martes, 14 de diciembre de 2021

Yasmina Reza: Serge

Idioma original: Francés
Título original: Serge
Traducción: Juan de Sola
Año de publicación: 2021
Valoración: entre Se deja leer y Está bien





De Yasmina Reza había visto alguna de sus obras de teatro en las que queda muy patente la solidez la autora. Así que cuando me encuentro con Serge en el estante de novedades de mi librería de confianza y leo su contraportada, me lo compro sin pensármelo ni un segundo, convencida de que su lectura va a aportarme grandes momentos de disfrute.

Resumen resumido: Jean, Serge y Nana deciden visitar Auschwitz en busca de los resquicios de un triste pasado familiar al que no habían prestado la menor atención hasta ahora que su madre, judía de origen húngaro, ha fallecido. El momento también coincide con el hecho de que cada uno de ellos se enfrenta a la agria revisión de su propia vida ya entrada en una irreversible madurez.

El planteamiento de Serge es, pues, bastante prometedor y más conociendo la vis irónica de esta autora que no pierde ocasión de destripar el alma humana dibujándonos una sonrisa. El viaje a Auschwitz es lo de menos, como no podía ser de otro modo, pero funciona como detonante para encender la chispa que hará entrar en combustión los vínculos entre estos tres hermanos. Esas son, al menos, las pretensiones pero ¿se materializan? En mi opinión, no. O al menos eso me ha parecido en una primera lectura.

El estilo de Yasmina Reza es impecable, se nota que cada palabra, cada coma, están puestas ahí por algún motivo, los diálogos son muy brillantes y las descripciones nunca son a la ligera.
«Nos dirigimos al acceso, descubrimos el Arbeit macht frei, el portal infantilmente arqueado debajo del cual posa una clase y que el siguiente grupo espera poder fotografiar. Al otro lado, los edificios de ladrillo de la caserna. Árboles altos (¿cuánto tiempo llevan aquí?), hierbas en los márgenes. Los postres electrificados, el alambre de espino. Estábamos en Auschwitz.»
Los personajes, por su parte, están muy trabajados, rebosan defectos, vicios, coletillas, nos llegan con muchísimo detalle, sin embargo, cabe la posibilidad que no nos importen. Jean es el hermano mediano y ejerce de narrador con una voz irónica y algo distante, del mismo modo que se relaciona en su vida familiar y personal. Jean consiente y acompaña al hermano mayor, Serge, en todas sus meteduras de pata y desvaríos, todo lo contrario que Nana, la hermana pequeña, que cada vez soporta menos la pasividad del primero y la estupidez del segundo. De entrada puede parecer que todos tienen una personalidad muy especial y que cada uno lidia con conflictos internos de gran calado, pero a medida que la novela avanza y vamos conociéndolos más y desvelando sus anhelos, da la sensación de que todos están viviendo sus propias crisis de la madurez. Eso no es bueno ni malo pero, repito, que al lector no le importe es un problema. Quizá sea cuestión de hacer una segunda lectura aún más atenta, más pendiente de los detalles y los matices, aunque no lo creo.

Y luego está el título, Serge, que no está puesto porque sí, que es un título funcional que está apuntando, incluso antes de empezar la novela, hacia el eslabón más débil, hacia el área sensible, ese hombre ya metido en la cincuentena y con un lastre de malas decisiones a sus espaldas que trata de disimular a golpe de soberbia. El personaje que irrita a todo el mundo pero en el que finalmente todos se vuelcan porque —este parece ser el mantra de la novela que se refleja, ni más ni menos, en el arranque de Anna Karenina— así son las familias.

Ya para acabar, me pregunto si la autora era consciente de que la mayoría de sus lectores no han estado jamás en Auschwitz. Lo digo porque las descripciones y las sensaciones que intenta trasladar durante la visita de los protagonistas a mí me han funcionado más o menos porque estuve allí hace unos años pero me pregunto si otro lector sin una mínima idea de las dimensiones, materiales, espacios y atmósfera que allí se respira puede llegar a captar la intensidad y la contradicción que ese lugar despierta.

Dicho lo dicho, creo que puede entenderse la valoración de entre Se deja leer y Está bien. Quizá sea algo estricta porque las expectativas eran muy altas pero de algún modo tengo que paliar la frustración.

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