Título original: Green River Killer: A True Detective Story
Año de publicación: 2011
Traducción: Álex Fernández
Valoración: recomendable (aunque no para todos los gustos)
Quien lea El asesino de Green River lo primero que se encontrará es con su cubierta, claro... y en ésta, al menos en su edición española, unas palabras de nada menos que Stephen King ensalzando este libro y, sobre todo, su comienzo: "Tremendo. La escena inicial más terrorífica que he leído en años (...) Una obra sensacional y escalofriante". Bien, no digo que esto no sea así, pero cualquiera que haya leído otras declaraciones de King o siga su cuenta de Twitter sabrá que nunca escatima elogios hacia otros autores o sus obras, todo lo contrario... Además de que es de bien nacidos ser agradecidos y, sin duda, el Rey lo es (*).
Ahora bien, es cierto que el comienzo de esta novela gráfica, en el que se nos presenta al "asesino de Green River", tiene su aque... ¿Y quién es este asesino? Digo "es" porque se trata de un auténtico serial-killer, que aún sigue vivo (aunque, por fortuna, entre rejas): pues un tal Gary Leon Ridgway, que durante veinte años sembró de decenas de cadáveres de mujeres los bosques de las afueras de Seattle, en el estado de Washington; de hecho, se le considera el asesino en serie más prolífico de la Historia de EEUU. Aunque eso tampoco quiere decir gran cosa: olvidaos del prototipo de psicópata superinteligente a lo Hannibal Lecter; Ridgway tiene un coeficiente intelectual por debajo de la media y, desde luego, es bastante poco glamuroso (más bien todo lo contrario)... si tardaron tanto en atraparlo fue porque asesinaba generalmente a prostitutas -víctimas especialmente vulnerables-, porque le favorecía la geografía de la zona y, sobre todo, por lo que tardaron en desarrollarse las técnicas de identificación de ADN. Por tanto, y aunque tiene, como es lógico, una importante presencia en la historia -también algunas víctimas y sus familiares, lo que merece un aplauso, pues no es tan habitual-, no es el asesino el principal protagonista del libro, sino el detective, o uno de ellos, que se ocupó de la investigación a lo largo de todos esos años, y que se llama, y no es casualidad, Tom Jensen.
No es casualidad porque es el padre del guionista, Jeff Jensen (también periodista y guionista de series y películas); lo que se cuenta en esta novela gráfica es, sobre todo, el proceso de caza del asesino, pero más que sus detalles técnicos y avances -y retrocesos, los cambios que provoca en quienes la llevan a cabo, las dudas y perturbaciones internas que sienten al enfrentarse , fracasando una y otra vez, a un asesino tan horripilante y escurridizo, a una investigación tan frustrante... incluso cuando, una vez atrapado, tratan de que confiese el resto de sus crímenes.
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