Idioma original: inglés
Título original : The Great Hoax. Trues and Lies in the Spanish Literature
Año de publicación: 2015
Valoración: sorprendente
Demoledor. Tremebundo. Apocalíptico. Fatal... Así ha sido calificado este libro que está haciendo temblar los cimientos de la literatura española. Más aún, de los clásicos dorados de la literatura española... Y eso, sin haber sido aún traducido al castellano ni, claro está, publicado en España (y dudo mucho que alguna vez lo sea). Aunque también hay quien considera las tesis defendidas en el libro de otras maneras: Inconcebibles. Increíbles. Fantasiosas. Timo... En cualquier caso, este libro del prestigioso (admito que mi total ignorancia a este respecto) hispanista y profesor de literatura española comparada, en la Trump University de Atlantic City (NJ), Rufus T. Firefly, no ha dejado indiferente a nadie, más allá, incluso, del especializado circuito de los hispanistas norteamericanos. No es para menos: las afirmaciones que defiende el profesor Firefly difícilmente pueden dejar indiferente a ningún estudioso o incluso mero aficionado la literatura.
Según la teoría defendida por el profesor, los bombardeos sobre Madrid durante la Guerra Civil arrasaron en buena medida tanto la Biblioteca Nacional, destruyendo fondos de incalculable valor, como el Archivo Histórico Nacional, dándose además el caso de que gran parte de las obras de referencia al respecto fueron destruídas también durante los combates de la Ciudad Universitaria -recordemos los libros utilizados para levantar parapetos- y los tres años de sitio que sufrió la capital de España. Paradójicamente, el bando "nacional" vencedor de la contienda se encontró sin las fuentes de una historia literaria nacional que poder oponer a la de los países que en ese momento se le antojaban rivales, aunque fuera meramente en el ámbito cultural. Deseoso de poder presumir de sus glorias patrias, que además debían servir para cimentar la automitología del nuevo régimen, el gobierno franquista -el profesor Firefly sospecha que la sugerencia fue de Sánchez Mazas, aunque parece que el mayor valedor de la idea fue el "cuñadísimo" Serrano Suñer, conocido por su sagacidad- puso en marcha una operación de "recuperación" de la tradición literaria española: la Operación Calíope, también conocida en ciertos círculos criptohumorísticos del régimen como "Chotacabras".
Bajo la dirección de uno de los más destacados hombres de letras del momento (de los que quedaban vivos y en España, se entiende), el Bardo de la Patria, el insigne José María Pemán, un selecto grupo de profesores y literatos fieles al nuevo régimen victorioso -Firefly habla de Laín Entralgo o de un joven y ambicioso Cela- se dedicaron a reconstruir, cuando no directamente a mixtificar, desde el romance seminal de la épica patriótica hispana, el del Mío Cid -cuyo protagonista es, al parecer, de dudosa existencia- a la inverosímil Celestina; de la absurda metafísica calderoniana a la cursilería de las Sonatas de Valle-Inclán (escritor que, como tantos otros estudiados y a veces leídos por generaciones posteriores, nunca existió... en este caso, las fotografías que lo muestran son retratos tomados a un pintoresco chamarilero del Rastro madrileño, célebre por sus barbas y por estar un poco tocado del ala).
En otros casos, se respetó la existencia de autores reales -de los que se conservaba cierta documentación-, pero adaptando sus características a la conveniencia del gobierno o según la ideología dominante. Así, se eliminó de la obra de García Lorca toda referencia a sus veleidades falangistas y se le atribuyó malévolamente una condición homosexual que el poeta granadino estaba lejos de detentar, con el fin de justificar (según, ya digo, el punto de vista de aquel régimen fascista) su muerte en un confuso episodio de espionaje y doble juego. En cambio, se negó cualquier tipo de querencia hacia su mismo sexo en uno de los autores con más pluma -en todos los sentidos- del Siglo de Oro: don Francisco de Quevedo (cuyos conocidos versos: "No he de callar, por más que con el dedo..." serían, por ejemplo, referencia á clef a cierta riña con su furtivo amante Góngora sobre la conveniencia o no de salir del armario). Ni que decir tiene que se cambió de arriba a abajo todo el sentido del argumento de El Buscón y se obvió toda explicación sobre lo que iba buscando don Pablos, en realidad...
¿Sorprendidos? ¿Asombrados, incluso? Pues Rufus T. Firefly va incluso más lejos. Según el profesor norteamericano, en la Operación Chotacabras participaron también prisioneros de guerra republicanos que, por su condición de intelectuales o profesores -incluso algún maestro de primaria- fueron apartados de los trabajos forzados para dedicarse a la elaboración de estas falsificaciones literarias: así, mientras unos esclavizados presos construían el Valle de los Caídos, otros, recluidos en su abadía, se dedicaban a esta invención sin precedentes en la Historia de toda una literatura nacional (de hecho, Firefly cuenta que su primera pista sobre la operación la obtuvo al caer en sus manos, de forma casual, el diario de uno de los abades del Valle. Y que en una de sus estancias allí para investigar lo ocurrido, trabó conocimiento nada menos que con el Ministro del Interior español, quien, aconsejado por la Virgen de las Angustias, le puso en contacto con un misterioso agente Marcelo, del CNI, que le sirvió de gran ayuda).
Estos prisioneros se ocuparon, además, de las falsificaciones e invenciones más llamativas y flagrantes, quiźa por su garantizada discrección, pues tendían a "desaparecer" una vez completada su misión; de los cruciales Episodios nacionales se ocuparon un historiador marxista y un ex-funcionario del Ministerio de Agricultura que escribía cartas para otros presos. El caso más llamativo, por supuesto, es el de El Quijote, obra, al parecer, de un profesor de Bachillerato de Tomelloso, Miguel Rinconete Cortado, que se limitó, en principio, a transcribir anécdotas de juerguistas y chascarrillos de un tío suyo de Campo de Criptana, apodado "el Cerbantana". Especialmente doloso es también el caso de la principal novela picaresca española, cuyo autor fue "desaparecido" antes de poder firmar el trabajo, por lo que se firmó como tal uno de los libros anónimos más famosos de la literatura universal...
¿Les resulta increíble toda esta historia? Motivos hay, desde luego... ¿Cómo pudo prosperar esta "estafa" sin despertar la alarma no ya de los estudiosos españoles -cómplices, exiliados o muertos- sino de los otros países europeos o amercanos? Bien, recordemos que en aquellos años 40 el mundo estaba pendiente de otros asuntos más acuciantes que la verosimilitud de la literatura española... En fin, el profesor Firefly promete aportar el grueso de sus pruebas -irrefutables, según él-, en próximas publicaciones. Veremos entonces hasta donde llega la verosimilitud de sus tesis, pero de momento, éstas ya han servido para remover hasta lo más profundo la historia de la literatura española, uno de los símbolos culturales y hasta políticos señeros de la España de los últimos 500 años.