Título original: Je me souviens
Traducción: Mercedes Cebrián
Año de publicación: 1978
Valoración: Interesante
Los Me acuerdo se han convertido con el tiempo en una especie de subgénero, algo entre el experimento literario, la autobiografía y el diván del psicólogo. La puerta la abrió el norteamericano Joe Brainard, en un libro publicado en 1970 (I remember), y la idea, tan elemental que a nadie se le había ocurrido antes, triunfó de inmediato y de forma duradera. Perec transitó ese camino muy pocos años después, y le siguieron personajes diversos, como el actor Marcello Mastroianni o la dibujante libanesa Zeina Abirached. Usted, amigo lector, o vosotros, ilustres reseñistas y compañeros, o el tendero de la esquina si lo hubiese, cualquiera puede hacer su Me acuerdo particular. El modelo ya lo tenemos, y cada uno lo rellena con lo que le apetezca.
¿De qué se trata?
Pues tan sencillo como una colección de recuerdos, formulada mediante párrafos sueltos, todos (excepto uno, en el caso de Perec) iniciados con ese 'me acuerdo', no obstante el cual no se trata exactamente de recuerdos elaborados o congruentes, sino más bien de flashes, impresiones espontáneas de una escena, un personaje, una sensación. El libro de Perec contiene 480 impactos, y anuncia una continuación que nunca llegó a existir, con lo que no sabemos si esa puerta abierta era una intención incumplida o renunciada, escondía un mensaje sobre lo fraccionario del repertorio, o era simplemente una boutade.
¿Experimentación formal? o ¿Por qué el Me acuerdo de Perec es diferente a los demás?
En principio, lo que haya de experimentación formal en la fórmula no se debe atribuir a Perec sino al citado Brainard. Pero sí hay un matiz importante. No he leído el libro del autor norteamericano, pero entiendo que el formato abre la puerta a la autobiografía, el diario o las memorias, como supongo que será el camino seguido por los demás meacuerdistas. Pero Perec parece despojarlo de toda subjetividad, en la medida en que eso es posible. En los recuerdos de Perec no aparece la niña de la que se enamoró a los doce años, su padre afeitándose mientras él le observaba admirado, o el día de su primer trabajo. Nos deja en cambio el simple nombre de un ciclista famoso de la época, un trabalenguas, Brigitte Bardot cantando una canción, o la perilla de un escritor desconocido. Porque esa es otra: la gran mayoría de las píldoras hace referencia a nombres, lugares y situaciones que no dicen nada al lector, en especial si no es francés. Con todo, la sensación que queda es la de un ejercicio psicológico casi por completo deshumanizado o, mejor aún, realizado con una perspectiva distorsionada, cambiando lo fundamental por lo anecdótico. Desconozco si es una técnica con algún valor científico, pero de lo que no cabe duda es que sí lo tiene desde un punto de vista literario.
¿Un producto OuLiPo?
Al tomar un sistema tan vinculado a la memoria y a la subjetividad y vaciarlo de su elemento más característico, se diría que Perec lleva a cabo una de esas piruetas estilísticas tan del gusto de los miembros de OuLiPo, ya se sabe, aquel grupo literario encabezado por Raymond Queneau, y tan bien definido en esta entrada de ULAD. Una de las técnicas más conocidas de aquella gente era escribir sometiéndose voluntariamente a una traba o restricción (contrainte), como cuando el propio Perec escribió La disparition (El secuestro, en castellano) sin incluir una sola ‘e’ en el texto. En el caso de Me acuerdo diríamos que son una suerte de memorias a las que se ha extraído todo elemento personal, unos recuerdos fragmentados que podría haber escrito cualquier francés contemporáneo del autor.
Bueno ¿y qué pasa con el lector?
Pues seguramente lo que pasa muchas veces con este tipo de libros que se deleitan con la forma y realmente no pretenden transmitir nada. El lector que vaya buscando una historia, personajes, un contenido que le genere algún tipo de placer o enriquecimiento, va listo, o sea, que se verá decepcionado quizá no llegando ni al recuerdo 50. Si por el contrario nos damos por satisfechos por haber conocido algo diferente, un intento por forzar los límites de lo usual, encontraremos interesante el libro. Y hasta puede uno animarse con una versión propia (sin que nadie se entere).
Y a propósito del lector, que es al final el que compra el libro, lo tiene en sus manos y lo lee. No suelo hacer este tipo de reflexiones, pero esta vez creo que es necesario: ya sabemos de lo impecable de las presentaciones de Impedimenta (cubiertas, encuadernación, tipografía, etc.), pero lo cierto es que, por la misma factura del libro, muchas páginas se despachan con apenas cinco o seis líneas de texto. Si llenamos así 176 páginas ¿no es un poco abusivo un precio de 17,95 €?
Más todavía: como he dicho, el contenido de la mayoría de meacuerdos resulta totalmente ajeno al lector, y la edición se acompaña de un buen número de notas explicativas (unas 60). No sé si esas notas sirven para ilustrar, o desvirtúan precisamente el espíritu del texto; pero, caso de incluirlas, deberían ser mucho más numerosas, deberían estar a pie de página y no al final (ya sabemos lo incómodo que resulta) y, sobre todo, es imperdonable que haya un error de numeración que todavía dificulte más la lectura. Y todo ello, con ese precio. Mal.
Otras obras de Georges Perec en ULAD: La vida instrucciones de uso, Las cosas, El gabinete de un aficionado
Otras obras de Georges Perec en ULAD: La vida instrucciones de uso, Las cosas, El gabinete de un aficionado
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo con la última parte de la reseña. Un precio excesivo, un sistema de notas incómodo (e incluso arcaico)... Debería haberse cuidado un poco más.
En cuanto al tema meramente literario, pienso que es increíblemente personal esta colección de recuerdos. No habla de su padre afeitándose (que imagino que es lo que reflejaría un elevado número de personas en sus meacuerdos), pero crea una colección única, basada en sus percepciones, sus interpretaciones, sus recuerdos, esos y no otros.
Vamos, que me gustó el libro, le ví algo por debajo de la mera enumeración. Pero es que soy admirador de Perec. Y por eso me gustaría leer la reseña de Lo infraordinario, o Tentativa de agotamiento de un lugar parisino ;)
Hola Traveler. Quizá es que hemos confundido un tanto lo subjetivo con lo personal. Los 'recuerdos' de Perec sí son en realidad subjetivos, en el sentido de que filtra las imágenes, sonidos, etc. que precisamente a él le han quedado en la retina, o en la memoria. O que supuestamente le han quedado, depende del grado de veracidad que le otorguemos. Pero no son recuerdos personales en cuanto que en general no pertenecen a su mundo privado, experiencias personales, sentimientos, gente de su entorno inmediato. Esa combinación es lo que a mi me ha parecido más innovador en el libro, y estoy seguro de que se aleja por completo de otras propuestas en apariencia similares.
¿Si habrá más Perec en el blog? Pues hummm, no te digo que no.
Gracias por tu aportación, y un saludo.
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