lunes, 16 de septiembre de 2024

Zoom: Conversaciones sobre la escritura por Andrea Camilleri Y Manuel Vázquez Montalbán

Idioma: italiano

Título original: Dialoghi

Año de publicación: 2021

Traducción: Ernesto C. Gardiner

Valoración: recomendable, sobre todo para fans

Existe un particular género de libros que creo tiene más predicamento en Italia que en otros países (al menos, son italianos los ejemplo que yo conozco) que es el de los diálogos con o entre escritores. En algunos casos, se trata de periodistas u otros autores hacen ua se vuelve na larga entrevista a un colega con el objetivo declarado de publicarla como libro; en otros, como es el caso, se trata de la transcripción de conversaciones, más o menos públicas, entre escritores, como las que se producen en un festival literario, para solaz de sus asistentes o auspiciadas por algún medio de comunicación. Lo ideal, claro está,  es que los participantes en la conversación tengas cosas interesantes y si además se conocen de antes y se llevan bien, se vuelve mucho más fluida.

Eso es lo que pasaba con Manuel Vázquez Montalbán y Andrea Camilleri, que eran amiguetes, lectores mutuos y admiradores recíprocos de la obra del otro - de hecho, es bien sabido y además lo cuenta en este libro, Camilleri le puso Montalbano a su personaje más conspicuo en honor del escritor catalán-; no sólo eso: ambos compartían ciertas circunstancias biográficas, como si origen "periférico" dentro de sus respectivos estados, haber crecido bajo una dictadura fascista y una militancia comunista común. Y, sobre todo, una concepción de la novela negra "mediterránea", diferente en algunos aspectos de la tradición anglosajona o la escandinava 

En las cuatro conversaciones recogidas en este libro -quizá tres, en realidad, pues las dos últimas tuvieron lugar el mismo día y podemos considerarlas como continuación una de la otra- , llevadas a cabo entre 1998 y 2000, disertan sobre todos estos temas y otros más-; desde su formación literaria, su identidad cultural o, cómo no, su afición a la gastronomía, que ha trascendido a sus personajes. He de señalar aquí, por querencia personal, las menciones que hacen a un referente común, también cultivador de la novela policíaca "mediterránea", aunque con un sentido más político: el maestro Leonardo Sciascia. La primera de las conversaciones,  por otro lado, tuvo lugar durante un festival literario en Mantua y por ello cuenta con el interés añadido de algunas preguntas por arte del público (como la inevitable de por qué Carvalho quemaba libros... De hecho, un libro al día ; )

En fin, que se trata de un librito rápido de leer y muy interesante, sobre todo para los muchos seguidores/ as de la obra de estos dos grandes escritores,  ya desaparecidos, y, en los tiempos que corren, a menudo recordados. 

Otros muchos títulos de Andrea Camilleri reseñados en Un Libro Al Día: aquí

Y también unos cuantos (no tantos) de Vázquez Montalbán: acá

domingo, 15 de septiembre de 2024

Iris Owens: Después de Claude

Idioma original: Inglés
Título original: After Claude
Año de publicación: 1973
Traducción: Regina López Muñoz
Valoración: Recomendable

La importancia de una primera frase (He dejado a Claude, la rata gabacha) y de las primeras páginas de un libro para agarrarte de las pelotas y para dar el tono de lo que encontraremos en las siguientes páginas. Sirvan dos ejemplos:
El taxista, con todo el odio de su corazón, pisó el acelerador y nos precipitamos Broadway abajo como si transportáramos una bolsa de plasma a una decapitación.

(...)  soy en esencia una persona desenfadada que trata de verle el lado cómico a este circo de engendros llamado vida (...)

Son solo dos ejemplos de la voz que dominará buena parte de una novela que tiene ecos, cómo no, de La conjura de los necios y de un Woody Allen puesto de ácido hasta las gafas. Porque Harriet es una narradora cáustica, desinhibida, hipocondríaca, afilada y malhablada que nos cuenta su versión de la relación y ruptura con la rata gabacha.

Pero cuidado que, aunque en el párrafo anterior hablo de novela, Después de Claude tiene mucho de obra de teatro, tanto por estructura (tiempos, escenarios, "escenografía", etc) como por la presencia e importancia de los diálogos.

Sea como fuere, la primera parte de Después de Claude tiene un ritmo endiablado. Diálogos punzantes y humor negro y absurdo se combinan para que vayan asomando risas y carcajadas que, con el paso de las páginas, quedarán congeladas ya que surgirán las dudas sobre la fiabilidad de la narradora, sobre posibles percepciones alteradas de la realidad.

La segunda parte, por contra, supone un cambio importante. No porque el ritmo decaiga sino porque el humor queda a un lado y Harriet se ve envuelta en una trama que trae a la cabeza a la simpática Familia Manson, medium jeta y psicodélico incluido, y que parece haber sido escrita por el William Vollmann de La familia real.

No diré que esta segunda parte sobre ya que forma un todo coherente, pero sí que el cambio en el tono es tan radical, sobre todo con las primeras 75-100 páginas, que si el libro hubiese terminado al concluir la primera parte de libro me habría quedado con otro sabor de boca.

sábado, 14 de septiembre de 2024

J.R.R. Tolkien: La historia de Kullervo

Idioma original: inglés
Título original: The Story of Kullervo
Traducción: Martin Simonson
Año de publicación: 2010 (escrito en 1914-15)
Valoración: Recomendable para interesados (pero muy interesados)


Aunque el título de la entrada indique otra cosa, este libro que tenemos entre manos no es exactamente La historia de Kullervo ni su autor es J.R.R. Tolkien. O, mejor dicho, no es solo ese relato, obra desde luego del afamado autor inglés, sino más bien un estudio, un ensayo de Verlyn Flieger en torno a ese texto, que lo incluye íntegramente para después analizarlo con mucho detalle desde distintos puntos de vista. Algo así como algunas ediciones de Cátedra, donde el análisis es tan amplio y exhaustivo que casi arrincona el propio texto original.

Por lo visto Tolkien escribió La historia de Kullervo entre 1912 y 1916, es decir con alrededor de veinte años. Por esa época Tolkien había conocido la colección de antiguos cuentos finlandeses conocida como Kalevala, compilada por un tal Elias Lönnrot (por cierto, ¿no hay un personaje de Borges con ese mismo apellido?), texto que le impresionó hasta el punto de intentar aprender el idioma para leerlo en el original. No parece que tuviera mucho éxito en esa empresa, pero lo que sí hizo el joven Tolkien fue reinterpretar la epopeya convirtiéndola en un cuento, que es justamente el que luce en el título.

Desde el punto de vista lector, el relato no tiene un interés especial. En una de esas tragedias familiares, el padre de Kullervo es asesinado por Untamo, el malvado tío del joven, que posteriormente lo esclaviza y le hace objeto de diversos ultrajes, de los que el protagonista sale victorioso merced a sus poderes sobrenaturales. Tras diversas vicisitudes, que incluyen un incesto involuntario, conversaciones con una espada mágica y un plan para vengar al padre, el cuento queda inacabado.

Como Tolkien es todavía un escritor un poco verde, la recreación del mito de Kullervo es más bien un ejercicio de estilo, como para irse fogueando en los ambientes míticos que más tarde iría creando. Lo más interesante es quizá la tipificación del personaje que, lejos del héroe esperable en una epopeya, es un individuo torvo, físicamente poco agraciado, violento e incapaz de un sentimiento elevado. Por lo que conocemos más adelante, esta caracterización es una de las aportaciones más significativas del autor a las leyendas originales.

El resto del libro, como digo, es un trabajo entiendo que bastante concienzudo en torno a este relato y su significado dentro de la obra del autor. Se incluye una segunda versión del mismo texto, así como dos conferencias de Tolkien sobre el Kalevala (también muy similares entre sí), y numerosas y muy detalladas anotaciones sobre los distintos personajes, su relación con el original, las variaciones introducidas o los parentescos con el quenya, lengua que inventaría tiempo después. Igualmente, buen número de referencias a posteriores obras del autor británico, en especial El Silmarillion (ver enlace abajo), que al parecer están directamente influenciadas por la lectura de las leyendas finesas y el trabajo previo sobre Kullervo. También sabemos que Tolkien echaba de menos una mitología propiamente inglesa, y así se decidió a crearla él mismo a partir de diversas fuentes geográficamente cercanas, hasta concebir el espectacular ciclo de la Tierra Media que todos más o menos conocemos.

De forma que al relato en sí seguramente no le encontraremos demasiado atractivo, ni tan siquiera como mero entretenimiento, y el trabajo de Flieger, no obstante su alto grado de detalle y su posible valor como estudio de la obra de tan famoso autor, difícilmente creo que llegue a satisfacer al lector estándar. Así que si no es usted un apasionado, o mejor, un completista de Tolkien, igual es mejor que opte por otra lectura.  

 
Las principales obras de J.R.R. Tolkien reseñadas en ULADEl Silmarillion, El señor de los anillos, El hobbit

viernes, 13 de septiembre de 2024

Brandon Sanderson: Elantris

 Idioma original: Inglés

Título original: Elantris

Traducción:  Manuel de los Reyes García Campos

Año de publicación: 2005

Valoración: prescindible

No esperaba nada de este libro y aún así logró decepcionarme.

Leer un buen libro requiere un esfuerzo intelectual. En parte, ese esfuerzo hace más satisfactoria la lectura una vez terminada, así como también la enriquece con nuestra interpretación y análisis. No se diga con aquellas obras donde se requiere tomar decisiones o mantener un registro de los eventos, como Cien años de soledad.

Dicha tarea puede llegar a ser agotadora. Por lo que de vez en cuando uno recurre a lecturas más ligeras para mantener engrasada la máquina. Historias entretenidas, emocionantes, intrigantes… pero que no producen un cambio en nosotros (incluso desde el punto de vista de algunas teorías psicológicas, cualquier aprendizaje solo se evidencia como un cambio en el comportamiento). En fin, cuando estoy cansado de hacer cualquier ejercicio intelectual, recurro a dichas lecturas. Alguna saga detectivesca o de ciencia ficción (me llevé una grata sorpresa con El problema de los tres cuerpos).

Intenté leer algún libro de fantasía. Brandon Sanderson encabeza muchas listas y, al buscar cuál de todos sus libros sería el indicado, por qué no hacer caso a las recomendaciones del mismo escritor. Sanderson recomienda Elantris, para todo aquel que quiera adentrarse en su literatura. Vamos allá.

Un príncipe cae en desgracia. Una princesa astuta quiere salvar el reino. Un villano muy malo quiero conquistar el mundo (si Sanderson no se esfuerza en escribir, menos yo en resumir la trama).

El libro está mal escrito. Abundan las redundancias y las incoherencias temporales y de caracter de sus personajes; el narrador se confunde con los pensamientos de los protagonistas; los personajes carecen personalidad, más allá de la que nos describe el narrador, sin que esto sea respaldado por las acciones de los personajes… podría seguir, pero qué más da.

Si tuviera un poco más de empatía, me sentiría mal por los que consumen esta comida chatarra.


jueves, 12 de septiembre de 2024

Henrik Ibsen: Espectros

Idioma original: noruego
Título original: Gengangere
Traducción: Cristina Gómez-Baggethun (en castellano para Nórdica)
Año de publicación: 1881
Valoración: está bien


Siempre supone cierta dificultad reseñar obras de teatro en su formato literario, pues uno debe recrear mentalmente escenarios y espacios y gran parte del texto se centra en los diálogos entre personajes por lo que el lector debe estar dispuesto a casi formar parte de un imaginario elenco actoral y entrar mentalmente en el escenario. Y el éxito de tal empresa depende en gran parte de la propia historia narrada.

En esta obra, escrita a finales del siglo XIX, intervienen únicamente cinco personajes y se descompone en tres actos correspondientes a los habituales momentos narrativos (introducción, nudo y desenlace). La historia empieza con una escena entre Regina (la asistencia de la señora Alving) y su padre, quien pretende convencerla de que deje el hogar donde está realizando las tareas domésticas y marche a vivir con él para trabajar en una especie de mesón para marineros. La chica descarta la propuesta ya que no se fía del negocio que tienen pensado hacer su padre ni tampoco de él, pues es alguien de vida algo errática. En paralelo, vemos como Osvald, el hijo de la señora Alving, ha vuelto de un viaje al extranjero y se encuentra a su madre hablando con el reverendo del pueblo acerca de la construcción de un asilo financiado por ella. La aparición del hijo y los detalles de su vida en el extranjero alarman al reverendo, pues la mentalidad del joven ha cambiado desde que se fue, abandonando las costumbres más arcaicas y cerradas para ver la sociedad desde un punto de vista más abierto; así, Osvald defiende que las parejas puedan tener hijos sin casarse y convivir en un mismo hogar, ideas con las que su madre está de acuerdo pero que enervan al reverendo, quien le discute sus ideas y conceptos sobre la libertad afirmando que «en esta vida es pura rebeldía esperar la felicidad. ¿Qué derecho tenemos las personas a ser felices? No, señora, ¡lo que tenemos que hacer es cumplir con nuestro deber!». Unas ideas anticuadas que reafirma, hablando a la mujer de su difunto marido y la vida de excesos que llevaba, al decir que «una esposa no ha de erigirse en juez de su marido. Tenía usted la obligación de llevar con humildad la cruz que una voluntad superior había considerado oportuno concederle». A partir de esa puesta en escena y conflicto candente, se desarrolla la acción en un continuo contraste entre mentalidades e ideologías al que se añade situaciones del pasado de los implicados que provocan no pocas discusiones y revelaciones que ponen en riesgo el frágil equilibrio familiar y social de los personajes. 

Como ya ha demostrado es múltiples ocasiones, Ibsen sabe encontrar los conflictos sociales y morales de sus personajes y los somete a momentos de confrontación, mostrando de esta manera las costumbres de una sociedad que se va abriendo a nuevas ideas y visiones del mundo. No podemos olvidar que estamos a finales del siglo XIX, una época en que las ideas de Ibsen colisionaban de lleno en una sociedad donde el modelo de familia (con gran influencia de la religión) era poco menos que intocable por lo que su valentía y atrevimiento le otorgan aún más valor de lo que el propio texto merece. Por ello, a pesar de que no es una de sus mejores obras, Ibsen siempre debe tener un espacio destacado en nuestro bagaje lector, pues la influencia de su obra en la historia de la dramaturgia es incuestionable.

Tal y como dice una de las protagonistas en el texto, en plena confesión al reverendo, «he tenido la sensación de estar viendo espectros. Aunque yo diría que espectros somos todos (…) y no solo porque carguemos con la herencia de nuestros padres. Tenemos además muchas opiniones viejas y muertas». Y no le falta razón, pues la herencia de nuestro pasado sigue presente en nosotros, a veces con valores nobles y vigentes, pero también con mentalidades encerradas y arcaicas que conviene enterrar para que no asomen e impidan avanzar en derechos y libertades.

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Luisa María Linares: Apasionadamente infiel

Idioma original: Español
Año de publicación: 1955
Valoración: Entretenido

Apasionadamente infiel, novela de Luisa María Linares escrita en 1955 y traducida a varios idiomas, devino en su época un auténtico "bestseller". 

Personalmente creo que es un "bestseller" muy digno. Uno que, sin ser extremadamente memorable o complejo, cumple su función a la perfección. A fin de cuentas, se lee de una sentada y sus toques de misterio y romance entretienen de lo lindo; asimismo, exhibe una serie de virtudes de índole literaria poco habituales en obras similares. 

Trata de cuatro mujeres de vidas y procedencias dispares convocadas a Italia por Stéfano, amor del pasado de todas ellas. Stéfano, envejecido y enfermo, promete legarles parte de la fortuna en su testamento, a cambio de que permanezcan un tiempo junto a él en la opulenta Casa della Rocca.

Ya digo que Apasionadamente infiel entretiene. Y es que Luisa María Linares, con suma habilidad, plantea algo de misterio y romance, introduce nuevos conflictos argumentales y dosifica con tino la información que recibe el lector.  

La autora, asimismo, dota de una nada desdeñable identidad propia a todo su elenco protagónico (incluso me atrevería a decir que al secundario también), pese a lo numeroso que es y a la relativamente breve extensión de la novela. En efecto: Elena, Nicole, Arminda, Irene, Stéfano, su secretario Toni y su médico León tienen caracterizaciones distintivas. También sus arcos (salvo alguno que se antoja un tanto forzado o previsible) funcionan en general. 

Por otra parte, las dinámicas que hay entre personajes me han parecido sumamente interesantes. Sobre todo las que brotan del doctor León; el maquiavélico domino que ejerce sobre Stéfano y la cruel vejación a la que somete a Toni son particularmente perversos.

La prosa de Apasionadamente infiel es otro apartado a resaltar. Sencilla y ágil como es, resulta bastante efectiva en ciertas escenas, refleja adecuadamente la psicología de cada personaje y ostenta un simpatiquísimo sentido del humor.

Quizá le achacaría a la novela un tono global dubitativo (que no sabe si decantarse por la comedia o el cinismo) y un final a todas luces anticlimático (el doctor León merecía dar mucha más guerra). Tampoco me convence su segundo acto, que arranca con muchísima fuerza pero enseguida pierde fuelle (aunque admito que mi relativa decepción en este apartado se pueda deber a que mis expectativas para con la historia iban en una dirección completamente distinta a la seguida por Luisa María Linares).

Ah, pese a que a mí no me ha molestado lo más mínimo, la obra muestra una aproximación a la «lucha de sexos» y al feminismo algo desfasadas. Simplemente lo menciono porque sé que hay gente a la que esto le puede incomodar. Sea como fuere, dado el contexto histórico en el que se concibió Apasionadamente infiel, la novela podría incluso considerarse una adelantada a su tiempo, por más que ya no se ajuste a los cánones actuales.

martes, 10 de septiembre de 2024

Karen Russell: Donantes de sueño

Idioma original: inglés

Título original: Sleep Donation

Año de publicación: 2020 (como libro en papel; 2014 como e-book)

Traducción: Rubén Martín Giráldez

Valoración: entre recomendable y está bien

Vamos allá con otra distopía, que sé que es in género que os gusta mucho y del que no estáis hartos7as no nada... Bueno, tranqui todo el mundo, que no estamos ante la enésima versión de El cuento de la criada o Neuromante (ni siquiera de El edificio), sino ante la enésima versión de... ¡tachán!, La peste de Camus... por decir un título emblemático del género o subgénero, no sé de epidemias, pandemias y demás infecciones contagiosas, incluyendo los mordiscos de los zombies.

En este caso, la epidemia en cuestión resulta bastante original, porque se trata de una oleada de insomnio que asola los Estados Unidos (where else?) y que provoca la muerte de los afectados al cabo de no demasiados días sin dormir -menos de los que yo habría supuesto, aunque no dudo de la veracidad del dato-; ante tan peliaguda situación y, sobre todo, la dificultad de encontrar una cura o vacuna la solución pasa por hacer "transfusiones de sueño" a los afectados, de lo cual se encarga una organización sin ánimo de lucro, las Brigadas Duermevela. Éstas se encargan de reclutar donantes, obtener horas de sueño por medio de una sofisticada e imaginativa tecnología y distribuirlas entre quienes las necesitan. Así, la protagonista/narradora es Trish, una voluntaria captadora de donaciones de sueño especialmente eficaz debido a  es la hermana de Dori Edgewater, una de las primeras y más célebres víctimas de la epidemia. Además, Trish es quien consiguió la donación de la milagrosa Bebé A, cuyo sueño resulta no sólo ser de tipo universal, compatible con todos los enfermos de insomnio, sino incluso curativo en muchos casos.

La trama de la historia gira, pues, entorno a esta bebé y también de su antítesis, el Donante Y, pero se centra sobre todo en el conflicto interior de Trish, que se debate entre su intención de ayudar y los sentimientos de culpa que le causan tanto la utilización del fantasma de su hermana muerta como la manipulación de una inocente bebé y sus padres. De esta forma, la novela presenta más momentos reflexivos e incluso intimistas de lo que cabría suponer leyendo simplemente su sinopsis, lo cual, unido a los destellos casi líricos -o sin casi- del estilo que emplea Trish/Karen Russell para contarnos su historia,  provoca que la impresión que deja su lectura sea bien diferente a la que cabría suponer en un primer momento.

Por otro lado, es fácil suponer que esta novela no es sino la mera traslación , que apenas llega a metáfora, de la pandemia de coronavirus, más aún cuando fue publicada en 2020, si Russell se dio prisa en escribirla -la novela no es demasiado larga-, le dio tiempo... Ahora bien, resulta que  Donantes de sueño tuvo una vida anterior al papel como e-book, luego esta teoría se desmorona: no está basada en la pandemia del 2020. además, en realidad podría ser una alegoría de cualquier tipo de epidemia, incluso la del fentanilo, la del universo digital o del populismo de extrema derecha. O incluso -sería una interpretación traída por los pelos, pero no me diréis que no es más estimulante-, se trataría de una historia vampírica, pero vista desde el lado de los chupasangres... -chupasueños, aquí- ¿por qué no? Pues porque todas estas elucubraciones dan un poco igual: la idea de una epidemia de insomnio, del traspaso de sueños -y pesadillas  de unos donantes a los enfermos, la especulación sobre toda la subcultura de que se crea alrededor de esta letal falta de sueño es suficientemente potente y fascinante como para necesitar significar otra cosa. Y es perfecto que así sea.

lunes, 9 de septiembre de 2024

Shane Stevens: Ciudad muerta


Idioma original:
 inglés

Título original: Dead City .

Traducción: Óscar Palmer

Año de publicación: 1973.

Valoración: muy recomendable.

Hacía un tiempo que no leía un Sajalín. Y aunque, personalmente y en lo literario, no sea un acérrimo seguidor de eso que se llama, dependiendo, género negro o novela criminal, hay que reconocerle a la editorial barcelonesa su enorme acierto en la recuperación de autores olvidados que, reconozco, hacen que uno se ponga las manos a la cabeza y piense ¿cómo se ha ignorado esto?
O también ¡qué visible la influencia! En cierto sentido, podríamos decir que es una editorial muy fiable  y, aunque este segmento literario pueda ser proclive a cierta hipérbole o incluso a la endogamia (autores que fueron periodistas o investigadores o directamente convictos, wow), sus sinopsis, los extractos de texto, los comentarios retrospectivos sobre sus libros que figuran en sus ejemplares suelen ser precisos y representativos. Cuestión de coherencia que les aporta una merecida credibilidad. 

De Ciudad muerta, obra de Shane Stevens -novelista estadounidense fallecido y de nula repercusión- se dice que “podría haber sido un anteproyecto de Los Soprano”. Y eso son palabras mayores. De hecho, el anónimo matón de la portada, en pose chulesca y de mirada bovina, podría pasar por uno de los figurantes de la emblemática serie, sentado ante un listado de delicatessen culinarias que podría pasar por ser el de Satriale’s.
Es decir, todo el packaging es perfecto y coherente con editorial y novela. Ciudad muerta define en sus cuatrocientas cincuenta páginas el submundo criminal de New Jersey, con las idas y venidas de criminales de medio pelo, con su fiel descripción de las jerarquías, un seguimiento en paralelo de sus vidas, que no dejan de ser un reflejo oblicuo e incómodo de la competitividad del no tan lejano mundo empresarial de la superficie, no en vano underworld es otro nombre que suele recibir la Mafia. Los soldados son puestos a prueba para evaluar su fiabilidad y su capacidad de progresar en las organizaciones. Son una mano de obra fiel, sumisa, y, por tanto, sacrificable e intercambiable. 
Aquí tenemos, entre muchos otros personajes de todo pelaje, a Joe Zucco y Alexis Machine, que pugnan por su territorio con sus distintas actividades ilícitas y sus respectivos entramados para ocultar y blanquear los resultados, a Charley Flowers y Harry Strega, jóvenes que, con escasas alternativas (algunas procuradas por el manejo de las armas en Vietnam), ingresan en el mundo del crimen como perspectiva más clara de estabilidad económica. Golpes entre las bandas, trampas, ajustes de cuentas, cambios de bando, sombríos personajes dedicados a hacer desaparecer cuerpos, todo en los escenarios habituales – bares, callejones, negocios tapadera, prostíbulos – y con la constante presencia de diálogos de suma credibilidad, incluso en su denodada traducción y, por supuesto, la marca del género, violencia cruel y gratuita a espuertas en una novela cuyo disfrute ya es objetivo e incuestionable, pero que, atendiendo a su fecha de publicación, 1973, sólo puede calificarse de influyente y seminal.

domingo, 8 de septiembre de 2024

Gabriel Miró: El humo dormido

Idioma original: Español

Año de publicación: 1918-1919

Valoración: Recomendable 

Este es el tercer libro que he leído de Gabriel Miró y, que los miroístas (si es que existen) me perdonen porque me da la sensación de que esto no es muy académico, debo decir que es el que más me ha gustado.

Puede ser que me haya acostumbrado a ese estilo tan peculiar, a esa "falta de acción", a esos paisajes impresionistas, pero más me inclino por pensar que es que al estilo de Miró le sientan mejor los textos breves, las estampas o las semblanzas que la novela pura y dura.

Como ya es habitual en Gabriel Miró, en los textos de El humo dormido no encontremos una acción puramente novelesca (aunque algunos de ellos sí que podrían formar pequeñas nouvelles) ni gran penetración psicológica en los personajes. La elección ética y estética del autor es la de mostrar la realidad a partir de la prosa poética, de la construcción de imágenes y de la transmisión de sensaciones. 

Será esto sentir sólo a distancia o recordar lo sentido, acercándolo con una lente nueva? Nunca lo averiguaremos cabalmente, porque hay episodios y zonas de nuestra vida que no se ven del todo hasta que los contemplamos y revivimos por el recuerdo 

Vaya, que podríamos decir que Miró es una especie de Marcel Proust mediterráneo, pero sin ese escalpelo del francés para con los personajes.

Volviendo a El humo dormido, el primer bloque de textos recoge una serie de escenas de infancia y adolescencia. Son textos de corte iniciático en los que el narrador va descubriendo, entre el humo dormido, el mundo de los adultos, el amor, la muerte, la nostalgia, etc. Llama la atención en este bloque, además del carácter impresionista de los textos, el uso de técnicas cercanas a lo cinematográfico. En particular, buena parte de las descripciones de lugares o paisajes parecen travellings que el autor realizara cámara en mano. 

De esta parte me quedo con El enlutado y el perejil, texto que roza lo gótico por el uso de los miedos infantiles y de un misterioso personaje, con el sensual La sensación de la inocencia y con La hermana de Mauro y nosotros, en el que el final de la inocencia se muestra de manera sumamente bella y triste.

El segundo bloque, conformado por diez textos, tiene como hilo conductor la Semana Santa. Comenzando por el Domingo de Ramos, el autor dedica un texto a cada día de la semana en el que mezcla la reinterpretación de los sucesos narrados por la Biblia, la liturgia y la celebración de la Semana Santa en la actualidad (de 1919, claro). Cierra un texto humorístico / popular sobre San Juan, San Pedro y San Pablo y un híbrido entre la biografía mironiana, la leyenda y la "protohistoria" de España a través de Santiago Apóstol. 

Nuevamente hay que recordar que Miró no entra en la psicología de los personajes bíblicos sino que reinterpreta los hechos bañados por la luz de paisajes y sensaciones. En este sentido, destaca por encima de todos el texto dedicado al Sábado Santo por la imagen de José de Arimatea frente al sepulcro de Jesús, frente a la muerte y frente a su propia fe.

En resumen, no sé si El humo dormido formará parte de los "textos canónicos" de Gabriel Miró. Tampoco me importa mucho, aquí también nos vamos a mover por sensaciones y la que deja su lectura es más que agradable.

También de Gabriel Miró en ULAD: La novela de Oleza y Las cenizas del cementerio

sábado, 7 de septiembre de 2024

Contrarreseña: Un amor de Sara Mesa

Idioma original:
español
Año de publicación: 2020
Valoración: Muy recomendable

Los grandes cismas de la historia de la humanidad (Catolicismo vs. Protestantismo, Comunismo vs. Capitalismo, Barcelona vs. Real Madrid) no son nada comparados con algunas de las discrepancias que atraviesan al equipo de este modesto blog de crítica literaria: Murakami, Knausgard, Marías o Houllebecq son algunos de los autores que pueden llevar a duelos a florete al amanecer entre la comunidad uladiana. Otra autora que tiene esa "capacidad divisoria" es Sara Mesa, a quien hemos adjudicado valoraciones que van desde el imprescindible de Cuatro por cuatro o el Muy recomendable de Cicatriz o Cara de pan, hasta otras más medianas (o mediocres) como el "está bien" de Un incendio invisible o Mala letra. Esta reseña, de hecho, es una respuesta a la obra peor valorada de la autora, Un amor, que recibió un parco "Se deja leer" por parte de Juan G. B., quizás el máximo y más vocal antimesista (o sillista) del blog.

Efectivamente, como se puede ver por la valoración, a mí Un amor me ha gustado bastante más que a Juan, y no porque estemos en desacuerdo en muchas de nuestras lecturas de la novela sino porque lo que a él le parecen defectos, curiosamente a mí me han parecido virtudes.

Dice Juan, por ejemplo, que la novela se centra en una protagonista irritante: la traductora Natalia, que decide huir de la ciudad (y de sus carísimos alquileres) para establecerse en una casa ruinosa en un pueblo perdido (e inventado), integrándose así en una línea de la narrativa española en la que destacan títulos como Alabanza de Alberto Olmos, Por si se va la luz o Piel de lobo de Lara Moreno o El límite interior de Nere Basabe. Estoy de acuerdo, por otro lado, en que Natalia, o Nat, es una persona antisocial, egocéntrica e irresponsable, pero... nadie dijo que los personajes nos tengan que caernos bien para ser interesantes. De hecho, es una marca definidora de la narrativa de Sara Mesa el construir personajes atípicos, antipáticos, excéntricos y que toman decisiones sorprendentes o inexplicables, que pueden incluso resultar inverosímiles, llevados por el instinto, la necesidad, el deseo o el trauma. 
 
En Un amor, de hecho, Natalia tomará varias decisiones claramente autodestructivas (la fundamental, la que da título a la obra, será iniciar una relación amorosa con... con uno de los personajes masculinos, no diré cuál para no estropear la novela a futuros lectores) que pueden estar fundamentadas en un trauma anterior, una explicación poco desarrollada que personalmente me parece algo simplista psicológicamente hablando. La forma como se comporta puede parecer inverosímil o injustificada, pero no deja de ser un comportamiento humanamente posible, y Sara Mesa consigue profundizar en cada momento de ese proceso de forma que minuciosa y creíble.
 
Otra cosa que dice en su reseña Juan es que los conflictos y la sensación de opresión que Natalia vive en el pueblo no es "real", sino que responde a su propia psicología y a su predisposición previa. Una vez más, estoy de acuerdo, pero una vez más, esto no me parece en absoluto un defecto sino, simplemente, una técnica narrativa. Aunque la novela esté escrita en tercera persona, el punto de vista es obviamente el de Natalia, y es un punto de vista necesariamente parcial, y en este caso deformado por esa suspicacia que la caracteriza. Así, no solo el personaje del casero aparece marcado de forma claramente negativa, sino que también se establece una distancia hacia los personajes de Píter (un hippie bienintencionado aunque por momentos resulte bastante pesado), de la chica de la tienda del pueblo, del "alemán" (un misterioso y silencioso hombre que, por supuesto, no es alemán) o de los vecinos, una familia urbanita y típicamente burguesa. Esta frialdad y ese distanciamiento en relación con el mundo solo se rompe cuando en el mundo de Nat entra el "amor" del título, aunque, obviamente, tratándose de Sara Mesa no es un amor de unicornios que vomitan arco iris, sino algo bien diferente.

Coincidimos, por último, Juan y yo, en el que creo que es casi el único elogio que le dedica en su reseña: a lo largo de su trayectoria, Sara Mesa ha perfeccionado un estilo clínico, funcional, que viene a corresponder perfectamente con el distanciamiento emocional que demuestran sus personajes. Podríamos desear que la escritora hubiese optado por un estilo más emotivo, más exuberante o más rompedor (como los de Mónica Ojeda o Andrea Abreu, por poner dos ejemplos), pero entonces Sara Mesa no sería Sara Mesa. Y a Sara Mesa hay que quererla (u odiarla) como es. 

Sé que no habré convencido a Juan (ni al resto de los antimesistas del blog) con esta contrarreseña; tampoco era esa mi intención. Creo que la propuesta estética de Sara Mesa tiene una personalidad propia, establecida y original, y es bueno que esto provoque adhesiones y rechazos. Personalmente, seguiré leyendo lo que escriba con interés (y tengo, de hecho, pendiente La familia), y, si mantiene el nivel de sus últimos libros, seguiré reseñándola positivamente.


También de Sara Mesa en ULAD: Aquí

viernes, 6 de septiembre de 2024

Eduardo Sáenz de Cabezón: Inteligencia matemática

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2016

Valoración: recomendable, si te atreves

 

Tengo que confesar que conocí a Eduardo Sáenz de Cabezón por Tiktok, donde cuenta cosas en torno a las matemáticas, que es lo suyo. Es un tipo con buena capacidad para comunicar, y creo que también tiene, o tenía, un programa sobre asuntos científicos en la televisión. Hay en los medios unos cuantos divulgadores que se dedican, con mayor o menor fortuna, a acercar a la gente al ignoto mundo de las matemáticas y, claro, es difícil resistirse a la tentación de intentarlo una vez más, de buscar otro camino para alcanzar aquello que se escapaba entre los dedos cuando se acercaban los exámenes. Así que lo intentamos con este simpático señor, a ver si hay suerte.

Dice Sáenz de Cabezón que todos llevamos un matemático dentro, aunque muchas veces esté dormido o vencido por la pereza, incluso atrofiado por la inactividad, o también, añadiría yo, desaparecido sin dejar huella. Se trata por tanto de removerlo de su reducto y seducirle para que se ponga a funcionar. Una vez activado, parece ser, la propia práctica irá haciéndole crecer y volverse ágil. Al menos en teoría. Por eso el autor se esfuerza en proponer juegos, pasatiempos, pequeños ejercicios para desperezar al matemático oculto. Juro que he hecho algunos (dos) y he dedicado algunos minutos a algún otro (digamos otros dos), pero considero que he fracasado, porque mi matemático no ha hecho acto de presencia.

La verdad es que da un poco de rabia sentirse incapaz de razonamientos que, en palabras del divulgador de turno, parecen tan sencillos. En realidad solo habría que pensar un poco para desentrañar algunas de las cuestiones, al menos las más sencillas. Pongamos un ejemplo, que creo que es idéntico al que aparece en el libro:

Creo que la pregunta es cuál de las superficies, círculo o cuadrado, es más grande. Vamos trabajando sobre radios y lados, sacamos triángulos y deducimos semejanzas, obtenemos áreas, diferencias… y resulta que no hay uno, sino varios procedimientos válidos para obtener la respuesta correcta. Es fácil cuando vemos el video donde el profesor explica con rotuladores azules y rojos, nombra un segmento como X y aplica fórmulas (que debieron ser) aprendidas en Primaria. Pero cuando uno ve la imagen en blanco y tiene que ponerse a ello, la cosa no pinta tan bien. Lo mismo que pasaba en el examen.

Critica el libro un sistema educativo incapaz de hacer mínimamente atractivo el aprendizaje de las matemáticas, en el que solo se acumula el conocimiento de técnicas cuya utilidad el alumno, naturalmente, no entiende. Y como estas técnicas se van encadenando una tras otra, basta que uno de los eslabones falle para que el proceso quede bloqueado y el estudiante se pase de inmediato al latín, no porque le despierte especial interés la lengua de Virgilio, sino por mera supervivencia. Ofrece Sáenz de Cabezón algunas ideas para mejorar en la enseñanza de estas materias, aunque me permito dudar del éxito frente a un problema al que nadie parece haber encontrado solución, al menos en España, que yo sepa.

En las matemáticas se manejan cosas como la lógica y cierta capacidad para la generalización y la abstracción, cualidades que no todo el mundo posee (o que están ocultas, no sé), y en el sistema educativo se explican mecanismos y técnicas, que son sobre lo que se examina, pero que no funcionan sin aquellos presupuestos básicos, que sería por tanto lo que habría que despertar en los alumnos.

Lo intenta el autor lanzando cuestiones muy sencillas con las que seducir al profano, y también presentando otras (hipótesis y conjeturas sin resolver) que ilustran el trabajo de los matemáticos. E igualmente expone el carácter auxiliar de las matemáticas, cuyos descubrimientos sirven para resolver cuestiones pendientes en otras ciencias o abren nuevos caminos dentro de las distintas áreas de este campo. Asuntos en general bien explicados, en un tono quizá excesivamente coloquial, más adecuado para los medios audiovisuales donde se desenvuelve Sáenz de Cabezón, y no tanto, o eso me parece, para un libro.

Pero bien, simpático y con la loable intención de atraernos hacia esas materias que a algunos nos hicieron sudar tanto y con las que me temo que, por mucho que le pongamos buena voluntad, difícilmente nos vamos a congraciar. Pero en todo caso se agradece el intento.



jueves, 5 de septiembre de 2024

Reseña + Entrevista: Chico Bizarro y las moscas, de Mónica Bustos

Idioma original: Español  
Año de publicación: 2010
Valoración: No sé

Chico Bizarro y las moscas, ganadora del primer premio Augusto Roa Bastos de novela, ha supuesto una experiencia lectora extraña. Por un lado me ha gustado; por el otro, la he hallado algo tediosa en su desarrollo. Asimismo, he sabido apreciar sus múltiples virtudes; no obstante, también me ha parecido irregular en su ejecución e intencionalidad.

Narra la historia de Chico Bizarro, un criminal que salió de la pobreza gracias a su arrojo, ambición y amor por Soledad. Su voz en primera persona, tan expresiva como cínica, relata los acontecimientos y nos introduce al elenco que lo rodea. 

Así conocemos a la ya mencionada Soledad, la arpista de una sola teta; a Elmer, el entrañablemente estúpido gángster; a Artimis, pintor fracasado cuyos cuadros transportan droga; a Béseler, escritor que jamás ha publicado nada; a Chica Kafka, que manda libros del autor checo al protagonista; y a un largo etcétera de personajes, a cada cual más estrafalario.

La mayoría de los capítulos de la novela están dedicados a la relación tóxica entre Chico Bizarro y Soledad, a los trapicheos con los que el protagonista vende sin remordimiento alguno el patrimonio de Paraguay o a las luchas de poder entre facciones criminales. 

Debo destacar, por cierto, que la prosa de cada capítulo varía, pues adapta distintas corrientes artísticas a la literatura (Cubismo, Dadaísmo, Arte conceptual, Surrealismo, Romanticismo, Informalismo, Vorticismo, Minimalismo, Pop Art, Impresionismo, Expresiones Abstracto y Neocubismo).

Como podréis intuir, en las páginas de Chico Bizarro y las moscas hay amistad y ternura, pero también rivalidad y odio. Hay decadencia y violencia, pero también lujo y romance. Hay realidad y fantasía, realismo sucio y realismo mágico.

Aclarado el argumento de la novela, explico con más detalle por qué me produce sentimientos encontrados. Por un lado, su estructura y su eclecticismo formal me parecen sumamente ambiciosos. Su estilo y humor, aunque de una efectividad intermitente, tienen pasajes bastante logrados. También me parece meritorio que tanto su desorden cronológico como el descomunal tamaño de su elenco están presentados con la suficiente solvencia como para no causar confusión. 

Sin embargo, no puedo obviar que la trama y los párrafos se estiran en demasía, que las voces de los personajes se funden en ocasiones las unas con las otras y que la crítica social a Paraguay (sobre todo a la pobreza, la inseguridad, la injusticia, la corrupción y la expoliación del patrimonio cultural) se antoja algo redundante. Asimismo, hay un componente localista en la novela que impide a quienes no somos de allí entender sus referencias a varios momentos históricos del país lationamericano. 

Sea como fuere, Chico Bizarro y las moscas es una novela harto ambiciosa, original y experimental. Aunque cuesta un poco aclimatarse a su fondo y forma, conviene leerla hasta el final. Sólo así recompensará nuestra paciencia con algunas escenas genialmente narradas (la del funeral de Melquíades, el enano estafador que hacía de adivino, por ejemplo), un amplísimo despliegue de recursos estilísticos, el intensísimo flujo de conciencia del protagonista y la vivisección de un elenco tan extravagante como interesante. 

La reedición de Chico Bizarro y las moscas (cuya ilustración de cubierta es magnífica, por cierto) se la debemos a la incipiente Calla Canalla. El coraje de la editorial queda evidenciado por el hecho de que el primer título de su catálogo sea una novela tan exigente y vanguardista como la de Bustos.


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A continuación adjuntamos un pequeño cuestionario que Sara Cantero, editora de Calla Canalla, ha respondido con suma amabilidad:

ULAD: Para quienes no conozcan a Calla Canalla, ¿cómo os presentaríais?

S.C.: Al frente de la editorial estamos Sara Cantero y Pedro Jiménez. Nuestro lema es «publicar solo cosas chulas», así que queremos crecer con calma, con seguridad, que cada libro que editemos podamos defenderlo con alegría porque estemos muy orgullosos de él.

ULAD: ¿Qué os ha impulsado a montar una editorial en los tiempos que corren?

S.C.: Nuestra vida siempre ha estado rodeada de libros y en el año 2020 proyectamos abrir una librería en Cádiz. Ya con casi todo en marcha apareció en nuestras vidas la pandemia, el confinamiento… y todo se detuvo. Durante esos meses nos dimos cuenta de que hacer libros nos gustaba más que venderlos, nos dimos un par de años para formarnos en edición y en otoño de 2023, nacimos.

ULAD: ¿Cuál es vuestra visión para Calla Canalla? ¿Qué catálogo, ritmo de publicación y estética tenéis en mente?

S.C.: Lo único que nos exigimos en la editorial es que todo lo que publiquemos sea de calidad. No aspiramos a ser profundos, ni a cambiar el mundo editorial, ni siquiera aspiramos a cubrir nichos de mercado. No aspiramos a nada, tan solo a fabricar libros, a encontrar historias que merezcan la pena y construir a su alrededor una coraza hermosa y duradera. 

Y para cumplir con esto el único camino es contar con los mejores profesionales: imprimimos en Kadmos, nos distribuye La sombra de Caín, hemos contado con los ilustradores Elisa Ancori y Guillem Bosh, autores como Mónica Bustos y Santiago Ambao… 

En 2024 sacaremos al mercado tres libros, el próximo año cuatro y esperamos saltar a ocho en el 2026.

ULAD: ¿Hay algún libro que os haga especial ilusión editar? Asimismo, ¿existen obras que creéis que encajarían perfectamente en Calla Canalla pero por la razón que sea no podréis publicar?

S.C.: Estamos encantados con nuestros dos primeros libros, los hemos cuidado todo lo que hemos podido, pero también estamos muy ilusionados con la salida del tercero, que será a final de año. Es el primero inédito, con autora española para la que también será su primera novela. Es muy hermosa, de una gran calidad y contada con una voz muy especial. 

Para que un libro encaje en nuestro catálogo ¨solo¨ tiene que tener calidad, ser original… como te decía antes, ser algo chulo. Si cumple ese requisito, lo publicaremos. Los únicos libros buenos que no podremos publicar será porque ya los hayan publicado otros, y de esos la lista sería muy larga.

ULAD: ¿Por qué habéis decidido iniciar vuestra andadura en el mundo editorial con Chico Bizarro y las moscas de Mónica Bustos? ¿Y continuarla con La trilogía de los milagros de Santiago Ambao?

S.C.: El objetivo era iniciar nuestro catálogo con novelas que fuesen de mucha calidad, pero, claro, cuando eres nuevo y no tienes aún ningún libro publicado, los manuscritos que te llegan van un poco de la mano al nivel de la editorial. Así que decidimos intentar reeditar alguna novela que se hubiese publicado en Sudamérica años atrás y que nos resultase atractiva. La sorpresa fue que hallamos estas dos perlas escondidas, aunque más sorpresa aún fue que los autores se dejaran convencer para publicar con nosotros a pesar de nuestra bisoñez.

ULAD: ¿Podéis adelantar qué está por venir en Calla Canalla?

S.C.: Bueno, ya os contaba antes que en unos meses llegará nuestra primera edición con texto inédito y autora española; así que también pondremos en marcha la maquinaria de presentaciones, ferias, eventos… Para el próximo año prometemos publicar más cosas chulas.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Vicent Andrés Estellés: Llibre de meravelles

Idioma: valenciano

Año de publicación: 1971

Valoración: imprescindible

Se cumplen hoy cien años del nacimiento en Burjassot de Vicent Andrés Estellés, uno de los más grandes poetas que ha habido en lengua valenciana (y, por ende, catalana), dicho sea con toda la precaución que supone establecer algún tipo de jerarquía o incluso gradación en un género de apreciación tan subjetiva como es el de la poesía, más aún por parte de este humilde lector. Pero ya nos entendemos... y en todo caso, Vicent Andrés Estellés era la caña, sin duda, no ya uno de los mejores poetas que ha habido en lengua valenciana/catalana, sino yo diría uno de los mejores nacidos en España en el siglo XX. Poeta del siglo XX, aunque bien enraizado en los clásicos de su lengua: no sólo el título de este libro está tomado de otro de Ramón Llull, del siglo XII, sino que cada poema que lo compone está encabezado por una cita de Roís de Corella, Per March, Jordi de Sant Jordi o, por supuesto y sobre todo (¿cómo no?), Ausiàs March.

Esto no significa que la poesía de Estellés (Andrés también es el primer apellido, no un nombre propio, pero aceptemos la convención de usar el segundo) siga al dedillo modelos antiguos o desprenda un tufillo a naftalina. Todo lo contrario: se trata de lírica de una viveza extraordinaria, a horcajadas de la poesía social (pero prefigurando la "de la experiencia") y, sobre todo, del espíritu de la vida en la calle, de la frescura de los portales y la oscuridad de las escaleras de vecinos donde se besan los amantes, de las calles, las alamedas -la Alameda, de hecho-, los parques, los descampados y pretiles de la ciudad de Valencia y sus alrededores. Porque Valencia es uno de los motivos principales de este libro, no ya sólo como escenario de sus poemas, sino un elemento central, un personaje (por tópico que suene esto) que transita de arriba a abajo, de Norte a Sur Y de Este a Oeste, por todas sus páginas -de hecho, encontramos en ellas un vibrante poema, Cos mortal, compuesto enteramente con calles y puentes de Valencia-; una Valencia diferente en muchas cosas de la actual, aunque, de todos modos, reconocible. La Valencia que fue y que, cuando se publicó el libro, ya estaba comenzando a perderse.

Porque la nostalgia es otro de los motivos que recorren el libro, una nostalgia dulce y amarga a un tiempo, la nostalgia de la juventud ya pasada, de sus ansias de vida, de amor y libertad, matizada por la conciencia de los tiempos oscuros, de la represión vivida en aquellos años de posguerra en los que transcurrió. Esa posguerra franquista y dolorosa, llena de miedos y silencios, de sobreentendidos y humillaciones, de desaparecidos y asesinados, de vencedores y, sobre todo, vencidos, es la gélida sombra proyectada sobre todos los poemas, incluso los más vitales y hedonista. De forma simétrica, aunque más discreta, incluso subterránea -excepto en la última parte del libro, donde Estellés se lanza a una cierta vinculación nacional, más exaltada-, está recorrido por el espíritu de un pueblo que se mantiene a la espera, que aguarda el momento de poder salir a respirar el aire libre, de expresarse como tal (sobre todo, en la última parte del libro, Propietats de la pena).

Porque el amor, o eso nos viene a decir Estellés, es lo único que puede salvarnos, el amor en toda su profundidad y extensión, no sólo el amor excelso y puro que han cantado tradicionalmente los poetas -que también- sino el amor carnal más desatado, el erotismo furtivo de los amantes contra las tapias, o en los bancos más escondidos del parque, en los descansillos y las azoteas de las casas. El amor, que es el mayor acto de resistencia, aún desesperada, que podemos llevar a cabo, un amor que, si no lo puede todo, sí puede ser el ultimo refugio que nos quede. No en vano, el poema más célebre de Estellés, casi  -o sin casi- un himno popular, se titula Els amants...

De hecho, eso es lo otro que nos queda para resistir, nos viene a recordar este libro: la poesía. Una poesía, en su caso, torrencial pero medida, de verso libre pero riguroso, llena de imágenes líricas sacadas de lo más humilde, del polvo de las calles y el sudor de quienes las recorren. Una poesía de una tierna ferocidad, preñada de musicalidad y que no renuncia, incluso, a una cierto tono épico -una épica doméstica, casi secreta, si se quiere- y que utiliza anáforas y aliteraciones para conseguir darnos ese aliento. Una poesía nacida de las entrañas del pueblo, quizá de forma oculta, como una semilla plantada por el azar, pero que, desde luego, ha conseguido serlo sin ambages.

Por no acabar la reseña sin compartir unos versos de Vicent Andrés Estellés deun poema que aparece en el primer "capítulo" de este Llibre de meravelles y que creo que ejemplifica bastante bien su figura y su voz:

Un entre tants com no aguarden i lluiten.

Un entre tants com foraden la nit.

Un entre tants com no dormen i guaiten.


Un entre tants.

(...)

Un entre tants com trencaven els cants. 

Un entre tants entre fúries i espants.  

Un entre tants entre tots els amants.

 

Un entre tants.

(...) 

 

Un entre tants com es moren d'amor.

Un entre tants com foraden la nit. 

Un entre tants com carreguen els morts.

 

Un entre tants.

martes, 3 de septiembre de 2024

Jon Fosse: Ales junto a la hoguera

Idioma original: noruego
Título original: Det er Ales
Traducción: Cristina Gómez-Baggethun en castellano para Random House
Año de publicación: 2004
Valoración: muy recomendable


Bien es conocida mi devoción por los autores nórdicos, por su extraña habilidad en narrar sin describir la soledad, la oscuridad que reside en nosotros, la sensación de desamparo en incluso abandono en relación al mundo que nos rodea. Fosse sigue esa tradición tan arraigada desde tiempos de Hamsun o Strindberg, precursores del stream of consciousness, y la rodea de un aura más enigmática, menos visceral o pasional pero sí más introspectiva si cabe.

Empieza el relato de manera muy oscura e inquietante: Signe se ve a sí misma en su hogar, un martes de finales de noviembre de 1979, justo el día en el que Asle, su pareja, desapareció. La visión que tiene es la de entrar de nuevo en la habitación y verlo a él, en la oscuridad de una tarde de otoño, «mirando hacia fuera en la oscuridad, con su pelo largo y oscuro y su jersey negro». Una oscuridad que le rodea y le abraza, atisbando fuera sin ver nada, solo mirando la oscuridad, la falta de luz, la nada. Una oscuridad que se funde con él, conformando una sola cosa, pues apenas logra distinguirle y que le transmite una inquietud, un nerviosismo, cuestionándose «¿por qué lo hace? (…) ¿Por qué está ahí de pie, sin más, cuando no hay nada que ver? » Él, en su ensimismamiento, dice que está pensando en ir otra vez a ver los fiordos, en su pequeña barca, a pesar del mal tiempo y del frío, a pesar de que está oscuro y estamos a finales de noviembre, a pesar del viento y las olas. Porque él es una persona solitaria, tímida y callada, y necesita la soledad. Una salida al exterior de la que sabemos que ya no regresará, dejándola a ella rodeada de dudas y preguntas lanzadas al aire sin más retorno que el del eco de sus miedos y temores ante una presencia que puede que no vuelva jamás.

Tal y como vimos en «Blancura», el autor se sirve también en esta obra del monologo interior; sin embargo, en este caso, lo hace desde distintas voces que ejercen como narradores, pues el libro es un monólogo continuo aunque en esta ocasión la narración se comparte entre diferentes personajes (principalmente la pareja protagonista) en una alternancia que Fosse domina a la perfección e intercambia sin saltos, sin pausa, sin apenas puntos y aparte; todo fluye de manera natural en su relato, todo está perfectamente armonizado y la narración en tercera persona es, en este caso, lo opuesto a un narrador omnisciente, pues Fosse narra en tercera persona lo que sus personajes hacen o sienten de una manera tan próxima que parece que sean ellos mismos los que nos lo digan, parece que estés en sus cabezas y sientas lo mismo que cada uno de ellos, logrando que sea muy fácil empatizar con una narración tan sencilla pero a la vez tan profunda. De hecho, es como si los personajes estuvieran disgregados y se narraran a ellos mismos, cosa que en ocasiones sí ocurre realmente de manera que se ven desde fuera en una especie de proyección que le permite al autor analizar y narrar sin interferencia directa de la distorsión propia del sujeto protagonista.  La narración en tercera persona le da un rigor y un punto de objetividad aún y sabiendo que quien narra es el propio protagonista constatando con ello que Fosse tiene un gran talento para conseguir una proximidad absoluta con los protagonistas sin que sea necesario recurrir a la narración en primera persona per se.

Tras esta escena inicial a partir de la cual prosigue el relato de manera continua, la narración se centra en ese fatídico día, en esas últimas palabras intercambiadas entre ambos, en esos últimos gestos, en la decisión sobre si era conveniente salir o si no lo era; esos recuerdos la invaden y la golpean, porque, a pesar de que han pasado muchos años, un par de décadas, ella sigue recordándolo, recordando no únicamente esos últimos instantes sino también su vida, su relación, su infinita presencia en su casa, la manera en que copaba cada uno de los espacios y las conversaciones, dejándola a ella sola ante su presencia, sola antes sus ideas, sola antes sus necesidades intentando que de algún modo aflorara su personalidad. Pero, aun años después sigue recordando ese último encuentro, su interminable presencia, sus silencios y la soledad que la contagiaba. Y en este continuo análisis en el que se van intercambiando los pensamientos de ambos, se añaden a la historia otras voces pertenecientes a la familia, a su pasado, a un linaje de varias generaciones que arrastran fantasmas, pérdidas e infortunios.

El estilo de Fosse te atrapa y te sumerge en un estado en el que consigue arrastrarte en sus pensamientos, sus inquietudes, sus angustias, sus cuestionamientos y el abrazo permanente a una soledad con el que busca acercarse a aquello que somos y aquello en lo que nos hemos convertido. El autor noruego sabe cómo pocos llegar a esos sentimientos tan íntimos, tan oscuros y a la vez tan esperanzadores al descubrir que aún hay literatura que consigue llegar a nuestro yo más interno y ver que quizá sí estamos solos, pero que no somos los únicos.

También de Jon Fosse en ULAD: BlancuraEl otro nombre (Septología I)

lunes, 2 de septiembre de 2024

Happy Hour (2x1) de Reseña Interruptus: Miqui Otero: Orquesta y Sonsoles Ónega: Las hijas de la criada


Idioma original: español

Año de publicación: 2024 y 2023

Valoración: aburrido e insuficiente, respectivamente

Aclaración preliminar propia de señor que reseña un poco por inercia y acuciado por los plazos leoninos impuestos por el CEO del blog: en otro contexto hubiera pasado de largo por estos libros, se hubieran limitado a sus respectivos  (demasiado frecuentes) abandonos y la cosa no hubiera pasado de ahí, que ya hay bastantes libros malos para otorgarles más atención de la que se merecen. Pero en algún momento, y debido a la secuencia temporal de sus intentos, los he relacionado de alguna manera. Las dos son novelas ambientadas en Galicia. Las dos son escritas por escritores de origen gallego, pero nacidos en Barcelona y Madrid respectivamente, ambos en sus respectivas cuarentenas y con cierta raigambre profesional, aunque aquí empieza a establecerse cierta diferencia, donde Otero pasaría por un cierto perfil alternativo amable (de hecho publicó en Blackie Books sus novelas anteriores), Ónega es, aparte de hija de un reputado periodista, presentadora estrella de su cadena de TV, cadena, que, oh sorpresa, pertenece al mismo grupo de comunicación que le otorga su cuantioso premio literario por esta novela. Al margen de esta forzada coincidencia, centrándonos en lo literario, parece que los dos escritores hayan querido homenajear a sus orígenes manteniendo cierta fidelidad formal e incluso apelando a lo social. Y si esto no fuera una Reseña Interruptus (bueno, dos) aseveraría que ambos han fracasado por igual.

La novela de Otero es como una puesta de largo. Alfaguara ha publicado a Vargas Llosa, al póstumo Bolaño, y su pura maquetación ya impone cierto respeto. Las necesarias alusiones a la obra del autor resultan curiosas: todas refieren a Simón de forma entusiasta, como si ni siquiera una opinión previa de Orquesta pueda ser contemplada. Leí La cápsula del tiempo, que recomendé en su momento, y del que soy incapaz de recordar un detalle al margen de su trama al gusto del lector. cosa que debería matizar mi recomendación, pero no vamos a cargar más las tintas. El lastre de Orquesta es su excesiva pretensión. Desde su rocambolesco planteamiento - el narrador es la Música - hasta su inmediata puesta en escena, carente de diálogos y empeñada en algo en que coincide con Ónega: retratar una sociedad desde sus microesferas, esta la de Valdeplata, un pueblo imaginario en el que se ha producido el típico concierto de esas decadentes orquestas que desfilan por las fiestas mayores supurando voluntariosas versiones de éxitos para todos los públicos, casi siempre compuestas por músicos ajados que ni siquiera son conscientes de que su posibilidad de acceso a la gloria ha pasado hace décadas. Y Otero, o eso deduzco cerca de la página 70, en que dejo el libro por imposible, monta esas escenas , numera los capítulos (incluyendo un capítulo 0) con series numéricas paralelas, a medida que pone personajes sobre el escenario del Valle, obligando al lector, con descripciones cargadas, apelando a algún mito local, algo que podría resumir, con algo de cruel sorna, aventurándose a ser Faulkner pasado por el cedazo de un Casavella ya cansado... Página 70, lo siento de veras.

Ónega, para empezar, demuestra bien a las claras que su desempeño como escritora es algo complementario. Aquí la secuencia es lineal y empezamos en 1900 con dos partos y un planteamiento que amaga con ser militante. Aquí estamos en la típica finca propiedad de familia rica, que en todo caso el narrador trata de Don y de Doña, y con los consabidos abusos por parte del hijo del terrateniente, que el dinero se encarga de ocultar debidamente, y la cuestión es tejer un culebrón de historias ocultas y venganzas, un puro folletín como excusa para poner en contexto situaciones de la época, diálogos con regusto apolillado y rancio y un incómodo intercalado de expresiones y vocablos pretendidamente cultos que alejen el tufo a best seller y lo acerquen a lo literario, que por supuesto, no. Pagina 66, platero a tus platós.


También de Miqui Otero en ULAD: Aquí

domingo, 1 de septiembre de 2024

Liu Cixin: El problema de los tres cuerpos

Idioma original: chino

Título original: 三体 (Sān tǐ)

Traducción: Javier Altayó Finestres

Año de publicación: 2008

Valoración: recomendable (muy recomendable para los amantes de la ciencia ficción)

Abordo 'El problema de los tres cuerpos' sin ser un gran aficionado a la ciencia ficción, principalmente porque encuentro que muchas veces el género se desliza demasiado hacia la fantasía pura, perdiendo ese anclaje en la realidad que aprecio en este género. Sin embargo, el libro de Liu Cixin es una propuesta que merece atención, incluso para quienes compartan mi escepticismo hacia este tipo de historias.

La misantropía de una importante astrofísica china, la lleva traicionar a su raza (la humana), enviando una señal al espacio, a la espera de que una civilización super avanzada tecnológicamente conquiste el planeta tierra y extermine a la despreciable humanidad (sí, ya sé, nada de otro mundo). 

Este es un libro claramente dirigido a los amantes de la ciencia ficción dura, esa que se nutre de datos científicos y teorías físicas complejas (ojo, dentro de su propio mundo). Liu Cixin se asegura de inundar al lector con información rigurosa, lo que, si bien es un atractivo para los interesados en el tema, puede resultar algo abrumador para aquellos que no. En este sentido, la lectura exige una concentración sostenida y cierta paciencia para procesar la gran cantidad de conceptos que se presentan.

Uno de los elementos más llamativos de la trama es el juego de realidad virtual en el que los personajes se adentran, una especie de simulación que, en un principio, parece ser un núcleo narrativo central. Sin embargo, a medida que la historia avanza, este juego pierde relevancia y, lamentablemente, se diluye en la trama, dejando la sensación de que un recurso tan interesante podría haberse aprovechado más, especialmente considerando que en las secuelas queda prácticamente olvidado.

Otro aspecto que merece mención es la forma en que Liu Cixin integra el trasfondo histórico de la revolución cultural china. Aunque esta parte inicial del libro proporciona el contexto necesario para entender el desencadenante de la trama, ocupa una porción considerable de la historia, lo que puede dar la impresión de que la novela tarda en arrancar. Para algunos lectores, esta inmersión en la historia china puede ser fascinante, pero para otros, puede resultar un obstáculo para adentrarse en lo que realmente esperan: la ciencia ficción.

Además, algunas tramas paralelas no llegan a cerrarse de manera satisfactoria, dejando cabos sueltos que pueden frustrar a los lectores que buscan una resolución más completa.

A pesar de estos puntos, me parece que El problema de los tres cuerpos es una lectura recomendada, especialmente para aquellos que disfrutan de la ciencia ficción más fundamentada. Liu Cixin nos ofrece una perspectiva única dentro del género, aportando no solo un relato intrigante sino también una reflexión sobre la naturaleza de la ciencia, la humanidad y el universo. Aunque tiene sus altibajos, es una obra que vale la pena explorar. 

Lo que tengo que reconocer sin reparo, es que Cixin sabe mantenerte pegado al libro. Me chuté los tres en pocos días.