Valoración: Recomendable
Casi toda novela lleva en su interior un viaje, ya sea real o metafórico y ya funcione como redención o revelación. De todo un poco hay en el extraño viaje que contiene este Yo maté a un perro en Rumanía, debut en la novela de la peruana afincada en Noruega Claudia Ulloa Donoso, de quien tuve oportunidad de leer hace un tiempo su personalísimo (y también recomendable) libro de cuentos Pajarito.
Esta vez el viaje es, al menos inicialmente, una huida de la soledad, de la oscuridad, de la depresión, un recorrido que nos lleva de Noruega a Rumanía y en el que se entrelazan diversos extrañamientos (geográfico, cultural, lingüístico, etc), vida y muerte, amor y deseo, luz y oscuridad, presencias y ausencias, etc. O como dice al final del texto:
Puntos en el infinito. La carretera oscura. Una recta. Casas, ciudades, países. Segmentos. tu, yo, mi perro. Más puntos. Dos planos paralelos. Los vivos y los muertos. Triángulos y círculos. El tiempo lineal o circular. Los gitanos. El radio del presente. Pasado y futuro en un eje. La cama y el ataúd un cruce de dos rectángulos. Cinco cuadrados. Mosaicos de Trajano. Una cruz. Aviones y camposantos. Caballos.
El comienzo de la novela es apabullante. Un perro lleva la voz de un primer capítulo onírico y absorbente que da paso a una parte central del texto, narrada por su protagonista femenina, que semeja por momentos una road movie con toques de misterio y en la que poco a poco se va aportando información sobre el pasado de los protagonistas al tiempo que estos recorren una Rumanía extraña, sórdida y tierna al mismo tiempo. Después del shock que supone ese primer capítulo, esta parte central vira hacia una narración más "realista" que me parece algo lastrada por un ritmo más bajo, por ciertas reiteraciones y algunas tramas secundarias que no acaban de aportar en exceso.
Afortunadamente, la novela remonta el vuelo en un último tercio en el que la narración se fija en lo geográfico en un determinada zona de Moldavia y se convierte en un juego de espejos (Ovidiu / Mihai frente a su contraparte femenina) que funciona a la perfección. La narración se vuelve más extraña y envolvente y se recupera ese tono oscuro y onírico del primer capítulo hasta llegar a un magnífico final.
Más allá de esto, sí que hay tres cosas comunes a todo el texto que me parecen destacables:
- la musicalidad. Eso sí, nada de flautas o violines. Aquí predominan las frases breves que resuenan como martillazos. ¿Me explico?
- la parte poético - onírica del texto
- la evolución lenta y casi imperceptible de la relación de los dos principales protagonistas
Todo esto hace de Yo maté a un perro en Rumanía una novela recomendable y un debut que merece mucha más atención de la que ha tenido hasta ahora en medios "serios" (hasta ahora muy muy escaso)
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