domingo, 14 de septiembre de 2025

Agustín Rivera: Hiroshima. Testimonio de los últimos supervivientes

Idioma original: Español

Año de publicación: 2025

Valoración: Recomendable 

Se cumplían hace unos días 80 años de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, uno de los más ignomioniosos episodios del ya de por sí ignomionioso siglo XX. 

Y si, como dijo Adorno, después de Auschwitz, escribir poesía es un acto de barbarie, ¿qué supone escribir después de Hiroshima y Nagasaki?

Pues yo diría que es un acto necesario. Dar voz a los hibakusha (los supervivientes de la hecatombe y sus descendientes), tratar de reparar el estigma y el desprestigio padecido por estos durante décadas, protestar contra la conversión de la tragedia en souvenir... son motivos más que suficientes para escribir y leer sobre Hiroshima y Nagasaki.

En el libro que hoy nos ocupa, esta crónica ensayística del malagueño Agustín Rivera, se da voz a supervivientes de los bombardeos y a descendientes de estos, muy en la onda de la gran Svetlana Alexievich. Imágenes del horror conviven con historias mínimas e íntimas (por ejemplo, la de Sasaki Sakuko) y hasta con historias curiosas, como la del doble superviviente Tsutomu Yamaguchi.

Junto a estos testimonios, el propio autor nos habla de su relación con Japón, sus diferentes viajes a las ciudades bombardeadas, sus encuentros con los entrevistados, etc.

Creo que lo más valioso del libro reside en su vertiente más sociológica o antropológica. Ahondar en la mentalidad nipona, en la vergüenza , la culpa, la vejación o la humillación (más que resentimiento) que buena parte de los entrevistados confiesan sentir, en la lucha entre la necesidad de olvidar y los intentos de recordar nos permite acercarnos a un tiempo y un país tan lejanos como fascinantes.

Menos interesante me resulta la parte en la que el autor nos habla de sus experiencias en Japón. No llegaré a decir que sobra, pero sí que creo que los propios testimonios tienen potencia más que suficiente y admiten tan variadas lecturas que se defenderían perfectamente por sí mismos.

En cualquier caso, una lectura recomendable en lo puramente literario y necesaria en lo temático, aunque uno no crea demasiado en eso de aprender del pasado para no incurrir en viejos errores. La Historia es tozuda y el ser humano ya ha dado repetidas muestras de su torpeza.

P.S.: No me quiero ni imaginar la turra que hubiésemos tenido que aguantar si los estadounidenses hubiesen sido las víctimas de la masacre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Más de 100.000 norteamericanos perdieron la vida en el pacífico. El régimen imperialista y racista japonés fue similar al nazi...masacres en china, y por todo el pacífico. Las dos bombas atómicas salvaron más norteamericanos y japoneses que si hubieran tenido que invadir las islas...reconocido por los propios japoneses que tenían orden de defenderse, tanto militares como civiles en caso de invasión incluso con armas blancas. El país extranjero que más admiración siente por los EEUU es japón....pronto nos olvidamos que los americanos regaron de sangre de jóvenes de 18 años de Wisconsin por toda Europa para rescatarnos del régimen nazi y protegernos posteriormente de la amenaza comunista soviética...lo mismo que en el pacífico.