lunes, 13 de diciembre de 2021

Gonzalo Suárez: Rocabruno bate a Ditirambo

Idioma original: castellano

Año de publicación: 1964

Valoración: Recomendable


Esto de escribir reseñas tiene su cosa, no crean. Como hemos comentado alguna vez, cuando el libro es muy bueno, la reseña sale sola, es una delicia intentar transmitir el placer experimentado. Si es malo, solo hay que dejar salir los demonios de la decepción, si acaso echando un poco el freno para no hacer demasiada sangre de quien, pese a todo, ha sido capaz de escribir un libro. La cosa es más complicada cuando entramos en el terreno, generalmente mayoritario, de lo que no es ni fu ni fa: aquí hay que hilar fino y detectar virtudes y defectos. Y luego hay libros raros, complejos, o que por alguna razón se hacen opacos o impiden orientarse fácilmente al lector. Soluciones posibles: echar mano de la retórica sin mojarse mucho para parecer que hemos sabido descifrarlos, una actitud desdeñosa para salir del paso sin quedar mal, entusiasmo ficticio para disimular la perplejidad y de paso impresionar a quienes se confiesan perdidos.

Este es un libro raro, de lectura gratificante, hasta divertida, y a la vez difícil no ya de leer (que no) sino de asimilar en su conjunto y en cada uno de sus muchos meandros y conexiones. Así que vaya lo anterior como excusatio non petita de lector-reseñista un poco estupefacto. 

Descubrí a Gonzalo Suárez, ya lo dije en su momento, por pura casualidad, y me sorprendió muy gratamente su capacidad para contar cosas sin corsés de ningún tipo, para montar un híbrido de autobiografía y novela (ver enlace abajo) con continuos cambios de color, que dejaba la sensación de talento fluyendo con total libertad al margen de etiquetas, modas y convenciones. Rocabruno bate a Ditirambo coincide en esa libertad creativa, aunque con algunos matices y, habiendo sido escrita cuarenta años antes, deja claro que estamos ante un autor indomable, que sigue su propio camino.

José Rocabruno es un escritor que intuimos arrastra ciertos problemas de creatividad y siente cercano su fin, ya sea biológico o literario. José Ditirambo es un periodista burbujeante, con éxitos recientes como haber descubierto el enigma del oso de Riverdale, un animal que se proponía dominar el mundo (sic) y que termina abatido por un peculiar cazador. Mientras Rocabruno se afana en proponer nuevas ideas a su editor (la primera carta que le dirige contiene, en un par de páginas, toda una teoría sobre la relación entre actor y espectador), Ditirambo se ve envuelto en una compleja y disparatada trama que ocupa la mayor parte del libro, en la que, por ilustrar un poco, se podría citar:

- Un intento de asesinato mediante el método Goldfinger (por cierto, película estrenada el mismo año de la publicación del libro): cubriendo a la víctima con pintura dorada

- Un boxeador que acude debilitado al combate de su vida porque debe extraerse sangre para alimentar a su madre, que la consume a tazones y no es fácil de saciar

- El Tibidabo empieza a emitir extrañas emanaciones (algo que ya ocurrió antes en Londres) que provocan en la población reacciones todavía no bien determinadas 

Y así seguiríamos con numerosas extravagancias que se presentan, bien como elementos de la propia trama, bien como noticias que irrumpen en el relato y a veces se incorporan a él. Verán que la imaginación que puede escasear en Rocabruno no le falta precisamente a Suárez. Algo me hace recordar a algunos de los relatos disparatados (y, claro, muchísimo más recientes) de Antonio Orejudo, pero a diferencia de aquellos, aquí nada parece del todo gratuito, todo parece tener un sentido aunque sea difícil colocarlo en su lugar correcto. Las aventuras de Ditirambo tienen bastante de parodia de novela negra (o cine negro), y el mismo sustrato caricaturesco se ve en la igualmente oscura historia de cierta Caperucita negra, una misteriosa joven que se imbricará finalmente en lo que adivinamos como esquema principal de la novela.

En realidad, es muy posible suponer que Rocabruno y Ditirambo son en realidad un solo personaje, objeto de un desdoblamiento que, oculto en alguna alusión a la ventrilocuencia (no tengo claro que exista esta palabra) podría ser una pugna entre el autor y su personaje, no en vano el nombre de Ditirambo se repite en algunas de la películas del novelista-director del que hoy nos ocupamos. Quizá debemos pensar en el escritor que, sintiéndose marchito, se monta un brainstorming bastante loco de donde capturar ideas que por sí mismas no fluyen como debieran. O, bueno, cien posibilidades más para quien se decida a explorar en serio los entresijos de esta historia.

Lo que es indudable es que detrás de todo el desparrame se dejan ver hilos que parecen consistentes, hay una urdimbre, difícil pero perceptible, entre los protagonistas (sean dos o solo uno) y los distintos personajes que van apareciendo, algunos de los cuales, oscilando entre lo real y lo imaginado, tienen un papel relevante en la propia vida de los Josés. El problema es que descubrirlo no es nada sencillo, y requerirá una lectura más bien pausada y muy atenta que, reconozco, no ha sido el caso de la mía. Por mi parte, lo confieso, he preferido adoptar la posición de lector más superficial, sin voluntad de descender a los recovecos más escondidos del relato, que seguro que se podrían descubrir muchos y muy bien construidos. Al menos por esta vez, he preferido quedarme con lo externo, lo cual asumo que se me puede reprochar y con razón, pero también diré que así he disfrutado del libro, me he reído con los disparates, con las parodias, he gozado con su ritmo acelerado y me lo he pasado genial con el derroche de imaginación de don Gonzalo. Quizá poco serio para alguien que escribe reseñas, pero gratificante para quien, en definitiva, no es más que un lector corriente.

P.S: He puesto una cubierta diferente de la que tiene mi edición del libro, aparte de porque no me gusta demasiado, porque la de El hombre que soñaba demasiado parece una versión actualizada de la que he puesto arriba. Fijo que ahí hay algún mensaje.

Otras obras de Gonzalo Suárez en ULAD: El hombre que soñaba demasiadoLa musa intrusa

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