domingo, 27 de noviembre de 2022

Stephen Dixon: Gould. Una novela en dos novelas

Idioma original: Inglés 
Título original: Gould
Año de publicación: 1997
Traducción: Ariel Dilon
Valoración: Bastante recomendable

A nadie que nos siga con regularidad debe sorprender si digo que Stephen Dixon es uno de mis escritores favoritos. Apenas tres libros, Calles y otros relatos, Historias tardías e Interestatal, han sido suficientes para que el neoyorquino haya pasado a formar parte de mi Olimpo particular. Esta valoración se mantiene con Gould, novela algo inferior en mi opinión a Historias tardías o Interestatal pero absolutamente recomendable.

Dicho esto, es conveniente avisar de que la prosa de Dixon no es "nada fácil": párrafos eternos, digresiones, apartes, larguísimos monólogos interiores, diálogos sin apenas separación, rupturas de la linealidad temporal... Vamos, la posmodernidad absoluta. O como dice uno de los personajes de Gould, en una frase que resume a la perfección su escritura

Como puedes ver he adoptado tu viejo e irritante hábito de los apartes, que pienso que es la manera más honesta de escribir para mí ya que es la manera en que pienso cuando estoy escribiendo, aunque me doy cuenta de que el ímpetu y el interés de lo que escribo a menudo se pierde en esas intromisiones digresivas.

En el caso que hoy nos ocupa, Gould es una (o dos) novela(s) cuyo argumento podría resumirse en la biografía sentimental y, en cierto modo, vital de Gould Bookbinder, personaje bastante "woodyalleniano" por su carácter ego(t)ista, neurótico, obsesivo, cínico y manipulador pero no exento de cierta capacidad para la ternura y el amor, si bien a su manera.

La primera parte (o primera novela), titulada Abortos, vendría a ser una suerte de biografía del protagonista a través de los diversos abortos que sufren algunas de las mujeres con las que se relaciona a lo largo de su vida. Por lo tanto, el aborto en el centro aparente del relato pero sin entrar el autor en juicios morales porque estos no son importantes o no es lo que en verdad se cuenta. El centro real es la evolución de ese Gould, de cómo cambia su relación con la paternidad y con las mujeres (de lo dramático a lo patético), de una frustración permanente que hace de Gould un ser capaz de la más abyecta violencia y de la espontánea ternura.

La segunda parte (o segunda novela), titulada Evangeline, es la deconstrucción radical de una relación, basada en el sexo y el amor por el hijo de ella, que Gould mantiene a lo largo de varios años con la Evageline que le da título. Voy a utilizar una imagen que puede parecer muy absurda pero que creo que define muy bien esta parte del texto: la prosa de Dixon es como esas perforadoras rotativas que se utilizan en las prospecciones petrolíferas, con esas varillas que giran sobre sí mismas y penetran en las profundidades de la tierra. Así, el autor se hunde en todos los aspectos de la relación (sexuales, afectivos, económicos, familiares, etc) para dar forma a un texto y a un personaje femenino que funcionan como contrapunto y explicación de personajes y situaciones de la primera parte. 

Ya digo que la prosa de Dixon no es para nada sencilla, pero a mi me resulta muy difícil despegarme de sus textos. Su torrencialidad no está reñida con el ritmo y su interés en profundizar en los resortes de sus personajes me hace querer seguir hurgando en ellos.

Por terminar, digo al comienzo de la reseña que este Gould me parece algo inferior a Historias tardías o Interestatal. Quizá estos dos últimos sean más ambiciosos aún (porque tratar de construir la biografía de alguien a partir de apenas media docena de sucesos separados por décadas tiene su aquel), más completos y algo más redondos en su ejecución estilística. Aun así, seguiremos leyendo a Dixon y esperando que alguien se anime a traducir y publicar la mastodóntica Frog.

P.S.: Ya en los comentarios de otras entradas sobre Stephen Dixon se hablado de las traducciones de Ariel Dilon. Bien, son libros publicados por editorial argentina y con traductor argentino. Guste o no (que no veo motivo, por otro lado), es lo que hay.

También de Stephen Dixon en ULAD: Interestatal e Historias tardías

3 comentarios:

B.B. dijo...

Curioso el comentario sobre la traducción. Yo, como argentino, siempre consumí traducciones más españolas. Por más que pese, es como decís vos, la editorial que edita el libro es la que tiene potestad a la hora de elegir al traductor y por lo tanto la traducción.

Dr. Fabián dijo...

Me costó leerla. Con momentos buenísimos y otros a los que le tuve que poner garra. Me gusta más Dixon cuentista.

Koldo CF dijo...

Hola!!!

B.B.: Imagino esa sensación del lector latinoamericano leyendo durante años traducciones "españolas" y diciendo "¡pero cómo carajo habla esta gente!". Bueno, no dejan de ser decisiones editoriales En el caso de Dixon (lo digo porque ya se dijo en algún comentario a otras entradas), si Eterna Cadencia es argentina y la mayoría de sus lectores son argentinos, es entendible que busque un traductor argentino. Además, ¿cuál es el español "estándar", si el que se habla en España es minoritario sobre el total de hispanohablantes?

Dr. Fabián: Cierto, este libro es algo más irregular que otros de Dixon. De sus cuentos, "Calles y otros relatos" fue mi primera lectura de Dixon (en su momento no lo reseñé), pero me pareció tan bueno que por ahí empezó todo.

Gracias a los dos por comentar!!!