Título original: Il cappotto di Proust. Storia di un'ossessione letteraria
Traducción: Hugo Beccacece
Año de publicación: 2010
Valoración: Recomendable / Imprescincible para mitómanos proustianos
Muy pocas veces el título de la obra define tan a la perfección lo que en ella nos encontraremos como en esta ocasión. Porque "El abrigo de Proust. Historia de una obsesión literaria" es el relato de la obsesión del perfumista y bibliófilo (en sus ratos libres) Jacques Guérin por un autor, Marcel Proust, y por una obra, "En busca del tiempo perdido".
Ay, Marcel Proust, la Recherche, las magdalenas… Mi adorado Marcel…
Resulta gracioso que alguien se dedique a acumular objetos y recuerdos del escritor de la memoria y el recuerdo por antonomasia, ¿no? ¿Qué pensaría de todo eso? Bah, dejémonos de elucubraciones.
Comienza el libro con la visita de su autora al parisino Museo de Carnavalet, en el que se encuentran buena parte de los objetos de Proust (muebles, ropa, cartas, versiones de sus obras, etc) que sobrevivieron a su muerte y a las posteriores mudanzas, herencias y disputas. A partir de esta visita, Foschini novela los hechos, no olvidemos que reales, que hicieron posible que esos objetos llegaran al Museo y conoceremos al hombre gracias al cual esto pudo suceder, el ya mencionado Jacques Guérin.
Es curioso averiguar cómo pudo Guérin reunir todos esos objetos. Pues bien, a su obsesión por Proust y a su fortuna personal se unieron un poco de casualidad, otro poco de buenos contactos y un mucho de perseverancia, hasta el punto de revisar todos los días las necrológicas en la prensa para comprobar si algún familiar lejano de los Proust o algún contemporáneo de estos hubiese fallecido para presentarse en su funeral y ganarse su confianza.
La cantidad de esfuerzo, de tiempo, de dinero, empleada por Guérin para ir acumulando tantas y tantas cosas. ¿Y todo eso para qué?
Pero volvamos al libro y veamos qué lo hace tan disfrutable, al menos para mí.
Resulta, en primer lugar, interesante el intento que hace Foschini de entender y explicar qué puede llevar a alguien a tratar de apropiarse de todo lo que queda de un autor (o artista, en general). Podría ser, por ejemplo, el "conservar, en cierto modo, aquel misterio latente que tienen los objetos de los otros cuando fueron amados y valorados por ellos, ..., el conservar, en cierto modo, una chispa de aquel amor, de aquel placer, y sentirse finalmente satisfecho" o el sentimiento de ser el "salvador de algo sagrado". No sé qué os parecerá, pero me da la impresión de que estas sensaciones o sentimientos son los mismos, a otra escala, que nos llevan a tratar de leer ávidamente toda la obra de algún autor que nos haya marcado de alguna manera, que nos haya descubierto nuevos mundos. ¿No os sentís en esas ocasiones como depositarios de algo único? ¿No llevamos todos un Jacques Guérin dentro?
Otro aspecto a destacar es la revisión de las relaciones familiares de Marcel Proust, tanto con sus padres como con su hermano Robert y su cuñada Marthe Dubois-Amiot, depositaria tras la muerte de Robert de la herencia de Marcel, y su contraposición a las relaciones familiares del propio Guérin. Personalmente, eran aspectos de la vida del autor que desconocía y resulta interesante conocerlos por lo que aportan de luz sobre su principal obra.
Uno podría pensar, por otra parte, que el tema del libro sea algo aburrido o pesado, pero lo cierto es que la narración es sumamente ágil y entretenida. Vale, son apenas 150 páginas, ¡pero es que me he leído en libro en poco más de una tarde! Mención especial para la edición de Impedimenta, desde la preciosa portada hasta las cartas, fotografías y retratos que se reproducen a lo largo del libro a medida que van apareciendo en la narración. Un verdadero lujo.
Solo añadir, para finalizar, que si eres un mitómano o un bibliófilo o un proustiano empedernido, éste es tu libro. Si no, te resultará curioso o entretenido, sin más.
Termino ya la reseña pidiendo perdón por su extensión y animandoos a encontrar en ella un pequeño guiño a alguien relacionado con el libro. Ya me contáis.
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