Idioma original: inglés
Título original: The Crystal World
Fecha de publicación: 1966
Valoración: Está bien
Este domingo moría J. G. Ballard, un escritor británico independiente y original, conocido fundamentalmente por novelas como Crash -adaptada en una polémica película de David Cronenberg- o El Imperio del Sol -que llevó al cine Steven Spielberg, y que está basada en gran medida en las experiencias infantiles del propio Ballard durante la Segunda Guerra Mundial-. Sin embargo, el género que Ballard más cultivó es el de la ciencia ficción, aunque una ciencia ficción distinta a la de Asimov, Stanislaw Lem, Philip K. Dick, etc., que presenta fundamentalmente mundos distópicos en proceso de desintegración o transformación.
El mundo de cristal es un ejemplo de este segundo tipo de novelas: Edward Sanders, un médico británico, es enviado a una región de África de difícil acceso, para ayudar a combatir una variante de la lepra. En el camino, sin embargo, descubre que se está produciendo un extraño e inexplicable fenómeno: la selva ha comenzado a cristalizarse, al igual que todo lo que la selva pueda contener: plantas, animales o personas.
Más sorprendente todavía que este planteamiento inicial es el desarrollo que Ballard hace tomar a la novela, centrándose en las reacciones de los personajes ante el fenómeno, tanto o más que en el fenómeno en sí mismo. Un enfoque más hollywoodiense, por decirlo de alguna forma, habría llenado la novela de acción, giros sorprendentes, personajes planos. Ballard apunta en dirección contraria: crea un conjunto de personajes secundarios con historias y personalidades complejas, que les hacen encarar de maneras diversas la amenaza de la cristalización, insistiendo además en el carácter ambiguo de la plaga: mata, porque elimina la vida, pero también preserva, porque detiene el tiempo.
El conjunto es una novela verdaderamente fascinante: algo así como La vorágine de José Eustasio Ribera, pero con efectos especiales.
Otras obras de J.G. Ballard en ULAD: La exhibición de atrocidades, La sequía, Rascacielos, Crash, Avió en vol ras
3 comentarios:
Santi, éste es un post histórico: nuestro primero homenaje póstumo. Nos sumamos así a uno de los principales motores de la cultura en nuestro país. (Eso sí, en este caso con toda razón y, como veo, con medido entusiasmo, jeje..)
Creo que esto de las homenajes a fosa abierta no está tan traido por cierto morbo anecdótico como podría parecer (y como suele denunciarse). Una vez le escuché a Félix Duque decir que el autor nace de verdad cuando el individuo muere. Sólo cuando el senil vejete deja de estorbar con sus salidas de tono y sus impertinentes interpretaciones de su propia obra (reconozco, ay, que hablaba de Borges), pueden cada lector fabricarse esa figura mítica del Autor, cuya intención fantasmagórica cree poder descubrir en el libro que está leyendo.
Así, necesitamos que muera Ballard, para conquistar la libertad de recrearlo como un Dios ficticio que se oculta tras el velo de su creación literaria. La lectura, en fin, tiene vocación de homicidio.
Me estoy leyendo "El hombre iluminado", en Playa Terminal, si no me equivoco "El mundo de Cristal" es una prolongación de ese concepto.
Amo a Ballard. Es un paisajista literario como pocos.
Pues no he leído Playa terminal, pero por lo que veo por ahí, tienes razón, efectivamente. Este de la cristalización de la materia y la anulación del tiempo parece ser un tema recurrente en Ballard. Si no recuerdo mal, "Noticias del sol" (recogido en Mitos del futuro próximo) trata de lo mismo, o de algo muy parecido al menos.
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