Idioma original: inglés
Título original: The Second Plane
Año de publicación: 2008
Valoración: recomendable
Hay temas sobre los que cualquier cosa que se escriba, va a ser polémica: si gusta a unos, no va a gustar a otros; así que ponerse a escribir sobre ellos es un acto de compromiso con uno mismo y con la necesidad de pensar y disentir públicamente. En este caso, Martin Amis, uno de los escritores más reconocidos y polémicos de Gran Bretaña, se atreve con uno de estos temas: la relación entre Occidente y el mundo islámico después de los atentados del 11-S.
Y lo cierto es que, en mi opinión, casi todo lo que dice Martin Amis en este libro es razonable: denuncia el islamismo radical y el terrorismo internacional; ataca a la administración Bush y, en menor medida, a Tony Blair por organizar una guerra sobre premisas falsas y sin tener muy claro cómo querían acabarla; ataca también a los intelectuales europeos que, queriendo huir del imperialismo yanqui, terminan apoyando -implícita o explícitamente- a grupos fundamentalistas violentos.
En fin, todo muy moderado y muy meditado, diría yo; muy lejos de otras declaraciones anteriores (no incluidas en el libro), que parece imposible que sean del mismo autor, en las que llegó a decir que "La comunidad musulmana debe sufrir hasta que ponga su casa en orden. ¿Qué tipo de sufrimiento? Impedirles viajar. Deportación -o algo más". El que estas declaraciones nacieran de la indignación por un atentado terrorista frustrado no las disculpa, son desde luego incomprensibles e injustificables, y más en un intelectual que se dice de izquierdas como Amis.
Desde el punto de vista literario, lo mejor del libro son los dos relatos que incluye: "En el Palacio del Fin" y "Los últimos días de Mohamed Atta"; sobre todo el primero, sobre la vida de los dobles de Sadam Hussein, que, salvando las distancias, recuerda a relatos de Borges, de Kafka, o al Palacio de los sueños de Kadaré.
En fin, El segundo avión no pasará a la historia como un monumento del pensamiento occidental; ni siquiera como una joya literaria, aunque esté, como era de esperar, muy bien escrito. Pero es un libro valiente y comprometido, y aunque no siempre estemos de acuerdo con lo que Amis dice, conviene recordar que tiene todo el derecho a decirlo.
También de Martin Amis en ULAD: Aquí
7 comentarios:
"Fair enough", como dicen por aquí :)
Vi una entrevista con este hombre en un programa de La 2 hace ya unas semanas y bueno, digamos que como persona no me despierta mucho cariño.
Entre otras cosas, Amis, hijo de escritor famoso (y cuyo primer libro vio la luz cuando contaba con 24 años) dijo que procuraba no leer cosas de veinteañeros porque los veinteañeros no tienen nada interesante que contar...
Y sorprende el giro tan "repentino" que ha dado su forma de pensar(sobre el Islam, especialmente), porque menudas perlas soltaba el hombre no hace demasiado (Santi: haces bien en recordarnos algunas)...
No quiero pecar de desconfiado, pero creo que Amis se ha dado cuenta de que quedaba un poco mal decir cosas tan "heavies" en los medios, y se ha suavizado a posta, pero en el fondo sigue pensando igual o peor...
Y es alucinante que afirme que hay que reconocer abiertamente que en Occidente tenemos motivos de sobra para sentirmos moralmente superiores a los talibanes, porque creo yo que no hace falta irse a parajes tan remotos para hablar de impresentables morales...
No muy lejos de nosotros tenemos responsables de matanzas de inocentes; asesinos en toda regla por mucho que vistan caros trajes y vayan a misa todos los domingos con la pareja y los hijos.
Creo yo, vamos...
¡¿En serio llegó a decir eso?! Cómo está el patio... Coincido con Ian, entonces: difícil de creerle ahora tanta mesura, ¿no? O exageraba antes para atraer los focos o se atempera ahora por pura precaución. Bah.
Sobre esta cuestión, el crítico Terry Eagleton dijo, con mucha razón, creo yo: "I have no idea why we should listen to novelists on these matters any more than we should listen to window cleaners"; es decir: "No tengo ni idea de por qué deberíamos escuchar a los novelistas [cuando hablan] de este tema, más de lo que escucharíamos a un limpiaventanas".
En realidad, esta crítica no es solo aplicable a Amis, ni solo a este tema: se puede ser un magnífico escritor, y creo que Martin Amis lo es, y ser un perfecto cenutrio. Y no hace falta recurrir a ejemplos extremos como Celine o Ezra Pound para comprobarlo.
En todo caso, a mí me hace todavía más gracia el que las nuevas caras de muchas movilizaciones sociales y políticas sean los actores: Brangelina, Sean Penn, la "troupe" Bardem en España... ¿Por qué una persona, por ser guapa y saber fingir delante de una cámara, se convierte en referente moral de nada? Para eso, prefiero escuchar a los novelistas...
Como dice Santi –o como dijo Eagleton–, en ciertos temas un novelista puede aportar tanto como un limpiaventanas. Si es por opinar, hay tantas opiniones como cabezas –o más– y dedicarte a escribir no presupone que tengas que ser un genio en otros temas. O que pertenezcas a cierta corriente política o te preocupen determinadas cosas. Escribir es un oficio y no hace que el que lo ejerce sea más inteligente o racionalice más que los demás.
Creo que hay una tendencia general a considerar a los artistas (entendamos el término en su sentido más amplio, recordando que en este país se llama artista a Picasso y a Bisbal) gente muy profunda, que reflexiona mucho, de gran inteligencia... aunque lo único que hagan sea dedicarse a hacer aquello que se les da bien, como cualquier hijo de vecino. Habrá muchos artistas listísimos y otros muchos que sean más simples que el mecanismo de un botijo. Pero eso ni se plantea.
Recuerdo, hace años, con motivo de las manifestaciones del "no a la guerra", que en el telediario llamaron "intelectuales" a los actores (la mayoría, de la troupe Almodóvar) que aparecían allí. ¿Intelectuales? No digo que no sepan hacer la O con un canuto, pero, ¿intelectuales? ¿Porque hacen algo artístico? Entonces Carmen Sevilla, con la de años que lleva "artisteando", debería estar al nivel de Stephen Hawking.
En fin.
Muy interesantes vuestras reflexiones. De nuevo me queda claro que Creador y Persona son dos figuras que en ocasiones debemos separar para no volvernos locos...Yo, si he de ser sincero, tuve cierto disgusto cuando supe la clase de "personaje" que era Truman Capote cuando en mi mente era un sureño contenido e introvertido con fobia a la vida social...Vamos, nada que ver con la realidad...
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