Año de publicación: 2018
Edición, seleccíón y prólogo: Cristina Patiño Eirín
Valoración: Muy recomendable
No se puede decir que Emilia Pardo Bazán sea una desconocida o que haya sido ignorada por la crítica o la historia literaria española: cuando yo estudiaba en EGB (hace, nada, media docena de años o así) sus Pazos de Ulloa y su Madre naturaleza estaban ya plenamente asentados en el canon, aunque en un segundo nivel por debajo de Clarín y La Regenta o de las novelas de Galdós. Y sin embargo me atrevería a decir que esta presencia en el canon (superior al de casi todas las escritoras españolas anteriores al siglo XX) no llega a hacer justicia a la relevancia y a la significación de doña Emilia Pardo Bazán, no solo como escritora (un campo en el que produjo mucho más que las dos novelas mencionadas) sino también como intelectual, como activista del feminismo, como gestora y mediadora cultural, en Galicia, en España y en el extranjero. En unos u otros aspectos se sitúa sin duda a la par, si no por encima, de Clarín o de Galdós, que sin embargo aparecerán por encima de ella en casi todos los manuales, listas y jerarquías.
Un ejemplo de aquello que va más allá de las dos novelas canónicamente canónicas de Pardo Bazán es su amplísima creación cuentística, prácticamente desconocida, diría yo, para un público no especializado (aunque últimamente se están publicando varias antologías o recopilaciones de sus relatos de diversos subgéneros, varias de ellas reseñadas ya en ULAD). Y de entre esa enorme producción (más de 650 relatos, según afirma la editora y compiladora de esta antología, Cristina Patiño Eirín), el presente volumen reúne un conjunto de 35 textos con una característica común: centrarse en la violencia contra las mujeres, en sus múltiples manifestaciones y formas (lo que muestra, de hecho, que este tema fue una preocupación constante y profunda para Emilia Pardo Bazán a lo largo de toda su vida).
De hecho, algo que llama la atención en el conjunto de cuentos reunidos en el volumen es la variedad y transversalidad de las violencias que se presentan en este texto: desde aquello que hoy llamaríamos micromachismos, silenciamientos, dinámicas de control y dominación, manipulaciones, humillaciones más o menos sutiles, hasta la violencia más cruda y evidente: mujeres golpeadas, mutiladas, desfiguradas, asesinadas por sus maridos, padres o superiores jerárquicos de cualquier tipo. En un relato que (me) impresiona especialmente, "La advertencia" una mujer que acaba de ser madre es obligada, por las circunstancias económicas y sociales, a abandonar a su propio hijo para ir a amamantar al hijo de un familia aristocrática madrileña - aunque quizás precisamente esa huida del entorno en el que vive tenga también efectos liberadores, parece insinuar el texto.
Pero no se trata solo, como quizás podría pensarse a partir de la idea que tenemos de la obra de Pardo Bazán, de una representación naturalista de la violencia que inunda y condena a las clases sociales inferiores (sean rurales o urbanas), sino que es una violencia transversal, que va desde las chozas de aldea donde las mujeres reciben resignadas las palizas de sus maridos, hasta los salones de la alta sociedad, en que los hombres, quizás de forma más sutil, intentan imponer su voluntad y sus pasiones a las mujeres a las que desean o con las que conviven. Quizás el relato "El revólver", otro de mis favoritos, sea el mejor ejemplo de cómo determinados hombres no necesitan usar la violencia explícita, sino tan solo insinnuarla, para destruir la vida y la cordura de una mujer; todo antes de permitir que sea libre o que elija ella misma su destino.
Lo cierto es que pocas (aunque algunas) mujeres se salvan cuando caen en las garras de los celos, las inseguridades o los deseos de posesión de los hombres de estos relatos; muy pocos de entre ellos (no diré cuáles para no hacer spoiler) acaban con el triunfo de la mujer o, más frecuentemente, con su huida. En este sentido, me parece especialmente significativo un relato titulado "La emparedada", que se destaca entre el resto por huir de las técnicas realistas, adentrándose en el terreno de la parábola (y que me recuerda, casi, a algunos relatos de Kafka por su misteriosa apertura de significados): la protagonista, una zarina, es encerrada en una lujosa torre para el resto de su vida por el zar, que la ha repudiado; no sabe por qué, no sabe cuál es su delito, solo sabe que la pena es inapelable y vitalicia, y que debe aceptar su destino sin recibir nunca ayuda externa, porque "si te odia nuestro padre el zar, será con razón y justicia. [...] No podemos comprender al zar ni a Cristo, zar del cielo, y ambos tienen siempre razón. Sufre y calla".
Llama la atención, de hecho, cómo el resto de los relatos (que sí adoptan técnicas y universos realistas) presentan en su mayoría esta misma sensación de determinismo implacable, que algunos podrán atribuir a las ideas del naturalismo (que como se sabe Emilia Pardo Bazán ayudó a introducir en España a través de, entre otros textos, su ensayo La cuestión palpitante), pero que personalmente creo que se debe a una aceptación, no resignada pero sí realista, al menos para la época, de las relaciones de poder y los repartos de roles de género aceptables en la sociedad de su época.
Así, la mayoría de los relatos tienen una estructura que, vista desde una óptica actual, puede parecer sorprendente o desequilibrada: hay una presentación relativamente extensa de las circunstancias sociales, laborales familiares y personales de los personajes (a veces, no muchas, a través de la voz de narradores testigo que introducen posibles distorsiones en el relato); y después, de una manera que puede llegar a parecer brusca, estalla o culmina la violencia, las mujeres sufren o, raramente, escapan, el cuento acaba. Casi nunca hay sorpresas, casi nunca hay giros de guión. Considerados individualmente, sorprende la unidireccionalidad y la brevedad de los relatos; leídos en conjunto, la sensación que producen es simplemente abrumadora.
Solo cabe, así, agradecer a Cristina Patiño Eirín que haya reunido estos relatos, y a la Editorial Contraseña que los haya publicado; primero, porque permite completar el conocimiento de la obra de una grandísima escritora, más allá de sus obras maestras; y también porque permite comprende y analizar los progresos (esto ya no pasa) y las continuidades (esto todavía pasa) que arrastramos, desde finales del siglo XIX y principios del XX hasta nuestros días, en relación con la violencia ejercida contra las mujeres.
También de Emilia Pardo Bazán en ULAD: Aquí
1 comentario:
Algunos de ellos son también muestra de la resistencia de las mujeres a la violencia y el sometimiento. Como el que da título al libro, La advertencia, que citas, o el de la flor seca que hace rabiar al marido. Buen análisis!
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