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viernes, 10 de julio de 2009

Truman Capote: Desayuno en Tiffany’s

Idioma original: inglés
Título original: Breakfast in Tiffany’s
Año de publicación: la última edición data de 1973 (por Truman Capote)
Valoración: Muy recomendable

No, no y no. No pienso dedicar este espacio en hacer paralelismos entre un relato titulado Desayuno en Tiffany’s y una película basada (muuuuy libremente) en la misma historia llamada Desayuno con diamantes. Para no ceder a tamaña tentación, atacaré la cuestión en cuatro puntos: a) Truman Capote siempre pensó en su amiga Marilyn Monroe como la perfecta protagonista del asunto, y no en Audrey Hepburn (a la que cogió ojeriza por ser la elegida), dos modelos de mujer tan opuestos como lo son los buñelos y las marron glacée. b) El narrador y protagonista del cuento raramente podría enamorarse de una mujer (Marilyn, Audrey, o la que ustedes se imaginen), cuando los críticos han coincidido en ver en él una suerte de segundo Truman Capote, homosexual reconocido para los que no sepan. c) La película y el libro no acaban igual. Saboreen ambos para descubrirlo…d) Moon river, la mítica canción que canta Audrey en el film, no aparece para nada en el libro.

Ahora, a lo que íbamos, que yo he venido a hablar de “mi libro”.

Desayuno en Tifffany’s reúne cuatro relatos de Truman Capote, el irrepetible escritor de Nueva Orleans, cuya vida (fue abandonado por su madre, una reina de la belleza sureña, y criado por sus tres tías solteronas) bien podría ser la trama de una de sus historias, donde sus héroes (o antihéroes, mejor dicho) son personas de origen incierto, tumultuosa infancia y dolorosa madurez, pero no por ello poco sagaces: todos ellos tienen las agallas suficientes para luchar contra su destino y encontrar su lugar en el mundo pese a que desde que tuvieran uso de razón las facilidades y el afecto fueran envidiables tesoros que se les resistían.

Desayuno en Tiffany’s, el primero de los relatos, presenta a uno de los personajes femeninos más carismáticos de la literatura americana de posguerra: la aparentemente amoral y alocada Holly Golightly, estrella de cine en ciernes de pasado tormentoso y vergonzante, que ahoga en el glamour más impostado sus debilidades. Holly es una suerte de Violeta Gautier con gafas de sol y moños altos, una muchacha de veinte años que cuando está deprimida se come el croissant frente a Tiffany’s, la tienda de joyas más exquisita del mundo. Ella es la “amiga de todos”, el objeto de deseo de los hombres ricos y fácilmente impresionables de Nueva York (incluidos mafiosos encarcelados, lo que será determinante para el desenlace del relato), que la rondan en las múltiples fiestas en las que se la ve, pese a su misteriosa ascendencia. Un vecino/amigo aspirante a escritor del bloque donde vive será el narrador de la vida de esta chica, a la que se puede llegar a aborrecer pese a que se conozca, finalmente, su triste historia.

Los otros tres relatos son Una casa de flores, donde se narra la historia de amor que viven una joven ex prostituta enamorada y su encantador marido, entorpecida por la molesta presencia de una vieja bruja (literalmente), la madre del muchacho, que le hará la vida imposible a la joven incluso una vez muerta. Una guitarra de diamantes, el tercero, logrará arrancar lágrimas al lector medianamente sensible contando la historia de amistad y fuga entre dos tipos encarcelados, uno de los cuales posee una guitarra cubierta, precisamente, de diamantes. Pero el relato que logró dejarme con un nudo en el estómago y los ojos anegados en lágrimas, y que me impulsó a leer toda la bibliografía de Capote (es el único escritor con el que lo he hecho, por ahora) fue el último, Un recuerdo navideño, donde los protagonistas son una pobre mujer madura con cierto retraso que se comporta como una niña fantasiosa y su “amiguito”, el chaval huérfano que ella y otros familiares se han encargado de criar. En una palabra: conmovedor. Y no hay que ser muy sagaz para deducir que Truman Capote habla, una vez más, de lo que él conoció de niño.

Capote es uno de los abanderados del llamado gótico sureño, género cultivado, asimismo, por otros escritores como Carson McCullers, Flannery O’Connor o el terrible Faulkner, todos ellos crecidos y amamantados en las peculiares tierras situadas en las inmediaciones del río Mississippi, donde la humedad, las costumbres atrabiliarias y una impagable mezcla de costumbrismos WASP, negro, criollo y afrancesado han hecho que surgiera esta apasionante corriente literaria, violenta, mítica, y sin precedente a la vista.

A lo largo de la vida de este blog trataré de hacer críticas de algunas de estas obras, aunque mi preferida sea la de Capote, cuyo final fue triste e indigno, quemando sus últimos días como una reinona de lengua mordaz que apuraba sus noches entre alcohol, drogas y amantes jóvenes al ritmo de la música dance del mítico Studio 54 neoyorquino.

Otras obras de Truman Capote en ULAD: Aquí

martes, 5 de julio de 2011

Libros para el verano: Crucero de verano, de Truman Capote


Idioma original: inglés
Título original: Summer Crossing
Fecha de publicación: 2005
Valoración: Se deja leer

Cuenta la leyenda que cuando el gran Truman Capote dejó su viejo apartamento de Brooklyn para buscarse una vivienda más acorde con su nuevo estatus de escritor alabado, se deshizo, dejándolo sobre unos cubos de basura cercanos a su portal, de un cajón lleno de cosas.

Es de suponer que ya no quería saber nada del bueno número de papeles, fotos y cuadernos que contenía este cajón, pero fíjate tú por dónde que su espabilado portero, tal vez aquejado de síndrome de Diógenes o tal vez porque sabía que aquel inquilino que estaba a punto de irse dejaba allí mucho talento desaprovechado, se quedó con el dichoso cajoncito. Y resulta que años después se supo que entre estos papeles rescatados estaba el manuscrito de Crucero de verano, una novela de la que Capote renegaba porque no le quedaba como él quería.

Pero como el zorruno portero no dijo ni pío hasta que Capote estuvo muerto, sin muchos problemas el manuscrito de su presunto libro inédito se lo quedó la fundación que gestiona los derechos de autor del carismático escritor, y en 2005 el mundo de la literatura se quedó de piedra al ver que salía al mercado, bien presentado y apañado y con prólogo del abogado de Capote, el librito que hoy reseñamos.

Como adoro a Capote hasta el punto de que he devorado con placer toda su obra, leí el libro en cuanto se publicó en España, y bueno, si tengo que ser sincera, me cuesta creer que sea suyo.

No es por ser malpensada, y dejando de lado la historia de cómo se encontró y se gestó este libro (que es muy pero que muy peliculera), basta con leerlo para considerar que quizás no sea de Truman Capote. Vale, sí, puede que lo escribiera muy joven, con apenas veinte años, pero me parece tan ligero, tontuno y poco atado, que no puedo evitar pensar como pienso.

La novela, eso sí, es óptima para los meses estivales. Cuenta la historia de una jovencita pija de la Quinta Avenida, Grady McNeil, que rechaza ir con sus papis a un lujoso crucero por costas europeas para quedarse en su glorioso apartamento con vistas a Central Park. ¿Su objetivo? Pasar un verano de amor con un tosco ex veterano de guerra que vive en Brooklyn, y de modales y orígenes inversamente proporcionales a los suyos. Pero en Nueva York hace mucho calor en verano, las diferencias afloran con mayor facilidad en entornos tórridos, y los planes de la ingenua de Grady (dicen que puede ser una suerte de prima lejana de la Holly Golightly que desayuna en Tiffany's: me niego) no serán tan románticos y apacibles como ella creía...

El libro es corto, se lee rápido y bien, pero no sé... Esos personajes tan sosos y arquetípicos, esa trama ligera con final pretendidamente dramático, ese lenguaje sencillo sin apenas posos de ironía o amargura..., ¿de verdad que escribiste esto, Truman?

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viernes, 28 de octubre de 2011

Truman Capote: El arpa de hierba

Título original: The grass harp
Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 1951
Valoración: Muy recomendable

Una vez más, me pongo con mi querido Truman Capote. Esta vez, para hablar de una de sus historias más entrañables (no es que me guste mucho la palabrita, pero es que ahora no se me ocurre ninguna mejor para transmitir lo que quiero transmitir): El arpa de hierba.

Los que conozcan la vida de Truman Capote y los lectores fieles de ULAD (esta es la cuarta vez que reseño una de sus obras) sabrán qué clase de hombre fue el autor de la archifamosa Desayuno en Tiffany's y qué vida más peculiar tuvo este ilustre sureño, que antes de arrivar a la siempre tentadora ciudad de Nueva York para convertirse en un admirado periodista y escritor, pasó buena parte de su infancia y adolescencia en la casa de campo que compartían dos tías suyas, solteras y de cierta edad. Y es el recuerdo de esta época de su vida lo que le sirvió a Capote para tejer la novela de la que hoy hablamos, con un título tan hermoso y evocador como su contenido: El arpa de hierba.

Narrada en primera persona por un huérfano de dieciséis primaveras llamado Colin Fenwick, El arpa de hierba nos ofrece una entretenida, tierna y moderadamente melancólica historia situada en el siempre apasionane Sur de los Estados Unidos. El joven Fenwick vive en una hermosa casa de campo junto con sus dos tías solteras, Verena, fría, estricta y la mujer más rica del pueblo, y Dolly, hermana de Verena y justo lo contrario que ella: la bondad y la dulzura personificadas.

También vive en esa casa una criada negra de nombre Catherine, la más sensata de todos.

La trama central surge y se desarrolla a raíz de una peculiar pócima gitana, creación de Dolly, con la que la mujer pretende curar la hipocresía. Y ni corta ni perezosa, Verena querrá adueñarse del invento de su hermana ayudada por un presunto doctorzuelo que acabará traicionándola y robándola. Una ruda discusión entre las hermanas hará que Dolly, Catherine y el joven Colin acaben tomando una estrafalaria decisión: irse a vivir en una casa construída en un árbol, lo que dará lugar a toda clase de rocambolescas escenas, ya que Verena pondrá el grito en el cielo y por las cercanías del dichoso árbol comenzarán a circular una serie de peculiares personajes, desde el sheriff del lugar hasta el juez Cool, enamorado hasta las trancas de Dolly.

Y como no puede ser de otra manera, Truman Capote nos hará sonreír y retorcernos de tenue tristeza a la vez cuando leamos la última página de esta hermosa novela. Nadie como él para hacernos sentir melancolía por un paisaje, unos personajes y una etapa vital que ni presenciamos ni vivimos.
Preciosa. Muy recomendable.


PD: hay una película sobre la novela. Data de 1995 y está protagonizada por el hoy olvidado Edward Furlong, el niño de American History X.

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sábado, 23 de marzo de 2013

Zoom: Truman Capote: Un día de trabajo

Idioma original: inglés
Título original: A day's work
Año de publicación: 1980
Traducción: Benito Gómez Ibáñez
Valoración: imprescindible

No acababa de comprender esto de los Zoom en UnLibroAlDía: una parte concreta de un libro que opinamos merece ser destacada. Menudo problema: puestos a elegir, me quedaría todo Música para camaleones de cabo a rabo. Con ese Ataúdes tallados a mano, relato largo en medio de relatos cortos y artículos que es, por sí solo, superior a la obra de millones de escritores. Pero opto por Un día de trabajo,  uno de los relatos cortos de la primera parte del libro; y no estoy solo en la elección, por lo que parece. En la Red hay montones de estudios sobre este relato, sobre su significado, sobre su importancia. 
Esta modesta reseña será una más, temo que no vaya a destacar, pero UnLibroAlDía no puede ignorar por más tiempo esta colosal obra maestra.
En este relato Truman Capote acompaña a Mary Sánchez, mujer de origen portorriqueño que recorre cada día apartamentos de NY que se dedica a limpiar. Capote le pide acompañarla y ella acepta aludiendo a la soledad que a menudo siente cuando trabaja. 
Los apartamentos, el estado en que los encuentran y en que quedan tras el trabajo de Mary, la relación casi epistolar con los residentes en ellos, cada uno de ellos es una pequeña historia donde la limpiadora demuestra conocer bien a sus clientes. Habla a Capote sobre su vida y su familia, saca una pitillera con cigarrillos de hierba que usa para hacer llevadera la jornada. 
La historia, casual, casi surgida de la nada, contiene innumerables matices: desde el tema del racismo (Mary es de raza negra) hasta un pequeño atisbo de lucha de clases; la presencia amistosa de Capote, compartiendo confidencias, luego cigarrillos, luego helados, hasta un baile. El detalle surrealista de la inclusión en los diálogos de un loro propiedad de uno de los clientes de Mary. Fascinante como Capote edifica sobre una premisa a priori tan humilde. Más: la fe cristiana, el recuerdo de los muertos, el fogonazo esquivo del sueño americano (uno de los hijos de Mary triunfa como dentista mientras otro está encarcelado). Apenas 20 páginas donde aún caben descripciones de los apartamentos, paseos bajo la lluvia, y entradas en la iglesia al final de la jornada. Apenas 20 páginas, que esto es un zoom, rodeadas de otras 200 plagadas de maravillas.

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martes, 4 de mayo de 2010

Zoom: Miriam, de Truman Capote

Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 1945
Valoración: Muy recomendable

Buenos días, niños y niñas, y bienvenidos al espacio del tío Ian, un lugar donde las batallitas del autor son abundantes y sus ideas, muchas veces, irritantes.

Vuestro querido tío ha escogido en esta ocasión un bonito relato de uno de sus escritores preferidos, Mr Capote. El cuento que hoy nos ocupa fue bautizado con un nombre propio femenino y bíblico: Miriam (no sé por qué, pero nunca puedo resistirme a leer libros y relatos titulados únicamente con un nombre propio femenino; que sean bíblicos me importa cien patadas...).

Pero antes de contaros de qué va Miriam, os relataré una anécdota: hará como ocho primaveras, servidor ejerció el noble arte del jurado en cierto concurso de cuentos donde el ganador de la plata por práctica unanimidad fue una obra titulada con un nombre de mujer que no citaré por respeto al autor (aunque no sé si el tipo se merece tanto respeto...).
En aquel entonces, vuestro ingenuo y confiado tío Ian aún no había leído Miriam, pero cuando poco después lo hizo, descubrió horrorizado que había sido corresponsable a la hora de premiar a un seguidor de las viles artes de Ana Rosa Quintana: es decir, que el segundo premio de aquel año se "inspiró" demasiado en Miriam.
No daré detalles para justificar mi denuncia, me iría por las ramas: creedme, niños y niñas, que se trató de un escandaloso plagio que es posible que sólo yo advirtiera.

Y ahora, tras estos preliminares absurdos e innecesarios, bienvenidos, ta-ta-ta-chán, a ...¡Miriam!:

http://www.editorialbitacora.com/bitacora/miriam/miriam.htm

(gracias, gracias, a editorialbitacora.com)

¿Lo habéis leído, pequeños? ¿Qué os ha parecido? ¿Os ha dado Miriam pena, miedo, asco, rabia?

¿Habéis llegado a la conclusión de que Truman Capote, que escribió este relato con diecinueve añitos y ganó un importante premio con él, quería decir más de lo que realmente dice?

Os daré mi interpretación: Miriam, niña rarita en todos lo sentidos (pelo blanco, ropa pasada de rosca y extraños modales más propios de un frío psicópata que de una infante inocente), es lo mismo que la pequeña vampira Claudia (increíblemente bien interpretada en la pantalla por Kirsten Dunst, tenía que decirlo) del libro Entrevista con el vampiro, de Anne Rice. Es decir, Miriam es una cría de naturaleza diabólica que aprovecha su presunto desamparo para vampirizar, en este caso, a una solterona solitaria y feliz que, además, se llama como ella, signo claro, en mi opinión, de que la monstruosa engendrilla actúa, desde el primer momento, como una tenia deseosa de arrebatar a su víctima hasta el nombre.

¿Y que qué tal está escrito? Pues impecablemente, diría yo. Cómo admiro a Truman Capote, Dios mío, por decir con tan pocas y precisas palabras tanto: por contar historias tan efectivas y redondas como un reloj suizo sin aspavientos verbales ni palabros petulantes. Mi gótico sureño preferido es uno de los mejores contadores de historias que he tenido el placer de leer porque atrapa desde la primera línea pero no se limita a ofrecer un argumento apetitoso: logra que su austeridad literaria despierte en el lector sensaciones vívidas y reales como si estuviera contemplando un pequeño mundo ajeno a través de la mirilla de una vieja puerta encantada.

Bueno, queridos niños y niñas, lamento comunicaros que por hoy termina el tiempo de vuestro querido tío Ian, ese que tanto os quiere y que trata de mostraros lo mejorcito en cada uno de sus encuentros.

Sed felices y no tengáis pesadillas.

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sábado, 25 de febrero de 2012

Truman Capote: Otras voces, otros ámbitos

Título original: Other voices, other rooms
Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 1948
Valoración: Recomendable

"No conocía a nadie que escribiese y a poca gente que leyese. Pero el caso era que sólo me interesaban cuatro cosas: leer libros, ir al cine, bailar claqué y hacer dibujos. Entonces, un día, comencé a escribir sin saber que me había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo", Truman Capote dixit. Porque sí, señores y señoras lectores y lectoras de ULAD. Hoy, de nuevo, un show de Truman... En este caso, su primera obra, publicada cuando el autor contaba con apenas veintitrés años. Y si es cierto lo que dice la frase que encabeza este post (y estoy convencido de que lo es), tiene bastante mérito que un muchacho sureño abandonado por sus padres y criado por parientes vetustos, superdotado autodidacta y espabilado a base de los palos que le dio la vida, escribiera esta digna primera novela publicada.

¿Argumento? Pues se trata de una historia iniciática. La protagoniza Joel Knox, un joven pueblerino del Sur de los Estados Unidos que abandona su hogar en busca de su esquivo y bohemio padre, que le dejó. Por el camino conocerá a todo tipo de personajes que prefiero no describir para que sea el lector el que alucine en colores con la benigna hasta agotar Amy, el brujeril negro Jesús Fever, o las irrepetibles gemelas Florabel e Idabel, monstruos ejemplares de esta historia tierna y nostálgica en la que a veces lo onírico se entremezcla con lo real.

El joven Capote utilizó su propia (y ya de por sí gótico-sureña) biografía para tejer las páginas de esta novela que se lee en un suspiro y que le deja a uno muy buen sabor de boca si ya conoce el estilo y el mundo del autor. Sí, ya sé que puede parecer extraño lo que afirmo, pero en mi humilde opinión Otras voces, otros ámbitos es una de las piezas más flojas de Capote, al que considero mucho mejor cuentista que novelista por mucho que revolucionara a medio mundo con ese reportaje novelado que fue A sangre fría.

De todos modos, háganme caso y, si pueden, lean este librito. Es agradable, es curioso, es gótico-sureño (cómo me gustan este par de palabrejas escritas juntitas) , posee una galería de personajes excéntricos como pocos y, en fin, lo escribió el padre de Holly Golightly antes de que la Gran Manzana lo pervirtiera del todo al ritmo que marcaba la marchosa Studio 54.

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jueves, 2 de agosto de 2012

Colaboración: A sangre fría de Truman Capote

Idioma original: inglés
Título original: In cold blood  
Año de publicación: 1965
Valoración: imprescindible

Pocos escritores pueden alardear de haber escrito un libro que definió un género. Novela de no ficción: consistente en adaptar hechos reales a ciertos requisitos en aras de obtener un mejor efecto dramático. Licencias creativas con tal de construir una novela alrededor de hechos reales. Pero eso no debe hacer que este libro nos suene a esas infumables series de Telecinco. Seguramente esa influencia llegue hasta ahí, pero este libro no sería tan importante si Capote no lo hubiese escrito tan magníficamente. Si no hubiera obtenido de esa serie de hechos reales una historia tan exuberante en su desarrollo. Cómo acaban coincidiendo esos dos polos tan opuestos: la familia conservadora tradicional del campo, la que progresa a base de esfuerzo, que esconde, a pesar de tanta blancura, sus miserias; y los criminales desarraigados, oportunistas, aparentemente sin escrúpulos, pero que arrastran pasados tan plagados de desgracias como exentos de oportunidades. Todo se precipita hacia ese momento en una noche del mes de noviembre de 1959. Un hecho tan dramático como prácticamente casual, no en su desarrollo sino en todos los pasos que precipitan hacia él. Conversaciones carcelarias producto del aburrimiento y de la desesperación ante el futuro.

Es una novela y Capote la escribe con una muy notable objetividad, en sus hechos y en su desarrollo. Puede que no fueran exactos los pensamientos y las sensaciones de sus personajes, sino meras interpolaciones en función de acciones y de circunstancias futuras. Adolescentes que sueñan y hombres de media edad que pasan hambre. Pero Capote hace que todo parezca espeluznantemente fiel a la realidad. La crueldad, la indiferencia ante las consecuencias de los actos. Nadie se da cuenta, salvo por el dinámico y rico estilo, de que hay un narrador que relata; que pone en duda el sistema de vida de las clases conservadoras del cinturón de la Biblia. Que critica veladamente la influencia de la religión en las relaciones sociales. Que pone en tela de juicio la capacidad de rehabilitación del sistema penitenciario y, en último extremo, el sentido de la pena capital. Éste es el párrafo de donde procede el título del libro:

-Muchos hombres han tenido historias tan tristes como la de ese pequeño bastardo. Yo incluido. Puede que beba demasiado. Pero puedes estar seguro de que en mi vida he matado a cuatro personas a sangre fría. -Sí, ¿y qué me dices de colgar a ese bastardo? También eso es a sangre fría, maldita sea… 

Tampoco podemos considerarlo un alegato en toda regla. Es sólo una reflexión en boca de uno de los personajes. Es una opinión que se expone y que cala en quien lee. Sí. Capote era un escritor de pronunciada fama, ya, cuando escribía este libro. Rodeado de gente rica y guapa y famosa. Podría haber optado por algo frívolo y superficial, y eligió escribir esta maravilla.

Firmado: Francesc Bon

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jueves, 16 de mayo de 2019

Truman Capote: Música para camaleones

Idioma original: inglés
Título original: Music for Chameleons
Año de publicación: 1980
Traducción: Benito Gómez Ibáñez
Valoración: muy recomendable

Hace ya seis años que publiqué un Zoom sobre uno de los relatos de este libro. Releer esa entrada, más que nada por evitar mi tendencia a repetirme en ciertos conceptos, me ha recordado (aparte de la terrible y clásica sensación de que la vida va a toda leche) esa sensación de confortable familiaridad que aportan ciertos clásicos. Aclarando que soy alérgico a la carga nostálgica, me resulta chocante verificar el contraste entre mi última lectura y aportación a este blog (un DeLillo espeso como una columna de hormigón) y estos refrescantes relatos, ligeros en su lectura y en una primera apreciación. Pero igualmente, y por filtración, descriptivos de una sociedad, de una realidad, de esos crueles muros que (al margen de los que quiera elevar Trump) son las clases sociales, las minorías marginales, las preconcepciones. Capote, desaparecido hace décadas y quizás relegado demasiado a menudo por la omnipresencia de sus dos obras más populares, A sangre fría y Desayuno en Tiffanys, parece constituirse como una especie de referencia, no siempre en primera plana, de tantos narradores modernos de generaciones posteriores, y creo que revisar su obra y restablecerla al lugar que se merece es una labor necesaria.
A la par que placentera.
Música para camaleones fue publicado en 1980, cuando Capote ya era una celebridad en la cultura americana y no deja de desprender un cierto aire a menú degustación. La estructura del libro así lo delata: un primer tercio dedicado a relatos situacionales, con ciertos aromas a Carver o incluso un aire naturalista muy lejanamente emparentado con el gótico sureño más asequible. Después, un relato, Ataúdes tallados a mano, acapara la parte central del libro. Ochenta páginas brillantes en su concepción pero algo irregulares en su desarrollo, apelando al Capote más periodístico pero con un aire policíaco algo confuso que a veces podría referir incluso a Agatha Christie. Y en su parte final, indudablemente la parte más brillante, recuperamos al escritor en su salsa, más reflexivo, más tendente a esa atractiva mezcla entre lo trascendente y lo frívolo, capaz de penetrar en la mente de uno de los componentes del clan Manson en el corredor de la muerte y, unos relatos más allá, mantener un diálogo ligero y casi inconexo, entre visitas al baño e ingestión de sustancias, con Marilyn Monroe, el icono americano por antonomasia, de la cual Capote, en su condición de incontestable celebridad, era amigo de aquellos con los que quedas y te tomas un café con leche que dura tres horas. En esa tercera parte Capote se abre de esa manera permeable y subliminal en que se abren los escritores confiados y confidentes. Y suelta esas cuatro frases que Beatriz Garza suele tuitear y se muestra - moriría solo cuatro años más tarde - desinhibido, cercano, como si su prosa fuera a la vez pregunta y respuesta. Capote escritor que ha entrado en cárceles y se ha quedado a solas con asesinos crueles y despiadados parece tener miedo a lo que ve frente a sí en el espejo. Atrás hemos dejado visitas a ancianas, amigos con tendencias malsanas, personajes casi casuales como los propietarios de las casas que limpia la protagonista de Un día de trabajo. 
Quizás no un libro redondo, pero indudablemente contenedor de muchas partes que sí lo son de forma contundente.
Y tenía razón en esa cuarta frase escueta.
"Soy un genio"

jueves, 26 de enero de 2023

Colaboración: Horas cruentas, de Casey Cep

Idioma original: inglés
Título original: Furious Hours: Murder, Fraud and the Last Trial of Harper Lee
Traducción: María Alonso Seisdedos
Valoración: imprescindible


Título y subtítulo de esta crónica adelantan por qué Harper Lee no emprendió la redacción de una No Ficción. Y la elaboración que no hizo o le costó demasiado a ella la hace Casey Cep con una amplia pintura de la Alabama que cobijó al reverendo Maxwell, a sus probables víctimas y a su asesino. Y, por supuesto, como aporte que se agradece, la historia de los seguros en los Estados Unidos, el país de los sueños y de la materialización de los mismos.

Paradoja: quien investiga y escribe una crónica sobre por qué Harper Lee no siguió una carrera literaria después de “Matar a un ruiseñor” cuenta los crímenes que desembocaron en el asesinato del reverendo Maxwell. El juicio a su asesino convocó a H. L. a hundirse hasta las rodillas en el fango de los mecanismos judiciales en la Alabama de finales de los años setenta. Cientos de folios reunidos en una investigación son apenas la promesa de una historia por escribirse.

Franqueza de por medio, no sé de qué va “Matar a un ruiseñor”, de Harper Lee, porque no la he leído. Alguna vez he visto la película, claro, pero ya está olvidada. Toca decir que, así como hay escritores de un solo libro también hay lectores que dejan de leer o que han elegido leer solo textos afines. Enrique Vila-Matas se explaya sobre el “síndrome de Bartleby” en un librito que es y no es puramente ficcioso. Los años “improductivos” de Harper Lee tienen en esta crónica de Casey Cep una aproximación a sus entresijos, casi una explicación ingenua y pudibunda de lo que no fue a continuación de “Matar a un ruiseñor” una carrera fértil o, siquiera, una vida discreta pero constante.

Otro punto que aborda la crónica de C. C. es la amistad de Harper Lee con Truman Capote y la tarea que emprendieron ambos de documentar el crimen múltiple antes de que Capote se pusiera a redactar la “novela sin ficción” “A sangre fría”. 

Una parcela de la vida de ambos había sido desconocida hasta ahora. Compartieron infancias en la misma ciudad. Jugaron, mataperrearon; se inventaron historias y casi fueron inseparables. 

Pero después de publicarse “A sangre fría”, Capote no volvió, en bastantes de los años que siguieron, a dirigirle la palabra a Lee. A pesar de la tan vendida, y comprada idea, de la “novela sin ficción”; de la defensa que hizo Capote de la veracidad de todas las líneas de su crónica, al parecer, aquello nunca dejó de estar trufado de párrafos enteramente ficciosos, de frases paridas por la creatividad de Capote antes que propiciadas por la documentación reunida tanto por él como por Harper Lee. La arbitraria decisión del cronista de mantener una enorme distancia entre él y su amiga de la infancia quizá se debía a que aquella conocía cuánto del texto final tenía de verdad como de fantasía.

Por último y, tal vez, lo principal, queda la idea de que “Matar a un ruiseñor” no fue tanto la obra de Harper Lee como la de sus editores. Bueno, sobre el punto, también vale el asunto de los cuentos de Raymond Carver y de su editor.

La historia de fondo, el probable asesino, los asesinatos, los cobros de los seguros de vida y el asesinato de ese probable asesino, constituyen eso, el fondo.

Firmado: Ronald Pérez


martes, 21 de junio de 2011

Djuna Barnes: El bosque de la noche


Idioma original: inglés
Título original: Nightwood
Fecha de publicación: 1936
Valoración: Está bien

El bosque de la noche es una de esas novelas no demasiado largas que si se leen en una edición de bolsillo pueden parecer algo mucho más denso y plomizo de lo que en verdad son. Lo digo porque a mí me ha ocurrido... En cuanto he leído unas pocas páginas de esta obra, me he apresurado en juzgarla un tanto recargada y me he tenido que forzar a seguir leyendo para comprobar si me parecía o no tan fascinante e hipnótica como muchos opinan que es. Pero aunque después de leer su última página la sensación global no ha sido precisamente negativa, tampoco puedo declararme una gran admiradora de El bosque de la noche.

La autora de esta novela que se publicó el año en el que comenzó la guerra civil española no es otra que la norteamericana Djuna Barnes, uno de esos escritores de vida turbia, borrascosa, apasionante y terrible que hacen las delicias de los biógrafos literarios amantes de los perfiles más malditos.

He llegado a la Barnes gracias a Truman Capote, que se declaraba un gran admirador suyo en uno de sus libros, Música para camaleones creo recordar. El padre de Holly Golightly no se quedaba corto a la hora de mostrar su devoción por la peculiar escritora, íntima de la ricachona Peggy Guggenheim (que ejerció para ella de mecenas), bisexual con una trayectoria sentimental tormentosa como pocas, adicta irremediable al alcohol, y protagonista de algún que otro intento de suicidio. Y como me encanta Capote, he intentado que me encantara Djuna Barnes...

El bosque de la noche se sitúa en el París de 1927 y cuenta la historia de una joven norteamericana llamada Robin Vote obsesionada como tantos otros héroes literarios con encontrar ese vellocino dorado que es la Felicidad. Para lograrlo, se casará con Felix Volkbein, un falso y pretencioso varón judío con el que tendrá un hijo, pero pronto la mujer se sentirá insatisfecha con esa clase de vida, y seguirá buscando su dicha dejándose invadir por una ola de deseos y seducciones capitaneada por dos mujeres muy diferentes, la leal Nora Flood y la impulsiva Jenny Petherbridge. De todos modos, el personaje más carismático de la función será el lúcido doctor Matthew O'Connor, testigo de todo este entramado apasionado y amargo a partes iguales.

Se dice que Djuna Barnes tejió a Robin pensando en su tumultuosa amante Thelma Wood, que el doctor O'Connor era una réplica de su amigo Dan Mahoney y que ella misma fluía por las venas literarias de Nora Flood. Pero hay que saber un poco de la vida de esta mujer para apreciar estos "homenajes"...

Concluiré diciendo que El bosque de la noche es una historia corta y concentrada que si bien no me ha deslumbrado no puedo negar que no posea su magia, una extraña magia.

He leído por ahí que la escritora Emily Coleman dijo de Djuna Barnes que su mayor cualidad era que daba belleza al horror. Puede ser...

Ah, y no me resisto a poner aquí una frasecita que me ha encantado: "Hay que estar un poco apartado de la vida para conocer la vida, la vida oscura, vislumbrada confusamente".

También de Djuna Barnes en ULAD: El bosque de la noche (Contrarreseña)

jueves, 6 de febrero de 2020

Escritores de película (resopón de la Semana del Cine)

Cine y literatura siempre han tenido una relación estrechísima, no sólo porque muchos autores se han dedicado también a escribir guiones (y guionistas, libros) o porque muchísimas películas, antes del aluvión actual de adaptaciones de videojuegos o series de televisión, están basadas en novelas o relatos; también porque la figura del escritor o escritora ha sido siempre muy atractiva para la cinematografía, puede que incluso más que la de los propios cineastas, y desde luego , mucho más que profesiones como fontanero, tallador de fruta o quiromántico (aunque mucho menos que soldados, policías, gángsters, bibliotecarias de Texas o cualquiera que vaya por la vida con un arma en la mano).

Revirando, pues, el sabio aserto que aconseja no leer libro protagonizados por escritores -misión imposible- ni ver películas sobre cineastas, hago notar que existen un montón de films que tienen a escritores de protagonistas, ya sean como personajes reales o de ficción (mejor dicho: más o menos de ficción). la variante más obvia de este tipo de películas son las llamadas "biopics", es decir, películas biográficas que retratan toda o una parte sustancial de la vida de algún personaje conocido; aunque, ciertamente, en ocasiones resulta difícil saber de antemano quién es la figura biografiada: Capote, Wilde, Tolkien, Dovlatov, Yesenin, Mary Shelley, La joven Jane Austen, Las hermanas Brontë, Mishima, una vida en cuatro capítulos... Se lo han currado a tope, ¿eh? Incluso Miss Potter, encarnada por la simpática Renée Zellweger, resulta fácil de identificar para el público anglófono como la madre de Harry... perdón, de Peter Rabbit. Hay que fijarse un poco más, eso sí, cuando el título de la película es tan sólo un nombre de pila: Iris (Murdoch), Enid (Blyton), Colette... bueno, éste no tanto. Resulta más sugerente -aunque el contenido no tiene por qué ser más interesante- cuando el título es menos obvio: Antes que anochezca, sobre Reinaldo Arenas haciendo de Javier Bardem, Tierras de penumbra, sobre C. S. Lewis o la inefable Ábrete de orejas, acerca del malogrado dramaturgo Joe Orton. Rebelde en el centeno, ni os digo sobre quién trata...

Otras películas también se encuadran dentro del biopic, pero circunscribiéndose a un periodo concreto de la vida de los biografiados (a menudo la época en la que estaban escribiendo una determinada obra):

-Shakespeare in love: El joven William se enamora, escribe Romeo y Julieta, afronta con gallardía contratiempos y peligros -como una reina Isabel que bien podría ganar el certamen de drags de Tenerife- para al final encontrarse con que su amada se ha ido con el multimillonario Richard Stark, que además es un superhéroe y mola mil.

-Historia de un crimen: James Bond cae en una trampa de Spectra y es encerrado en una cárcel de Kansas, adonde el MI6 envía a sus agentes Ruiseñor y Gorrión -a.k.a. Harper Lee y Truman Capote- para liberarlo. No lo consiguen y Bond es ejecutado, con lo que ahora se encuentran en el brete de tener que elegir a un nuevo 007.

-The End of the Tour: Precuela de Bienvenidos a Zombieland en la que David Foster Wallace con  sempiterna bandana en la cabeza y un (aún más) imberbe Columbus tratan de sobrevivir juntos al estallido del apocalipsis zombie. Sólo uno lo consigue.

-Remando al viento: Cómo hubiera sido Cuatro bodas y un funeral a principios del siglo XIX en una villa a orillas de un lago suizo, cuando la gente se aburre porque se acaba el bebercio y no disponen aún de Netflix.

-Las horas: Virginia Woolf mete mano en la caja de la editorial Hogarth Press para amueblar a su gusto su habitación, pero cuando le miente al respecto a su socio y marido, le crece la nariz de forma insospechada.



Bueno, vale, lo dejo ya; no hace falta que sigáis enviando más anónimos amenanzantes... Tan sólo dejadme mencionar La importancia de llamarse Oscar Wilde, sobre los últimos días de este escritor; Gringo viejo, sobre la desaparición en México de Ambrose Bierce; Descubriendo Nunca Jamás , con Johnny Depp (con un peinado normal, aunque ya había difrutado lo suyo como Hunter S. Thompson en Miedo y asco en las Vegas) haciendo de J. M. Barrie, el autor de Peter Pan o Carrington, acerca del enamoramiento (fallido) de esta artista hacia el escritor Lytton Strachey. Si se me permite, mi película favorita de esta categoría es una acerca de un escritor mucho menos conocido: La gran estafa (The Hoax), sobre el intento de vender unas falsas memorias de Howard Hugues que hizo Clifford Irving.

Por último, una modalidad igualmente interesante (o más) es la de la ficción con escritores inventados y aasumiendo todo tipo de roles: desde villanos de diferente pelaje -El resplandor, La mitad oscura, Balas sobre Broadway, Insomnio- a víctimas en mayor o menor grado -Misery, Barton Fink, Basada en hechos reales...- pasando por, como no podía ser de otra manera, el papel de testigo de los hechos o de su realidad circundante: La gran belleza, Medianoche en el jardín del bien y del mal... o incluso una mezcla de todo lo anterior, como ocurre en esa película , basada en una novela de Robert Harris y protagonizada por la curiosa figura del escritor "negro o "fantasma": El escritor. Tenemos también al escritor "señor Miyagi" en Descubriendo a Forrester, al aquejado de una curiosa forma de bloqueo consistente en no poder dejar de escribir de Jóvenes prodigiosos y, por fin, al escritor que ha llegado al que se supone es el culmen de su profesión, como Paul Newman en la deliciosa El premio (quizás mi película favorita sobre escritores, NEVER EVER).


Porque curiosamente (y tranquis, que ya acabo) es en el género de comedia donde encontramos gran catidad de películas con escritor incorporado: autores de best-sellers en La selva esmeralda, Mi testigo preferido o Mejor imposible -recordemos al impagable personaje interpretado por Jack Nicholson-; patosos remedadores de Extraños en un tren: Tira a mamá del tren, con Danny de Vito y un Billy Cristal como escritor aquejado, también él , de bloqueo (esta circunstancia aparece mucho en el cine) o enredados en curiosas tramas metaliterarias: Desmontando a Harry o Más extraño que la ficción (en este caso y aunque el escritor sea un guionista, no puedo dejar de mencionar  Adaptation (El ladrón de orquídeas), de Spike Jonze, con un Nicholas Cage que por fin sacó partido a su cara de acelga). Y no puedo dejar de mencionar aquí al auténtico Rey de la Comedia, al escritor/actor que más risas nos ha heho pasar en el cine y que seguro que aún nos deparará monmentos deliciosos: Michel Houellebecq, estrella absoluta -con permiso de Depardieu- de El secuestro de Michel Houellebecq y Thalasso.


Amigos para siempre, lailo-lailo-lailo-lá...


Nota: los títulos de las películas son los que han tenido en su estreno en España, por lo que pueden diferir con respecto a los de otros países y, desde luego, respecto a los originales... Así, por ejemplo, Historia de un crimen es, en realidad, Infamous, y The Happy Prince se tradujo como La importancia de llamarse Oscar Wilde, para sonrojo de todos o al menos del que suscribe.

sábado, 26 de junio de 2010

Javier Cercas: Anatomía de un instante

Idioma original: español
Año de publicación: 2009
Valoración: Muy recomendable

Desde que publicó Soldados de Salamina (una novela notable, como ya dejamos dicho aquí, más o menos...), todo lo que hace o dice Cercas es noticia. Sus novelas, sus relatos, pero también sus declaraciones, en ocasiones polémicas, sobre la Guerra Civil, la Transición o la Ley de Memoria Histórica. Precisamente sobre el tema de la memoria trataba, en cierto modo, Soldados de Salamina, y también un ejercicio de memoria crítica es Anatomía de un instante, en el que aplica el bisturí al golpe de estado del 23-F, y a sus principales protagonistas, ofreciendo una visión muy alejada de la glorificación habitual (triunfo de la democracia, éxito de la transición, hazaña del Rey).

El libro nace de un instante congelado en el tiempo: ése en el que, tras los gritos de Tejero y los disparos en el Hemiciclo, Adolfo Suárez, aparentemente impasible, vuelve a sentarse en su escaño (mientras los demás diputados se protegían rápidamente bajo los suyos). Tomando ese instante como punto de partida y como centro, Cercas se propone revisar quiénes fuerons los principales protagonistas del golpe (Suárez, Carrillo y el general Gutiérrez-Mellado, por un lado; Tejero, Armada y Milans del Bosch, por otro), y cómo llegaron todos ellos a la situación a la que llegaron el 23-F.

Dicen que los libreros han tenido serios problemas para situar Anatomía de un instante en sus estanterías. Por su tema, debería encontrarse en la sección de historia, junto a los demás libros que analizan el antes, el durante y el después del golpe de estado; pero porque su autor es un novelista (no un historiador) y porque sus métodos tienen tanto de fantasía como de documentación, algunos se han visto tentados a considerarlo meramente como literatura. En realidad, ni una cosa, ni otra; o las dos cosas a la vez. Ya en el prólogo el propio Cercas juega con la idea de la ficcionalidad del 23-F (que él achaca a su exhibición televisiva, aunque igual de ficticio habría sido, probablemente, una vez narrativizado en novelas y libros de historia); y en efecto, en el discurrir de la obra Cercas se permite (porque puede) ir mucho más allá de lo que lo haría un historiador, planteando posibles alternativas en el discurrir del golpe, o metiéndose en la mente de los protagonistas para describirnos sus pensamientos, sus intenciones o sus motivaciones. Tengo la suposición de que con este libro, Cercas ha intentado hacer con el 23-F lo que Truman Capote hizo con un crimen real en A sangre fría: una "novela no-ficcional".

Porque como reconstrucción histórico-literaria del 23-F, Anatomía de un instante es prácticamente insuperable (lo que no quiere decir, por supuesto, que no se hayan escrito ni se puedan escribir análisis más sólidos, mejor documentados, menos personalistas). Sólo cabe ponerle algunos pocos peros: por ejemplo, es para mi gusto excesivamente repetitiva, algo normal, teniendo en cuenta que traza círculos concéntricos en torno al 23-F, pero que no explica por ejemplo por qué se vuelve una y otra vez a la posible participación del CESID en el golpe, o por qué se dedican tantísimas páginas a presentar la soledad de Suárez, y tan pocas, tan poquísimas, a otros aspectos esenciales de aquel día. Además, Cercas disfruta demasiado con los paralelismos y las simetrías, algo que, aunque sin duda embellece la obra como objeto literario, siembra ciertas dudas sobre su veracidad como documento histórico.

Lo mejor, en cambio, es el estilo de Cercas, ese estilo dubitativo y autoconsciente, que parece corregirse a sí mismo mientras se escribe, mostrándonos la trama de la escritura (o del pensamiento) en tiempo real -algo que, qué duda cabe, es otra nueva ficción-. Gracias a este estilo tentativo, recursivo y autocrítico, Cercas es capaz de reconstruir la personalidad de seis antihéroes (porque "nadie fue un héroe el 23-F", nos dice) hasta elevarlos -o denigrarlos- hasta la categoría de personajes.

Otras obras de Javier Cercas en ULAD: Aquí

domingo, 28 de octubre de 2012

Zoom: Un brindis por Ava Gardner, de Robert Graves

Título original: A toast to Ava Gardner
Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 1958
Valoración: Recomendable

Hacía mucho que no escribía un "Zoom", es decir, una reseña sobre alguna pieza corta en vez de un señor libro o ensayo, pero el de hoy creo que merece la pena.

Un brindis por Ava Gardner forma parte del libro de relatos del británico Robert Graves (el célebre autor de Yo, Claudio), y que estoy alternando con novelas densas que requieren más concentración que otro tipo de lecturas (tengo a punto de caramelo la segunda parte de la Divina Comedia, hum, hum...).

El relato me ha gustado especialmente porque además de atesorar una indudable calidad literaria, narra un hecho real en el que dos de los protagonistas, el propio escritor y la actriz estadounidense Ava Gardner, son o fueron, más bien, celebridades en sus respectivos ámbitos que se hicieron (de forma improbable) amigas.

A Robert Graves, más allá de su obvia belleza y su sensualidad, le atraian de la Gardner su gran inteligencia (que no tenía por qué exhibir en su trabajo), su espíritu rebelde y algo salvaje, y su oculto lado sensible.

El relato narra una historia que sucedió durante la breve temporada que la actriz pasó con Graves y su esposa en la isla de Mallorca, pero aparte de los consabidos apuntes de gente pesada pidiéndole a la mujer todo el rato autógrafos y algunas menciones a escapadas más o menos osadas de la actriz y a su vida privada, lo que más me ha seducido del mismo ha sido cómo enlaza la relación de las dos celebrities del tinglado con una peculiar bronca entre dos socios mallorquines de una fábrica de madera. Sin quererlo, Ava Gardner ayudará a poner las cosas en su sitio entre estos dos hombres, y también habrá de por medio cierto tenderete interior que pone el punto cómico, surrealista incluso, al relato...

Sigo leyendo con interés el libro y prometo reseñar algún relato más del compendio si me deja tan buen sabor de boca como éste, que me ha recordado mucho a uno que escribió Truman Capote y en el que el divo sureño comparte protagonismo con una más terrenal e imperfecta que nunca Marilyn Monroe...

jueves, 31 de octubre de 2019

Biblio-Necrophiliac Quiz 2019: No somos nada...

¡Hola a todo el mundo y feliz Noche de Todos los Santos, chavalada! ¿Qué tal van los preparativos del Samaín? ¿Ya habéis colocado las calabazas en la puerta de casa, desempolvado la Ouija, descargado alguna peli de George A. Romero? Bueno, que no se diga que Un Libro Al Día no estamos por la labor conmemorativa, así que, para ir calentando motores, os proponemos esta segunda edición del Biblio-Necrophiliac Quiz, el test de conocimientos sobre escritores que ellos mismos no hubieran sido capaces de responder... El año pasado ya demostrasteis que no teníais ni idea sobre tumbas de escritores el turismo funerario no era lo vuestro. No pasa nada: este año, el Quiz de este año  NO VA DE TUMBAS (lo siento por los que pasásteis las vacaciones del Pére Lachaise a Montparnasse o de Highgate al oxfoniano cementerio de Wolvercote para documentaros. Amigos bonaerenses: siempre merece la pena pasear por La Recoleta). Esta vez vamos al paso previo a la inhumación (aunque no siempre, ahí tenemos algún cuento de Poe): cuando te viene el apechusque y la roscas. Para quien no entienda el manchego (el resto de la Humanidad): cuando la palmas, la espichas, la diñas, estiras la pata, pasas a mejor vida, te viene a ver la Parca, te vas al otro barrio, feneces, expiras, falleces, MUERES. Fin de fiesta. Game over. THE END. 
                                              


¿Cómo fue el final de vuestros autores o autoras favoritas? ¿Cual fue la causa de su muerte? ¿Cuáles fueron sus últimas palabras (tranquis, que no os voy a preguntar por Walt Whitman)? Veamos si sabéis tanto de literatura como pretendéis en esos simposios, mesas redondas, presentaciones de libros (con canapés), talleres literarios, cursos, cursillitos, clubes de lectura, tertulias, cafés hipsters,  barras de bar, vertederos de amor, os enseñé mi trocito peor... ¿Preparados? Are you ready to rock? Pues a la de tres... ¡Ya! 

1- Como siempre, empecemos por una sencillita para no desanimar al personal: ¿Qué celebérrimo escritor romántico murió de un disparo al perder un duelo con otro señor, por culpa de un quítame allá esas pajas asunto de honor en relación a una mujer casada?

A/ Víctor Hugo
B/ Mariano José de Larra
C/ Alexander Pushkin
D/ Walter Scott

2- ¿Qué eminente autora norteamericana falleció a consecuencia de la enfermedad favorita del televisivo doctor House, el lupus?

A/ Flannery O'Connor
B/ Lucia Berlin
C/ Mary McCarthy
D/ Susan Sontag



3- Y hablando de la serie House, ¿de qué forma un tanto bizarresca, pero, como vemos, plausible y que aparece en un capítulo de esta serie murió el también estadounidense Sherwood Anderson?

A/ Se perforó el intestino con un palillo de dientes que se había tragado.
B/ Levantó una estatuilla de Buda que escondía dentro un electroimán y éste movió los alfileres que sus padres le habían clavado en la cabeza, siendo un bebé, a través de la fontanela.
C/ Sufrió una meningitis provocada por la picadura de una garrapata.
D/ Buceando en el pecio de un barco esclavista, rescató una botella que contenía pústulas de enfermos de viruela que, al romperse, liberó el virus de esa enfermedad.

4- ¿Qué otro célebre escritor o escritora norteamericano/a, en este caso oriundo/a de uno de los antiguos estados confederados, feneció a causa de un accidente no menos desafortunado e improbable (en su descargo hay que decir que se encontraba en un momento un tanto alcohólico), al atragantarse con la tapa del bote de barbitúricos que estaba abriendo con la boca?

A/ William Faulkner
B/ Tenessee Williams
C/ Truman Capote
D/ Carson McCullers

5- Claro que las muertes rocambolescas no son una circunstancia exclusiva de los tiempos modernos. De hecho, en la Antigüedad ya se dio algún caso llamativo, como el del dramaturgo Esquilo, que murió a consecuencia de: 

A/ Se cayó de una higuera a la que se había subido huyendo de unos soldados persas. No se mató, pero quedó inconsciente y fue devorado vivo por una manada de perros salvajes.
B/ Un quebrantahuesos confundió su cabeza calva con una roca y soltó sobre ella una tortuga para romper así su caparazón, consiguiendo en cambio aplastar la cabeza del pobre Esquilo.
C/ Tras participar victorioso en las batallas de Maratón, Salamina y Platea, volvió a su casa como un héroe, pero, enseñando a su hijo pequeño cómo había combatido a los persas, se enredó con una correa suelta de su sandalia y cayó al suelo, clavándose su propio xiphos o espada corta lanceolada.
D/ Comprobando la acústica del teatro de Epidauro había subido hasta la grada más alta (de 52) cuando una lechuza tempranera alzó el vuelo hacia él y por culpa del sobresalto bajó rodando por las escaleras hasta la orchestra, donde se desnucó.

6- Otro literato que participó en una guerra fue el poeta Wilhem Albert Włodzimierz Apolinary Kostrowicki, conocido por Guillaume Apollinaire, que formó parte del ejército francés durante la Gran Guerra. Sin embargo, moriría al poco de acabada ésta, a causa de: 

A/ La gripe española.
B/ Las heridas en la cabeza recibidas en el frente por la explosión de un obús.
C/ Fue atropellado por un carro que transportaba carne de cerdo al mercado de Les Halles, en París.
D/ El mamporro que le arreó Pablo Picasso, a quien unos años antes Apollinaire había implicado falsamente en el robo de la Gioconda, y que removió un trozo de metralla que los cirujanos no le habían extraído, por desgracia demasiado cercano a la arteria subclavia derecha.

7- Por continuar con más poetas de ánimo belicoso, es sabido que Lord Byron falleció en Grecia, país al que había acudido para ayudar en su guerra de independencia del Imperio otomano. Aunque no murió en una batalla, sino a consecuencia de una sangría demasiado entusiasta que le practicaron unos médicos tras una crisis epiléptica. Bien, pero en cambio, ¿sabéis cómo pereció su gran amigo de francachelas, el también poeta británico Percy Shelley?

A/ Naufragó el velero en el que viajaba y que él había bautizado "Don Juan", en honor de su amigo Byron.
B/Se golpeó al caer de un pura sangre árabe de su propiedad y que él llamaba "Prometeo" en honor de su amigo Byron.
C/ A consecuencia del coma etílico que le sobrevino de la tremenda borrachera que se agarró al enterarse de la muerte de su amigo Byron.
D/ Por culpa de un recio y repujado ejemplar de la novela Frankenstein que su esposa Mary le arrojó a la cabeza porque no dejaba de hablar a todas horas de su amigo Byron.

8- Pasemos a temas más alegres: entre el gremio literario siempre ha cundido bastante la costumbre de quitarse la vida o al menos intentarlo; no digamos ya en países donde la idiosincrasia nacional fomentaba tal práctica. En Japón, por ejemplo, ha habido muchos escritores que se han suicidado, pero el más persistente fue uno que lo intentó no una ni dos veces, sino hasta cuatro veces antes de conseguirlo: 

A/ Yukio Mishima
B/ Yasunari Kawabata
C/ Ryunosuke Akutagawa
D/ Osamu Dazai

9- Por acabar con los escritores suicidas (ejem... qué mal suena eso), recordemos al poeta ruso Sergei Yesenin (o Esenin) que antes de ahorcarse dejó por escrito un emotivo poema ("Adiós, amigo mío, adiós/ tú estás en mi corazón/ Una separación predestinada /promete un encuentro futuro (...)" en cuya gestación intervino un elemento sorprendente: 

A/ La propia sangre del poeta, que fue la tinta con la que lo escribió.
B/ Utilizó, continuándolo, el telegrama que le había enviado el también poeta Mayakovski (al parecer, enamorado de él), sabedor de su intención de quitarse la vida.
C/ Un discurso funerario del mismísimo Iosef Stalin, para despedir al fundador de la Checa, Félix Dzerzhinski, y en el que se pronunciaban los dos primeros versos.
D/ Las palabras (las únicas que aprendió a decir en ruso) que le solía decir la que fuera su esposa, la célebre bailarina Isadora Duncan, cuando aún eran amantes y Sergei salía de su camerino tras alguna efusión amorosa rapidita... 

10- Por cierto que las últimas palabras pronunciadas por los literatos en el lecho de muerte siempre han dado mucho juego: desde las más poéticas o sugerentes ("Se disipa la niebla", dijo Emily Dickinson; en cambio, Goethe exclamó: "Más luz...") a las más desabridas de Karl Marx: "Las últimas palabras son para estúpidos que no han dicho lo suficiente mientras vivían". Quizá la palma de originalidad se la lleva el gran Oscar Wilde, que dijo "O se va él o me voy yo", refiriéndose a: 

A/ Un cura católico llamado para administrarle los santos sacramentos.
B/ Su antiguo amante (y causante de su infortunio) Lord Alfred Douglas, que había acudido a París al enterarse de la agonía de Wilde.
C/ Un ejemplar de El Paraíso perdido, de Milton, poema que aborrecía y que alguna visita se había dejado en la habitación del hotel Alsace, donde murió.
D/ El horrible papel pintado de la pared.

Pues ya está. ¿Qué tal ha ido la cosa? Son preguntas facilitas, ¿no? Culturilla general, como quien dice. Ahora bien, como seguro que más de uno o una de nuestros seguidores se ha quedado con ganas de más,  aquí va una BOLA EXTRA, para rematar los diez aciertos con un pleno al once:

11- No vamos a preguntar de quién fue el siguiente sepelio, pues algo parecido sólo se le podía haber ocurrido a Hunter S. Thompson, que dejó establecido que así fuera antes de, cómo no, suicidarse en 2005: en su rancho de Colorado, sus cenizas fueron dispersadas mediante un cañonazo mientras sonaba Mr. Tambourine Man, de Bob Dylan, disparadas por un cañón de 50 metros de altura terminado en un puño de dos pulgares que agarraba un botón de peyote (símbolo de su campaña a sheriff en 1970 y del periodismo Gonzo). Tan sencilla ceremonia costó unos 2'5 millones de dólares, que fueron sufragados por la estrella de cine y admirador de Thompson: 

A/ Nick Nolte
B/ Johnny Depp
C/ Nicholas Cage
D/ Woody Harrelson

Y ahora sí que ya está. Después de la foto del equipo reseñador de Un Libro Al Día, tenéis las soluciones correctas:




1- C; 2- C; 3- A; 4- B; 5- B; 6- A; 7- A; 8- D; 9- A; 10- D; 11- B


Valoración de los resultados:

-De 0 a 4 aciertos: Enhorabuena. Sois personas que viven la vida, se enamoran, comen, trabajan, hacen el amor, van al fútbol, se emborrachan, pasean al perro, se manifiestan, suben montañas, navegan en veleros, practican artes marciales, se tiran por un barranco en una bici de montaña, bucean entre tiburones... LO QUE SEA, menos aprenderse las muertes de escritores famosos (o no tan famosos).

-De 5 a 8 aciertos: Madre mía... ¿no tenéis nada mejor que hacer? Quiero pensar que la mayoría de aciertos han sido de chiripa. Por favor, dejad estas piraduras para los bibliófilos, necrófilos y sociópatas como nosotros, será lo mejor (bueno, como yo, que mis compañeros son gente más o menos equilibrada... ¡oh, perdón, que me olvidaba de... vale, NO).

-9-10 aciertos: Mirad lo que vamos a hacer: ya que sois casos incurables de morbosidad y pedantería libresca, a ver si por los menos le damos una utilidad a vuestro trastorno ¿Qué tal si vais dejando sugerencias para el Biblionecrophiliac Quiz del año que viene? Porque ya la cosa se está poniendo peluda... Gracias de antemano.

-Pleno al 11: Buff... hasta luego, Mari Carmen...

jueves, 20 de noviembre de 2014

Rodolfo Walsh: Operación Masacre

Idioma original: español
Año de publicación: 1957
Valoración: Muy recomendable

Quiere la casualidad que hoy 6 de agosto, en que voy a la biblioteca a por este libro, una de las noticias del día sea que Estela de Carlotto, una de las abuelas de la Plaza de Mayo ha podido reencontrarse, gracias a las pruebas de ADN, con su nieto, tras 36 años. También se da la coincidencia de que el día que lo encargué, 2 de agosto, hacía dos años de la publicación de una de mis primeras reseñas en ULAD, la de A sangre fria de Truman Capote, a raíz de la cual un amable lector me comentó que Operación masacre era realmente la obra fundacional del nuevo periodismo. Ni siquiera fue mi primera reseña en ULAD, honor que cedí a Estrella distante, novela relacionada también con golpes de estado en Latinoamérica, y van tres coincidencias, escrita por Roberto Bolaño, fallecido a los 50 años, igual que Rodolfo Walsh (cuatro). Bueno, a Rodolfo Walsh lo desaparecieron a raíz de una fuerte crítica al régimen militar argentino. Pero ya sabemos qué significa desaparecer bajo el mandato de una dictadura asesina.

Todos sabemos lo incómodos que resultan para los totalitarismos conceptos como cultura, libertad de opinión, libertad de expresión, en general cualquier mecanismo del intelecto encaminado a ampliar el alcance del conocimiento, cosa que suele acarrear peligrosas consecuencias para el poder establecido, ya que a la gente le da por ponerlo todo en duda. Por ejemplo, en Operación Masacre, Walsh indaga sobre lo que acontece la noche del 9 al 10 de junio de 1956, noche fría de invierno austral en que doce ciudadanos argentinos coinciden para oír la retransmisión de un combate, son detenidos y, en función de una Ley Marcial aun no en vigor (por horas) condenados a muerte y fusilados en el curso de la madrugada, bajo la sospecha de estar relacionados con un fallido proceso conspiratorio contra el gobierno. Un fusilamiento tan injusto como chapucero: los supervivientes ayudarán a Walsh y a su ayudante en la reconstrucción y denuncia posterior de los sucesos. Muchos de ellos cuando aún son objeto de persecución con objeto de borrar los rastros de tan macabro suceso.
El tono testimonial pasa por encima de cualquier otra premisa. Hasta el incluir la mera transcripción de algunos de los documentos judiciales. Con lo cual Rodolfo Walsh, sin que este comentario sea en menoscabo de un estilo depurado y urgente y de una capacidad de atrapar al lector, opta por ser claro y por no entregarse a más hipótesis (alguna un poco obvia, pues siempre se preguntará el lector qué es lo que pudo unir a hombres tan diferentes bajo el mismo techo en una noche tan señalada). Pero Walsh no se aventura por esos vericuetos, lo cual no acaba de ser una elección algo sesgada. Walsh se centra en el acto injusto del fusilamiento y en su condición de acto vil y chapucero cuya orden final procede del poder. 
Walsh pagó con su vida su coherencia profesional y su compromiso con la verdad: un artículo particularmente crítico con el régimen golpista de Videla provocó que viviera en carne propia circunstancias parecidas a los desgraciados hechos que describió en este libro. Lamentablemente, nadie pudo levantar un testimonio tan valioso como el suyo. Leer su obra es la única manera de mantener vivo el suyo y otros muchos testigos del trabajo periodístico, cuando deja de ser una profesión para ser una opción vital de alto riesgo.

Tenéis un Zoom en UnLibroAlDía hablando de un glorioso artículo de Walsh, Nota al pie
Otros libros de Rodolfo Walsh reseñados en Un Libro Al DíaLos irlandeses

martes, 4 de enero de 2011

Carson McCullers: Reflejos en un ojo dorado


Título original: Reflections in a Golden Eye
Idioma original: Inglés
Fecha de publicación: 1941
Valoración: Recomendable

No es la primera vez que me ocurre: me leo un libro ensalzado (en general) por la crítica y resulta que a mí no me parece para tanto, lo cual, inevitablemente, me hace sentirme un tanto culpable.

Pero es que Reflejos en un ojo dorado, pese a que tiene varias virtudes, no me ha parecido la maravilla que pensaba que era a raíz de leer varias críticas y reseñas sobre esta novela escrita por una de las autoras del llamado gótico sureño, corriente literaria que también engloba, entre otros, a los archifamosos Truman Capote, William Faulkner o Flannery O'Connor.

Carson McCullers tuvo una existencia cuanto menos complicada y tumultuosa que incluye una enfermedad de juventud mal diagnosticada que la mortificaría toda su vida, tendencias homosexuales, y una tormentosa relación (llegó a casarse con él en dos ocasiones) con un escritor alcohólico celoso de sus logros literarios. Tras dejar sin aliento a la crítica con su flamante primer libro, El corazón es un cazador solitario, a la edad de 23, apenas un año después, McCullers también causó una honda impresión en el panorama literario de su tiempo con la novela que hoy reseño. Reflejos en un ojo dorado cuenta una historia, o más bien, varias historias que discurren dentro de un fuerte militar del Sur de Estados Unidos en tiempo de paz. Pero las personas que allí conviven no son precisamente ejemplos de paz interior: el capitán Penderton está harto de su temperamental esposa, Leonora, y parece más interesado por un joven soldado de nombre Williams, fascinado éste por Leonora, a la que espía cuando puede, dando rienda suelta a sus más fetichistas fantasías. Y Leonora le pone los cuernos a Penderton con un amigo de éste, Langdon, esposo de la desequilibrada Alison, traumatizada por la muerte de un hijo y que mantiene una curiosa relación con su criado filipino, Anacleto.

Con esta breve descripción de lo que pasa dentro del peculiar fuerte militar, es de esperar que nos vayamos a encontrar con seres complejos y atormentados entregados a extrañas e insanas pasiones, y lo cierto es que sí: la novela de McCullers supura lo que sospechamos.

Pero como ya he dicho, el libro, qué se le va a hacer, no me conveció del todo pese a sus buenas dosis de atrevimientos varios y curiosos análisis humanos. Me dejó la desagradable sensación de que la escritora, pese a que marcó bien sobre las páginas de esta novela su peculiar e intenso estilo, no logró articular y coordinar del todo la poderosa maquinaria que tenía entre sus maquiavélicas manos, y escribió una obra un tanto irregular, más prometedora que lograda.

Pese a todo, aunque sea por curiosidad, les recomiendo que la lean, y si pueden, que vean también la película que sobre la misma hizo John Huston con el gran Marlon Brando y la bella Liz Taylor como intensos animales sureños.

También de Carson McCullers en ULADEl aliento del cieloEl corazón es un cazador solitarioEl mudo y otros textos

lunes, 23 de septiembre de 2019

David Grann: Los asesinos de la luna

Idioma original: inglés
Título original: Killers of the Flower Moon
Traducción: Luis Murillo Fort
Año de publicación: 2017
Valoración: bastante recomendable

A lo largo de la historia, se han escrito grandes novelas ubicadas en el género del true crime. Novelas que van más allá de la frecuente y temida etiqueta de basada en hechos reales (que uno nunca sabe hasta qué punto se asemejan a los hechos en cuestión), pues estas describen con exactitud y meticulosidad historias de crímenes sucedidos y dejan totalmente de lado cualquier tentación de ficcionarlos. En este género nos podemos encontrar con grandes clásicos como «A sangre fría», de Truman Capote, también «El adversario», de Emmanuel Carrère, o más recientemente la novela que nos ocupa.

Pongámonos en situación: Oklahoma, 1921, territorio poblado por la tribu de los Osage, un pueblo expulsado, por parte del gobierno, de su antiguo asentamiento en Kansas y al que ubicaron en Oklahoma, territorio árido, estéril y, aparentemente, sin ninguna posibilidad de ser explotado económicamente. Pero las cosas fueron algo diferentes a las previstas y resultó que la zona donde los Osage fueron emplazados y, en consecuencia, proclamados dueños de esas tierras, era un territorio que ocultaba uno de los mayores yacimientos petrolíferos de los EUA. De esta manera, la tribu de los Osage, anteriormente pobre y maltratada, pasó a ser en poco tiempo el pueblo más rico en renta per cápita del país, gracias al dinero que cobraban de manos de las empresas prospectoras a través de acordar con ellas licencias de explotación. Y claro, ¿qué ocurre cuando una tribu menospreciada por la sociedad pasa a ser más rica que sus vecinos blancos, dominantes y supremacistas? Que surgen las envidias, los recelos, los intereses y, en este caso, también los crímenes.

Porque la novela empieza fuerte y vemos cómo, en medio de tan comprometida situación racial y económica, aparecen los cadáveres de dos acaudalados indios de treinta y pico años de edad (no hago spoilers, este hecho ocurre justo al principio). Tenemos por tanto fallecidos, con claros indicios de asesinato, tenemos conflicto racial, una patrulla ciudadana que augura de todo menos profesionalidad e imparcialidad, un sheriff que simpatiza con delincuentes, corruptos y maleantes (estamos no plena ley seca, y la elaboración y comercio de alcohol en clandestinidad era habitual y lucrativa) y un autor que sabe cómo gestionar el tempo, exponer los hechos, y mantenernos en vilo. Los ingredientes perfectos para una novela de la que no despegar la vista hasta haberla devorado.

Con este punto de partida, vemos como la sucesión de muertes de miembros de la tribu Osage empieza a ser motivo de preocupación entre sus gentes, cada vez más conscientes de las envidias que causan por su situación económica y porque, en el fondo, molestan en una zona habitada en su mayoría y gobernada por gente blanca que esgrime una pretendida superioridad racial hasta el punto en que los miembros de la tribu necesitan un tutor blanco para gestionar sus gastos. Y las autoridades tampoco parecen muy interesadas en esclarecer lo sucedido, contando además con la connivencia periodística que ayuda a aumentar un rencor y recelo hacia los Osage. Y, en todo este caso judicial y policial, aparece e interviene en la investigación de los sucesos un recién formado FBI, una organización con grandes claroscuros bajo la sombra de su creador John Edgar Hoover.

Como en todo true crime, hay que equilibrar perfectamente la aportación de información real con el ritmo de la narración y, a pesar de que en el inicio uno teme que esta sea una lectura inundada de datos, y más aun viendo la gran cantidad de anotaciones (que, con sabia decisión, se encuentran al final del libro), el autor sabe calibrar perfectamente este aporte y encontrar el equilibrio, pues parece que la principal función de proporcionar esas referencias es dar credibilidad a su relato. Porque estamos delante de un caso real y claro, hay que aportar datos e información contrastada, pero el autor es hábil en este aspecto y no abusa de ello, sino que teje una historia muy interesante, que más allá de la investigación del caso nos hace partícipes de las dificultades y vicisitudes de una pudiente tribu ubicada en medio de un territorio con mayoría blanca, con los pertinentes recelos y tiranteces entre los miembros de ambas comunidades. Además, intercalando la propia investigación de las muertes acontecidas, el autor introduce pinceladas de la historia de los Osage y las diferentes circunstancias que les llevaron a realizar numerosos éxodos (circunstancias donde el hombre blanco les expulsaba de sus tierras, básicamente). Estos fragmentos de narración son también interesantes pues nos acercan a una mirada más realista sobre lo sucedido con los nativos (algo parecido a lo que ya hizo Philipp Meyer en «El hijo») y nos alejan del habitual relato de blancos buenos e indios malos (expuesto también el «El origen de los otros», de Toni Morrison).

David Grann conduce con maestría la narración, e introduce, en paralelo al propio caso, interesantes pinceladas sobre la creación y formación del FBI, con sus evidentes luces, sombras y corruptelas. El ritmo narrativo de la novela es alto, y a medida que uno entra en la historia se ve totalmente atrapado por ese entramado de medias verdades, pistas poco fiables e información que lleva tiempo escondida bajo un manto de ocultos intereses. La información es proporcionada con destreza, de manera progresiva y sin contener demasiado un avance que uno agradecería más rápido, no por falta de ritmo sino porque la historia, en la segunda mitad del libro, te mantiene totalmente absorto y con deseos de llegar a su desenlace.

Por todo ello, este libro es un claro ejemplo de cómo mantener la tensión en una novela de true crime, nutrido de muchas referencias para evidenciar la veracidad del relato, pero sin entorpecer para nada la lectura. La historia descrita sirve, no únicamente para conocer una historia de asesinatos en plena formación del FBI de Hoover, sino para ver cómo los intereses económicos, el racismo, la parcialidad jurídica, el poder social y económico y la corrupción pueden irrumpir y dificultar la resolución de un caso de resultado muy evidente a ojos del lector.

Si mi valoración del libro no es aún más positiva, no es porque lo narrado no sean interesante, al contrario, sino porque creo que la complejidad de la trama con sus diferentes frentes abiertos demandaba un libro más extenso, que hubiera permitido, además de tratar el caso, profundizar en la corrupción y zonas turbias de los inicios del FBI que el libro apunta e insinúa, pero sin llegar a detallar de manera suficiente. Ese deseado mayor volumen de páginas hubiera contribuido a dar mayor contundencia y redondez a un libro ya de por sí interesante por lo que relata, pero también por lo que sugiere: un país donde los intereses económicos y políticos chocan directamente con la libertad y los derechos de sus habitantes.