Título original: Little Eve
Año de publicación: 2018
Traducción: María Cristina Macía Orio
Valoración: recomendable si no esperas una historia de terror (aunque si la esperas, también)
Tremenda la novela que publicó Catriona Ward en 2018 (antes que La casa al final de Needless Street, aunque en España haya aparecido más tarde); tremenda la historia en sí y tremenda la forma de contarla, con una intensidad que hacía tiempo que no encontraba en una novela. De hecho, y aunque, sin duda, el libro me ha gustado, no podría precisar hasta qué punto, si mucho o poco, tan embebido de esa intensidad he quedado con su lectura, emborrachado, por decirlo así, de imágenes, giros narrativos, metáforas... En fin, toda una experiencia que resulta imposible que deje indiferente al lector.
Pero vamos con una pequeña sinopsis de la historia, para que se me entienda mejor: El segundo día de 1921 el carnicero de Loyal, un pueblo de la costa norte escocesa, descubre con horror los cuerpos de los habitantes del castillo de Altnaharra -menos uno-, mutilados y dispuestos dentro del círculo de un cromlech cercano. El castillo, que domina una isla junto a la costa, es propiedad de John Bearings, donde vive -o vivía- junto a unas mujeres y unos cuantos niños huérfanos que ha recogido de orfanatos cercanos o han sido abandonados allí. Digo niños cuando en realidad son niñas, salvo el joven Abel , de forma que Bearings reina sobre un pequeño gineceo que le adora como a un semidiós y al que ha inculcado unas creencias apocalípticas basadas, en parte, en las leyendas y mitología de las Highlands, hasta configurar un culto propio, que le tiene a él como centro. Vamos, una especie de familia Manson avant-la-lettre, para entendernos.
La historia, con sus prolegómenos y las consecuencias del crimen, se nos va contando dando saltos temporales a lo largo de treinta años y alternativamente desde el punto de vista de dos de las moradoras de Altnaharra -también de algún otro personaje-: la hermosa Dinah y su "hermana" Evelyn o Eve -sí, la del título, aunque éste también hace referencia a un ser de las leyendas escocesas, la Eba Muilur, que habita en el mar-; pero cuidado, no todo es lo que parece en un primer momento y quien lea esta novela irá variando su percepción de lo que ocurre a lo largo de la narración (algo que, por otra parte, parece ser el sello literario de Catriona Ward, o al menos resulta muy hábil en ello). Cierto que no es sólo la sorpresa en el desarrollo de la trama lo que convierte en fascinante a esta novela: es, sobre todo, la ambientación gótica en la que se desarrolla, la mezcla entre el género de terror (de aquella manera... hay pasajes sin duda siniestros o fantásticos, pero no sé hasta qué punto podemos considerarla una novela de terror al uso), al policiaco y al melodrama victoriano o post-victoriano. Así como a las imágenes perturbadoras que nos ofrecen o la riqueza, versatilidad y sensibilidad del estilo de Ward, de una calidad literaria más que notable.
De esta forma, y aunque reconozco que la trama tiene algunos giros algo forzados y algún que otro personaje que me ha chirriado un poco, creo que a nadie le resultará indiferente esta novela, de una intensidad y capacidad de fascinación mayores de lo habitual. Por mi parte, acabé el pasado año con la siguiente novela de esta escritora, La casa al final... y casi acabo éste con la anterior, La pequeña Eve. Como ya estoy convencido de que es una escritora a la que conviene seguir de cerca, quedo a la espera de que se publique la próxima, Sundial, para que vuelva a deslumbrarme, de forma paradójica, con su facilidad para envolvernos en la oscuridad.
Como me gusta más la cubierta inglesa que la de la edición española, pues os la pongo también...
1 comentario:
Hola Juan:
Leí tus dos reseñas de C. Ward y me dieron tantas ganas de leerla! No entiendo porqué no la editan en Argentina, aún cuando tuvo el elogio del Rey Stephen. Una lastima porque creo que tendría muchos lectores.
Saludos
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