Mostrando las entradas para la consulta ballard ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta ballard ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

viernes, 6 de enero de 2023

J. G. Ballard: Relatos, 1

Idioma original: Inglés 
Título original: The complete short stories. Volume I
Traducción: David Tejera Expósito
Año de publicación: 2001
Valoración: Muy recomendable

No es fácil reseñar un libro como este, que incluye 39 relatos publicados por J. G. Ballard entre 1956 y 1963. Creo que lo más cómodo y lo más representativo será ofrecer una serie de líneas generales sobre temáticas, estilo, puntos fuertes y puntos débiles porque dentro de esos 39 relatos hay de todo (obviamente): relatos magníficos de principio a fin, relatos que comienzan de manera deslumbrante y que se caen al final, relatos más o menos planos, relatos hasta cierto punto prescindibles, etc. Dicho esto, generalicemos y tiremos p'alante. 

Para empezar, situaremos los relatos de Ballard en lo genérico. Obviamente, la primera etiqueta será la de la ciencia-ficción, pero no esa de marcianitos, naves espaciales y demás parafernalia. Será, más bien, ficción especulativa utilizada como trasfondo para hablar de pasiones y pulsiones universales. Pero no solo de ciencia-ficción en sus más variadas formas vive Ballard. La distopía, ciertas formas de terror psicológico, lo absurdo y lo surreal e incluso lo gótico conviven a los largo de las 850 páginas de este tochazo en las que encontraremos ecos de Poe, de Kafka o de Orwell, por citar tres nombres.

Respecto a los temas ballardianos, cabe destacar que estamos ante un autor más de abstracciones que de concrecciones. Aún así, el tiempo y el espacio (y variaciones sobre los mismos), el poder, la idea de Dios, la soledad o los efectos que la "sobretecnologización" de la sociedad tienen sobre el individuo son algunas de las obsesiones que observamos en estos relatos.

En cuanto a lo estilístico, Ballard me parece un autor terriblemente pictórico. Muchos de sus relatos, especialmente en lo que a atmósferas y escenarios se refiere, poseen una potencia visual tremenda. A ello contribuyen sus estupendas descripciones y ambientaciones, lo que no excluye una cierta tendencia a la sobreadjetivación que no acaba de convencerme.

Pasemos ahora a los puntos fuertes de estos relatos. Serían su ya comentada potencia visual, la ya citada habilidad para las descripciones y sus premisas o puntos de partida, verdaderamente originales e inquietantes, pese a que algunas de ellas han podido quedar algo "desfasadas" debido al progreso tecnológico de las últimas décadas.

En cuanto a loa puntos más "flojos", además de la sobreadjetivación de la que hablaba, habría que citar el escaso desarrollo psicológico de algunos de los protagonistas de los relatos (Ballard es más un escritor de atmósferas que de personajes, lo que no significa que encontremos relatos en los que ambos aspectos casan a la perfección) y algunos de los finales, que no terminan de estar a la altura de la premisa inicial del relato.

Por último, citaré media docena de los relatos que más me han gustado, que serían:

  • La ciudad de Concentración, por la magnífica construcción de un universo distópico y opresivo caracterizado por un aberrante urbanismo.
  • Ahora: cero, un relato realista con trasfondo ci-fi que explora acertadamente la psicología de un personaje que detenta un poder omnímodo.
  • Cronópolis, relato orwelliano ambientado en una civilización derrumbada por el exceso de tecnología, la superpoblación, los recursos limitados, etc. Terrible y espero que errado en sus predicciones.
  • Trece a Centauri, texto que juega con la ingeniería social y que cuenta con una gran premisa, un interesante giro a mitad del relato y un mejor tratamiento psicológico de los personajes.
  • El hombre subliminal, distópico relato a medio camino entre la fábula y el realismo que habla de la manipulación mental en un mundo ultracapitalista de consumo desmesurado y ambiciones siempre insatisfechas.
  • Uno menos, texto situado entre Kafka y Poe, entre el absurdo y el surrealismo pese a su carácter más metafísico pero que con un toque final de lo más british. 
En fin, he escogido seis pero podrían ser más. El nivel medio es muy alto e incluso me atrevería a decir que me gusta más el Ballard cuentista que el Ballard novelista. ¿A vosotros?  

domingo, 17 de enero de 2010

J. G. Ballard: Rascacielos

Idioma original: inglés
Título original: High-rise
Año de publicación: 1975
Valoración: Muy recomendable

Es sorprendente, y al mismo tiempo comprensible, que Hollywood no haya recurrido a más novelas de J. G. Ballard para adaptarlas al cine (con la excepción de Crash y El Imperio del Sol). Sorprendente, porque muchas de estas novelas parten de ideas sencillas y originales y suelen estar protagonizadas por héroes muy al estilo de Hollywood: hombres blancos, machos, cultos, sofisticados, aventureros; pero al mismo tiempo, es comprensible, porque las novelas de Ballard son oscuras, violentas, tétricas, pesimistas, cargadas de sexualidad sin inhibiciones, y transmiten un mensaje negativo sobre la modernidad, el consumismo y la civilización occidental. Para poder "vender" este producto, Hollywood tendría que edulcorarlo hasta desfigurarlo completamente, y recortar muchas de sus escenas para producir una "versión Disney" de Ballard -o dirigirse a un público crítico y adulto, algo a lo que Hollywood ha renunciado hace tiempo.

Rascacielos, como otras novelas de Ballard, es una alegoría sobre los efectos de la inhumanidad de la vida moderna, centrada en este caso en un edificio de última tecnología y alto standing, en el que sus habitantes ceden a un proceso de animalización y primitivización progresiva, empezando por organizar fiestas más o menos inofensivas, pasando luego a ataques físicos entre grupos de vecinos y terminando en un estado de brutalidad absoluta.

Si nos ponemos finos, y no aceptamos el "pacto ficcional" que propone Ballard, la novela es un poco inverosímil: que uno de los más modernos y elegantes edificios de Londres degenere en batalla campal, orgía constante y masacre de animales y humanos, y nadie se entere, ni haga nada para evitarlo, resulta francamente increíble. Pero ahí es donde entra su aspecto alegórico, como mundo cerrado en el que (de manera a veces demasiado obvia) se reflejan los defectos y vicios ocultos de nuestra sociedad en general.

Para mi gusto, Rascacielos es una de las mejores novelas de Ballard, porque no se mete en retorcidas explicaciones físicas, psicológicas o sociológicas para explicar lo que está sucediendo (como sí hace en otras novelas), y en cambio deja que la novela sea eso, una novela, y muy entretenida además, y que sea el lector el que interprete lo que está pasando. Que tampoco es muy difícil, la verdad.

También de Ballard: El mundo de cristal, La sequía, CrashLa exhibición de atrocidades, Avió en vol ras

martes, 9 de junio de 2009

J. G. Ballard: La sequía

Idioma original: inglés
Título original: The Drought
Fecha de publicación: 1979
Valoración: se deja leer

Bueno, tratándose de Ballard, el título no deja mucho lugar a la imaginación, ¿no? En efecto: un terrible futuro cercano en el que el planeta se rebela frente a las injerencias humanas en el medio ambiente y, sencillamente, corta el grifo de la lluvia. Siendo justos, Ballard se molesta en buscar una explicación verosímil (o que al menos lo parece) a su sequía: los vertidos tóxicos al mar acaban generando una fina pero muy resistente película sobre el agua que impide su evaporación. El resultado es un cielo inmaculadamente azul durante años.

La novela narra las consecuencias de la sequía sobre las condiciones de vida de los habitantes de Hamilton, un pueblecito a orillas de un lago que no tarda en secarse. Ante la falta de agua potable, el gobierno decide evacuar las ciudades, dirigiendo a la población hacia la costa, donde se construyen plantas desalinizadoras. El doctor Charles Ransom, tras la clausura del hospital donde trabajaba, no tiene ya nada que hacer en su casa y, sin embargo, parece resistirse a marcharse (lo que no acaba de entenderse del todo). La escena de una ciudad casi vacía, por la que pulula gente cada vez más desesperada, le atrae de alguna manera. Aún así, en poco tiempo se convence de que quedarse allí no puede depararle nada bueno: un excéntrico millonario planea incendiar la ciudad, un predicador fanático ve en la sequía una prueba divina y aparecen unos enigmáticos grupos de pescadores que reclutan gente, sin muchos miramientos, para buscar un improbable río en el interior del país.

Para cuando el protagonista se decide a viajar a la costa junto a otros desesperados de última hora, lo que se encuentra allí no es muy prometedor. Quizá uno de los mejores pasajes de la novela sea la descripción de los campamentos improvisados que cercan las playas, protegidas por el ejército. Ballard logra captar en un par de páginas la radical transformación de todos los hábitos sociales cuando de pronto se pone en cuestión lo que jamás se hubiera imaginado. En los campamentos todos desconfían, todos se ven como enemigos. A partir de ahí, la novela da un salto cronológico y se nos muestra la vida en las playas tras años de sequía. Han surgido nuevas formas sociales (o más bien han resucitado algunas ya viejas) y la gente parece haberse adaptado a la situación. Las montañas de sal que producen las plantas forman un paisaje desértico, salpicado por los restos inservibles de la antigua técnica. La novela acaba con el regreso de Ransom a su ciudad, donde encontrará insospechados supervivientes con un turbio modo de vida.

La verdad es que a mí la novela no me ha enganchado y, de hecho, me ha costado mucho resumir aquí el argumento, porque no me ha quedado ninguna imagen clara general de lo que se narra. Da la sensación de que Ballard hila una serie de peripecias que suceden a raíz de la falta de agua, pero sin que las acciones de los personajes lleguen a estar motivadas de verdad, ni a integrarse en un curso creíble. Ransom es un personaje apático hasta el extremo, al que parece darle igual deambular por una ciudad abandonada o pescar trabajosamente un par de peces para sobrevivir. Parece libre de todo afecto, de todo deseo, de todo odio. Y eso, aunque el autor nos aclara de vez en cuando que siente temor ante Quilter o cariño por Philip Jordan. Se dice, pero no se ve.

Esa sensación es recurrente en la novela: Ballard da pistas sobre lo que quiere decir, pero no consigue plasmarlo en lo que narra. Aquí y allá deja caer algo sobre cómo en una situación tan extrema y sin esperanza de cambio la gente parece perder su identidad. Una idea interesante que, sin embargo, no se acaba de ver en la novela. La falta de contornos de Ransom podría explicarse como consecuencia de la situación que vive, pero lo cierto es que ya desde el principio es un personaje casi robótico, con el que es imposible empatizar. El lector no entiende porqué decide quedarse más tiempo en la ciudad abandonada, ni porqué, de pronto, decide abandonar la comunidad de la costa. Ransom no pierde ninguna identidad, porque no llega a tenerla en ningún momento.

En general, parece que Ballard trata de transmitir ciertas tesis sobre la identidad personal y los vínculos sociales, y no consigue darles un auténtico cuerpo novelesco. Falta sustancia, credibilidad.

También de Ballard: El mundo de CristalLa exhibición de atrocidadesRascacielosCrash, Avió en vol ras

martes, 21 de abril de 2009

J. G. Ballard: El mundo de cristal

Idioma original: inglés
Título original:
The Crystal World
Fecha de publicación: 1966
Valoración: Está bien

Este domingo moría J. G. Ballard, un escritor británico independiente y original, conocido fundamentalmente por novelas como Crash -adaptada en una polémica película de David Cronenberg- o El Imperio del Sol -que llevó al cine Steven Spielberg, y que está basada en gran medida en las experiencias infantiles del propio Ballard durante la Segunda Guerra Mundial-. Sin embargo, el género que Ballard más cultivó es el de la ciencia ficción, aunque una ciencia ficción distinta a la de Asimov, Stanislaw Lem, Philip K. Dick, etc., que presenta fundamentalmente mundos distópicos en proceso de desintegración o transformación.

El mundo de cristal es un ejemplo de este segundo tipo de novelas: Edward Sanders, un médico británico, es enviado a una región de África de difícil acceso, para ayudar a combatir una variante de la lepra. En el camino, sin embargo, descubre que se está produciendo un extraño e inexplicable fenómeno: la selva ha comenzado a cristalizarse, al igual que todo lo que la selva pueda contener: plantas, animales o personas.

Más sorprendente todavía que este planteamiento inicial es el desarrollo que Ballard hace tomar a la novela, centrándose en las reacciones de los personajes ante el fenómeno, tanto o más que en el fenómeno en sí mismo. Un enfoque más hollywoodiense, por decirlo de alguna forma, habría llenado la novela de acción, giros sorprendentes, personajes planos. Ballard apunta en dirección contraria: crea un conjunto de personajes secundarios con historias y personalidades complejas, que les hacen encarar de maneras diversas la amenaza de la cristalización, insistiendo además en el carácter ambiguo de la plaga: mata, porque elimina la vida, pero también preserva, porque detiene el tiempo.

El conjunto es una novela verdaderamente fascinante: algo así como La vorágine de José Eustasio Ribera, pero con efectos especiales.

Otras obras de J.G. Ballard en ULAD: La exhibición de atrocidadesLa sequíaRascacielosCrash, Avió en vol ras

miércoles, 28 de octubre de 2009

J. G. Ballard: Crash

Idioma original: Inglés
Título original: Crash
Año de publicación: 1973
Valoración: Recomendable y asquerosa al mismo tiempo

De J. G. Ballard ya hemos comentado un par de novelas antes en este blog, que entraban dentro del género de la ciencia-ficción catastrofista (en La sequía se acaba el agua; en El mundo de cristal, como su título indica, el mundo se vuelve de cristal). De hecho, me había planteado hacer una reseña de El mundo sumergido, que se incluye en esa serie (solo que esta vez, en lugar de una sequía, hay una inundación que sumerge todo el planeta), pero al final he pensado que mejor no, mejor hablar de esta otra, que es distinta a las demás, y que probablemente sea su novela más conocida gracias a la adaptación cinematográfica de David Cronenberg de 1996 (junto con El Imperio del Sol, adaptada por Spielberg, claro).

A la hora de valorar la novela, creo que es necesario utilizar los dos adjetivos: recomendable y repugnante: si buscas emociones fuertes, una novela que te sacuda y te haga sentir (asco, miedo, repulsión), entonces esta es tu novela; si buscas una lectura fácil, entretenida, divertida incluso para una tarde de domingo o un viaje en tren, vade retro. Porque Crash es, probablemente, junto con Cacheo de Dennis Cooper, la novela que más asco físico me ha producido (lo que no quita para que sea una buena novela, a su manera).

Los que conozcan la película ya tendrán una idea de cuál es el argumento: trata de las relaciones entre un grupo de personas obsesionadas con los accidentes de tráfico, y para quienes coches, choques y sexo están inseparablemente unidos. Aunque el narrador de la novela es un tal James Ballard (que por supuesto no hay que confundir con el autor), en realidad el centro de la historia es Robert Vaugham, un ser misterioso, manipulador y seductor, que dedica su vida a perseguir y provocar accidentes para filmarlos y correrse en/con ellos, porque le excitan sexualmente. Su mayor fantasía es provocar un accidente que acabe con la vida de Elizabeth Taylor -y con la suya al mismo tiempo-.

La novela es verdaderamente desasosegante por momentos. Las cicatrices, las heridas abiertas, las amputaciones, la sangre, conviven con el sexo, el deseo, el semen. La palabra semen está presente en casi cada página. Todo está lleno de semen: los cuerpos, los pantalones, el volante, el salpicadero, los muñones de los heridos, las manos y las caras de los protagonistas... Como la máquina es el elemento común de atracción y deseo, los conceptos de homosexualidad y heterosexualidad dejan de tener sentido (en la línea del feminismo ciborg). Las escenas de sexo y accidentes de tráfico se suceden, se entremezclan y componen en realidad la práctica totalidad de la novela. Seguir leyendo es por lo tanto un acto de voluntad, o incluso un acto más de perversión (voyeur en este caso), en el que el lector se ve atrapado como se ven atrapados los personajes.

Como digo, la experiencia lectora que ofrece Crash la ofrecen pocas novelas. Más allá de la brutalidad y el morbo, Ballard teje relaciones complejas, enfermizas, indestructibles, y un conjunto de imágenes tétricamente hermosas a pesar de todo.

Otras obras de J.G. Ballard en ULAD: La exhibición de atrocidadesEl mundo de cristalLa sequíaRascacielos, Avió en vol ras

martes, 25 de octubre de 2016

Semana del Libro de Culto: La exhibición de atrocidades, de J. G. Ballard

Idioma original: inglés
Título original: The Atrocity Exhibition
Año de publicación: 1969 (como libro)
Traducción: Marcelo Cohen y Francisco Abelenda
Valoración: yo diría que recomendable, pero por una vez... que cada palo aguante su vela

Imaginemos por un momento un campeonato de lucha entre libros "de culto" (sea lo que sea eso), una especie de Mortal Kombat gafapástico... ¿quien ganaría ese torneo del K.O. para culturetas? No lo sé, claro, pero seguro que podríamos contemplar peleas memorables, como el enfrentamiento de dos campeones pesados de sumo, como son Los reconocimientos y La broma infinita. O, mejor aún, peleas aparente y apasionadamente desiguales, como una que enfrentase a un samurai acorazado y armado con las más contundentes técnicas del bushido... por ejemplo, El arco iris de la gravedad, con un monje shaolin apenas ataviado con su túnica, pero maestro en los arcanos del wu-shu, como sería este La exhibición de atrocidades, de J. G. Ballard. Quizá más de uno de ustedes tendría claro por cual apostar, pero yo no daría por hecho el resultado: este pequeño volumen de menos de 200 páginas podría acabar con cualquier oponente con la ligereza del viento y la letalidad de la víbora. O como se diga.

La lectura de esta extraña ¿novela? no es fácil. O, mejor dicho, su lectura sí resulta engañosamente fácil -también algo cansina-, pero su interpretación no lo es. leyendo este libro nos adentramos en un mundo obsesivo, repetitivo, fluctuante entre el erotismo onírico y la pesadilla malsana. Una historia que parece navegar a la deriva hacia la entropía, una y mil veces rota la percepción que vamos recibiendo de los que se nos cuenta y luego mil veces reconstituida, como cuando giramos un caleidoscopio para componer una figura a costa de deshacer la anterior. Aún así, la experiencia de leerlo resulta altamente estimulante, a partir del momento en que se aceptan las reglas que nos impone. Si se consigue entonces un cierto relajamiento del neocórtex del cerebro o como demonios se llame su zona más racional, la sensación de estar ¿disfrutando? (no, no es la palabra adecuada...) de una obra literaria de lo más singular se vuelve incluso... ¿placentera? (no, desde luego, tampoco esta es la palabra).

Para empezar, la estructura del libro ya resulta bastante peculiar: dividido en quince capítulos en principio independientes -de hecho, algunos fueron publicados por separado en revistas a partir de 1966-, que se pueden considerar incluso "novelas condensadas" (al estilo del Reader's Digest, supongo), cada uno de éstos está a su vez compuesto por párrafos con su propio título cada uno, que parecen guardar una continuidad entre sí, al tiempo que la transgreden; es decir, cada uno de los párrafos se podría considerar como perteneciente a una historia diferente o bien todos a la misma historia, de alguna manera. Además de que los encabezamientos de los párrafos de algún capítulo conforman juntos un nuevo párrafo... El efecto de dislocación narrativa que producen es bastante desconcertante, e incluso perturbador, al no buscar la ruptura entre las distintas partes del relato, sino su interrelación, pero a través de la reiteración a lo largo de todo el libro, de una serie de elemnetos recurrentes. sexo, parafilias, sexo, accidentes de tráfico, sexo, geometrías insólitas, sexo, fetichismo, sexo, espacios desolados, sexo, estudios psicológicos, sexo, películas experimentales, sexo, enfermos mentales, sexo, geografías post-(o pre-)apocalípticas, sexo, celebridades de los sixties, sexo, guerra del Vietnam, sexo, muertes violentas de diverso tipo... ¿he mencionado ya que esto va de sexo? Con todos estos elementos y más, Ballard va construyendo una serie de variaciones sobre el mismo tema, hasta que el conjunto de ellas acaba conformando, de una manera extraña, una narración en la que podemos intuir cierto sentido. Algo parecido ocurre, por otra parte, con los personajes, algunos de los cuales aparecen a lo largo de todos los "capítulos": el doctor Nathan, la doctora Austin -aunque a veces es Claire y otras Elizabeth-, Karen Novotny -catalizadora del deseo sexual masculino-, el turbio Koestero Koster... otros, en cambio, van mutando de nombre, de rol y de posición a través de todo el libro; así ocurre con el "protagonista" (si se le puede considerar así), que siempre es un hombre, a veces casado, otras viudo o soltero, que ha sufrido algún tipo de trauma o está embebido en una indagación obsesiva y hermética: es Travis, Traven, Talbot, Trabert...

No menos obsesiva y recurrente es la mención a personajes o acontecimientos de aquella década de los 60: los Kennedy -Jack y Jackie-, Ralph Nader, Malcolm X, Lee Harvey Oswald, estrellas de cine como Elizabeth Taylor, Brigitte Bardot, Jeanne Moureau; Vietnam, el Congo... Incluso los títulos de los capítulos participan de ese festival sesentero: Por qué quiero joder a Ronald Reagan (a la sazón, gobernador de California) o El asesinato de John Fitzgerald Kennedy considerado como una carrera de Automóviles Cuesta Abajo. Todo muy moderno (para aquel entonces) y hasta muy pop, pero irónica, condenadamente perverso. También encontramos diversas referencias al arte pictórico y con cierta frecuencia a pintores surrealistas como Max Ernst. Referencia nada baladí porque toda la obra transmite un aire a escritura automática que no creo sea casual (hay otra conexión con el mundo del arte: al parecer en 1972 Ballard organizó una exposición de coches estrellados semejante a una que aparece en el libro y con consecuencias bastante en consonancia con los planteamientos de la novela).

Bien, y a todo esto... ¿por qué podemos considerar a este libro como "de culto") En primer lugar (y aunque no sea condición sine qua non, ayuda bastante) porque es más raro que un perro verde. Punto. Después, aquí encontramos la génesis de otra novela del mismo autor -de hecho, uno de los capítulos se titula precisamente así- que sí podemos considerar como "de culto": Crash (o al menos lo era; no creo que la peli de Cronenberg la acabara convirtiendo en mainstream... ¿o sí?). En tercer lugar, La exhibición de atrocidades también ha sido llevada al cine, por un tal Jonathan Weiss, en una película inencontrable pero, a tenor de las referencias, igual -o más- raruna que el libro. Y por último, porque esta extraña novela/libro de relatos sirvió de inspiración, allá por 1980, a los legendarios Joy Division. Que si eso no es ser de culto, yo ya no sé...


Otros libros de J. G. Ballard reseñados en Un Libro Al Día: RascacielosEl mundo de cristalLa sequíaCrash


domingo, 5 de febrero de 2023

J. G. Ballard: Avió en vol ras

Idioma original: Inglés
Título original: Low-Flying Aircraft and Other Stories
Traducción (al catalán): Eduard Castaño
Año de publicación de este volumen: 2022
Valoración: Recomendable (especialmente para interesados)

Avió en vol ras compila una novela corta y ocho relatos de J. G. Ballard. Todos los textos rezuman personalidad literaria y factura artística; todos están atravesados por una serie de elementos comunes, que van desde los escenarios, caracterizaciones y temáticas afines hasta el estilo frío e inteligente de que hace gala el autor.

Mis favoritos son: 

  • "La ciutat darrera". Presenta un planeta cuyos recursos se han agotado. La humanidad ha formado plácidas comunidades en la periferia de las urbes, pero algunos individuos desean revivir el trajín urbano, la pulsión competitiva, el entramado económico, los vehículos motorizados y las luces de neón. 
  • "Avió en vol ras". Esboza un mundo en el que las mujeres son más fértiles que nunca, pero los bebés nacen deformes. ¿Quizá va siendo hora de que nos hagamos a un lado y dejemos que otros nos reemplazen? 
  • "L'astronauta mort". Un matrimonio se descompone (literal y figuradamente) cuando recupera los restos de un antiguo compañero de trabajo.
  • "El meu somni de volar a l'illa Wake". Prueba agridulce de que perseguir nuestros anhelos acarrea tanto recompensas como renuncias.

En fin: Avió en vol ras alberga textos sobresalientes. Curiosamente, los que a mi juicio son mejores se concentran en la primera mitad del volumen y bordean de forma explícita el género de la ciencia ficción. De estos destacaría "L'astronauta mort", un impactante ejercicio dramático que deja al lector sacar sus propias conclusiones. 

Por otro lado, "La vida i la mort de Déu", "L'espectacle televisiu més gran de la Terra", "Un lloc i un moment per morir", "Els àngels dels satèl·lits de comunicacions" y "Els assesins de la platja" exhiben premisas prometedoras, pero no las desarrollan de manera tan satisfactoria como sus predecesores.

Resumiendo: en estas páginas, señores, hay un banquete del mejor Ballard. Tenemos aquí a sus personajes obsesionados; sus trasfondos post-apocalípticos (que no necesariamente distópicos); su creación de paisajes totalmente trabajados, ya sea en su mero trazado descriptivo, ya sea en su devenir histórico, organización social, etc...; su fetichización de la tecnología, los productos de consumo y las grandes urbes; su inclinación por la sexualidad malrollera; sus relfexiones filosóficas. ¡Buen provecho!


lunes, 17 de octubre de 2022

Maximiliano Barrientos: Miles de ojos

Idioma: español

Año de publicación: 2022

Valoración: recomendable... sobre todo para gente como Oriol ; )

Voy a incumplir una de mis normas como reseñista (autoimpuesta, cierto es) y comenzarla reseña explicando cómo llegó a mi conocimiento la existencia de este libro o por qué me decidí a leerlo: en una (muy recomendable) entrevista a Mariana Enriquez en el podcast de la revista Windumanoth, ésta recomendó Miles de ojos como una novela que le había parecido rarísima, inclasificable. A ver, a ver, pensé yo, que si a Mariana Enriquez esta novela le parece una bizarrada, A MARIANA ENRIQUEZ, esto hay que leerlo... et voilá.

¿Y dónde está lo bizarro de esta novela? Pues como la vida me ha enseñado que no hay que hacer más esfuerzos de los necesarios, permitidme que os lo expliquen las propias palabras de la Reina Mariana, que la casa editorial del libro ha tenido a bien estampar en la cubierta del mismo (sic):

"El culto a los autos y la velocidad elevado a religión, black metal, rituales, Ballard y Mad Max en Bolivia. No sé si hay escritores así de arriesgados en América Latina."

Bueno, pues más o menos de eso va la novela, aunque yo añadiría también que es una historia de weird fiction, una novela teen, de body horror, de horror cósmico... una hibridación cultural más que llamativa (quizá lo sería menos si la hubiera escrito un autor norteamericano y se desarrollara en EEUU, pero eso se debe a nuestros prejuicios). Y, por supuesto, un homenaje poco disimulado al Ballard de Crash o La exhibición de atrocidades, y a la ficción apocalíptica.

Una pequeña, aunque irremediablemente fútil, sinopsis para que nadie se pierda: El protagonista -uno de ellos-, Fede, es un adolescente de Santa Cruz, de clase media, que junto a sus amigos Jaime y David constituyen el grupo de metaleros de su colegio, y no demasiado bien vistos por ello. Además en casa de Fede aún se vive el duelo por su hermano Lucas, muerto dos años atrás en un accidente de tráfico. Pero las cosas no son lo que parecen y el chico comenzará a percibir extrañas sensaciones y a recibir no menos extrañas visitas, que le llevarán a conocer un culto a una ominosa divinidad llevado a cabo por una hermandad de adoradores de la velocidad, que requieren algo de él, como lo hicieron de su hermano...

Todo esto, explicado de una forma lineal, parece más o menos entendible, aunque sea una historia raruna. pero el caso es que la novela no está estructurada así y se mezclan partes que parecen desarrollarse en el pasado o directamente en otra dimensión, quizá ultraterrena, con el relato del devenir de estos adolescentes -quizás esto constituya el aspecto más flojo, aunque necesario para el desarrollo de la historia- y con las interferencias que suponen las voces de accidentados que resuenan en la cabeza de Fede -quizás las mejores páginas de la novela, a mi entender-; amén de una crónica postapocalíptica y bastante lisérgica: por decirlo así, Moebius y Jodorowsky entreverados con Mad Max (o viceversa)... Un desfase, vaya.

En fin, que la novela tiene su guasa, aunque quizás a mí no me haya impactado tanto como a doña Mariana. Desde luego que tiene su punto de originalidad, de rarunez. aunque ya digo que tal vez no nos parecería tanta si el autor fuese gringo o europeo y hubiese ambientado la historia en Arizona o Wyoming, en vez de en Bolivia. O en Australia, como las pelis del loco Max... pero que duda cabe que no deja de ser una bizarrada bastante gorda. Su calidad literaria me parece notable, aunque desigual y su propuesta narrativa, por lo que a mí respecta, más atrayente cuanto más tiende hacia el delirio y resulta más difícil de entender racionalmente (aunque esto es algo que me sucede con muchas novelas, en los últimos tiempos). En suma, un libro perfecto para amantes de los raruno y también, ¿por qué no?, para quien quiera estar al tanto de lo que se cuece en la literatura latinoamericana, más allá de caminos trillados (tomad nota, Oriol y Koldo).


También de Maximiliano Barrientos y reseñado en Un Libro Al Día: Una casa en llamas

viernes, 4 de octubre de 2024

Luis Carlos Barragán Castro: Parásitos perfectos

Idioma original: Español  
Año de publicación: 2024
Valoración: Recomendable

Parásitos perfectos agrupa trece relatos de distinta extensión escritos por el colombiano Luis Carlos Barragán Castro. En todos ellos hay elementos de ciencia ficción, toques weird o una interesantísima mezcla de ambas cosas. Algunos de ellos comparten escenarios o premisas.

¿De qué van? En "No es un metro, pero es algo" asistimos a un perturbador reencuentro. En "Simbiosis", al periplo de un adicto después de caer en las garras de una mafia. En "Cefalomorfos", a la reconciliación entre un hombre y su difunta hermana. En "Carretera negra", a la liberación que experimenta una profesora obesa tras adquirir un vehículo y unirse a una tribu de inconformistas. En "Maschalagnia", a las fantasías sexuales de dos individuos obsesionados con las axilas. En el relato que da nombre al conjunto, a un estudiante de PhD de Biología que se une a los «bio», un grupo que infesta voluntariamente sus cuerpos. En "Om-Phalos9", a dos pilotos eunucos que inician una relación. En "Centípode azul", a una anciana tiene la oportunidad de enfrentarse a su difunto marido. En "Túneles", a un hombre que intenta sobreponerse al hecho de que su pareja le dejara. En "La Cara", a un militar cuya reconstrucción facial le permite controlar a los demás. En "Amor de Gulgrumbo", al advenimiento de unas extrañas criaturas que surgen tras el consumo de una droga. En "Teología de los campos de fuerza", a un reducto de civilización en el que los religiosos ostentan el poder. En "Tinnitus", a un conflicto entre dos facciones presente en dos líneas temporales distintas.

Como decía antes, Siempre hay un toque de ciencia ficción o weird adornando estas premisas. La adicción de "Simbiosis", por ejemplo, es a memorias ajenas. La reconciliación en "Cefalomorfos" se da gracias a la mediación de unos hongos que adoptan la forma de cabezas humanas y tienen poderes telepáticos. La tribu de "Carretera negra" se dedica a entrenar a sus carros y a cazar y devorar otros. En "Túneles", la gente abandona sus vidas tediosas y sus responsabilidades sociales atravesando a un «módem».

Algunos de estos relatos comparten mundo. Un mundo para nada futurista, pese a las diferencias geopolíticas y avances tecnológicos que le diferencian del nuestro. Un mundo en el que existe Bogotá2 y Plutón ha sido conolizado. Un mundo en el que insectos de todo tipo se usan de mil formas distintas: como APF Decoder, como vehículo, como método adelgazante, como teléfono móvil, como compañero sexual, como cafetera y un largo etcétera.

En casi todos los relatos, compartan el mundo de los insectos o no, el worldbuilding es muy detallado. A fin de cuentas, cada mundo tiene modas, profesiones y moneda propias, por ejemplo. Asimismo, Barragán Castro explora a consciencia los conceptos barajados hasta exprimir todas sus posibilidades; gracias a esto se nos presentan ideas extremadamente ingeniosas, como por ejemplo las ONG que rehabilitan a «humanos-animal», el rol de los profesores cuando «los niños de 16 saben conceptos avanzados de mecánica cuántica y son capaces de reproducir las formulaciones matemáticas que dan origen al sistema de estándar de la física de partículas» o el grupo de apoyo de Pilotos Eunucos Asociados y Anónimos.

Las influencias de Barragán Castro son, en ocasiones, evidentes. Está claro que "Om-Phalos9" le debe mucho a la novela Crash de J. B. Ballard; asimismo, "Maschalagnia" o "Parásitos perfectos" parecen beber de mangas eroguro de Shintaro Kago sobre fetiches y parafilias. También a Kago recuerdan algunas de las ilustraciones interiores del volumen (de las cuales hablaré en breve), así como la imaginería de "La Cara". Sin embargo, Barragán Castro logra encauzar todas estas referencias hacia un estilo propio y aportar su enfoque particular.

Mis relatos favoritos del conjunto son los más longevos. A fin de cuentas, permiten a Barragán Castro poner a sus imaginativas premisas al servicio de búsquedas temáticas (la precariedad de los inmigrantes, la drogadicción, la corrupción política, la violencia de género, el desencanto vital, la frustración sexual, etc...). 

Los relatos breves, a excepción de un par, no me han gustado tanto. Y es que se limitan a entregar una idea creativa que, o bien carece de enjundia, o bien no es llevada al límite. A eso hay que sumarle que pueden antojarse un tanto reiterativos; a fin de cuentas, varios de ellos narran cómo una especie de parásitos se aprovecha de los humanos para expandirse, o relaciones homosexuales en las que alguna razón dificulta la intimidad sexual. Aun así, incluso estos relatos más flojos funcionan por la viveza de sus escenas, muy explícitas, turbias y desagradables.

Resumiendo: Parásitos perfectos es una antología irregular, pero personal, imaginativa y efectiva en líneas generales que gustará especialmente a los amantes de la ciencia ficción, el weird y el erotismo decadente. Yo mismo releeré sin duda algunos de sus relatos; seguramente los logradísimos e intensos "No es un metro, pero es algo", "Simbiosis", "Carretera negra", "Om-Phalos9" o "Teología de los campos de fuerza".

Ah, no puedo terminar esta reseña de Parásitos perfectos sin alabar las ilustraciones de cubierta e interiores que engalanan el volumen. Se las debemos, al igual que los relatos, a Barragán Castro y, sin ser excepcionales, destacan por la creatividad que dejan entrever; asimismo, el formato de las interiores, dispuestas al final de cada relato a modo de páginas de enciclopedia, resulta bastante pertinente.

lunes, 18 de diciembre de 2023

2023 en libros. El único veredicto que vale

¡Pues sí, amigos! Llega el día en que todas las listas de "lo mejor de 2023" palidecen, pese al título de la entrada, ante la proverbial independencia, modestia y buen gusto de los reseñistas de ULAD. Porque no estamos ante la lista de los invitados a la boda del crítico de turno (no, Babelia y El Cultural, no estamos diciendo que vosotros hagáis eso) y porque no pretendemos sentar cátedra diciendo qué es lo mejor que se ha publicado en 2023 (¡coño, que hay tropecientas mil novedades y habremos leído un 0,0001%!). Esto solamente es, nada más y nada menos, lo mejor que hemos leído en 2023.

No podemos dar paso a la lista sin antes recordar lo que para nosotros ha sido la peor noticia que nos ha podido dejar este 2023: el fallecimiento, en el mes de agosto, de nuestro compañero Emilio. Las reseñas que dejó programadas y que hemos ido publicando estos últimos meses dan idea de lo que para Emilio fueron sus mejores lecturas del año.

Sin más, aquí tenéis nuestro dictamen

El veredicto de Koldo (por ahora):


La sentencia de Juan:

Palabra de Oriol:

La sentencia de Francesc:
 
      No muy bien habrá ido la cosa cuando he tenido que revisitar mis reseñas para poder componer esta lista. Así que
  • Recuerdos que prevalecen sin excesivo esfuerzo, o sea, MUY BIEN: Material de construcción de Eider Rodríguez, o cómo lidiar bien, literariamente, con la pérdida, y Les voltes del món de Tuli Márquez, a ver si el mundo editorial se entera del talento de este hombre y se le traduce al español.
  • Demasiados ensayos que se han quedado a medias o que me ha dado la impresión de que no conectan profundamente con la realidad, así que no los mencionaré. La realidad no lo pone fácil, cambiando cada dos por tres.
  • Alguna biografía musical que tiene más pulsación narrativa que mucha narrativa, como Bobby Gillespie en Un chaval del barrio o Jarvis Cocker en Buen Pop Mal Pop
  • Extraño reencuentro por partida doble con Houellebecq, del cual Unos meses de mi vida me ha mostrado una sorprendente actitud frágil y victimista. Curioso que su acercamiento a sí mismo le haya hecho desenfocar su aguda visión de la sociedad.
  • Y a ver si las cosas mejoran. O sea, que los tótems atinen o que las eternas promesas se consoliden. Ya, por favor.

El panegírico de Santi

En un año de bastantes pocas lecturas (una vez más), afortunadamente ha habido algunas buenas o muy buenas:

Resolución (recurrible) de Carlos

El dictamen de Marc:
  • Libro del año: «Un caballero en Moscú», de Amor Towles
  • Ensayo del año: «La supervivencia de los más ricos», de Douglas Rushkoff
  • Grandes consolidaciones en narrativa: Xavier Mas Craviotto, por «La pell del món»
  • Descubrimientos del año (autores): Byung-Chul Han con «La expulsión de lo distinto»
  • Caerán más libros de: Clarice Lispector, Siri Hustvedt, Amor Towles, Paul Auster
  • Propósitos para el 2024: más poesía, continuar con más ensayo y reencontrarme con la narrativa tras un año sin grandes lecturas

jueves, 14 de julio de 2011

Íñigo García Ureta: Éxito

Idioma original: español
Año de publicación: 2011
Valoración: está bien

Si esta gente de Trama Editorial sigue adelante con su colección Tipos Móviles, me temo que no podré pagar el alquiler: me interesan todos, pero son caros.

Después de varias biografías de editores y dos libros más sobre el futuro del sector del libro, leo ahora Éxito. Un libro sobre el rechazo editorial, del bilbaino Íñigo García Ureta, que es, además de autor, traductor y editor. Dieciocho eurazos, por si alguien quiere saber. Un poco exagerado para tener apenas 150 páginas, me parece a mí.

El libro no está mal: entretiene, alecciona y aporta un poco de luz sobre el ya manido tema de la relación entre el autor y el editor/casa editorial. Como me ha pasado otras veces, mis expectativas eran diferentes a lo que encontré entre sus páginas, debido posiblemente a la ausencia de reseñas interesantes sobre la obra en los medios españoles. Yo esperaba, tal vez, encontrar un anecdotario más extenso sobre casos concretos y un poco más de "violencia", pero no. Y eso que el libro se abre con varias citas estupendas, entre ellas esta perla:

"Para el autor de este libro toda ayuda psiquiátrica es poca" (de un informe de lectura a Crash, de J. G. Ballard)

García Ureta elige un tono coloquial para exponer sus reflexiones, algo que, sin duda, le viene muy bien al libro. Y digo reflexiones con conocimiento de causa: a pesar de centrarse específicamente en el rechazo editorial, sus tesis quieren llegar más lejos y hablar, de manera más abstracta, sobre el concepto de rechazo: tanto en el caso de quien rechaza como en el caso de quien es rechazado. En este sentido, ya desde el principio deja muy claro que, en el caso de tomar partido, él lo hace por el "equipo" del editor, y durante muchas páginas expone un argumentario de gran interés sobre este tema: las condiciones laborales, económicas, socio-políticas, personales e intelectuales que llevan a un editor a denegar la publicación de un manuscrito, los distintos filtros que participan en el proceso y todos los actores que intervienen en él. Aporta, también, multitud de ejemplos de informes de lectura de obras muy conocidas que fueron rechazadas:

Sobre una obra de Mary Higgins Clark: "su protagonista es tan aburrida como la encuentra su marido".
Sobre Moby Dich: "muy largo, como pasado de moda".
Sobre Bajo el volcán: "decididamente demasiado largo y abigarrado su contenido".
Sobre La conjura de los necios: "la novela no trata sobre nada en concreto".

García Ureta asume que los editores se equivocan, como cualquiera, pero no tanto como la gente cree: frente a algunos planteamientos que defienden un mundo literario castrado por la figura de editores cobardes obsesionados con los beneficios, el autor plantea que la labor de filtro que desarrolla un editor no solo es fundamental para autores y lectores, sino que favorece una cultura rica, variada y digna, y que ese mismo editor, en tanto que lector, desea como nadie publicar libros importantes, que aporten algo bueno a la sociedad (lo que tengan que aportar, según el género).

Como digo, es una lectura muy amena, con prosa fluida, que combina con inteligencia la reflexión con la anécdota (informes de lectura, casos de autores insoportables, citas memorables, sucesos con determinados manuscritos... y una encuesta de mucho interés a distintos profesionales del gremio: autores, editores, lectores, agentes, etc.), y que invita al lector, asumiendo que dicho lector es o ha sido un autor rechazado por editores, a seguir escribiendo: trabaja la obra, no te dejes vencer, reescribe. Como dice nada más empezar el libro, en palabras de Winston Churchill:

"El éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo".

Pues eso.

martes, 19 de septiembre de 2017

Juan Carlos Márquez: Resort

Idioma original: español
Año de publicación: 2017
Valoración: se deja leer

Motivos por los que pensaba que me iba a gustar Resort:
  • Porque me gustó mucho Los últimos, una original revisitación del género post-apocalíptico / zombi;
  • Porque sigo al autor en facebook, y derrocha una saludable mala baba, generalmente cargada de sentido común;
  • Porque el tema elegido (los resort turísticos a pie de playa con-todo-incluido) estaban pidiendo una buena sátira desde hacía tiempo;
  • Porque Juan Carlos Márquez es de Bilbao, aunque viva en Madrid. Y los de Bilbao somos la hostia.
Motivos por los que Resort me ha gustado mucho menos de lo que pensaba que me iba a gustar:
  • Porque parece ser la mezcla de dos novelas, sin decidirse a ser del todo ninguna de las dos: por una parte, la novela costumbrista-satírica sobre la vida de una familia en un hotel de playa y piscina; por otro, una novela policiaca sobre la desaparición de un niño alemán en ese mismo hotel;
  • Porque, en la parte costumbrista, no hace sangre en los elementos más absurdos y al mismo tiempo más relevantes (solo hay que imaginar lo que David Foster Wallace habría hecho con el mismo tema), y en cambio algunas veces cae en el chascarrillo o el estereotipo, como cuando habla de los alemanes y su afición por las filas. No quiere decir que no haya momentos divertidos, claro que los hay, y la lectura se hace ligera, pero si pretendía ser una novela cómica, le faltan gags; y si pretendía ser una novela de crítica social, le falta profundidad.
  • Porque la parte policiaca, una vez más, se queda a medio camino, apunta hacia algunos de los tópicos del género (la pareja de policías, los interrogatorios, los múltiples sospechosos...), amaga pero nunca llega a dar, y no atrapa por el suspense. No voy a contar el desenlace, solo diré que es un no-desenlace que resulta muy anticlimático.
  • Porque la novela está excesivamente dominada por la male gaze: las dos historias (la costumbrista y la policiaca) están contadas a través de la mirada de dos hombres (el marido y el policía), y las mujeres, y sobre todo sus cuerpos, están completamente supeditadas a su deseo o a su repulsión: tetas, culos, entrepiernas, todo se valora en función de si al personaje masculino le gusta o no le gusta, le provoca o no le provoca una erección. Y si a mí, que soy hombre, me ha resultado incómodo por momentos, me imagino lo que les debe haber parecido a muchas lectoras...
  • Porque la novela da en general una impresión de precipitación, quizás (lo digo siendo un poco malo) porque había prisa para publicarla antes del verano y aprovechar el tirón del tema asociado a este época. 
Resumen: Que conste que Resort es una lectura ligera y generalmente amena, o sea, puede ser una buena lectura para llevar a la playa, como esos "culebrones" de verano que publican los periódicos. Pero había muchas otras novelas que Resort podía haber sido, y que creo que me habrían gustado mucho más:
  • Una comedia alocada, tipo Wilt, sobre las relaciones que se establecen en un resort vacacional;
  • Una comedia más profunda y más crítica sobre consumismo, globalización, turistificación, etc.
  • Una novela policiaca con todas las de la ley, sobre la desaparición de un niño en un pueblo de playa (¿alguien recuerda a Maddie McCann?)
  • Una novela opresiva y quizás hasta fantástica, estilo Ballard, sobre un puñado de veraneantes obligados a convivir durante tres días (o más), con una tensión creciente que lleva a la violencia, al sexo, a la autodestrucción...
En fin, Resort podía haber sido cualquiera de estas novelas, pero es la novela que es; personalmente, solo puedo darle un "se deja leer", y esperar a la siguiente novela de Juan Carlos Márquez, a ver en qué género decide adentrarse.

viernes, 16 de mayo de 2025

Oriol Alonso Cano: David Cronenberg. Infecciones y mutaciones narrativas

Idioma original: Español 

Año de publicación: 2025

Valoración: Bastante recomendable 

Hace unos días hablaba de Andy Warhol y ahora toca hablar de David Cronenberg, quien ha sido capaz como pocos de conciliar dos lenguajes con registros, recursos y potencialidades tan diferentes como cine y literatura.

Pero primero hay que presentar al autor / personaje y para ello se ofrecen, en el capítulo inicial, pinceladas biográficas de un David Cronenberg que siempre quiso ser escritor, que siempre tuvo esa voluntad de escribir y ser leído y que siempre intentó, de una u otra manera, ordenar el caos. La puesta en situación se completa con la enumeración de las constantes y referencias (por ejemplo, en lo literario, Nabokov, Burroughs, Kafka, Camus...) que recorrerán una obra independiente, autónoma y subversiva con la que el canadiense busca que nos sumerjamos en abismos a veces insondables.

Superada esta presentación inicial, Alonso Cano se adentra en los puntos cardinales que orientan la obra de Cronenberg. Romanticismo existencialista, espectros errantes, colonizaciones parasitarias y la infección mutua de carne e inconsciente vertebran una obra también recorrida por la pulsión de muerte y por sexualidades complejas en permanente transformación y redefinición. Y claro, aquí es inevitable que aparecen Freud, Lacan o Derrida y la cosa se va poniendo densa. ¡PSICOANÁLISIS Y EXISTENCIALISMO, LA KETAMINA DE LOS GAFAPASTAS! ¡Mas no temáis, amados lectores, porque densidad y profundidad no están reñidas con accesibilidad!

En cualquier caso, algo más ligero es el tercer e interesantísimo capítulo en el que el autor se centra en las diferentes recreaciones llevadas a cabo por Cronenberg. King, Ballard o Burroughs han pasado por la lente del canadiense, quien dice que ninguna novela es adaptable; en todo caso, será recreable. Y aquí entran en juego cuestiones como la posible conciliación de ambos lenguajes, la fidelidad al original o el nivel de reescritura que existe en esas recreaciones. No hay una respuesta tajante a estas preguntas y, por tanto, el autor no puede ofrecerlas. Pero cualquier interesado en la materia encontrará ejemplos de esa hibridación entre cine y literatura que hacen de la pregunta "qué es mejor: el libro o la peli" algo sumamente espinoso.

Y quizá el ejemplo más logrado de esa hibridación sea Dead ringers (Inseparables), película ambigua e irreal con un magnífico Jeremy Irons ( y una Genevieve Bujold que es absolutamente 💓💓💓) en la que se condensan las obsesiones y temas cronenbergianos. Se me ocurrió ver la película días antes de leer el libro y, de verdad, creo que el análisis que Alonso Cano hace de la película, de su imaginería, de su simbología es magnífico.

Decía al comienzo de la novela que Cronenberg siempre quiso ser escritor. Pues bien, en 2012 publicó su novela Consumed, cuyo examen ocupa el quinto capítulo del libro. Referencias cinematográficas y literarias que reaparecen en un texto con el que intenta centrarse en su voz literaria, si bien resulta imposible escapar de lo visual y escenográfico.

Ya termino. Vale que David Cronenberg. Infecciones y mutaciones narrativas es un ensayo sobre cine, pero no es solo eso. Es un ensayo sobre (re)escrituras, hibridaciones, obsesiones y miedos, sobre el hombre de nuestro tiempo (y de todos los tiempos) y sobre cómo la ficción refleja todo lo anterior. Así que sin miedo, a ver pelis de Cronenberg (hay que joderse, Oriol, con lo que me gusta a mi Eastern promises y apenas la citas en el libro) y a leer este librito. 

viernes, 21 de diciembre de 2012

Libros para el fin del mundo

Por algún motivo, la idea del "Fin del Mundo" parece atraer a la imaginación humana. Hoy, 21 de diciembre de 2012, es uno de esos días en los que dicen que vamos a dar nuestro último aliento, solo porque hace un porrón de años a los mayas se les acabó el espacio en la piedra para meter más años. Pero esta confusión anecdótica revela una atracción intemporal por el destino final de la humanidad, del planeta o del universo, que se presenta al mismo tiempo como un momento de destrucción, sufrimiento y caos, pero también como un restablecimiento del orden cósmico: el juicio final en el que la humanidad en su conjunto, y cada ser humano en particular, paga por sus pecados.

De hecho, los mitos sobre el fin del mundo (o "escatológicos") están presentes en todas las grandes religiones: el hinduísmo, por ejemplo, cree que estamos en la última fase del ciclo o Kali Yuga (la más impura e infiel de todas, faltaría más), después de la cual Vishna disolverá y regenerará el universo; el "sermón de los siete soles" de Buda describe la destrucción del universo, después, también, de una fase de decadencia, inmoralidad y crimen. En las religiones de la tradición judeo-cristiana e islámica, el fin del mundo toma la forma de "Juicio Final" en que Dios resucitará y juzgará a los muertos por sus actos; por supuesto, no podemos hablar del Apocalipsis sin hablar del Apocalipsis, el último libro de la Biblia y uno de los más poéticos y simbólicos.

Pero no solo los textos religiosos se han ocupado del "final de los tiempos": la literatura también, con especial recurrencia en los últimos doscientos años. De hecho, una de las primeras obras modernas en plantear la desaparición de la raza humana es El último hombre (1826) de Mary Shelley (sí, la autora de Frankenstein), en el que la culpa la tiene una enfermedad incurable que se extiende por el mundo. O cómo no, La máquina del tiempo (1895), de H. G. Wells, en que el viajero temporal termina cayendo en un futuro lejano en que la civilización ha desaparecido y la humanidad ha degenerado en dos especies distintas: los refinados Eloi y los brutales Morlocks (en otro salto hacia el futuro, el viajero temporal llegará a ver el momento de destrucción de la Tierra, a causa de un sol gigante y abrasador).

El siglo XX ha sido pródigo en ficciones apocalípticas, que han reflejado los sucesivos miedos dominantes: una epidemia incurable, la guerra nuclear, el calentamiento global... La ficción literaria o cinematográfica sobre la capacidad devastadora de las armas atómicas inundó la imaginación del siglo XX. Ray Bradbury, por ejemplo, incluyó en varios relatos de sus magistrales Crónicas marcianas (1950) un escenario de guerra nuclear de efectos devastadores sobre la Tierra.

En la rama epidémica se sitúa una de las novelas más influyentes del género, Soy leyenda de Richard Matheson (1954), que ha sido llevada al cine en varias ocasiones; aunque no es la primera: además de la obra de Shelley de la que ya hemos hablado, Jack London había escrito medio siglo antes una novela titulada La peste escarlata (1898) en que la humanidad es destruida por un virus. Una supergripe es también la causa del fin de la humanidad en Apocalipsis (título original, The Stand, 1990), de Stephen King.

Entre los relatos apocalípticos de origen ecológico se impone mencionar El rebaño ciego (1972) de John Brunner, una novela terible en que la polución y la sobreexplotación del planeta causan todos los males imaginables a los seres humanos. J. G. Ballard, otro autor clave del género de ciencia-ficción del siglo XX, jugó a imaginar distintos finales para el planeta tierra: el exceso de agua en El mundo sumergido (1962); la falta de agua en La sequía (1964), o un extraño fenómeno que transforma la materia en cristal en El mundo de cristal (1966). En Ciudad (1952) de Clifford D. Simak los humanos también son culpables de su propio final, pero por puro agotamiento y decadencia de sus estructuras sociales.

En otros casos, el origen del desastre proviene del espacio exterior: de nuestros amigos los marcianos. H. G. Wells, de nuevo, marcó la senda con su novela La guerra de los mundos (1898), creando una tradición que llega hasta el Mecanoscrito del segundo origen (1974) de Manuel de Pedrolo; mientras que en El día de los trífidos de John Wyndham, una extraña lluvia de meteoritos verdes y unas misteriosas plantas asesinas se reparten la destrucción del planeta. Philip Wylie y Edwin Balmer, por su parte, fueron pioneros al plantearse lo que ocurre Cuando chocan los mundos (1933), una novela que también ha sido adaptada varias veces adaptada al cine. La tierra también es destruida, por medios más burocráticos, en la Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams; pero ya sabéis, Don't panic.


El siglo XXI comenzó con su propio mito apocalíptico (el famoso "efecto 2000", que se suponía que iba a freír todos nuestros sistemas informáticos); así que no es de extrañar que la ficción (post)apocalíptica siga ocupando un lugar en nuestras librerías, televisiones y salas de cine: The Walking Dead, Los juegos del hambre, Soy leyenda, la saga Terminator... De hecho, la ficción distópica o post-apocalípstica ha atraído la atención de escritores consagrados como Cormac McCarthy (La carretera, 2006) o Margaret Atwood (Oryx y Crake, 2003).


No se prevé, por lo tanto, una falta de interés por el tema apocalíptico en un futuro cercano. Quiero decir, si es que hay futuro más allá del 21 de diciembre. Y si no lo hay, si al final resulta que las profecías tenían razón y hoy se acaba todo, por lo menos que el fin del mundo nos pille leyendo.


viernes, 12 de abril de 2013

Pierre Boule: El planeta de los simios

Idioma original: francés
Título original: Le planète des singes
Año de publicación: 1963
Valoración: recomendable

Este es uno de esos casos en los que es difícil leer el libro como si no supiéramos nada de él de antemano: leer El planeta de los simios como lo debieron leer sus primeros lectores en 1963, cuando todavía no existía la película de Charlton Heston ni, claro, sus posteriores secuelas, remakes y reboots. Muchas de las sorpresas que el autor había plantado en la novela para sorprender al lector ya no son tales sorpresas (y en la edición que he manejado de Plaza & Janés se cargan una de las pocas que quedaban en la contraportada).

Por si todavía queda alguien que no conozca el argumento, aquí va: una nave espacial en misión científica aterriza en un planeta cercano a la estrella Betelgeuse, aparentemente muy similar a la tierra. Pero pronto descubren que no todo es idéntico a la tierra: en este planeta los seres humanos son seres evolutvamente inferiores, dominados por los simios (chimpancés, gorilas y orangutanes), que han desarrollado una civilización avanzada. Capturado como cobaya para experimentos, el protagonista, Ulysse Mérou, deberá demostrar que está dotado de una inteligencia superior con la ayuda de la una chimpancé especialmente despierta: Zira.

Precisamente por ser una historia tan conocida, y por un cierto aire naif en las explicaciones científicas, El planeta de los simios resulta algo anticuada en comparación con la evolución posterior de la ciencia-ficción (sobre todo con la ciencia ficción hard core o con el cyberpunk). Casi podría compararse con obras como La máquina del tiempo o La isla del doctor Moreau de H. G. Wells, escritas más de medio siglo antes. Es muy evidente, por ejemplo, la influencia de las teorías darwinistas, del conductismo psicológico (el protagonista se ve sometido, entre otros, al experimento del perro de Pavlov) o de la idea del inconsciente colectivo, de Carl Jung; pero todas estas teorías aparecen en una versión masticada y domesticada, sin que dé la impresión de que Boule tuviera un conocimiento muy profundo de ninguna de ellas.


Como narración, la novela mantiene el interés, el ritmo y la tensión a través de la evolución del personaje principal, sus progresos y retrocesos, hasta las sorprendentes revelaciones de la tercera parte de la novela (que tampoco serán sorprendentes para quien conozca la película). También ayuda a mantener interesado al lector la relación entre Zira y Ulysses, una de las pocas historias de amor interspecies de la historia de la literatura; es en cierto modo divertido ver al protagonista dividido entre Nova, una bomba sexual humana con la inteligencia de un conguito, y Zira, la adorable chimpancé con la que comparte sus penas y miedos.

Nota curiosa: Pierre Boule es también el autor de El puente sobre el río Kwai, basada en sus experiencias como prisionero durante la Segunda Guerra Mundial; algo similar sucede con J. G. Ballard, autor de El imperio del sol sobre sus recuerdos en un centro de internamiento japonés (llevada al cine por Spielberg) pero también de numerosas novelas de ciencia ficción como El mundo de cristal o El mundo sumergido.

viernes, 30 de diciembre de 2022

Ana Paula Maia: De cada quinientos un alma

Idioma original: Portugués
Título original: De cada quinhentos uma alma
Traducción: Mario Cámara
Año de publicación: 2021
Valoración: Recomendable

Esta es la tercera novela que leo de la brasileña Ana Paula Maia y creo que ya es suficiente para afirmar que estamos ante una narradora muy personal y con un universo completamente identificable. De hecho, las tres comparten atmósferas, escenarios y personajes un poco al estilo de autores como Onetti o Faulkner.

La primera frase de la novela (El fin del mundo está del otro lado de la puerta, pero todavía el no lo sabe) ya nos pone en situación. Algo similar al apocalipsis se cierne sobre la región en la que se mueven Edgar Wilson, Bronco Gil y Tomás, tres soldados contra la escasez y el aislamiento que conviven de una u otra manera con la muerte. 

Nuevamente nos encontramos con personajes en situaciones limite: hombres que mueren, hombres que matan, hombres que contemplan cómo una epidemia acaba con los animales y se contagia a los humanos, hombres que descubren a mitad de la novela que, además de la propio epidemia, algo más turbio y oscuro sucede en la zona. 

Por lo tanto, De cada quinientos un alma es una novela que podría ser una mezcla de misterio,  distopia o ficción especulativa que trae a la cabeza a La carretera de McCarthy o La sequía de Ballard, solo por poner un par de ejemplos.

En cuanto al estilo, la prosa de Maia es seca y, hasta cierto punto, hostil, con una fuerte presencia de lo sensorial y cargada de frases breves que contribuyen a fortalecer la carga apocalíptica del texto. Y pese a que se trata de una novela en la que predominan atmósferas e imágenes, también se observa en ella una buena construcción y desarrollo de personajes.

Dicho esto, me gustaría ver cómo se maneja Maia en un registro diferente. Las tres novelas suyas que he leído están "cortadas por el mismo patrón" y creo que tiene capacidad como para salirse de ese mundo y llevarnos a otros territorios. A ver si se anima!

También de Ana Paula Maia en ULAD: De ganados y de hombres