Idioma
original: inglés
Título original:
Aquarium
Traducción: Luis Murillo Fort
Traducción: Luis Murillo Fort
Año de
publicación: 2015
Valoración:
recomendable
Un
acuario. Este es el lugar utilizado por David Vann como escenario central donde
ubicar su historia. El acuario como sitio físico pero también emocional ya que
supone un mundo de calma y paz en contraposición a la vida agitada y caótica
del exterior del mismo.
Como es
habitual en David Vann, el paisaje y el entorno tienen una incidencia y una
semejanza con la historia que nos quiere transmitir y, en este caso, el autor ha elegido un acuario por ser un
lugar donde cohabitan gran variedad de peces, de forma análoga a lo que ocurre
con una ciudad y sus habitantes. De esta manera, el acuario es un personaje más
de la novela, presente de forma recurrente en la historia, no solo como espacio
físico donde se desarrolla gran parte de la acción sino también como escenario
simbólico de la diversidad de sus habitantes. Integrado el acuario como un
personaje más de la historia, David Vann utiliza sus recuerdos y traumas
personales (los hay y muchos) para escribir una novela que trata de las
relaciones familiares. De esta manera, el autor se sumerge de nuevo en sus
recuerdos de niñez para contarnos una historia de tristeza, de abandono y de
lucha bajo una aparente resignación. La lucha por la dificultad de perdonar, pero también de los que quieren ser perdonados.
Tal y
como nos tiene acostumbrados David Vann, ya en un inicio del libro el autor nos
presenta la familia que formará el eje central alrededor de la cual gira toda
la trama argumental. Tenemos de esta forma dos personajes iniciales
principales, madre e hija, siendo esta última la narradora de la historia y,
por tanto, quien nos da el punto de vista como observadora pero también como
parte implicada en la misma. Así pues, la historia se centra en Caitlin, una
niña de doce años a quien le atraen y obsesionan los peces. Es por ello que
menudo acude a un acuario público para aislarse de su vida (nada fácil por
cierto) buscando en él la calma y remanso que le aportan los peces. Caitlin se
imagina su propia vida como si viviera dentro de un acuario, y utiliza su
imaginación para simular que vive en él cuando los problemas la superan,
dejando la parte más caótica y complicada de su vida fuera de su
"pecera" interior.
Es en una de
estas frecuentes visitas al acuario donde conocerá a alguien que supondrá un
cambio en su vida. No contaré más para no reducir el interés de los futuros
lectores.
¿Teniendo
ya el esqueleto de la historia, como entrelaza Vann todos estos elementos? De
forma tan solo aceptable a mi pesar ya que si bien es cierto que David Vann acostumbra a
manejar bien los ritmos, sabe cómo crear tensión y clímax, la devoción que
tiene Caitlin con el acuario nos lleva a una descripción excesivamente
meticulosa sobre la variedad de peces que pueden encontrarse en él. El esfuerzo
de David Vann para poner de manifiesto la analogía entre peces y personas,
entre la ciudad y el acuario, tiene como resultado un inicio del libro con
exceso de detalles, lejos de la prosa directa a la que nos tenía acostumbrados
el autor; esto supone que el principio de la novela tenga un ritmo excesivamente
lento y que no coja el tono hasta superado el primer tercio. Demasiada
explicación sobre los peces y sus variedades. Que Caitlin esté obsesionada con
los peces y le fascinen (como al propio autor según ha reconocido) no justifica
ni soporta tanta exposición de detalles.
Por
suerte, una vez la historia atraviesa el determinado punto crítico (siempre
existente y claramente marcado en la obra de Vann), ésta se desata, se acelera y arranca
con fuerza como un torbellino de forma incontrolable. Y sí, digo incontrolable
porque los comportamientos de algunos personajes son impulsivos, salvajes y
hasta crueles. Es a partir de este momento cuando recuperamos al David Vann de novelas
anteriores, tanto en el enfoque como en la dureza y agresividad emocional de
sus personajes. Vann es bueno en este aspecto, cuando se aparta de la
palabrería y largos párrafos descriptivos y se centra en los comportamientos
humanos. David Vann, como sus personajes es un autor que se basa en hechos más
que palabras (cosa aparentemente incoherente en un escritor) y gana dejando que
los hechos te impacten sin intentar suavizarlos, sin pretender matizarlos,
tratándolos como si estuviera dispuesto a propiciarte un duro golpe, objetivo
que sin duda logra y acierta de pleno.
Sin
llegar al nivel de impacto de Sukkwan Island, siempre hay algo de David Vann
que te produce angustia y momentos de parálisis emocional que requieren (y casi
exigen) una pausa para coger aliento y recuperarte. Si bien según mi punto de
vista el libro es demasiado largo y se recrea en exceso sobre los peces y
las particularidades de los mismos, no deja de ser un libro que cuando lo
acabas sientes que te deja cierto vacío y desaliento. Y con esto Vann logra su
cometido.
Tal y
como indica David Vann en palabras de uno de los personajes: "te voy a
romper para averiguar entonces lo que eres". Él hace con nosotros algo
parecido, intenta rompernos para que descubramos como encajamos ese impacto y
qué marca nos deja en nuestro subconsciente.
Es
difícil ya que a estas horas sorprenda una novela de Vann en lectores ya
iniciados en su obra pero sus seguidores apreciarán este libro que según indica
Vann es el cierre a las novelas basadas sus traumas familiares.
También de David Vann en ULAD: Sukkwan Island, Tierra, Caribou Island
2 comentarios:
Acabo de leer el libro y no me pareció que la detallada descripción de los peces fuera excesiva; cierto que proprcionalmente ocupa una buena parte del texto, pero al fin y al cabo es una novela cortita, llena de fragmentos memorables muy lejos del acuario, la mayoria protagonizados por la madre de la narradora que, para mi, son los que permanecen en la memoria (sin desmerecer los protagonizados por la propia narradora y su compañera Shalima).
Se puede acusar al autor de forzar un tanto las analogías entre animales y humanos, aunque todas ellas son tan sensuales y hermosas que merecen la pena: seres que en su afán de esconderse pierden toda capacidad de movimiento, el deseo de pasarse la vida en una bañera de agua calentita, la forma de abrazar a un ser querido como hace el feo pez-rana... esta última imagen por cierto abre y cierra un libro redondo y, en mi opinión, perfecto
Hola Anna, gracias por tu comentario.
Comparto totalmente tu valoración respecto a la cantidad de fragmentos memorables que tiene el libro y la potencia de ciertos pasajes que quedan en la memoria, especialmente los que apuntas protagonizados por la madre y Shalima. David Vann es bueno en esto, en la potencia, en el impacto, en la visceralidad de su narrativa y en crear momentos que no se olvidan fácilmente. Pero sí encuentro un exceso de detalle, especialmente en comparación con otras obras suyas como "Sukkwan Island" o "Caribou Island", aunque eso es algo muy personal ya que la tolerancia al detalle es diferente en cada uno por lo que entiendo que lo hayas percibido de forma diferente y, de esta forma, hayas valorado aún más positivamente un libro que en términos globales es bueno.
Gracias por tu aportación y por visitar el blog.
Saludos
Marc
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