miércoles, 5 de febrero de 2014

Dezsö Kosztolányi: Anna la dulce


Título original: Édes Anna
 Idioma original: húngaro
 Fecha de publicación: 1926
 Valoración: Muy recomendable

 Édes Anna o Anna la dulce, como se ha traducido al castellano en la edición de Salamandra (traducción a cargo de Judit Xantus)que yo he leído, fue la última novela de Dezsö Kosztolányi (Szabadka, 1885 - Budapest, 1936) prolífico escritor, poeta y traductor húngaro que murió a causa de un cáncer. Ésta ha sido la primera vez que he leído algo del autor, y el resultado no ha podido ser más satisfactorio.

 Que Anna la dulce es una obra que es de lectura obligatoria en los colegios húngaros es algo que he averiguado después de leerla, y lo cierto es que no me extraña por la dura historia que contiene y cómo está contada. Porque pese a ser aparentemente sencillo de leer y poco enrevesado en sus formas, Anna la dulce, que cuenta la vida de Anna, una pobre campesina recién salida de la adolescencia convertida en criada/esclava de una fría pareja, no es de esos libros que se olvidan fácilmente. Y lo que es más meritorio: sin grandes peroratas, ni despieces psicológicos humanos de varias páginas, ni una trama serpenteante. Kosztolányi no necesita nada de esto para presentarnos un entorno y unos personajes que aunque nos resulten lejanos en el espacio y en el tiempo (hablamos de la Hungría de después de la Primera Guerra Mundial), sorprenden por lo bien construidos que están y lo tristemente creíbles que son. Los principales: la pobrísima y cuasi analfabeta Anna, que se entrega a su vida de criada con un servilismo y dedicación casi aterradores y a la que nadie, ni siquiera su propia familia, guarda un sincero afecto; sus dueños y señores, los Vizy, ricos pero no tanto como parece, agarrados y mezquinos, que tratan a Anna como si fuera la mejor máquina doméstica que jamás hubieran tenido; el consentido, canalla y licencioso sobrino de los Vizy, que se obsesiona con seducir a la joven, y mi personaje preferido, el viejo y enfermo doctor Moviszter, vecino y arrendatario de los Vizy, y la única voz sensata, juiciosa y de altura en mitad de la orgía de vulgaridad, trivialidad y falta de valores que le rodea.

 Este libro tiene muchas virtudes, espero que el lector las descubra y las disfrute por si solo, pero no me resisto a hablar de lo bien que muestra su autor el triste y trabajoso día a día de una mujer pobre, sola y atada a todas las tareas domésticas imaginables, y que no puede aspirar a mejorar en la vida. Lo más, sentir que sus insaciables negreros están satisfechos con su trabajo. Y que cada vez es más consciente de que el maltrato contenido del que es víctima tiene diversas e infinitas ramificaciones que no le quedará más remedio que tolerar. 

Y hacedme caso: NO LEÁIS EL PRÓLOGO ANTES DE LA NOVELA. Destripa algo muy importante de la trama y no hará su lectura igual. Espero leer más de este autor y contarlo por aquí.

También de Dezsö Kosztolanyi en ULAD: Alondra

martes, 4 de febrero de 2014

Friedrich Nietzsche: El Anticristo

Idioma original: alemán
Título original: Der Antichrist, Fluch auf das Christenthum
Año de publicación: 1895
Traducción: Andrés Sánchez Pascual
Valoración: quién me mandaba

Pues vaya racha que me llevo. Después del amago de novela del libro de una licenciada en filosofía, de hace algunos meses, voy y me embarco en uno de esos tratados sesudos, en una de esas obras magnas del pensamiento, simplemente porque le tocaba algún día, y por esa malsana curiosidad que surge del hecho de que siempre haya oido comentar que el pensamiento de Nietzsche viene a ser un germen del cual, en una de sus interpretaciones, surge el nazismo.
Pues lo siento: lo único que a un servidor le ha surgido aquí es un bostezo tras otro, de la empanada monumental, del reguero de conceptos, parece, intraducibles y de la, aunque razonada y argumentada, hoy casi ingenua de tan socorrida y recurrente, obsesión del autor por arremeter contra el cristianismo y su raigambre en la moral y la sociedad europea. Pues estamos aviados: igual esto era muy rompedor en 1895, pero en estos tiempos en que religión y sociedad, a mi entender muy afortunadamente, tienden a diverger, las premisas y la visceralidad de Nietzsche, aunque caducas, estaba claro que no presagiaban nada bueno en función de en qué manos cayesen. Confesaré que no soy de los que más profundizaba en mis lejanas clases de filosofía, pero quede claro que interpretar este texto en un sentido o en otro pueden llevarnos a diferentes derroteros, algunos francamente alucinados. Pero dentro de un límite, hoy por hoy no sería descabellado tildar al autor de visionario e igual nos lo encontrábamos de tertuliano en cualquier programa de medio pelo.

Pero esto es un libro y este blog se llama UnLibroAlDía. El de Nietzsche, apenas algo más de 100 páginas de conceptos e insistencia, es un auténtico tostón. Un panfleto alucinado, un mamotreto repleto de obviedades que hoy suena, si uno obvia esa conexión con el nazismo, a tipo subido al estrado ante una audiencia o adormilada o entregada al fanatismo. Puede que en la sociedad en que surgió esta obra el peso de la religión fuera asfixiante como para justificar tanta severidad en la crítica. Pero esto es demasiado. Demasiado denso para plantearse más disfrute que el añadir al conocimiento propio una experiencia en primera persona sobre el autor. Demasiado abierto en interpretación como para no entregar el alma a esos planteamientos de renovación y catarsis colectiva, si se es proclive a ello. Demasiado ensayo, y demasiado trágico, para otorgarle la mínima opción al mero placer de la lectura. Por favor, volvamos a la ficción.

lunes, 3 de febrero de 2014

Colaboración: Antigua luz de John Banville

Idioma original: inglés.
Título original: Ancient Light
Año de publicación: 2012.
Valoración: Muy recomendable.

Probablemente no sea la mejor novela de Banville y pese a ello es una gran novela. Sería conveniente comentar que pese a que el autor no goce en España del prestigio del que goza en Irlanda y Gran Bretaña (cosa natural por otra parte) tal vez se trate de uno de los mejores escritores en lengua inglesa. Su promoción/desembarco en España coincidió con su etapa de escritor de novela negra (bajo el seudónimo Benjamin Black), la que es, sin duda, su fase menos reseñable. Pero Antigua luz es la prueba de que Banville es de verdad uno de los mejores escritores en inglés. No hay frase que no destile belleza, en su característica modelación de la prosa hacia formas líricas:

"... but lay on the bed on our backs for a long time, as if practising to be the corpses that one day we shall be. The curtains were thick and drawn tightly shut, and I did not realise the dawn had come up until I saw forming above me a brightly shimmering image that spread itself until it stretched over almost the entire ceiling. At first I took it for an hallucination generated out of my sleep-deprived and still half-frantic consciousness (...) What was happening was that a pinhole-sized opening between the curtains was letting in a narrow beam of light that had turned the room into a camera obscura, and the image above us was an inverted, dawn-fresh picture of the world outside"

Alex Cleave, ahora un actor retirado, recuerda el affaire que tuvo cuando sólo tenía 15 años con la madre de su mejor amigo, que entonces tenía 35. En adelante, el affaire marcará su relación con todas las mujeres de su vida: su mujer Lydia, su fallecida hija Cass y la famosa actriz Dawn Devonport, con la que Alex ha de formar pareja interpretativa para una película. Las mujeres ausentes, su mitificación -que en ocasiones recuerda a cómo Jackson Pollock representaba a las mujeres en su soledad como seres repletos de gracia-, las constantes referencias a los mitos de la antigua Grecia para describirlas e incluso el saberse incapaz de comprender la totalidad de su otredad son constantes en la literatura de Banville y tienen reflejo en Antigua luz.

Dentro de la variada y extensa obra de Banville, una novela que sirve como referencia con la cual comparar Antigua luz podría ser El Mar (2005). Está, por lo tanto, en las antípodas de la literatura deconstructiva que Banville ejerce en novelas como Imposturas (2003) o El libro de las pruebas (1989) en los que la carga narrativa se apoya en identidades y discursos inestables. Pero ocurre que Antigua luz se enmarca en la trilogía de la que es parte Imposturas. Y es que el tema de la identidad fingida en Imposturas, uno de los pilares de la literatura de Banville, obtiene continuidad en la presente novela. Axel Vander -un Paul de Man de segunda fila- y Cass Cleave, ambos personajes de Imposturas, flotan en todo momento sobre el argumento, ya que el protagonista de Antigua luz es padre de la segunda y ha recibido el encargo de representar al académico Axel Vander en una película sobre su vida.

Tal vez no sea esta una novela imprescindible en el sentido más estricto de la palabra. Ahora bien, Banville sí es imprescindible para todo aquel que quiera leer literatura de calidad y añore la belleza en el lenguaje narrativo. Como la mencionada El mar, sin ser la mejor novela del autor Antigua luz sirve como puerta de entrada en el universo de Banville.

Otras obras de John Banville en ULAD: Aquí

Firmado: Paulo Kortazar

domingo, 2 de febrero de 2014

Wladimir Kaminer: Desde Alemania con amor

Idioma original: alemán
Título original: Liebesgrüße aus Deutschland
Fecha de publicación: 2011
Valoración: recomendable

Mi abuelo solía decir que los alemanes eran los seres humanos más altos, los más listos, los que mejores uniformes militares tenían y los que mejor construían todo lo que fuera (según él, las máquinas alemanas nunca se rompían). En resumen, para mi abuelo los alemanes eran la bomba. Claro que no todo el mundo piensa igual. Y, entre los que tienen una opinión contraria a la de mi abuelo, están los propios alemanes, que no pueden ser más críticos consigo mismos ni entrenando para ello.

Pero, independientemente de todas las virtudes o todos los defectos que puede tener o no el pueblo alemán (y, que al final, tampoco los diferencian tanto del resto de los habitantes del planeta, pues todos tenemos algo por lo que decir "madre míaaaaaa"), hay una característica de la que a todo el mundo le gusta hablar: los alemanes no tienen sentido del humor. Y es Wladimir Kaminer (escritor ruso que vive en Berlín desde 1990) quien se encarga de desmontar ese mito en Desde Alemania con amor

Este libro es una colección de artículos o pequeñas historias con las que Kaminer demuestra que los alemanes no sólo tienen sentido del humor y saben reírse de sí mismos (para muestra, la contraportada, en la que se puede leer Típicamente alemán, ¡y sin embargo divertido!), sino que, en general, son un pueblo bastante curioso.

Así, con el sentido del humor que lo caracteriza, el autor ruso nos habla de vegetarianos que comen carne, del caos que acompaña (todos y cada uno de los inviernos) las primeras nieves, de la cantidad de papeles que uno tiene que firmar y sellar y entregar en el lugar preciso (siempre por correo postal, olvidáos de internet y hacer cualquier cosa online) para cualquier nimiedad, del orden alemán, de la proporción de varones y mujeres en Alemania (y cómo ésta varía y por qué a lo largo de los años)... y de un sinfín de cosas que nos harán reír y pensar, como haría Obelix, "están locos estos alemanes" y, también, mirar un poco hacia nosotros mismos y darnos cuenta de que no somos tan diferentes como a veces pensamos.

También de Wladimir Kaminer en ULAD: Mis vecinos rusosMúsica militar



sábado, 1 de febrero de 2014

Richard Price: The Wanderers - Las pandillas del Bronx

Idioma original: inglés
Título original: The Wanderers
Año de publicación: 1974
Traducción: Marc Viaplana
Valoración: recomendable

Por si la portada no es suficiente setentera, a esta novela le atizan el subtítulo de Las pandillas del Bronx para ponernos más en situación. Por si su vocación callejera no es suficientemente patente, nos mencionan la relación de su autor (futura relación, pero se trata de escarbar en las referencias) con todo un icono de la cultura contemporánea como la extraordinaria serie The Wire. Y las notas de la contraportada sólo hacen que complementar el comentario en portada de todo un William Burroughs, icono de la contracultura.
A pesar de todo este bagaje, el que busque una apología á la Burgess de la violencia gratuita va a quedarse bastante boquiabierto con una primera mitad del libro que parece acercarse más a una especie de catálogo de inquietudes sexuales post-adolescentes. Ni un muertecito que echarse al gaznate cuando pensábamos vernos abocados a una especie de desenfreno. Y vamos, no es que acudamos a las lecturas inducidos por cuestiones tan simples, pero el mensaje que emana de esa portada y de ese subtítulo es este libro está repleto de peleas y camorras, cuando resulta que The wanderers es una historia en la que subyacen emociones adolescentes (o sea, ingenuas)  y en la que la violencia solamente asoma de forma esporádica y nunca es el leit motiv.
No es que no veamos esas imágenes de calles oscuras y de sombras recortadas de jóvenes blandiendo armas blancas o bates de beisbol. Es que ése no es el sentido de la historia. El sentido es reflejar cómo viven jóvenes asqueados, separados por sus orígenes y por sus razas pero unidos por su miseria y sus inquietudes sexuales. Algo que podemos encontrar más recientemente en las brillantes historias de Junot Díaz o hasta en las auto confesiones atropelladas de Kiko Amat, incluso en la estupenda última novela de Javier Cercas, curiosamente mucho más dura y descarnada.
Lo que tenemos en esta historia coral de jóvenes pandilleros es una narración con estilo directo y sobrio, con profusión de diálogos en jerga que, supongo, han llevado de cabeza a un traductor que no siempre ha sabido transmitir espíritu barriobajero, y que, puestos a exigir, se centran tan obsesivamente en la carnalidad que desaprovechan o disimulan su intención de denuncia social, intención que se atisba pero que tarda medio libro en manifestarse. Justo a la mitad de la novela, cuando el lector ya es consciente de que ésta no es una historia de trifulcas multitudinarias ni de crueldad explícita, comprendemos los matices y el espíritu. Juventud marginada, ausencia de expectativas, hormonas descontroladas y situaciones progresivamente desesperadas. Estados Unidos en los setenta, donde el ejército era la mejor opción que planeaba sobre el futuro de cierta generación. Cuarenta años atrás que no quitan mérito a esta buena novela, pero que la alejan de ser contemplada, hoy, con más nostalgia y curiosidad que otra cosa.

Otras obras de Richard Price en ULAD: La vida fácilLos impunes

viernes, 31 de enero de 2014

Colaboración: Victus de Albert Sánchez Piñol

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2012
Valoración: recomendable.

En aras de la mayor concisión de la que soy capaz, permítanme explicar lo que NO es Victus, en mi opinión: 
  • Victus no es una novela histórica (o no sólo). Al menos, no una al uso. Y no porque esté mal documentada o ambientada; muy al contrario, es obvio que el autor se empapó bien de la época y el tema hasta el punto de que incluso los posibles “fallos” que se encuentran cabe atribuírselos a esa minuciosidad. Pero es justamente este escrúpulo y, sobre todo, el afán didáctico, los que hacen caer a la novela en algo peor que en lo inverosímil (al menos, para una novela “histórica”): en lo poco creíble. 
  • Victus no es “la novela del 2014”... porque se publicó en el 2012, precisamente, según el autor, para evitar que fuera calificada de “oportunista” (tricentenario de los hechos narrados y tal), de tal forma que su aparición coincidió... con la Diada de todas las Diadas, así que fue acusada de oportunismo, de igual forma. Qué pillos. 
  • Victus no es una novela política. O lo es de la misma forma que el 15-M es un movimiento político. Porque la novedosa conclusión a la que se llega por medio de las reflexiones y avatares del protagonista (y está narrada en primera persona, no lo olvidemos), es que son los dirigentes políticos los que lo enmierdan todo y el pueblo llano quien lo sufre, ya sea el catalán, el español o el congoleño. En resumen: ¡Gamonal en lucha! Eeeh...quiero decir Barcelona... 
  • Victus no es más munición para el independentismo catalán, por más que alguno haya querido ver eso en la novela. Pues si bien es cierto que el protagonista piensa y se expresa como lo haría un austracista catalán de la época, frente a los borbónicos y/o castellanos, es evidente que Sánchez Piñol se ha esforzado sobremanera en dar una visión tan imparcial o al menos ecuánime, que acaba por situar a su prota, Martí Zuviría, en situaciones y lugares que le permiten ver la contienda desde todos los puntos de vista, aun a costa, una vez más, de caer en lo poco creíble e incluso bordeando con cierto peligro el colapso narrativo. Aunque quizás hubiese sido preferible perpetrar un panfleto descarado (lo que no es Victus, para nada), pero que funcionase como un reloj suizo literario. No lo sé. 
  • Victus no es una novela fantàstica de fondo verniano, como era La piel fría, ni un artefacto metaliterario de fondo verniano-conandoliano-edgarallanpoeano, como Pandora en el Congo. Y es una pena, claro, pero es que Victus toca (o trata de tocar) otro palo diferente. 
  • Victus no es la mejor novela de Sánchez Piñol. Ni se acerca a las antes citadas (y fervientemente recomendadas por un servidor). Pero tampoco es una mala novela y su lectura no sólo resulta amena, sino incluso interesante y estimable. Eso sí, a ser posible, hagánlo antes del próximo 11 de septiembre, para poder asombrar a sus amistades con sus conocimientos sobre la efeméride y sobrellevar la previsible avalancha de artículos, debates, reconstrucciones y demás (por no hablar de la propia polémica política sobre la secesión de Cataluña), con una media sonrisa displicente. Que nunca viene mal.
Firmado: Juan G. B.

También de Sánchez Piñol en UnLibroAlDíaLa piel fría

jueves, 30 de enero de 2014

Mario Vargas Llosa: La ciudad y los perros

 Idioma original: español
 Fecha de publicación: 1963
 Valoración: Imprescindible

 Qué ganas tenía de leerme La ciudad y los perros, la primera novela que publicó el Nobel peruano Mario Vargas Llosa, que no creo que necesite presentación. Pero por una cosa u otra, no terminaba de hincarle el diente a esta novela ambientada en un Colegio Militar donde una serie de jóvenes sufren el duro trance de madurar a base de buenas dosis de crueldad, disciplina y amargas experiencias. Y es que, el propio escritor pasó dos años en dicho lugar...

 Ha tenido que ser mi querida madre, gran admiradora de Vargas Llosa, la que prácticamente me ha puesto el libro en las manos y me ha ordenado: "Ian: léetelo de una vez". Y lo he hecho. Y ha merecido la pena hacerlo. Claro que sí.

Cuando he terminado La ciudad y los perros, un magnífico trabajo tejido por varias voces y flashbacks para conocer el pasado de sus protagonistas (y hablamos de los años 60, señoras y señores), me ha quedado esa agridulce sensación que sólo los buenos libros que cuentan cosas duras pero totalmente creíbles, me dejan. Y eso que me costó un poco "entrar en materia", es decir, acostumbrarme a la peculiar forma que tienen los personajes de este libro de hablar (lo hacen con una sintaxis y un vocabulario cuanto menos peculiares si los comparamos con el castellano que se usa a este lado del Atlántico),y asimilar una serie de escenas de violencia sucia y de sexualidad animal ("animal" literalmente, imagínense...)que me echaron bastante para atrás. "Pobre pijo almidonado, acostumbrado a los románticos y asépticos escritores europeos", pensarán algunos. Pero en honor a la verdad tenía que confesarlo...

 Superados estos escollos inciales, vino, entonces sí, y por este orden, la curiosidad por saber más de los personajes presentados y sus vidas presentes y futuras; extrañas reacciones de amor/repulsión por algunos de ellos, y, finalmente, la sensación de estar siendo un testigo implicado en la trama de forma cuasi sobrenatural. Es decir, llegué a oler y respirar los cargados entornos que Vargas Llosa describe con maestría en su obra, y a entender a todos sus personajes principales, entre ellos: Alberto Fernández, el Poeta, el en teoría más sensible y atormentado de los muchachos que entran involuntariamente en el temible centro; el Jaguar, un muchacho marginal y aparentemente agresivo e inclemente que acabrá teniendo más protagonismo de lo que parece; la víctima de la novela, del que no diré el nombre, un chico cuya sensibilidad y tibieza le jugarán malas pasadas, y la dulce Teresa, una muchacha pobre y desgraciada, criada por su tía, pero que es todo un cúmulo de virtudes y que pese a no ser bonita, les enamorará a todos.

Y no creo que haga falta entrar más en materia. Sólo repetir que para mí La ciudad y los perros se trata de una obra imprescindible por su intensidad, técnica, atrevimientos varios e inolvidables criaturas. Y que merece la pena cotillear en la Red un poco y saber que a su autor le costó bastante ver en las librerías ésta su grandísima primera novela.