sábado, 7 de mayo de 2022

Wolf Wondratschek: Autorretrato con piano ruso

Idioma original: alemán

Título original: Selbstbild mit russischem Klavier

Traducción: Eva García Pinos

Año de publicación: 2018 (en castellano, 2021)

Valoración: Muy recomendable


En mi opinión hay pocas cosas que mezclen mejor con la literatura que la música. No exactamente la música, sino su entorno, la sensibilidad del intérprete, las sensaciones y la experiencia de quien se comunica así con su público, las oscilaciones de la creatividad y la búsqueda de la perfección, son caracteres compartidos por las dos artes, y la literatura es vehículo capaz de convertirlos a su código e integrarlos con naturalidad siempre, claro está, que los maneje un autor solvente. Es el caso de Wolf Wondratschek, autor hasta ahora desconocido para mí y creo que con pocas obras traducidas al castellano lo que, visto lo visto, cuesta trabajo entender.

Puestos a hacer una sinopsis, la cosa es bastante sencilla. El narrador contacta de alguna manera con un tal Suvorin, veterano intérprete ruso ahora afincado en Viena, y a partir de sus charlas conocemos algunos aspectos de la vida de este último. De origen más bien modesto, Suvorin acaba convirtiéndose en un prestigioso pianista. El paso del tiempo, alguna peculiarísima decisión y la muerte de su mujer le alejan de los escenarios y marcan su declive. En principio, nada demasiado sorprendente, pero que gana intensidad en cuanto nos detenemos en algunos aspectos de su historia.

Nuestro protagonista es un hombre compacto y de rasgos vulgares: ‘En el fondo él era como un campesino, con la estatura de un campesino y los huesos de un campesino, un hombre de mente simple y clara’, lejos por tanto del divismo romántico o la genialidad arrebatada del virtuoso. No recuerdo si es el narrador o el mismo Suvorin quien se define como un obrero de la música, alguien que la domina, conoce sus claves y la ejecuta con maestría sin dejar de ser un tipo normal. Al caer el estereotipo del genio con su punto de locura, el personaje, privado de extravagancia, gana claramente en cercanía.

El carácter de nuestro hombre, poco proclive al aspaviento, le provocará algunos problemas. Suvorin termina sus conciertos simplemente cruzando las manos sobre el pecho, le disgustan las ruidosas manifestaciones de entusiasmo tan habituales, pero no solo eso: quizá desde una comprensión especialmente profunda de la música, aborrece los aplausos, entiende que la interpretación de una pieza debe concluir con un silencio respetuoso y no con un estallido de vítores que violentan su espíritu y lo echan a perder. Pueden parecer manías de artista, igual que lo que se cuenta de Sviatoslav Richter (también en el libro), obsesionado con tocar siempre más lento de lo que el público esperaba. Pero esa convicción de Suvorin, espoleada por una simple casualidad, le hará cambiar el rumbo de su carrera, lo que, entre otras consecuencias, le provocará a su vez algunos problemas con las autoridades soviéticas, poco inclinadas a admitir originalidades incluso en el mundo de la cultura.

Los vaivenes de su trayectoria y la pérdida de su esposa son circunstancias que irán determinando el declinar del pianista, pero seguramente el elemento decisivo es el mero paso del tiempo. Aunque la música sigue impregnando su vida, es un hombre cada vez más solitario, con menos energía, que en su charla introduce silencios con frecuencia caprichosa y duración inesperada, a la vez empujado a recordar y resistiéndose a ello. Este tenue dibujo de la decadencia, que se lee entre líneas, tiene a Suvorin como objeto, pero no solo a él. Porque el texto es una sucesión de conversaciones entre el músico y el narrador, a la que se incorporan algunos otros personajes (reales), como el violonchelista Heinrich Schiff, y Wondraschek elude voluntariamente diferenciar del todo las voces de los que hablan. Los detectamos por lo que cuentan, pero si hacemos abstracción de los detalles, su contenido es indistinguible. Es entonces un pequeño coro de testimonios, muchas veces de apariencia irrelevante, cada uno con sus particularidades, pero que en el fondo convergen en una experiencia de la vida y un dibujo, sereno y tamizado, de la decadencia que impone la vejez y el peso de lo vivido, un proceso que es imperceptible hasta que no se observa con una perspectiva amplia, un suave descenso que embalsa recuerdos, certezas, errores, todo un caudal que fluye con lentitud hacia algo inconcreto pero cierto.

Ese aroma, tan fácil de detectar como complicado de transmitir, lo presenta el libro con eficacia y estilo, la muy buena mano de un autor al que habrá que seguir con mucha más atención.


viernes, 6 de mayo de 2022

Siri Hustvedt: Madres, padres y demás

Idioma original: inglés
Título original: Mothers, Fathers, and Others - Essays
Traducción: Imma Estany Morros en catalán para Edicions 62 y Aurora Echevarría Pérez en castellano para Seix Barral
Año de publicación: 2021
Valoración: recomendable


Aquellos que seguís el blog desde hace algún tiempo, sabréis de mi absoluta admiración por Siri Hustvedt, pues no es únicamente una autora realmente polifacética que se maneja igual de bien en ensayo que en narrativa, sino que es una autora con grandes inquietudes culturales, científicas y filosóficas. Así, su obra mezcla e integra diferentes conceptos relacionados con el arte y la psique, realizando a partir de ellos profundas reflexiones acerca de la condición humana.

En este conjunto de veinte ensayos de distinta extensión, la autora estadounidense trata aspectos relacionados con las relaciones entre padres e hijos, la memoria y los recuerdos, pero también el arte y la literatura. Así, esta obra complementa y es una extensión de sus ensayos previos como «La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres», «La mujer temblorosa o la historia de mis nervios» o «Los espejismos de la certeza» y es algo que tiene todo el sentido pues toda la obra de Hustvedt está interrelacionada, pues los conceptos que la atañen se ven reflejados en sus distintas obras en mayor o menor grado.

Hustvedt abre el primer ensayo hablándonos de sus orígenes, de su hogar, de sus abuelos, de sus recuerdos de la infancia. Una infancia rodeada de pobreza, aunque sin ser consciente de ello, y también de felicidad con sus tres hermanas y sus primos en la granja de sus abuelos entre campos, tractores y hierba. En este primer ensayo nos interpela como lectores y evoca nuestras emociones al afirmar que «todos adquirimos los sentimientos de los demás, especialmente de aquellos que amamos, e imaginamos que lo que no hemos visto ni tocado también nos pertenece a través de un vínculo imaginario» porque «todos, en un grado u otro, estamos hechos de lo que denominamos ‘memoria’». Y esta reflexión evocando la figura de sus padres y abuelos continua en otros de los ensayos incluidos en el libro, al hablarnos también de los difuntos y los rituales funerarios existentes de las diferentes culturas.

Más allá de aquellos ensayos más enfocados a la introspección, y fiel al feminismo que ha defendido durante toda su vida, el libro contiene ensayos más críticos, más denunciativos sobre la maternidad y los roles patriarcales, afirmando sin tapujos que «la maternidad ha estado y continúa estando ahogada dentro de tantas absurdidades sentimentales, con tantas normas punitivas sobre cómo hay que actuar y qué se debe sentir que hoy en día es como una camisa de fuerza cultural». Y Hustvedt aprovecha estas reflexiones para alabar la figura de su madre, gran aficionada a la lectura y muy de izquierdas, que pasó nueve días en la cárcel tras protestar contra la ocupación nazi en su pueblo en plena guerra mundial. Una mujer con alta resiliencia contra las adversidades de la vida. Una mujer de quién la propia autora afirma que «conocí y amé apasionadamente (…) mi amor fue depurado por la intensa admiración que sentía por ella y por la profunda amistad que tuve con ella a lo largo del tiempo». Y, en esa denuncia sobre el patriarcado y el machismo existente, la autora nos habla sobre los mentores y su importancia a la hora de explotar el talento y aprender, a pesar de que la sociedad a menudo nos otorga mentores inexistentes, que expone en su propia experiencia al afirmar que «una singularidad de mi historia personal es que des de la distancia me asignaron un mentor que no es, no era y no lo ha sido nunca: mi marido» (y esto es algo que cualquier lector que haya leído las obras de ambos autores podrán confirmar) afirmando, sabiamente, que en estos casos «el enaltecimiento y el reconocimiento de la autoridad de una mujer a menudo es interpretado como la denigración y la supresión del hombre y su autoridad». E, incidiendo en el tema, nos habla también sobre la misoginia, y su relación con el arte y la pintura, pues «cuesta mucho más detectar la misoginia en aquello que no está presente: en la absencia de nacimientos en el canon de la pintura occidental, en la placenta desaparecida…» porque de esta manera «el sueño griego del nacimiento masculino persiste: no es la madre la que da a luz a lo que denominamos su hijo: ella únicamente cuida la semilla que han sembrado dentro de ella».

En ensayos menos interesantes (según mi modesta opinión) nos habla sobre límites y fronteras, sobre Trump y la pandemia a raíz del COVID, y también dedica ensayos a la figura de Simbad y a Lousie Bourgeois y su atrevimiento, su desparpajo y también las interpretaciones psicoanalíticas de su arte. Asimismo, nos habla de Jane Austen y su libro «Persuasión», así como de «Cumbres borrascosas», de Emily Brontë. Estos ensayos plenamente dedicados a una obra literaria o artística no suscitan excesivo interés a menos que uno conozca la obra, pues trata de ella en profundidad (incluso revelando el argumento con detalle). Este hecho es algo que ya me ocurrió con «Cuentas pendientes» de Vivian Gornick y creo que su lectura está únicamente dedicado a quienes tengan especial interés en su análisis de tales obras a pesar de que cada uno extrae sus propias conclusiones pues el libro «es como un virus: el texto está muerto hasta que es animado por el cuerpo de un anfitrión». Por ello, estos capítulos aportan un punto de irregularidad al libro que lastran en parte su lectura, aunque también es cierto que al ser ensayos independientes el lector puede simplemente optar por saltárselos porque incluso sin ellos el libro merece holgadamente su lectura.

Por fortuna, Hustvedt recupera el pulso y nos ofrece sus mejores análisis cuando nos habla de literatura y narrativa, como cuando separa la autora de la narradora afirmando que «yo puedo ser la autora de la historia, pero no soy su narradora. En este caso, no hay una persona real que cuenta la historia. Yo, la autora, sin duda estoy alienada de mí misma». Así, nos habla de la importancia de la narración pues «nos explicamos historias a nosotros mismos para darnos un sentido» y, por ello, «la verdad que busco como escritora de ficción no es un registro documental del pasado. Busco la verdad emocional. Los personajes tienen que comportarse, hablar y pensar a lo largo de su vida de una manera que tengan en mi un eco de verdad. Esta verdad no tiene nada que ver con la naturaleza de los hechos expuestos». La autora defiende la literatura que nos remueve, que nos impacta, porque tal y como afirma «no me interesa el arte que no me cuesta nada entender. Solo me interesa el arte que me hace reflexionar un cierto tiempo», porque entiende la lectura como «una manera de autoexpandirnos» y, por ello, «cuando la literatura es meramente una distracción, no te puede cambiar de cara al futuro. No te puede sacar del marco conceptual y las pautas aprendidas de la vida mientras la vives». De esta manera, «leer novelas significa que estás dispuesto a sumergirte en las realidades complejas de los demás. Significa que tienes curiosidad y voluntad para participar en una suerte de pluralismo», porque «leer ficción comporta una pérdida del yo en manos del otro, un ceder y dejarse ir. A un narcisista virulento, esta pérdida del yo le resulta imposible. Lo que cuenta es ver el propio yo reflejado infinitamente en las caras admiradas de la esposa, el amigo o la multitud. No hay diálogo en esta sala de espejos».

La autora nos habla también de la memoria, algo que ha hecho repetidas veces en sus libros, y apunta que «la novela y otras formas de literatura son fruto de la memoria, y la memoria en sí está sujeta a cambios imaginativos»; esto es algo demostrado científicamente pues se ha constatado que «los pacientes que sufren daños bilaterales en el hipocampo, una parte del cerebro asociada a la memoria autobiográfica y también a la navegación, no únicamente tienen dificultades para recordar… sino que también les cuesta imaginar». De igual manera, Hustvedt expone casos de personas (condenas incluso por asesinato) han afirmado recordar cosas que nunca han sucedido, por presión policial o presión social constatando así que «hay pruebas empíricas sólidas que confirman que la memoria de cada persona puede ser manipulada por presión social».

Por todo ello, este recopilatorio de ensayos nos ofrece una buena oportunidad para reflexionar sobre el arte en sí mismo, pero también sobre cómo nos construye y nos forma como personas estableciendo una relación única, inigualable y exclusiva entre una obra y cada uno de sus lectores, pues la manera como nos impacta y nos sacude depende de la obra pero también de la propia vida (y no únicamente «lectora») de cada uno de nosotros destacando, por encima de todo, la necesidad de la empatía para poder conectar con ella. Tal y como afirma Hustvedt, «la empatía es un estado de ánimo compartido» y únicamente a través de una conexión emocional con la obra podemos llegar a comprender todo su sentido. De esta manera, se trata de un libro que, pese a su irregularidad a causa de su amplitud temática, es recomendable siempre y cuando sepamos manejar las expectativas porque, en palabras de la propia autora «la expectativa a menudo es una forma de prejuicio (…) y a veces distorsiona aquello que tenemos delante de nuestros ojos». Así pues, lanzaos a leer a Hustvedt sabiendo, a ciencia cierta, que a cada uno de vosotros os entusiasmará por cosas diferentes.

jueves, 5 de mayo de 2022

Ognjen Spahic: Hijos de Hansen

Idioma original: Serbocroata
Título original: Hansenova djeca
Traducción: Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pistelek
Año de publicación: 2004
Valoración: Recomendable

La última leprosería de Europa, situada en un rincón perdido de los Cárpatos, y el año 1989 son los escenarios espaciotemporales elegidos por el montenegrino Ognjen Spahic para situar los terribles sucesos que tienen lugar en este "Hijos de Hansen". Ni el espacio ni el tiempo son baladíes: aquel por ser un mundo cerrado, oscuro y aislado (todos somos un mismo cuerpo que vive la enfermedad, duerme con la enfermedad y muere por ella), este por tratarse de los últimos meses del régimen de Nicolae Ceaucescu (y esposa), ambos por funcionar como metáfora del siglo XX en Europa del Este.

Porque aunque el "texto principal" transcurre en la leprosería y alrededores, el "subtexto" histórico-político es evidente  y extensible a toda la región, y a la putrefacción física se une la putrefacción moral que genera una dinámica de sucesivas y variadas violencias dirigidas contra las minorías más vulnerables. En fin, un continuo "dejà vu" tristemente de actualidad.

Como podréis imaginar, "Hijos de Hansen" es una novela claustrofóbica y oscura, referencias bíblicas incluidas, en la que apenas se observan leves destellos de esperanza, especialmente en la historia de amistad de sus dos principales protagonistas. 

Tres son los aspectos más destacables de la novela: su lado sensorial (texturas, olores, sabores), la recreación de ese ambiente opresivo  y el brutal contraste entre la crudeza / violencia y la belleza / poesía de las imágenes que construye Spahic. 
"(...), en los últimos años semejantes recuerdos suscitaban cada vez menos emociones. (...)deambulaban por mis pensamientos como la última manada de una treintena de bisontes en los bosques septentrionales de Polonia"

En este sentido, la primera mitad de la novela me recuerda a clásicos balcánicos como Danilo Kis o Aleksandr Tisma, gracias a esa mezcla de poesía y crudeza y a la inserción de los destinos individuales en el curso de la Historia. Por el contrario, la segunda mitad de la novela, esa en la que la triste paz del leprosario explota, supone un giro radical y se convierte en algo mucho más "bestia" y acelerado, tanto es así que creo que a Spahic se le llega a ir la mano en ambos sentidos.

Pese a esto, "Hijos de Hansen" es una novela de una potencia brutal, aunque no siempre aprovechada del todo y no apta para estómagos sensibles.

P.S.: Hace unos días Santi reseñó el primer libro de un autor de Lietchenstein. Hoy es el turno de Montenegro. Ya nos quedan menos países "a conquistar".

miércoles, 4 de mayo de 2022

Nancy Huston: Árbol del olvido


Idioma original:
francés

Título original: Arbre de l'oubli

Año de publicación: 2021

Traducción: Antonio Soler

Valoración: recomendable


No suelo hablar mucho sobre editoriales, pero he de alabar la línea que lleva Galaxia Gutenberg: ediciones cuidadas, formatos adecuados, buena elección de catálogo.

Àrbol del olvido no es una de esas novelas que acaparan titulares y encienden elogios, pero es una buena muestra de la apuesta por autores relativamente poco conocidos, y ello siempre es gratificante: una novela bien estructurada, capítulos cortos que van aportando contenido a una historia sin artificios. 

Shayna es una joven hija de un vientre de alquiler. Sus padres, Joel, judío de origen checo de familia que huyó del Holocausto, Lili Rose, con un pasado rebelde y promiscuo, han acudido a una joven negra en apuros y Shayna es su hija, una hija que combina una actitud progresivamente combativa con una cierta inestabilidad emocional. La historia se estructura en capítulos que cambian de protagonistas, de momento, de ubicación. Un poco al estilo de las grandes novelas de Franzen, la trama se va componiendo con esas piezas: unos abuelos paternos obsesionados con su pasado, los maternos, americanos que han visto a Lili Rose flirtear con el desastre y vehicular sus fantasmas estudiando a las grandes artistas suicidas: Joel, por su parte, es un reputado activista a favor de los derechos de los animales. Esos diferentes escenarios configuran una curiosa trayectoria que refleja la evolución (sobre todo en Occidente) del papel de la mujer en la sociedad. Jenka, madre de Joel, es una mujer mayor abnegada y ensombrecida. Shayna, mujer, joven, negra, representa el ahora: no hay complejo alguno más que la curiosidad por saber sobre sus orígenes (de hecho, el libro se articula en un viaje a Ouagadougou, Burkina Fasso, donde aventura sus ancestros), empezando por Baltimore - pretexto, por cierto, su mención, para recordar los escenarios de la excelsa The Wire - donde vive su madre biológica.

Una novela atractiva y eficaz en su sutil reivindicación, donde los personajes quedan definidos por sus actitudes que llevan a reflexión, aunque sea por personaje interpuesto, y así se revela una cierta ambición: sin incurrir en la soflama, hay sutiles y efectivos dardos contra machismo, racismo, clasismo, colonialismo, belicismo e incluso las pérfidas cuitas que llevaron a los conflictos de Oriente Medio, lo cual no está nada mal para apenas doscientas setenta páginas.

martes, 3 de mayo de 2022

Siegfried Lenz: El desertor


Idioma original: alemán

Título original: Der Überlaüfer

Año de publicacion: Escrita en 1951, inédita hasta 2017

Valoracion: Muy recomendable


Mientras los creadores (cineastas, novelistas, dramaturgos, pintores, filósofos…) se afanan en demostrarnos que las guerras son una solemne estupidez, un absurdo y una trampa para quienes se ven involucrados, mediante alegatos antibélicos de todo tipo, unos cuantos se lucran a costa de la desgracia ajena. Siegfried Lenz levantó ampollas en su día con esta, su segunda novela, que la editorial recibió con entusiasmo y que acabo rechazando cuando aquel no se sometió a sus exigencias. Nunca llegó a verla publicada, pero conservó el mecanoscrito en sus dos versiones, con su título definitivo –uno de los aspectos problemáticos– y todas las correcciones que se hicieron. Y es que en plena Guerra Fría era impensable mostrar a un soldado alemán pasándose a las filas soviéticas. Ideologías aparte, salvar la propia vida y poder amar son dos buenas razones para ello, aunque quizá haya tres, pues su gran amigo –muy crítico con ese patriotismo perverso que desquicia a personas y países y, en particular, con la conducta de Alemania– acaba dando el empujón definitivo a un Proska sin grandes convicciones. Pero su evolución personal es patente: gracias a todo lo vivido y a las parrafadas éticas de Wolfgang –que no son más que las ideas del propio Lenz despachándose a gusto tras su personaje– su escepticismo madura con el tiempo, aprende lo que puede esperar de la vida, qué es lo que desea, de qué debe apartarse y por qué.

La novela tiene una estructura circular: en la escena inicial Walter está a punto de echar al correo una misteriosa y extensa carta dirigida a su hermana María, pero esto no ocurrirá hasta los últimos párrafos; entre uno y otro momento, se narra su participación en toda una guerra mundial, y en particular, cómo llega a verse involucrado en un episodio del que se siente culpable. Un asunto mucho más doméstico que la deserción en sí, ya que, en realidad, él no parece ver mucha diferencia entre uno y otro bando, la traición se encuentra más en el hecho de matar en sí mismo y en las pequeñas y grandes deslealtades a que obligan las circunstancias. Y es que, como espectadores, nos ponemos en la piel del protagonista: lo que ve son hombres que ocupan un espacio reducido, disfrutan con el paisaje, sufren las inclemencias del tiempo, se adaptan a los accidentes del terreno, pero cuando están frente a frente son el enemigo, y en esas circunstancias tan malo es disparar como inhibirse.

Algunos capítulos parecen escenas teatrales cuyos personajes, al darse la réplica, nos resultan cercanos y creíbles; otros, en cambio, recuerdan a películas de acción en las que la naturaleza juega un papel fundamental. El efecto cámara se intensifica a causa de esos fundidos en negro que nos trasladan en el tiempo cuando menos lo esperamos. Llegamos así a  los tiempos de paz y por tanto a una situación más normalizada, al menos en apariencia, donde un Proska más crítico comienza a atar cabos y se siente incómodo en su confortable cargo burocrático. Es entonces cuando tiene lugar su diálogo con el coronel que parece un preludio de lo que sucederá en la vida real entre los editores y el autor. Y es que, pensándolo bien, no es de extrañar que la editorial rechazase de plano la segunda versión de la novela, esta vez enriquecida y ampliada, con el asunto de la deserción como tema fundamental, sin olvidar la censura y las purgas. ¿Cómo no se iba a censurar un texto que condena una práctica tan habitual por entonces? Y que aún no se ha abandonado, por cierto, aunque nos guste presumir de lo contrario.

Lección de alemán era, hasta hace poco, lo obra mejor valorada del autor, pero al encontrarse el manuscrito tras su fallecimiento y aparecer publicada en 2017 esta novela ha pasado a ocupar el primer puesto de un currículum extenso y destacable. 



También de Siegfried Lenz: Lección de alemán

lunes, 2 de mayo de 2022

Lauren Beukes: Zoo City

Idioma original: Inglés
Título original: Zoo City
Año de publicación: 2010
Traducción (al catalán): Lluís Delgado
Valoración: Entretenido

Zoo City transcurre en nuestro mundo. Bueno, en el que sería nuestro mundo si, de un día para otro, aquellas personas que se sienten culpables por algo manisfestaran un animal y un don. 

Zinzi December, una joven negra de 29 años, es la heroína de esta historia. Tiene un Perezoso. También es capaz de hallar objetos perdidos o seguir el rastro a personas desaparecidas. Aunque por norma general rechaza los trabajos del segundo tipo, la falta de dinero hará que se involucre en un caso bastante turbio.    

La novela de Lauren Beukes es interesante por varias razones: 

  1. Integra géneros y registros con absoluta maestría (fantasía urbana, distopía, "noir", romántica...).
  2. Presenta un "worldbuilding" complejo y hasta me atrevería a decir que moderadamente original. 
  3. Expone el mentado "worldbuilding" de forma orgánica.
  4. Introduce una protagonista (y narradora) poco edificante con quien es, sin embargo, fácil empatizar.
  5. En su argumento abundan el misterio, el drama, la acción y la crítica social. 
  6. Explora temas como la desigualdad, la discriminación o la redención desde una perspectiva curiosa.  

Por otro lado, querría señalar que hay algunos apartados en los que, a mi juicio, la obra no acaba de funcionar del todo. A saber:

  1. La ambientación sudafricana nunca acaba de cuajar.
  2. Su trama detectivesca abusa de las conveniencias y se ve lastrada por ciertas lagunas.
  3. El sistema de magia expuesto queda un tanto desaprovechado. 
  4. Determinados secundarios son relegados a papeles muy anecdóticos. 

Sea como fuere, Zoo City es una ficción entretenida a la par que enjundiosa. Especialmente recomendable para lectores "young adult", aunque también satisfará a los amantes de la literatura de aventuras, de los "thrillers" intensos o de las realidades alternativas con toques fantásticos.

Para ir terminando, me gustaría felicitar a Mai Més. No sólo por publicar al catalán esta joyita de Beukes, sino por hacerlo con una elegancia envidiable. Fijaos en la estupenda cubierta de su edición; nada que ver con las de versiones anglosajonas, a cual más hortera.  



domingo, 1 de mayo de 2022

Niklas Natt och Dag: 1794

Idioma original: sueco

Título original: 1794 

Año de publicación: 2019

Traducción: Portus Sánchez

Valoración: recomendable  (si no eres un espíritu sensible)

Después del uno va el dos y después del 1793, pues... 1794, claro (y luego 1795, pero de eso ya hablaremos), así que de esta previsible manera se titula la segunda entrega de las novelas policíacas escritas por el sueco Niklas Natt och Dag y ambientadas en el Estocolmo -no sólo- de finales del siglo XVIII. Como la primera entrega no me disgustó, aunque tampoco es que me volviera loco, decidí atreverme con la segunda. Adelanto ya que viene a ser  más de lo mismo; quizás un pelín mejor...

En esta ocasión encontramos al mismo protagonista o al menos a uno de ellos,  el guardia manco Mickel Cardell, acompañado esta vez no por el abogado Cecil Winge, sino por su hermano pequeño Emil, de gran parecido físico, pero idiosincrasia y circunstancias bastante diferentes. Aparece también otra hermana de ambos, la hermosa y distinguida Hedvig, aunque como personaje secundario, digamos. Y, en una trama paralela, pero que da continuidad a la novela anterior, los lectores  de ésta se reencontrarán con la valerosa y decidida Anna Stina, pasando mayores apuros,  si cabe, que en 1793.

El "caso policíaco" del que se encargan Cardell y Winge II es desentrañar lo ocurrido con el joven heredero Erik Tres Rosas y su flamante esposa en su noche de bodas. He entrecomillado lo de "caso policial" porque el intríngulis del caso no resulta tanto desentrañar los pormenores del crimen como neutralizar al malo de la película... quiero decir, de la novela, que es hacia lo que se dirigen los afanes de la pareja detectivesca, y evitar que este personaje antagonista-un tanto "jamesbondiano", si se me permite-, salga de rositas, como parece ir a suceder...

La trama de esta historia transcurre en su mayor parte, como en la novela precedente,  en Estocolmo, la "ciudad de los puentes", y alrededores, pero, más aún que en el caso anterior, muchos de los escenarios son marginales dentro de la misma y de la sociedad occidental en su conjunto: manicomios, orfanatos, burdeles, la cárcel de mujeres, incluso un bosque donde encuentran exiguo refugio las personas sin hogar... Pero, además, su primera parte se desarrolla en un escenario aún más periférico respecto a la metrópoli sueca: la isla caribeña de San Bartolomé, un conveniente "patio trasero" en el que el reino de Suecia, por aquella época, sacaba pingües beneficios con el comercio de esclavos. En esta isla es donde ante el lector comienza a desplegarse el catálogo de atrocidades que irá encontrando a lo largo de la novela.. Porque uno de los temas de fondo y forma de la misma es la crueldad y hasta el sadismo -en el sentido más estricto del término; no se trata de una metáfora- que puede mostrar el ser humano... No es éste un libro para espíritus delicados,  advierto. También  -o sobre todo- trata de la locura, el perdón, el remordimiento... aunque, eso sí, sin detenerse en excesivas elucubraciones porque, antes que nada,  1794 es, al igual que su antecesor,  un thriller histórico o, si se prefiere,  una novela histórica  en forma de thriller, ya que, aparte de la cuidada ambientación  (es de suponer), están muy presentes las circunstancias políticas de la época en Suecia, la del gobierno autoritario y muermo de Reuterholm (baste decir que se llegaron a prohibir tanto el consumo de café como las vestimentas de colores llamativos, durante el reinado de Gustavo IV Adolfo. Pero, ante todo, y al igual que en 1793 (y sospecho que igual pasará en la entrega venidera, es de suponer que titulada 1795) lo que están muy bien retratadas son las estrecheces y aun la miseria en que vivía la población sueca ( y no sólo sueca) en aquel turbulento final  del siglo XVIII.

Por terminar, se puede decir lo mismo de ésta que de su predecesora: se trata de una novela muy bien escrita y, sin duda, entretenida, con descripciones y personajes  perfectamente dibujados, que resultan incluso memorables. Ahora bien, su crudeza y hasta truculencia pueden no llegar a agradar a todo tipo de lectores, así que, como en el caso anterior, yo aviso: léase bajo propia responsabilidad. 


También del amigo Niklas y reseñado en Un Libro Al Día: 1793