Título original: Theodoros
Traducción: Marian Ochoa de Eribe
Año de publicación: 2024
Valoración: Recomendable
No se puede negar que Mircea Cărtărescu tiene muy buen cartel en este blog, bastantes libros reseñados, valoraciones casi siempre muy positivas y hasta creo que apostamos en una ocasión por darle nuestro Nobel particular. Mi conocimiento de su obra se reduce a algunos relatos breves, así que no tengo una base precisamente sólida, y las opiniones que busco en torno a este libro, como siempre una vez terminado, tampoco aportan mucho más que los parabienes habituales. Encima, es un librote de presencia algo intimidante, como algo llamado a ser la gran obra del autor rumano, quizá lo que le lleve definitivamente a la fama y a ese Nobel de verdad para el que siempre parece estar nominado. Así que, como me siento con poco apoyo exterior, no me queda otra que tirar de mi propia experiencia como lector de Theodoros.
Ciertamente estamos ante una gran historia, algo que linda con la epopeya dándole una vuelta al concepto de novela histórica, porque en efecto existió un emperador de Etiopía llamado Theodoros o Tewodros II, que llegó al poder, como casi todos, tras liquidar enemigos rebeldes por aquí y por allá. El trono etíope estaba también emparentado, o quería estarlo (también como casi todos), con líneas dinásticas que supuestamente se remontaban hasta el rey Salomón, nada menos, y mantenía, o lo aparentaba, cierta conexión con la religión dominante en la región (otro ídem), en este caso la Iglesia ortodoxa tewahedo.
Según explica Cărtărescu en una nota final, todo este relato histórico le atraía con fuerza, y siempre deseó escribir algo en torno a él, seguramente azuzado porque en algún momento a alguien se le ocurrió que el citado emperador podría ser un antiguo bandido valaco (rumano) con ambiciones de poder. Dicho y hecho, Cărtărescu se pone a elucubrar cómo ese posible compatriota, una especie de delincuente juvenil, después pirata, pudo llegar al trono de un país lejano.
Ahí cabe casi de todo. Se mezclan datos históricos con otros muchos ficticios, episodios propios de la novela de aventuras o el relato bélico, sueños y visiones surgidas del inconsciente o del consumo de sustancias, incursiones en los libros sagrados y en las tradiciones rumanas y griegas, intercambios de personalidad y, sobre todo, mucha sangre, violencia gratuita, empalamientos, cabezas que ruedan y extremidades cercenadas. Escenas bestiales que contrastan con las amorosas y tranquilizadoras cartas que Theodoros dirige a su madre, y con imágenes de enorme belleza como las miles de cometas sobrevolando la triste Bucarest, un collar extraído del tiempo, o la historia de Ingannamorte, el origen de todos los libros, el relato de un primer amor, o la muy borgiana visión infinita del Arca de la Alianza y sus réplicas.
Todo lo cual dice mucho de la calidad literaria que destila el autor, aunque en tantas páginas también hay sitio para cosas mucho menos atrayentes: el abuso de la enumeración, las repeticiones injustificadas y muy numerosas, la inserción de algunos relatos colaterales a veces gratuitos, a veces teñidos de un erotismo un poco pastelón, y una especie de fijación algo pueril por los órganos sexuales. A lo que habría que sumar un par de decisiones algo arriesgadas, como el uso de la prosa en segunda persona, algo que personalmente no me agrada casi nunca, y sobre todo, esa especie de deconstrucción de la historia que da lugar a que conozcamos su final prácticamente en la primera página y que el libro se construya a base de saltos temporales continuos. Sí, se consigue envolver al lector en una atmósfera confusa y algo inquietante, pero a cambio supone un obstáculo poco justificado para una lectura tan extensa y con tantos meandros.
Da quizá la impresión de apresuramiento, o de que el autor ha querido meter en un solo volumen lo que hubiera lucido mejor en relatos independientes, ámbito en el que por cierto Cărtărescu brilla especialmente. O puede que todo estuviese enfocado a evitar que el libro acabase siendo un mero culebrón o, peor aún, un tocho de ese tipo híbrido entre novela histórica y de intriga, que ustedes y yo sabemos de lo que estamos hablando.
Que no se le puede negar el aire grandioso ni un buen número de momentos deslumbrantes. Pero el conjunto me parece excesivamente irregular, como de algo a lo que le faltase una revisión profunda, pulir, recortar, encontrar equilibrios, reformular. Quién seré yo para enmendarle la plana a Cărtărescu, desde luego, pero personalmente Theodoros me ha dejado un poco a medias.
Bastantes obras de Mircea Cărtărescu reseñadas en ULAD: aquí
3 comentarios:
Si bien me gustó esta novela, encontré que quizá es la más floja de su autor. Aunque claro, con el nivel que se gasta el señor, Theodoros sería la obra cumbre de muchos otros autores.
Buena reseña, Carlos.
Aunque no lo he leído, sí me intriga saber qué nos cuenta el genio rumano en este libro que, según los dietarios que escribió (y de los cuales haré reseña en breve), ya en 1991 tenía la idea en su cabeza de escribir este libro, pues anota en su diario: "dos proyectos (que nunca empezaré): un libro hecho y presentado como un almanaque o una colección de revistas (...) y el relato de aquel aventurero, Teodoro, que llega a ser rey de Abisinia)". También reconoce que tenía previsto empezar Theodoros hacia los 60 años, pero que "hubiera tener que haberla escrito, de hecho, en los cuarenta. Ahora tengo que retornar a la mente y las fuerzas de aquella edad".
Ya ves, Carlos, tampoco a Mircea le fue fácil ;-)
Saludos
Marc
Muy interesantes sus dietarios, aunque tengamos que conformarnos con una selección y no una traducción completa. Al menos de momento. Una buena manera de conocer, un poquito, la manera de trabajar del autor.
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