miércoles, 11 de enero de 2023

Mohamed Mbougar Sarr: La más recóndita memoria de los hombres

Idioma original: francés
Título original: La plus secrète mémoire des hommes
Traducción: Oriol Valls (en catalán para Més Llibres) y Rubén Martín Giráldez (en castellano para Anagrama)
Año de publicación: 2021
Valoración: entre recomendable y muy recomendable


En el panorama literario actual, en los que la publicación de títulos es tan avasalladora que ni publicando la reseña de un libro al día únicamente de las novedades destacadas llegaríamos a cubrir todo lo que el mercado ofrece, la otorgación de premios literarios sirve para situar una obra en el escaparate. Y este hecho hace que, también, cada vez haya más premios literarios, más apariciones en listas “reputadas”, más focos ante los que poner una reciente publicación para que sobresalga entre el resto. Pero hay premios y premios y el Goncourt es uno de los que tiene más prestigio, por su antigüedad de más de cien años, pero también por sus premiados a lo largo de la historia (Proust, Houellebecq, Modiano, Duras, etc. etc.). Y, en 2021, Mbougar Sarr ganó este prestigioso premio con esta novela, convirtiéndose en el primer autor senegalés en hacerlo. Y tiene todo su sentido, por lo que expone y por cómo lo hace. ¡Veamos! 

Hay libros que plantean un reto lector importante, ya sea por el estilo del autor, por la estructura de la novela o por la ambición del escritor. Este libro se situaría en este último grupo, pues Mbougar Sarr teje una novela que mezcla reflexiones en torno a la propia literatura y que nos interpela directamente ubicando al narrador en un escenario que trasciende la propia narración, así como una trama descompuesta en fragmentos que, desde diferentes ángulos, nos presenta una historia en torno a una figura central, T.C. Elimane, que ejerce como protagonista ausente y que sirve como MacGuffin a través del cual Mbougar Sarr nos lleva a diferentes territorios, físicos y mentales, desde los que nos habla de guerras mundiales, de colonización y de dramas familiares.

A nivel argumental, la novela nos presenta Diégane Latyr Faye, un autor senegalés, que por cuestiones del azar descubre a T.C. Elimane, alguien que «había jugado las tres cartas más poderosas de las que se puede disponer: primero, había escogido un nombre de iniciales misteriosas; después, había escrito un solo libro; finalmente, había desaparecido sin dejar rastro», y sin poder afirmar a ciencia cierta si había existido o se trataba de un seudónimo. Elimane, un autor que «figuraba en el Compendio de Literaturas Negras, una de las infatigables antologías que, desde la era colonial hasta nuestros días, servían de libro de consulta a los escolares de África francófona» y que, tras publicar un único libro ganador de numerosos premios, después de estallar la guerra destruyó todos los ejemplares, siendo imposible encontrar ninguno de ellos hasta que, por cuestiones de azar, Diégane accede a un ejemplar. Por ello, este hallazgo del único libro del autor, publicado en 1938 y que fue un acontecimiento que elevó a su autor hasta ser considerado «el Rimbaud negro» le causa un impacto y más teniendo en cuenta que, tras ser su autor acusado de plagio, desapareció sin dejar rastro convirtiéndose en un ser entre mítico y fantasma. Atraído por el misterio que envuelve el libro y el autor, Diégane Latyr Faye decide investigar sobre lo sucedido, embarcándose en un viaje emocional que le absorbe y le obsesiona enormemente.

Con este punto de partida, el relato alterna la búsqueda de Elimane por parte de Diégane con la narración del pasado del autor así como del contexto histórico en el que se encuentran. Ahí entra en juego sus mejores páginas, en una narración sostenida en la transmisión de una honestidad y cercanía. Las confesiones siempre tienen ese punto de nostalgia, y el autor hace que empaticemos con su estado anímico, tanto en la subida explosiva propia de los enamoramientos casuales como en sus declives y pesares en los que el autor nos habla de la colonización y la necesidad casi imperiosa por parte de los escritores africanos de traspasar fronteras y ser reconocidos más allá de su territorio aunque «ningún escritor africano establecido aquí lo confesará públicamente. Todo el mundo lo negará (…) pero, en el fondo, esto formaba parte del sueño de muchos de nosotros (…): la entronización por parte del mundo literario francés (…) es nuestra vergüenza, pero también nuestra gloria fantaseada; nuestra servitud, y la ilusión envenenada de nuestra elevación simbólica». Unos recuerdos rodeados de nostalgia, pues «nada entristece tanto un hombre como sus recuerdos, incluso cuando son felices».

Estilísticamente, la prosa de Mbougar Sarr es potente, directa y profunda. Se ha comentado mucho que se asemeja a Bolaño (y no seré yo quién lo discuta), pero veo en él también rasgos de Cărtărescu cuando nos habla de literatura, de la necesidad imperiosa de escribir, cuando, ya en la primera página trata la relación entre escritor y obra, afirmando que «el uno y la otra caminan juntos en el laberinto más perfecto que podemos imaginar» porque «un gran libro no tiene tema y no habla de nada, solo busca decir o descubrir algo, pero este solo ya lo es todo, y este algo también lo es todo». O también, cuando en un diálogo entre escritores uno de ellos espeta al otro que «aquí está tu error. Aquí está el error de todos los individuos como tú. Creéis que la literatura corrige la vida. O la completa. O la sustituye. Es falso (…) los escritores como tú están atrapados en sus ficciones. Sois narradores permanentes. Es la vida, lo que cuenta. La obra únicamente viene después». Estas páginas en las que habla de la literatura desde la fatalidad, desde el que afrenta la escritura como única vía de redención aún a sabiendas que no existe y si lo hace no es a través de los libros, nos atan a la literatura y a una espiral en el que no hay salida. Y en esos recovecos metaliterarios uno recuerda a Cărtărescu (también en ciertos episodios oníricos) y Lispector, en esa meta literatura que constatamos al leer que «escribían porque no sabíamos nada, escribían para decir que ya no sabíamos qué hacía falta hacer en el mundo, más allá de escribir». Asimismo, también en ciertos fragmentos, cuando habla sobre tragedias familiares en la tierra natal de Elimane, con las disputas entre hermanos, fallecimientos y secretos, veo a Mouawad y sus extraordinarias tragedias por la manera de abordarlas y la crudeza de su narración porque cuando el autor traza el origen y pasado de Elimane desde su nacimiento, en clave retrospectiva una vez establecido el misterio en el primer tramo del libro, hay ecos significantes del autor libanés en la tragedia familiar y las herencias heredadas de un pasado entre hermanos mal resuelta, y la descendencia vital que reclama ser atendida «era responsable de la descendencia de mi hermano», un niño al que, cuando lo miraba sentía que «en el corazón de su inocencia, a veces batía, como un nervio doloroso, todo el odio que había sentido por su padre. ¿Puede ser responsable un niño de un pasado que no ha conocido? ¿Es forzosamente el heredero de los sucesos que le han precedido? ¿Podemos estar resentidos con él por los errores de su ascendencia? (…) Elimane arrastraría por todos los sitios la sombra y el recuerdo de Assane. Sería este recuerdo y esta sombra. Solo por este hecho, sabía que siempre me recordaría a mi hermano. Nunca conseguiría liberarme de él».

Particularmente, encuentro el libro fascinante y muy potente en su primer tramo, cuando se envuelve de literatura, de reflexiones, de dudas existenciales y de inseguridades relacionadas con la creación literaria y con la vida. En este aspecto el libro es sublime. Es por ello que, a mi entender, va de más a menos, reduciendo impacto cuando deja parcialmente de lado estos aspectos para centrarse en la búsqueda del autor y su historia pasada, una búsqueda que pasa por diferentes ciudades y países y momentos históricos que marcaron el siglo XX. La ambición de Mbougar Sarr es muy grande, y esto es algo digno de elogio y también lo es que consiga mantener el interés a lo largo de toda la narración y a pesar de intercalar cartas, narradores y puntos de vista para dar forma a la figura del misterioso autor a través de diferentes personajes que coincidieron puntualmente con él. Ya lo apunta el autor al interpelarnos indirectamente cuando afirma que «todas las siluetas de este pasado de repente abierto se mueven delante de mí en una coreografía tan compleja como fascinante». Y tiene toda la razón en esta afirmación porque en este juego metaliterario en el que nos vemos arrastrados al leer el libro nos ocurre lo mismo, compartiendo así experiencia con el propio protagonista al desenredar la trama argumental de la vida de tan misterioso y enigmático personaje. El reto era mayúsculo, y las múltiples capas que ofrece la lectura de este libro dan fe de ello, aunque en ocasiones la dispersión roza el exceso.

Mbougar Sarr reivindica con este libro su propio espacio en el mundo literario, y lo extiende a sus compatriotas pues en boca del protagonista se dirige a ellos afirmando que «nos decía a nosotros, los escritores africanos: inventad vuestra propia tradición, fundad vuestra historia literaria, descubrid vuestras propias formas, experimentadlas en vuestros espacios, fecundad vuestro imaginario profundo, tened una tierra que sea vuestra, porque solo allí existiréis para vosotros, pero también para los demás». Esta reivindicación de la literatura africana es otro gran eje del libro, y que nos hace recordar al gran Ngũgĩ wa Thiong’o.

El autor es consciente de la literatura y su poder hasta el punto que afirma que «es mejor no escribir si como mínimo no tienes la ambición de hacer temblar el alma de una persona» y profesa, especialmente en la primera parte del libro, su gran devoción por la literatura al hablar de los escritores confesando que «si los escritores no hablan de literatura, es decir, si no hablan de ella desde dentro, como a prácticos, obsesionados y poseídos, como enamorados, como locos (…), ¿quién lo hará? (…) Nuestra vida es esto: intentar hacer literatura, sí, pero también hablar de ella, porque hablar de ella también es mantenerla con vida, y mientras tenga vida, la nuestra, aunque sea inútil, incluso trágicamente cómica o insignificante, no estará perdida del todo». Y esta es una misión que compartimos desde este pequeño espacio literario.

También de Mohamed Mbougar Sarr en ULAD: Purs homes

10 comentarios:

Koldo CF dijo...

Hola, compa!
El tercer párrafo de la reseña podría ser la versión africana de "Los detectives salvajes"!!!
Suena más que interesante el libro

Marc Peig dijo...

Buenas!
Justo por ello se le ha comparado a Bolaño y, de hecho, el autor se confiesa un gran admirador de su obra hasta el punto de empezar la novela con una cita justamente a ese libro. Bien visto, Koldo!
Saludos!
Marc

Anónimo dijo...

Excelente reseña, precisamente me han regalado los dos libros en navidades. Muchas ganas de incarles el diente. Quizá por lo que comentais de que comienza con una cita de los detectives salvajes, me incline a comenzar por este último

beatrizrodriguezsoto dijo...

Estupenda reseña. Corro a buscar el libro.

Marc Peig dijo...

Muchas gracias, Anónimo y Beatriz por vuestros elogios a la reseña.
Espero que os guste el libro y que, si os apetece, dejéis un comentario cuando lo terminéis para ver si coincidimos o tenemos diferentes visiones (que también ayudan a ampliar la "lectura")
Saludos
Marc

Anónimo dijo...

hablando de premios literarios.....hay un artículo sobre la política de los premios escrito por Dan Sinykin con fecha de 9 de Enero 2023 en lareviewofbooks.org...............lo malo es que está en inglés......

Marc Peig dijo...

Gracias por el apunte, Anónimo!
Añado enlace, para quien esté interesado: https://lareviewofbooks.org/article/fuck-the-poetry-police-on-the-index-of-major-literary-prizes-in-the-united-states/
Saludos
Marc

Ucrónicas de ida y vuelta dijo...

Coincido con la reseña del libro de M. Mbougar Saar de Marc Peig. Aunque lo leí hace unos meses fue para mí un grato descubrimiento, por la juventud del autor y por su ambición literaria que destila lecturas y vivencias de madurez. El texto abre nuevas perspectivas para acercarnos a las culturas del África subsahariana nueva y despliega numerosos recursos para la seducción del lector.
Me sumo a la recomendación con entusiasmo.
Muchas gracias

Marc Peig dijo...

Muchas gracias, Ucrónicas de ida y vuelta, por el comentario.
Es cierto lo que comentas acerca del bagaje literario que muestra el autor y el atrevimiento en elaborar una obra compleja y profunda que toca tantos temas y lo hace una manera plenamente orgánica.
Saludos
Marc

beatrizrodriguezsoto dijo...

Está agotado, habrá que esperar la segunda edición.