Año de publicación: 2020
Valoración: Recomendable (con matices)
Según Byung-Chul Han, el dolor no debe erradicarse. Es imprescindible para vivir una «vida humana», una vida que no se suprima a sí misma. Además, «sin dolor no hay revolución, partida hacia lo nuevo ni historia.»
El dolor es negativo (es la negatividad por excelencia, de hecho), pero no tenemos que rehuir la negatividad. Con todo, las sociedades contemporáneas, ávidas de positividad, intentan proscribir la negatividad del dolor.
«La sociedad paliativa coincide con la sociedad del rendimiento. El dolor se interpreta como síntoma de debilidad. Es algo que hay que ocultar o eliminar optimizándolo.» Es algo que se «despolitiza», encubriendo así sus causas socio-culturales. Es algo que se despoja de sentido, reduciéndolo a «un tormento puramente corporal» e individual a tratar mediante la medicina, la psicología y la farmacéutica.
La sociedad paliativa es un ensayo filosófico, sociológico, político y estético de apenas cien páginas. Le he notado algunos defectos. En primer lugar, Byung-Chul Han se muestra en esta obra un pelín más disperso de lo habitual. Asimismo, en ocasiones requiere que uno esté familiarizado de antemao con los conceptos recurrentes de su cosmovisión, y no me acaba de convencer cómo integra la pandemia de coronavirus en sus reflexiones. Sea como fuere, el libro complementa al resto de bibliografía del autor, es ameno, reivindica la negatividad, arroja luz en torno a ciertas problemáticas actuales y nos obliga a pensar. ¿Qué más se puede pedir?
También de Byung-Chul Han en ULAD: La sociedad del cansancio, La agonía del Eros, Capitalismo y pulsión de muerte, La expulsión de lo distinto, La crisis de la narración
6 comentarios:
Hola, Oriol:
La verdad es que a pesar de las carencias que has señalado, el libro se me presenta harto interesante, porque el dolor, el sufrimiento va ligado indisolublemente a la condición humana y negarlo es negar nuestra propia idiosincrasia. Sin duda, encontrar las formas de enfrentarse al dolor (al propio, al de los demás, a la angustia de nuestra corta vida, etc.) es el camino a la madurez. Negarlo o querer hacerlo invisible nos lleva a la idiocia, creo yo, a ese pensamiento de libro de autoayuda que me parece que la mayoría por aquí detestamos.
El título me gusta mucho también.
Por todo ello, un libro a tener en cuenta, que espero que caiga en verano (su corta extensión ayuda, jeje) Muchas gracias por darlo a conocer.
Saludos
Lupita, te recomiendo encarecidamente a este filósofo. Sus libros nunca son plomizos, rebosan en ideas interesantes y abordan temas de rabiosa actualidad. Los hay mejores o peores, claro, pero todos son, en general, recomendables.
Como bien señalas y yo he tratado de comunicar en la reseña, Byung-Chul Han no sólo reivindica en "La sociedad paliativa" el dolor en tanto que requisito indispensable para la vida humana, sino que le atribuye a su negatividad otras tantas virtudes transformadoras relacionadas con lo social.
En cualquier caso, ya sabes que me encantará saber tu opinión de este ensayo si algún día te animas a leerlo.
Buenos días, Oriol:
He terminado este libro hace un rato y ha sido una lectura reveladora, por encontrar a alguien capaz de poner palabras a aquello que sentimos pero no encontramos la forma de nombrar.
La verdad es que me han gustado más sus ideas casi que la forma de exponerlas, porque adolece de ciertas fallas que voy a mencionar:
-Frases muy cortas yuxtapuestas al modo de "escritura youtube". Me explico; el uso de oraciones muy cortas, con rapidez y casi sin desarrollo me ha provocado cierta saturación, como cuando veo algunos vídeos de youtube que no dejan lugar casi a entender lo que dicen.
- Ideas algo dispersas. Me ha faltado algo más de ilación y extensión en el texto, se me ha quedado corto, y da la impresión de apuntar muy alto con su teoría para dejarla casi en anotaciones.
- El tema del coronavirus lo veo algo forzado, demasiado apegado al momento como para poder reflexionar sobre él.
En cuanto a lo que me ha gustado:
-La capacidad de análisis de la sociedad, de los resortes que mueven a las personas es profunda y muy lúcida, a la par que su exposición está en un lugar accesible para el lector, pero sin caer en el allanamiento. No deja de ser un libro de filosofía.
-Pone al lector frente al mundo que le rodea y le hace preguntarse a sí mismo cómo se siente él y qué hace para vivir en ese entorno. Es una lupa muy potente que te obliga a pensar, y pensar duele ( a mí me gusta que las cosas duelan)
-Su exposición sobre lo que es ser humano, como el dolor y el placer, o la alegría y la tristeza van de la mano y forman parte de ello, me ha fascinado. He pensado mucho en tantas obras literarias con el sufrimiento como conductor y que ahora se desprecian por ridículas, sentimentales o morbosas, pero que son grandiosas y apasionadas (Anna Karenina, La Regenta, toda la mística, Jane Austen, etc.)
-La forma en que habla de temas sangrantes (y que los padres/educadores, etc. estamos sufriendo como un cataclismo) como las autolesiones, la falta de motivación en la vida, las adicciones a cosas cada vez más extremas, es de una gran sensibilidad, sin caer en la ñoñería. En el caso de los adolescentes (que vivo de cerca) se aúnan las presiones por ser feliz, por encontrar rápido su propia identidad, por tener una vida emocionante y una capacidad de frustración muy baja para resultar un cóctel explosivo al que apuntan los especialistas como algo que está estallando sin clemencia. Se vive en la contradicción continua, y casos como el agobio de una conocida porque su hija sigue a Billie Ellish (que le parece lo peor) pero no le importa que vea cosas como "La isla de las tentaciones" dice mucho de nosotros.
En cuanto a mi lectura personal e íntima, ha supuesto un diálogo con el autor muy profundo, pues explora en todo aquello que ha creado lo que más detesto de la sociedad actual y que me produce un fuerte desarraigo. El individualismo, la falta de empatía, la búsqueda del placer inmediato, de quererlo todo ya son aspectos que chocan con mi concepción de la vida, puesto que no concibo que nada humano me sea ajeno y el dolor ajeno me conmueve profundamente. He conectado totalmente con el autor en su análisis y me pregunto si ambos pertenecemos a un mundo ya extinto. Las referencias a la sociedad del rendimiento y cómo nos hemos convertido todos en consumidores y nos autoexplotamos de forma más eficiente para el propio sistema me han gustado especialmente, ya que, además de coincidir con su visión, he leído hace poco "La sociedad del rendimiento", de Sebastián Friedrich, que ha venido a completar su cosmogonía.
En fin, un libro que me ha hablado íntimamente y me ha conmovido y hecho pensar. Qué complicada se ha vuelto la vida, y qué extraño que tengamos tan fácil acceso a todo y unas vidas más confortables pero estemos tan solos.
Saludos
¡Menudo análisis, Lupita! Comentarios así, que me permiten contrastar mis opiniones de un libro con las de otros lectores, son lo que me animan a seguir al pie del cañón en ULAD.
Detectas muy bien las carencias de Byung-Chul Han. Aunque insisto en que éste es quizás uno de sus textos menos logrados en ese sentido, porque supongo que quiso publicarlo apresuradamente aprovechando el tirón del coronavirus. De modo que si lees otras obras suyas, verás que en la supuesta simplicidad de la prosa y la exposición de ideas del autor se esconde más, mucho más.
Yo me considero un misántropo, pero el humanismo y la ideología me imponen, como a ti, una preocupación abstracta por mis semejantes y el mundo en que vivimos. En ese sentido, es descorazonador ver análisis como los del filósofo coreano, que hacen hincapié en que el individualismo, el hedonismo en la peor de sus vertientes, la artificialidad, la negación de lo negativo (valga la redundancia), han arraigado tantísimo en nuestra sociedad y se reafirman por culpa del capitalismo y el liberalismo.
Qué curioso, Oriol, que siendo yo tan aparentemente distinta de ti lleguemos a las mismas conclusiones.
El panorama mostrado por el filósofo me empuja a reafirmarme más en mi estilo de vida y en lo que me motiva, que es explorar en los márgenes del sistema, uniéndome a gente que no se resigna a ser espectadora, y que no lo haga para protestar por sus derechos como consumidor por bandera.
A mi generación nos enseñaban a ser buenas personas y nos rebelábamos contra ello, ahora a la Z (para entendernos) les obligan a ser felices al tiempo que no les dan respiro con noticias super deprimentes sobre ellos mismos. Quizás los adolescentes se nos están rebelando de esa forma, no paro de pensar en ello, es un tema apasionante (de pasión: vehemencia) que me angustia mucho.
Gracias por el espacio y por recomendar el libro
Saludos
Saludos
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