro que soy, además, entiendo que no tengo derecho a dar mi opinión, así que asumo mi falta y está noche me iré a la cama sin cenar... Os pido perdón a todes.