
Título original:
Año de publicación: 1915
Valoración: está bien
Es curioso lo que ocurre con este libro: es conocido fundamentalmente por sus versiones cinematográficas (hasta cuatro, y se anuncia otra más para 2011), que sin embargo modificaron a voluntad el argumento y los personajes, así que la mayoría de la gente cree que lo conoce, pero no. Por ejemplo, quien se acerque al libro, como yo, esperando ver en papel la famosa escena del protagonista subiendo al Big Ben -de la película de 1978-, se va a llevar una gran decepción.
Treinta y nueve escalones (en otras traducciones, Los treinta y nueve escalones) es una especie de road movie, pero a pie. El protagonista, Hannay, es una persona normal, un aburrido viajero cosmopolita, que de repente se ve envuelto en una conspiración para desestabilizar Europa, y que perseguido a través de Escocia a partes iguales por los conspiradores y por la policía, debe utilizar el ingenio (y una dosis verdaderamente inverosímil de casualidades) para escapar sano y salvo, y detener el complot internacional.
Es curioso comprobar las similitudes (superficiales, claro) entre esta novela y El hombre que fue jueves, de Chesterton: en las dos hay una conspiración anarco-nihilista; en las dos hay persecuciones, a pie, en bicicleta, en tren... Las dos tratan de una conspiración de hombres tan inteligentes que casi son sobrenaturales, y en las dos los "buenos" son perseguidos también por la policía. Pero aquí se acaban las similitudes: Los treinta y nueve escalones es una novela de espías y persecuciones pura y dura, una novela de género al fin y al cabo, mientras que El hombre que fue jueves es una vuelta de tuerca muy personal al género. Si no fuera porque la novela de Chesterton se publicó antes, se podría pensar que era una parodia de la de Buchan; siendo al revés, no cabe pensar que Buchan tuviera en mente la de Chesterton, sino más bien los mismos modelos anteriores, muy de moda en la época.
Desde una perspectiva actual, saturados como estamos de explosiones y persecuciones a lo James Bond, la novela resulta un poco floja: le faltan cliffhangers como los que llenan los actuales best-sellers, y alguna trama secundaria (¿qué tal algún personaje femenino, señor Buchan?) que anime el cotarro; en todo caso, resulta una lectura entretenida, y como es cortita, tampoco cabe lamentarse mucho por haberla leído.