viernes, 16 de diciembre de 2016

Ramiro Pinilla: Las ciegas hormigas

Idioma original: Español
Año de publicación: 1960
Valoración: Bastante recomendable

Ramiro Pinilla reconoció abiertamente en varias entrevistas la admiración que sentía por Faulkner y la influencia que éste tuvo en su obra. El mayor ejemplo de esta influencia lo encontramos en "Las ciegas hormigas", que bebe directamente de las fuentes de "Mientras agonizo" (carreta con cadáver incluido). 

Es "Las ciegas hormigas" un libro oscuro, duro, de un pesimismo brutal, en el que nos hallamos con una familia, los Jaúregui (podrían ser los Bundren), en una situación límite, entre los sentimientos y el puro instinto de supervivencia, en una situación de quiebra. 

Ambientado en una época oscura (no se menciona pero se intuyen los años más negros del franquismo, valga la redundancia), la acción se desarrolla, fundamentalmente, en una noche de terrible galerna, con la lluvia y el viento azotando a los protagonistas. Esa noche un barco cargado de carbón encalla junto a los acantilados de la Galea, el temporal hunde el barco y su carga de desparrama entre las rocas y peñas. Todo Getxo, y entre ellos los Jaúregui, se lanza a recoger el carbón de la playa, pero múltiples desgracias se cebarán con ellos.

Es, por tanto, la historia / tragedia de los Jaúregui en esos días. Pero, sobre todo, es la historia de Sabas Jaúregui, el cabeza de familia. Sabas es el protagonista (sin voz) casi absoluto de este libro. Trabajador infatigable, hombre de voluntad inquebrantable, se verá inmerso en una lucha sin tregua contra los elementos, contra las circunstancias adversas, contra las leyes hechas no en favor de pueblo sino en su contra, en una lucha en la que no importa ganar o perder, sino seguir adelante.

Las similitudes con "Mientras agonizo" son patentes, sobre todo, en la forma elegida por Pinilla para narrar la historia / tragedia de los Jaúregui.

Una figura, Ismael (cuarto hijo de Sabas), asume el papel de narrador que cuenta los hechos desde un futuro indeterminado. En el momento del naufragio, Ismael es un adolescente que, a sus catorce años, idolatra al padre - héroe, aunque la perspectiva que da el tiempo le hace matizar esa opinión. Es Ismael el hijo predilecto de Sabas y el más cercano a él. Es, por tanto, quien tiene una visión más global del conjunto, por lo que su elección como conductor de la historia es de lo más acertada, sobre todo teniendo en cuenta que Sabas, en el libro, no tiene voz. Lo que podemos saber de él, lo sabemos gracias a Ismael.

El resto del libro son monólogos interiores de los diferentes protagonistas del drama, narrados en presente, con algún pequeño flash-back. Cada uno de los personajes nos ofrece una visión parcial de la historia ("su visión") y desempeña un papel simbólico en la misma.
Fermín, el hijo mayor y desafortunado protagonista de la tragedia que precipitará los hechos, está marcado por un sentimiento de inferioridad enfermizo ante el padre. Este sentimiento, acentuado por traumas sexuales, le llevarán a aislarse del resto de la familia hasta el fatídico día del naufragio, en el que buscará una redención mediante el trabajo. Un deslavazado monólogo explicando los motivos de su aislamiento será lo único que oigamos de sus labios. 
Cosme, segundo hijo de Sabas, se enfrenta al padre y a lo que este representa mediante su ruptura con la tradición. La violencia en su relación con el padre está latente en todo momento, aunque no puede ceder al "poder" casi mítico de Sabas.
Bruno, tercer hijo, es, al igual que su padre, otro "macho" dotado de todas las virtudes de la especie, pero sin la voluntad de Sabas. Introduce un elemento desestabilizador en la trama al escaparse del servicio militar el mismo día del naufragio.
Nerea, la hija pequeña, representa una mezcla de inocencia y crueldad, ajena en parte al mundo de los adultos.
Josefa, esposa de Sabas, aparece, al igual que el resto de personajes, subordinada a la voluntad de su marido, pero no por imposición directa de éste, sino por la fuerza que de él mana. Es el personaje que más evoluciona en el libro, hasta el punto de sufrir una revelación de corte existencial.
Por último, Pedro, hermano de Josefa, es la antítesis de Sabas. Todo lo que son virtudes en Sabas son defectos en Pedro. Es un personaje muy importante en el libro ya que estos defectos desencadenan gran parte de los acontecimientos.

Pero la utilización de esta técnica del monólogo interior implica la "desaparición" del autor y eso, en ciertos momentos, es algo que no se consigue. En algunos monólogos se introducen reflexiones en las que se percibe claramente que son más ideas del autor que de los propios personajes.
Por otro lado, los personajes, en teoría, apenas saben leer o escribir pero se expresan con conceptos casi filosóficos que no digo que sean desconocidos para ellos, pero suenan un tanto forzados en sus bocas.
Y, por último, las influencias de Faulkner son tan evidentes que uno tiende a comparar y, aunque Getxo pueda ser nuestro Yoknapatawpha, Faulkner es Faulkner y no hace falta añadir más.

A pesar de estos "peros", la trama es tan poderosa y tiene tanta intensidad que se eleva por encima de sus pequeños errores y convierte a "Las ciegas hormigas" en un libro absolutamente disfrutable y recomendable.


La obra casi completa de Ramiro Pinilla en ULADSenoLa higueraVerdes valles, colinas rojas 1,Verdes valles, colinas rojas 2 y 3Aquella edad inolvidableSolo un muerto másHuesosCadáveres en la playaEl cementerio vacíoLos cuentos

P.S.: Recuerdo cuando, de crío, nos llevaban en el colegio de excursión al molino de Aixerrota, a los acantilados de la Galea o a Arrigúnaga. Obviamente, con 10-12 años no conocía el libro pero, ahora, me puedo imaginar perfectamente los hechos, ver el barco entre las peñas, etc. Ya no es ese lugar semi-salvaje y semi-mítico que uno intuye en los libros de Pinilla, aunque gracias a haberse librado de la especulación urbanística conserva un aura especial. Y las vistas del Abra siguen siendo muy recomendables.

jueves, 15 de diciembre de 2016

David Vann: Acuario

Idioma original: inglés
Título original: Aquarium
Traducción: Luis Murillo Fort
Año de publicación: 2015
Valoración: recomendable

Un acuario. Este es el lugar utilizado por David Vann como escenario central donde ubicar su historia. El acuario como sitio físico pero también emocional ya que supone un mundo de calma y paz en contraposición a la vida agitada y caótica del exterior del mismo.

Como es habitual en David Vann, el paisaje y el entorno tienen una incidencia y una semejanza con la historia que nos quiere transmitir y, en este caso,  el autor ha elegido un acuario por ser un lugar donde cohabitan gran variedad de peces, de forma análoga a lo que ocurre con una ciudad y sus habitantes. De esta manera, el acuario es un personaje más de la novela, presente de forma recurrente en la historia, no solo como espacio físico donde se desarrolla gran parte de la acción sino también como escenario simbólico de la diversidad de sus habitantes. Integrado el acuario como un personaje más de la historia, David Vann utiliza sus recuerdos y traumas personales (los hay y muchos) para escribir una novela que trata de las relaciones familiares. De esta manera, el autor se sumerge de nuevo en sus recuerdos de niñez para contarnos una historia de tristeza, de abandono y de lucha bajo una aparente resignación. La lucha por la dificultad de perdonar, pero también de los que quieren ser perdonados.

Tal y como nos tiene acostumbrados David Vann, ya en un inicio del libro el autor nos presenta la familia que formará el eje central alrededor de la cual gira toda la trama argumental. Tenemos de esta forma dos personajes iniciales principales, madre e hija, siendo esta última la narradora de la historia y, por tanto, quien nos da el punto de vista como observadora pero también como parte implicada en la misma. Así pues, la historia se centra en Caitlin, una niña de doce años a quien le atraen y obsesionan los peces. Es por ello que menudo acude a un acuario público para aislarse de su vida (nada fácil por cierto) buscando en él la calma y remanso que le aportan los peces. Caitlin se imagina su propia vida como si viviera dentro de un acuario, y utiliza su imaginación para simular que vive en él cuando los problemas la superan, dejando la parte más caótica y complicada de su vida fuera de su "pecera" interior.
Es en una de estas frecuentes visitas al acuario donde conocerá a alguien que supondrá un cambio en su vida. No contaré más para no reducir el interés de los futuros lectores.

¿Teniendo ya el esqueleto de la historia, como entrelaza Vann todos estos elementos? De forma tan solo aceptable a mi pesar ya que si bien es cierto que David Vann acostumbra a manejar bien los ritmos, sabe cómo crear tensión y clímax, la devoción que tiene Caitlin con el acuario nos lleva a una descripción excesivamente meticulosa sobre la variedad de peces que pueden encontrarse en él. El esfuerzo de David Vann para poner de manifiesto la analogía entre peces y personas, entre la ciudad y el acuario, tiene como resultado un inicio del libro con exceso de detalles, lejos de la prosa directa a la que nos tenía acostumbrados el autor; esto supone que el principio de la novela tenga un ritmo excesivamente lento y que no coja el tono hasta superado el primer tercio. Demasiada explicación sobre los peces y sus variedades. Que Caitlin esté obsesionada con los peces y le fascinen (como al propio autor según ha reconocido) no justifica ni soporta tanta exposición de detalles.

Por suerte, una vez la historia atraviesa el determinado punto crítico (siempre existente y claramente marcado en la obra de Vann), ésta se desata, se acelera y arranca con fuerza como un torbellino de forma incontrolable. Y sí, digo incontrolable porque los comportamientos de algunos personajes son impulsivos, salvajes y hasta crueles. Es a partir de este momento cuando recuperamos al David Vann de novelas anteriores, tanto en el enfoque como en la dureza y agresividad emocional de sus personajes. Vann es bueno en este aspecto, cuando se aparta de la palabrería y largos párrafos descriptivos y se centra en los comportamientos humanos. David Vann, como sus personajes es un autor que se basa en hechos más que palabras (cosa aparentemente incoherente en un escritor) y gana dejando que los hechos te impacten sin intentar suavizarlos, sin pretender matizarlos, tratándolos como si estuviera dispuesto a propiciarte un duro golpe, objetivo que sin duda logra y acierta de pleno.

Sin llegar al nivel de impacto de Sukkwan Island, siempre hay algo de David Vann que te produce angustia y momentos de parálisis emocional que requieren (y casi exigen) una pausa para coger aliento y recuperarte. Si bien según mi punto de vista el libro es demasiado largo y se recrea en exceso sobre los peces y las particularidades de los mismos, no deja de ser un libro que cuando lo acabas sientes que te deja cierto vacío y desaliento. Y con esto Vann logra su cometido.

Tal y como indica David Vann en palabras de uno de los personajes: "te voy a romper para averiguar entonces lo que eres". Él hace con nosotros algo parecido, intenta rompernos para que descubramos como encajamos ese impacto y qué marca nos deja en nuestro subconsciente.

Es difícil ya que a estas horas sorprenda una novela de Vann en lectores ya iniciados en su obra pero sus seguidores apreciarán este libro que según indica Vann es el cierre a las novelas basadas sus traumas familiares.

También de David Vann en ULAD: Sukkwan IslandTierra, Caribou Island

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Yukio Mishima: El rumor del oleaje

Resultado de imagen de el rumor del oleajeIdioma original: japonés
Título original: 潮騒 (Shiosai)
Año de publicación: 1956
Valoración: Recomendable

A quien haya leído cualquier otra obra de Mishima, sea ensayo o ficción, puede que le choque esta novela, tan rigurosa y bien estructurada como todas las suyas pero con un lirismo que, junto a su ingenuidad y sencillez argumentales, le presta cierto aire de fábula. Esto, unido al tópico del amor prohibido, recuerda a textos de hace muchos siglos, digamos que se trata de un Romeo y Julieta, narrativo, con los esquemas sociales del siglo XX y mucho menos realista que el texto de Shakespeare. Podríamos situarla en una franja que limita con la novela rosa por un lado –con todas las salvedades en cuanto a calidad literaria– y por otro con el cuadro de costumbres.
No creo exagerar mucho si digo que la naturaleza es el personaje principal. Esa isla primitiva e idílica, su costa, el cambiante océano, los amaneceres y puestas de sol, el faro que sirve de apoyo, no solo por el simbolismo de la edificación en sí sino porque en él habitan quienes acabarán siendo los confidentes y cómplices perfectos de la pareja protagonista. Pero hay otro personaje no humano: la mentalidad y forma de vida del Japón tradicional encarnado en un grupo de pescadores, prácticamente autosuficientes, que realizan una sola visita al mundo exterior –en grupo y mientras son adolescentes–para satisfacer la natural curiosidad por lo ajeno y, a partir de entonces, se recluyen para siempre en su terruño y sus aguas.
Si el sentimiento que surge entre Hatsue y Shinji es desde un principio compacto y sin fisuras, el conflicto imprescindible para justificar la trama parte de la oposición del padre de la chica –de clase más acomodada, como era de esperar– y de un par de conspiradores (hombre y mujer) que, al haberse hecho ilusiones previas,  intentan malograr el idilio. Pero ella se arrepiente pronto y a él se le representa como una perfecta nulidad. Tanto es así que sus intentos de seducción –o algo peor– se malogran por un avispón inoportuno, reiterativo y prácticamente con personalidad propia, en el episodio más inverosímil de toda la novela y, desde luego, impropio de un escritor como Mishima.
Sabemos que la acción tiene lugar poco después de la Segunda Guerra Mundial porque el barco pesquero en el que faena Shinji atraca en Okinawa, la única isla del archipiélago que sufrió el desembarco norteamericano. Las huellas de este ataque –vegetación costera calcinada, cazas en prácticas que atruenan el aire, tráfico infernal de vehículos bélicos –contrastan con la paz de Utajima y hacen resaltar todavía más, si cabe, su incuestionable encanto ampliamente descrito.
Es más que evidente –incluso para quien no conozca la rígida mentalidad del autor– que El rumor del oleaje se propone defender a toda costa los valores del Japón más tradicional, denigrando para ello cualquier elemento que suene a moderno o extranjerizante ya que para él suponen claramente una amenaza.  Pero lo hace con calma y sutileza orientales, sumergiéndonos en un mundo tan exquisito que, unido a la facilidad de su lectura y a su corta extensión, siempre apetece visitar.

Del mismo autor: Después del banquete, Los años verdes, El marino que perdió la gracia del mar, El sol y el aceroNieve de primaveraEl pabellón de oroEl Templo del AlbaSed de amor

martes, 13 de diciembre de 2016

Per Olov Enquist: La partida de los músicos

Idioma original: sueco
Título original: Musikanternas uttag
Traducción: Marina Torres y Francisco J. Uriz
Año de publicación: 2.016 (escrito en 1.978)
Valoración: Muy recomendable 


Cuenta en el prólogo Paco Uriz cómo este libro, escrito allá por 1.978, por esas cosas de las editoriales quedó sin publicarse en castellano hasta hace unos pocos meses. Lo lamenta Uriz y seguramente deberíamos lamentarlo todos, porque nos hemos perdido durante años un muy buen libro, que ahora rescata la estimable Nórdica Libros. 

El relato se sitúa en la primera década del siglo XX en el norte de Suecia. En esa época (y también en  esas latitudes) Suecia tiene realmente muy poco que ver con el Estado del bienestar y la socialdemocracia escandinava con que hoy día asociamos a ese país. Estamos ante enormes extensiones de bosques entre las que asoman poblaciones diminutas, aisladas, generalmente asociadas al monocultivo de la industria maderera. Un entorno cerrado de gentes desconfiadas, que hablan un dialecto difícil, luteranos a machamartillo y pobres de solemnidad. Allí va a parar un agitador sindical enviado desde Estocolmo para remover conciencias. Como se puede suponer, una tarea sumamente complicada.

El agitador Elmblad se encontrará con un inmenso muro cultural, y su voluntarioso proselitismo le acarreará consecuencias poco agradables. Sin embargo, no es él el protagonista, sino el mero hilo conductor, a veces intermitente, de un relato sobre la vida de esta gente, sobre esa peculiar sociedad rural que sin darse cuenta se va viendo invadida por el capitalismo industrial, sus efectos y sus contradicciones. Elmblad trae la buena nueva del socialismo y es radicalmente rechazado, pero la conciencia de clase llegará por sí misma. De forma muy lenta, peculiar y con muchas dificultades, pero llegará.

Aunque esta perspectiva es la que parece predominar al principio de la novela, el foco se va desplazando desde el colectivo hacia las personas. Vamos conociendo uno tras otro a esos aldeanos cerriles, a los que Enquist presenta con apenas unos rasgos, alguna pequeña anécdota, una pincelada, como para dejar claro que son humanos. De esta forma se va trenzando con calma, muy poco a poco y con maestría, una espléndida imagen del lugar y la época. Es una labor de costura, en una dirección y en otra, con pequeños saltos en el tiempo y en apariencia sin un rumbo concreto, y así tenemos el sencillo pero soberbio mosaico de esa sociedad que parecía incomprensible.

La narración se desarrolla siempre con un fondo de humor, una ironía fina que retrata la ingenuidad de los personajes, incluso su brutalidad, pero con llamativa delicadeza,  diríamos con ternura (agggg, la palabreja), seguramente derivada del hecho de que el entorno está relacionado con la infancia del propio autor. Sin asomo de paternalismo, con agudeza pero con cariño, Enquist nos muestra que estos individuos son así, a veces terribles, pero terminan resultando entrañables.

Y así, como fondo de esta pasarela de personajes se va desarrollando la pequeña historia obrera de aquellas remotas latitudes, los tímidos y un poco infantiles comienzos de una actividad sindical frente a los abusos de los patronos, sus reuniones en la cocina, las actas redactadas con ingenua circunspección, su respeto reverencial por el superior, las indecisiones y el temor, vestido de rechazo, a las nuevas ideas que pretenden traerles desde el civilizado sur.

No cambia ese tono benevolente ni tan siquiera cuando la amargura y la tragedia empiezan a rondar en la parte final del libro. No quiere decir que el autor disculpe la violencia ni las atrocidades. Simplemente nos hace partícipes de historias lejanas, de individuos profundamente humanos que, en una sociedad oscura, incluso primitiva, intentan hacer realidad aquello de que ‘siempre hay algo mejor que la muerte’, ese paradigma de la desgracia que movía a los desesperados animales del cuento a buscarse un futuro como músicos en Bremen.

Otras obras de Per Olov Enquist en ULAD: El ángel caídoEl libro de Blanche y Marie

lunes, 12 de diciembre de 2016

Andrea Camilleri: El movimiento del caballo

Idioma original: italiano
Título original: La mossa del cavallo
Año de publicación: 1999
Traducción: María Antonia Menini Pagès
Valoración: recomendable

Reconozcamos que hay que tener mucho valor o estar muy seguro de uno mismo como novelista para situar como protagonista e incluso héroe de una historia nada menos que a un... inspector de Hacienda, Sin duda, Andrea Camilleri no carece de ninguna de estas cualidades como escritor, además de atesorar otras bien conocidas; aún así, hay que admitir que como elección del héroe de la novela, ésta no deja de ser bastante peculiar (por supuesto, todo lo que he escrito hasta aquí no deja de deberse a un ánimo jocoso y bienintencionado... De paso aprovecho para enviar un respetuoso saludo al Cuerpo de Inspectores de Hacienda, a quienes tanto queremos y , sobre todo, debemos... ejem), Y eso que el argumento de la misma está basada en un hecho real, referido por Leopoldo Franchetti en 1876.

En esa misma época sitúa Camilleri la acción de su novela, cuando Giovanni Bovara toma posesión del cargo de inspector de molinos de la provincia de Montelusa (Agrigento en la realidad), a resultas del fallecimiento, en circunstancias sospechosamente truculentas, de sus dos predecesores. Bovara, aunque criado en Génova, es natural de la cercana -y más que familiar para los lectores de este autor- Vigàta (Porto Empedocle*), pero el hecho de haber pasado la mayor parte de su vida en el continente le hace desconocedor de las peculiaridades e idiosincrasia sicilianas. Esta dislocación es uno de los motores de la trama: Bovara, que incluso piensa en dialecto genovés, pretende cumplir con las obligaciones de su cargo, hacer respetar las normas y combatir el fraude, pero se encuentra con un sistema establecido para no pagar los impuestos o incluso llevarse parte del pastel, en el que participa  su propio superior, don Felice La Pergola -alias "El escarabajo pelotero"- o, por supuesto, el cacique local, don Cocò Afflitto (es interesante señalar que la palabra "mafia" no aparece en toda la novela; no hace falta).

El otro hilo argumental que hace avanzar la narración se refiere a otros elementos no exclusivamente sicilianos, pero en los que la "sicilianeidad" aporta un plus de sabrosura: relaciones sexuales no aprobadas por la Iglesia, adulterios a varias bandas, vendettas...  un enredo que gira en buena medida en torno al padre Carnazza, sacerdote poco proclive a respetar los mandamientos y a una de sus feligresas, la hermosa viuda Trisìna. Además, podemos encontrar algún que otro marido cornudo, alguna esposa que ídem, criadas desvergonzadas, comadres cotillas, parientes afrentados, policías corruptos, sicarios, jueces y hasta un fiscal piamontés... en fin, actores todos que van urdiendo la trama en la que queda atrapado Giovanni Bovara y de la que sólo podrá salir recurriendo a su "movimiento del caballo" particular.

Hay que señalar que, como suele suceder en muchas novelas de Camilleri, éste suele hacer gala de bastante desinhibición a la hora de narrar las escenas sexuales -vamos, que es un poco brutico...-; ahora bien, dudo que se pueda encontrar a otro escritor que resuelva estas situaciones con mayor solvencia e imaginación. Aún así, en general ésta no es una de las mejores novelas de Camilleri, pero sí es una de lo más entretenida y llena de esa socarronería característica del autor siciliano. También, como de costumbre, de grandes dosis de pesimismo, aunque en este caso el humor le sirva de paliativo. Que no es poco...

* Me he enterado que el nombre oficial de la localidad natal de Andrea Camilleri es, desde 2003, Porto Empedocle-Vigàta, como homenaje, además de al filósofo griego, a las novelas de este su célebre hijo (en las que, por otra parte, tampoco es que deje en el mejor lugar a su terruño, precisamente).  Aunque parezca una nueva usurpación por parte de la política de los logros literarios de un autor, la ironía de la situación me impulsa a aplaudir desde aquí tal decisión. ¡Que cunda el ejemplo!


Tropecientos libros más de Andrea Camilleri reseñados: aquí

domingo, 11 de diciembre de 2016

Jan Morris: Manhattan 45

Idioma original:  inglés
Título original: Manhattan 45
Año de publicación:
Traducción: Esther Cruz
Valoración: bastante recomendable

Por relacionarlo con una lectura anterior, diría que Manhattan 45 es casi el opuesto al periodismo de guerra que nos mostraba Augusto Assía. Este escribía desde Londres sobre un conflicto en progresión y en medio de sirenas y bombas. Morris escribe en una Nueva York pletórica que, entre fiestas y celebraciones, recibe a los buques que traen de vuelta a tropas desde Europa. Hitler ha sido derrotado y el conflicto en el escenario europeo ha finalizado. Donde los ingleses mantenían una estoica actitud de intento de preservar normalidad, la población americana que se acerca a los muelles a saludar a las tropas que regresan está exultante; puede que prevean que se acercan décadas de gloria y crecimiento para Estados Unidos, años de expansión, Guerra Fría, y todo lo que vendrá después, que aquí simplemente se aventura y se deja que sea el tiempo que lo demuestre.
Curiosamente, la edición de Gallo Nero cuenta con una introducción, un prólogo que viene a suponer una certificación de que ese periodo de ascenso quedó brutalmente cortado con los atentados del World Trade Center, y que desde ese momento la ciudad cambió, sufrió una cura de modestia y vulnerabilidad que empieza a darse por superada a sabiendas de que nunca lo será del todo.
La isla que Jan Morris nos presenta es en 1945 una ciudad bulliciosa metida en el carril de aceleración. Occidente está agradecido hacia Estados Unidos por su papel en la  resolución del conflicto, y Nueva York epitomiza y concentra esa admiración global. A pesar de algún guiño equívoco, ni siquiera su comunidad judía y su población de origen alemán han tenido conflictos: pero hay mucho más, y Morris evita convertir esas 300 páginas largas en una guía nostálgica y la ciudad que nunca duerme se nos revela también como la ciudad que siempre tiene algo nuevo que ofrecer. El repaso es exhaustivo y fascinante, y todo el crisol presente desfila a través de estas páginas, una rendida carta de amor de una escritora galesa que visita a menudo la ciudad y nos ofrece esa perspectiva entusiasta y cosmopolita. Hitos culturales, personajes carismáticos (incluida una magnífica mención a Joe Gould) de todos los orígenes y condiciones. Lugares emblemáticos que perviven o forman parte del pasado. Tiendas, restaurantes, edificios, enclaves cuya función el tiempo ha transformado. Pero, por encima de todo, y perdonad que insista, una sensación de constante contemporaneidad, de ciudad que crece y se transforma, que se sabe referencia de la cultura urbana a nivel global, mucho antes de que los curiosos del planeta acudan a babear por sus calles, casi ajena a la fascinación que ejerce. La verdadera crónica desde el centro del mundo.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Lorenza Foschini: El abrigo de Proust

Idioma Original: Italiano
Título original: Il cappotto di Proust. Storia di un'ossessione letteraria
Traducción: Hugo Beccacece
Año de publicación: 2010
Valoración: Recomendable / Imprescincible para mitómanos proustianos

Muy pocas veces el título de la obra define tan a la perfección lo que en ella nos encontraremos como en esta ocasión. Porque "El abrigo de Proust. Historia de una obsesión literaria" es el relato de la obsesión del perfumista y bibliófilo (en sus ratos libres) Jacques Guérin por un autor, Marcel Proust, y por una obra, "En busca del tiempo perdido"

Ay, Marcel Proust, la Recherche, las magdalenas… Mi adorado Marcel…

Resulta gracioso que alguien se dedique a acumular objetos y recuerdos del escritor de la memoria y el recuerdo por antonomasia, ¿no? ¿Qué pensaría de todo eso? Bah, dejémonos de elucubraciones.

Comienza el libro con la visita de su autora al parisino Museo de Carnavalet, en el que se encuentran buena parte de los objetos de Proust (muebles, ropa, cartas, versiones de sus obras, etc) que sobrevivieron a su muerte y a las posteriores mudanzas, herencias y disputas. A partir de esta visita, Foschini novela los hechos, no olvidemos que reales, que hicieron posible que esos objetos llegaran al Museo y conoceremos al hombre gracias al cual esto pudo suceder, el ya mencionado Jacques Guérin. 

Es curioso averiguar cómo pudo Guérin reunir todos esos objetos. Pues bien, a su obsesión por Proust y a su fortuna personal se unieron un poco de casualidad, otro poco de buenos contactos y un mucho de perseverancia, hasta el punto de revisar todos los días las necrológicas en la prensa para comprobar si algún familiar lejano de los Proust o algún contemporáneo de estos hubiese fallecido para presentarse en su funeral y ganarse su confianza. 

La cantidad de esfuerzo, de tiempo, de dinero, empleada por Guérin para ir acumulando tantas y tantas cosas. ¿Y todo eso para qué?

Pero volvamos al libro y veamos qué lo hace tan disfrutable, al menos para mí.

Resulta, en primer lugar, interesante el intento que hace Foschini de entender y explicar qué puede llevar a alguien a tratar de apropiarse de todo lo que queda de un autor (o artista, en general). Podría ser, por ejemplo, el "conservar, en cierto modo, aquel misterio latente que tienen los objetos de los otros cuando fueron amados y valorados por ellos, ..., el conservar, en cierto modo, una chispa de aquel amor, de aquel placer, y sentirse finalmente satisfecho" o el sentimiento de ser el "salvador de algo sagrado". No sé qué os parecerá, pero me da la impresión de que estas sensaciones o sentimientos son los mismos, a otra escala, que nos llevan a tratar de leer ávidamente toda la obra de algún autor que nos haya marcado de alguna manera, que nos haya descubierto nuevos mundos. ¿No os sentís en esas ocasiones como depositarios de algo único? ¿No llevamos todos un Jacques Guérin dentro?

Otro aspecto a destacar es la revisión de las relaciones familiares de Marcel Proust, tanto con sus padres como con su hermano Robert y su cuñada Marthe Dubois-Amiot, depositaria tras la muerte de Robert de la herencia de Marcel, y su contraposición a las relaciones familiares del propio Guérin. Personalmente, eran aspectos de la vida del autor que desconocía y resulta interesante conocerlos por lo que aportan de luz sobre su principal obra.

Uno podría pensar, por otra parte, que el tema del libro sea algo aburrido o pesado, pero lo cierto es que la narración es sumamente ágil y entretenida. Vale, son apenas 150 páginas, ¡pero es que me he leído en libro en poco más de una tarde! Mención especial para la edición de Impedimenta, desde la preciosa portada hasta las cartas, fotografías y retratos que se reproducen a lo largo del libro a medida que van apareciendo en la narración. Un verdadero lujo.

Solo añadir, para finalizar, que si eres un mitómano o un bibliófilo o un proustiano empedernido, éste es tu libro. Si no, te resultará curioso o entretenido, sin más.

Termino ya la reseña pidiendo perdón por su extensión y animandoos a encontrar en ella un pequeño guiño a alguien relacionado con el libro. Ya me contáis.