Idioma original: alemán
Título original: Die Austreibung des Anderen
Traducción: Alberto Ciria
Año de publicación: 2016
Valoración: muy recomendable
Título original: Die Austreibung des Anderen
Traducción: Alberto Ciria
Año de publicación: 2016
Valoración: muy recomendable
Confieso ya de entrada, que los libros que analizan, en clave de ensayo, nuestra sociedad y el mundo en el que nos encontramos despiertan mi interés. Y más aún si lo hacen mediante una crítica sin paliativos al egoísmo y narcisismo que, cuál veneno o virus letal, nos contagia y nos envuelve, nos adormece en un largo letargo envuelto de objetos y vacuidades que nos distraen de nuestro propósito vital que, a mi entender, no debería ser otro que el de (auto)conocernos y enriquecer nuestros conocimientos y nuestra sociedad.
En este conjunto de reflexiones acerca de diferentes aspectos en torno a la alteridad que el autor descompone en doce capítulos, Byung-Chul Han explora nuestra relación con lo distinto, con "el otro" pero que, a la vez, no deja de ser una relación con nosotros mismos. Y para ello, debemos conocernos y conocer el mundo que nos rodea, entendiendo “mundo” como lugar habitado por personas con las que no siempre coincidiremos en nuestra visión del mismo.
Por ello, en un mundo cada vez más parecido y uniforme, Byung-Chul Han asevera que «el terror de lo igual alcanza hoy todos los ámbitos vitales. Viajamos por todas las partes sin tener ninguna experiencia. Uno se entera de todo sin adquirir ningún conocimiento». Así, deambulamos por la vida sin tener consciencia (entendiendo consciencia a un acto que requiere de reflexión) de la misma ni de una necesaria interrelación con los demás, pues «la interconexión digital total y la comunicación total no facilitan el encuentro con otros. Más bien sirven para encontrar personas iguales y que piensan igual, haciéndonos pasar de largo ante los desconocidos y quienes son distintos, y se encargan de que nuestro horizonte de experiencias se vuelva cada vez más estrecho. Nos enredan en un inacabable bucle del yo». En nuestros tiempos de fácil acceso a la información, se puede constatar que su fácil acceso es a la vez su limitación, pues «la información simplemente está disponible. El saber en un sentido enfático, por el contrario, es un proceso lento y largo» e incluso, en el universo de los metadatos, suponen un saber muy escaso pues «con la ayuda de macrodatos se averiguan correlaciones (…) La correlación es la forma de saber más primitiva, ni siquiera está en condiciones de averiguar la relación causal (…) La pregunta por el porqué está aquí de más. Es decir, no se comprende nada. Pero saber es comprender».
En el amplio alcance que supone la comunicación digital, el autor nos habla sobre las redes sociales y el uso que se hace de ellas, pues «la comunicación digital (…) propicia una comunicación expansiva y despersonalizada que no precisa interlocutor personal, mirada ni voz. (…) Las redes sociales no fomentan forzosamente la cultura de la discusión. A menudo los manejan las pasiones» creando así un lugar de confrontación y no de crecimiento algo que es aprovechado por los populismos. Respecto a este aspecto, cabe decir que ciertas ideas que arroja el pensador son controvertidas y con las que podríamos divergir pues aunque afirma que «el nacionalismo que hoy vuelve a despertar, la nueva derecha o el movimiento identitario son asimismo reacciones reflejas al dominio de lo global», también afirma que «no es casualidad que los seguidores de la nueva derecha no solo sean xenófobos, sino también críticos del capitalismo» (algo que a mi modo de ver no es cierto, o al menos no lo es en todos los territorios). Más acertado está, a mi entender, cuando habla de la economía de la atención pues «totaliza el tiempo del yo» en una búsqueda constante de la atención, ese gran bien del que disponemos y que es objeto de deseo de las corporaciones como ya apuntaba James Williams en «Clics contra la humanidad».
En mi opinión, el autor se muestra especialmente lúcido y acertado cuando habla de la sociedad actual y su alta tendencia al narcisismo, propulsado por un consumismo que viene aupado del neoliberalismo. Un consumismo que pretende alimentar una autenticidad pero que nos convierte en sus esclavos, pues tal y como afirma Byung-Chul Han, «como estrategia neoliberal de producción, la autenticidad genera diferencias comercializables (…) Los individuos expresan su autenticidad sobre todo mediante el consumo. El imperativo de la autenticidad no conduce a la formación de un individuo autónomo y soberano. Lo que sucede es, más bien, que el comercio lo acapara por completo» y que desvirtúa el concepto de autenticidad porque «el imperativo de autenticidad desarrolla una obligación para consigo mismo, una coerción a cuestionarse permanente a sí mismo, a vigilarse a sí mismo, a estar al acecho de sí mismo, a asediarse a sí mismo. Con ello intensifica la referencia narcisista». En este aspecto, la relación entre la sociedad actual y el narcisismo imperante recuerda al ensayo de Lluís Calvo «Els llegats» así como nos viene también a la memoria el ensayo «Calla y paga» de Inés García López en el que la autora aborda el impacto del capitalismo y la relación entre objeto y sujeto o a Ingrid Guardiola y su «El ojo y la navaja» en el que explora la relación entre el individuo y las imágenes mostradas en las redes. En este aspecto, Byung-Chul Han (como Inés García López) cita a Lacan para sostener su opinión y afirma que «el sujeto narcisista solo pervive el mundo en las matizaciones de sí mismo. La consecuencia fatal de ello es que el otro desaparece». Así, expulsamos al otro de nuestro mundo, dirigimos la mirada hacia nosotros mismos reduciendo así el mundo a nuestra propia imagen, algo que se evidencia por «la adicción a los selfies» pues «no tiene mucho que ver con el sano amor a sí mismo: no es otra cosa que la marcha en vacío de un yo narcisista que se ha quedado solo (…) Los selfies son el yo en formas vacías».
Byung-Chul Han también dirige su mirada a la cultura y al arte como elemento disruptivo y que de manera denunciativa exhibe Jeff Koons en sus obras, pues «muestran unas imágenes que reflejan nuestra sociedad, que se ha convertido en unos grandes almacenes». Un arte que «se amalgama por completo con la cultura del consumo». Y, hablando de arte, el autor cita también a Adorno quien defiende la extrañeza del mundo afirmando que «quien percibe el mundo de otro modo que no sea como algo extraño no lo percibe en absoluto» de manera que «para Adorno no habría ningún arte que haga sentirse a gusto» y critica la sociedad actual, una sociedad del «me gusta» para quien «todo se vuelve complaciente, incluso el arte. Hoy hemos olvidado de asombrarnos». En este aspecto, el autor ahonda específicamente en la literatura y defiende especialmente la poesía pues «el poema es un acontecimiento dialógico. La comunicación actual es fuertemente narcisista. Se produce sin ningún tú, sin invocar al otro. En el poema, por el contrario, yo y tú se engendran mutuamente».
Para terminar, hago mías unas palabras del escritor francés Michel Butor, citado por Byung-Chul Han, quien «constata una crisis contemporánea de la literatura y la concibe como una crisis de espíritu», pues «hace diez o veinte años que ya no sucede casi nada en la literatura. Hay un aluvión de publicaciones, pero un parón intelectual». Creo que el autor tiene bastante razón en esta afirmación, pues particularmente cada vez me es más difícil encontrar un gran libro de narrativa actual. Por el contrario, me encuentro más a gusto (que no cómodo) en los ensayos como este pues nos invitan a la reflexión y a la ardua tarea de intentar comprender algo mejor este cambiante, consumista y narcisista mundo que, por fortuna o por desgracia, estamos construyendo entre todos.
También de Byung-Chul Han en ULAD: La sociedad del cansancio, La agonía del Eros, La sociedad paliativa, Capitalismo y pulsión de muerte
2 comentarios:
¡Muy buena reseña, Marc! Y te lo dice un "otro" que no necesariamente coincide con muchas de las cosas que piensas.
Me alegra que te haya gustado Byung-Chul Han. Es un pensador muy popular, con sus defectos e inconsistencias, pero a quien algunas personas someten, al menos a mi juicio, a un escrutinio exageradamente cruel. Su filosofía no es perfecta, pero tiene infinidad de ideas rescatables.
¡Hola, Oriol!
Muchas gracias por el elogio a la reseña. Cierto que me ha gustado el estilo y enfoque de Byung-Chul Han, lanza ideas sin andarse con rodeos ni reiterar lo ya dicho (algo que en ocasiones sí ocurre con otros ensayos).
Un gran descubrimiento, y siento haberte "usurpado" esta lectura, pues sé que eres un gran lector de su obra ;-)
Saludos
Marc
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