Idioma original: inglés
Título original: A house under the sun Año de publicación: 2020
Valoración: recomendable
Aileen Gray, arquitecta y diseñadora pionera de la arquitectura moderna a la que imprimió un estilo personal propio, casi epidérmico, regido por la sensorialidad y capacidad de los espacios para albergar y dar refugio. Ella ha sido —oh, sorpresa— otra de esas grandes creadoras y artistas silenciadas de la historia a las que, en el mejor de los casos, se las despojaba de la autoría de su obra para adjudicársela a alguno de sus colegas varones.
Desde que empecé en la facultad de arquitectura que tengo un temita con Le Corbusier (*), al que en adelante llamaré SAASCUECE (señoro arquitecto altamente sobrevalorado con un ego como Estambul). En otras reseñas en las que venía a cuento mencionarlo me he mordido la lengua para no darle protagonismo. Y a pesar de lo mucho que me ha hervido la sangre tras leer Una casa bajo el sol voy a optar de nuevo por callarme, porque quiero destinar este espacio y este momento para devolverle a Aileen Gray su legítimo lugar. Por eso me centraré en esta fábula gráfica que explica con tanta sensibilidad la relación entre la arquitecta y su magnífica casa bajo el sol, conocida bajo el particular nombre de E-1027.
Resumen resumido: Aileen proviene de una familia irlandesa acomodada pero pronto da muestras de no pertenecer a esa atmósfera hermética y convencional. Su despertar artístico se iniciará en Londres y continuará en el círculo bohemio de la rive gauche de París, en el que conocerá al arquitecto rumano Jean Badovici. Él le pedirá que proyecte la E-1027, un refugio para ambos en la Costa Azul. Esa casa será objeto, causa y efecto de algunos de los hechos arquitectónicos y vitales más trascendentes de la vida de Aileen.
Una casa bajo el sol no pretende ser, ni mucho menos, una biografía exhaustiva sobre la vida y la obra de Eileen Gray, pero sí logra construir y condensar toda una órbita de acontecimientos pasados y futuros en relación al episodio de la E-1027 que nos acerca con sensibilidad e ingenio tanto a su personalidad como a su visión sobre su concepción de la arquitectura y los espacios:
- La formación de la visión artística y humana de Eileen, tanto por su particular infancia como por sus aprendizajes junto a un artesano esmaltador.
- El choque conceptual con sus contemporáneos varones (con SAASCUECE a la cabeza) que, a pesar de compartir las líneas generales de la arquitectura moderna, entendían que una casa debía ser una máquina racional para vivir, mientras que ella consideraba que los espacios también debían responder a las necesidades primitivas de confort, seguridad o belleza más vinculadas al instinto. Para Eileen, los materiales, los acabados, la luz, las texturas, la disposición del mobiliario dentro de un espacio tenía una incidencia irrevocable en la experiencia sensorial de dicho espacio. Ella no congregaba en absoluto con el mantra form follows function ya que consideraba que la función no es algo rígido en el tiempo si no que evoluciona según las necesidades y por ello los espacios tienen que tener capacidad de adaptación.
- Eileen Gray proyectaba desde una concepción muy orgánica, contra lo que la imagen de su obra final pueda suscitar, y mantenía ese vínculo con los edificios y las piezas de mobiliario como si fueran un miembro más de su cuerpo. La E-1027 es una prolongación de sus inquietudes arquitectónicas y una materialización de su idea de vida junto a Badovici y el que consideraba su refugio común pero, por el mismo motivo, cuando su relación se rompe ella no tiene escrúpulos en buscarse otro refugio para ella sola: «Los recuerdos se aferran a las cosas, así que es mejor empezar de cero». Y lo mismo sucede cuando SAASCUECE mancilla las paredes de la E-1027 con sus intrusivos murales ya que, a partir de ese momento, Eileen Gray se niega a volver a pisar la casa.
Otro aspecto ineludible que se narra es la construcción del relato de SAASCUECE, secundado por Badovici y con la complicidad de una estructura cultural patriarcal para desdibujar la autoría de Eileen Gray sobre la E-1027.
La historia de Una casa bajo el sol está basada en información absolutamente verídica, lo que no impide que la narración se permita ciertas licencias poéticas: así como Eileen Gray percibe la E-1027 como uno de sus miembros que, sin embargo, no duda en cortarse, en alejarse de ella cuando cambian sus circunstancias vitales, SAASCUECE mantiene una relación enfermiza de posesión desde el momento que la visita por primera vez, la mancilla posteriormente con unos murales que nadie le ha pedido, se apropia su autoría aprovechando su privilegio de arquitecto consagrado, trata de que a la muerte de Badovici la compre una de sus admiradoras y es el último lugar en el que duerme la mañana antes de morir ahogado en la playa que hay justo enfrente.
La narración gráfica y el estilo fluyen con mucha elegancia, con trazo negro sobre una paleta de verdes ocres y azules para distinguir el tiempo en el que transcurre cada momento. Un regalo para la vista al tiempo que transcurre esta historia que debió ser contada hace ya mucho mucho tiempo.
(*) Afortunadamente, no estoy sola.
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