Idioma original: inglés
Título original: They came like swallows
Fecha de publicación: 1937
Valoración: Recomendable
Con título tomado de un poema de Yeats, es ésta una novela aparentemente sencilla pero no banal, entrañable pero no sensiblera, construida con rigor utilizando una estructura que se ajusta como un guante al argumento. En una familia norteamericana ocurre, en 1918, un hecho trascendental – que no desvelaré – a partir del cual sus miembros jamás volverán a ser los mismos. El autor utiliza tres puntos de vista independientes pero consecutivos: el del padre y el de cada uno de los hijos. La suma de todos ellos nos ayuda a comprender con bastante exactitud las conductas, personalidades y reacciones tanto de cada uno de los protagonistas como de otros personajes algo más secundarios. Aquí no se nos cuentan grandes cosas sino los pequeños gestos de cada día y el roce cotidiano entre unos y otros. Gestos y roces en cuyas madejas se enredan los sentimientos más profundos y se engendrarán las personalidades futuras.
Es, quizá, un relato demasiado intimista y sincero, demasiado sobrio para que se ajuste a los gustos de una época mucho más cínica, partidaria de gestos altisonantes, fantasías increíbles y aventuras sin fin, y en la que predomina el escepticismo hacia todo lo que huela a realidad. Pero merece la pena leerlo porque su autor no tuvo que documentarse para bucear en tiempos pasados sino que el ambiente es el real y genuino de la época en que fue escrito y también porque, por encima de todo, está hablando de nosotros, de todos, de cualquiera que se decida a leerlo. Y es así porque nos habla de la infancia.
La delicadeza y cariño especial con que están tratados los personajes y sus comportamientos, esa mirada tan llena de magia, ese acercamiento emocionado al mundo infantil en el que nos sentimos todos un poco involucrados, se debe al importante pedazo de vida que contiene mucho de lo que se nos cuenta. El hecho de que el acontecimiento central sea rigurosamente, autobiográfico lo convierte en responsable de la gran carga poética que contiene la historia, tanto si ha sido puesta ahí con toda la intención de su autor como si se ha deslizado a su pesar. Cada personaje está dibujado con primor, todos aparecen perfectamente acabados pero no nos costará nada adivinar cual de ellos es el objeto de la atención de Maxwell, su preferido, su trasunto y, por eso mismo, aquél con el que mejor se compenetra.
Aunque no ignoremos, en líneas generales, lo que va a ocurrir al final, la atención se mantiene intacta, porque lo que importa no es la sorpresa sino la implicación particular del lector en la vida de unas personas que hemos hecho nuestras casi desde el principio. Después de haber vivido y sufrido con ellos, sentimos que empezamos a echarles de menos desde el mismo momento en que volvemos la última página.
La importancia de la figura de Maxwell en las letras norteamericanas se debe, no sólo a la calidad de las novelas que escribió, sino también a la influencia decisiva que, con su buen criterio y sólido gusto literario, ejerció durante más de cuarenta años, desde su puesto de editor literario en New York Yorker, en muchos de los principales nombres de la literatura del siglo.
2 comentarios:
Te (os) recomiendo de este autor la magnífica novela Adiós, hasta mañana
, publicada por Libros del Asteroide, no te (os) va a defraudar. También es discretamente autobiográfica, como la que comentáis.
Un saludo.
Es una de mis novelas favoritas. Después he leído un par más de William Maxwell y para mí són versiones pobres de esta.
Aunque tal vez es prejuicio mío porque con They came like swallows me dejó el listón demasiado alto.
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