Tïtulo original: Musika aireanAño de publicación: 2009
Valoración: Imprescindible
Tras leer algunos cuentos de Karmele Jaio (Zu bezain ahul), ya estaba convencido de que tenía entre mis manos a una gran narradora. Pero tenía ganas de leer alguna de sus novelas para confirmar si su arte tendría la misma calidad en una obra narrativa de mayor extensión. La conclusión es clara: sin lugar a dudas.
Probablemente lo mejor de Karmele Jaio es su estilo claro, conciso y cargado de ritmo. Esta autora es capaz de transmitir, con muy pocas palabras y frases breves, sentimientos y sensaciones que ocuparían páginas y páginas en otros autores. Y la verdad sea dicha, esa brevedad, esa ausencia de descripciones, muchas veces superfluas y evitables, se agradece.
En lo que se refiere al argumento, también destaca por su sencillez. Elena, una anciana de cualquier pequeño pueblo vasco, vive desde hace años encerrada en su casa, sin salir a la calle, viendo la vida pasar desde su ventana e interpretando la música que ésta va trazando en el viento. ¿A qué se debe este aislamiento? A los sinsabores y a las piedras que la vida ha ido dejando en su camino y, en particular, al enfrentamiento que desde hace muchos años mantiene con la que fue su mejor amiga de la infancia, enfrentamiento que ha desembocado en el silencio entre ambas. Ésta es la premisa de partida, a la que se suma la aparición de otros personajes (sus hijos, la familia de la interina hispanoamericana que la cuida, otros personajes del pueblo...) que enriquecen sobremanera la novela.
Karmele Jaio logra transmitir toda la complejidad del alma humana y describir con precisión el ambiente, a veces opresivo y cargado de viejas rencillas, que suele caracterizar a los pequeños pueblos. Y crea una novela hermosa y, como su título anuncia, repleta de música.
Otras lecturas de Karmele Jaio: Las manos de mi madre, Stop, No soy yo, La casa del padre
Probablemente lo mejor de Karmele Jaio es su estilo claro, conciso y cargado de ritmo. Esta autora es capaz de transmitir, con muy pocas palabras y frases breves, sentimientos y sensaciones que ocuparían páginas y páginas en otros autores. Y la verdad sea dicha, esa brevedad, esa ausencia de descripciones, muchas veces superfluas y evitables, se agradece.
En lo que se refiere al argumento, también destaca por su sencillez. Elena, una anciana de cualquier pequeño pueblo vasco, vive desde hace años encerrada en su casa, sin salir a la calle, viendo la vida pasar desde su ventana e interpretando la música que ésta va trazando en el viento. ¿A qué se debe este aislamiento? A los sinsabores y a las piedras que la vida ha ido dejando en su camino y, en particular, al enfrentamiento que desde hace muchos años mantiene con la que fue su mejor amiga de la infancia, enfrentamiento que ha desembocado en el silencio entre ambas. Ésta es la premisa de partida, a la que se suma la aparición de otros personajes (sus hijos, la familia de la interina hispanoamericana que la cuida, otros personajes del pueblo...) que enriquecen sobremanera la novela.
Karmele Jaio logra transmitir toda la complejidad del alma humana y describir con precisión el ambiente, a veces opresivo y cargado de viejas rencillas, que suele caracterizar a los pequeños pueblos. Y crea una novela hermosa y, como su título anuncia, repleta de música.
3 comentarios:
No he leído este libro, pero después de Las manos de mi madre, estoy deseándolo. Estoy de acuerdo con lo que dices, Jaio es una gran narradora y consigue dotar de gran profundidad a la –aparente– simplicidad de sus argumentos.
Bueno, pues ya he leído este libro y sí, coincido contigo en que es una muy buena novela y que Jaio consigue reflejar lo que es la vida en un pueblo, especialmente cuando se trata de expresar viejas rencillas y de dejarse llevar por ellas.
Sin embargo, tanto como darle un imprescindible... Yo lo dejaría en recomendable.
Yo ya lo he leído dos veces, pero es mejor leerlo en vasco, en castellano no vale una ****
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